Podríamos abarcar a Louta desde muchos escenarios: el incipiente fenómeno del cono que no para de sorprender, la eterna promesa silenciosa, el migrante que regresa en busca de la gloria, el hijo de. Tal como sus producciones, la persona y el personaje no es más que una infinita suma de todas sus partes.
Jaime James es argentino, canta, compone, produce y disfruta el arte plástico. Su bagaje cultural viene en la herencia más cercana. Su madre, la directora Ana Frenkel. Su padre, Diqui James, fundador de esa experiencia que ya ha pasado por nuestro país, Fuerza Brutal.
Tiene recién 24, pero en este corto pedacito de vida ya tiene un paso por Europa y un montón de escenarios locales que lo termina de formar como adulto y artista, además de dos discos en el bolsillo, la parte importante de toda esta historia, que se va complementando con detalles dignos de su generación y búsqueda artística.
Es complicado hablar de Louta porque es bastantes cosas a la vez. De buenas a primeras, el responsable de un homónimo compuesto por ocho canciones que vinieron a cambiar el panorama trasandino respecto a qué catalogamos como indie, o como trap, o como pop. En tiempos de histories, poco compromiso hay con un filtro cuando tienes una paleta a tu disposición.
Así se siente el viaje del 2016. Un disco que coquetea con el electropop, lo amazónico, la droga, el amor, el indie, el trap, el teatro, la personalidad y la vergüenza; la antesala perfecta para dar el gran salto, un segundo disco que termina de darle identidad a un joven que está lejos de querer perfilarse categóricamente en una.
Si ya era pantanoso descifrar al artista con su debut, el largo del año pasado la pone un poco más compleja. Enchastre es el estallido más cercano, aún fresco y latente, once canciones que seguramente serán protagonistas de la cita que tendrá el músico con sus seguidores chilenos que podrán verlo el próximo sábado 4 de mayo en una nueva edición de Fauna Otoño.
“Enchastre es una mezcla de cosas sin sentido, como un nene que se pone a jugar y tiene todo el suelo lleno de plastilina. Ese nene hace un enchastre. Yo lo veo como una mezcla de cosas, como el junto de diferentes términos musicales. La posibilidad de traer poesía y mezclara con colores, con olfato, con el juego”, parte diciendo Jaime en un breve contacto en el que los silencios predominan como canción fundamental.
“Me representa un poco, sí, pero más me parece que representa lo que se hizo en el disco”. Tiene sentido. Este es un buen momento para darle play a este aventajado trabajo en el que el argentino exprime cada vivencia sonora que le ha llegado. De pronto un freestyle pensado, de pronto un funky, luego la atmósfera dreamy del amor, la densidad de la repetición, las rimas más barriales, el cierre épico.
Una mezcla que ha traído críticas y fanaticada, tal como pasa cuando alguien está tratando de armar un rompecabezas de vivencias sonoras sin querer caer en la obviedad de la casilla. Louta no quiere ser tu trapstar del momento, mucho menos un sucesor de banda de rock. Más parece que quiere ser persona, así de simple y de lleno.
Desde los 19 años practica el budismo Soka Gakkai, y ha dicho que es gracias al maestro Ikeda que pudo decidirse a dar el paso artístico definitivo en la música. “Esto consiste en el nivel infinito de las personas, y a través de la práctica se puede manifestar en sociedad con la misión de transformar a partir de uno. La forma Gakkai es una organización que trabaja con la cultura de la acción concreta para poder llegar a un mundo de paz y armonía donde cada persona pueda manifestar lo esencial, donde cada humano pueda vivir manifestando la dignidad de cada uno”.
La dualidad de Jaime, que sin duda logra permear en Enchastre. El ejercicio es sencillo: ‘Todos con el celu’ como esa pieza pegajosa, todos con el celu, todos con el celu. Un coro imposible de olvidar. Quieren que hable de vos, pero ni sé quién sos. Tututututututututu. Están vendiendo el cielo, todos con el celu. 2:49 que no sueltan, un track que se hizo viral con su propio challenge y el recordatorio de los cortos 24 años del locutor.
Por otro lado, la canción que le sucede. Desde la obviedad de titularse ‘Abrir Tu Corazón’ hasta el instructivo de superación y autoayuda que significa. Quiero que frenes el tiempo y mires la lluvia flotando en el aire. Es una balada de amor, no del romántico, del cósmico. Quiero que mezcles colores, que mires las cosas cambiar de lugar.
De matices estamos llenos, Louta se aprovecha de eso en canciones cortas que no pueden separarse de críticas ni de influencias. “Creo que cuando vivís en un país, te influencia toda la música de él, quiera uno o no”, cosa que le pasó en su residencia en Europa, también en su natal Argentina. “Puedo destacar a Spinetta, a Atahualpa Yupanqui, pero siento que es un fenómeno que se extiende a toda la región también. Cuando era chiquito escuchaba mucho Violeta Parra por mi mamá, y así otras bandas que se me cruzaron de grande.
Álex Anwandter me gusta mucho, mi familia es muy amiga de Javiera Parra y siempre he disfrutado su música y su existencia. Mucho hip hop chileno también escuché, que acá pegó bastante. Astro. Creo que Chile logró llegar a su sonido definitivo gracias al pop y el hip hop, me da la impresión que son sonidos que lograron retratar momentos específicos de su país, momentos importantes”, dice.
¿Y qué pasó con el suyo cuando él desembarcó en la escena musical? “En la cancha hay que meter los goles. Muchos pueden decir que la tal música es sólo de algunos, pero el fin es la canción, el efecto que hace. Yo no soy quien para apuntar quién puede hacer cierta música o no, si hay un estilo que me pertenezca más que otro o si estoy errando en alguno. Lo que sí sé es lo que hago y lo que me importa, y eso es la canción. Podemos analizar después de dónde viene y por qué, pero en definitiva el núcleo de todo este debate es ese, la canción”.
En una era donde los singles sueltos valen tanto como un disco para los servicios de streaming, Louta parece haber descifrado la importancia de trabajar cada pieza como si se trataran del todo, cada minimundo llamado canción en su máximo para dar como resultado un collage de vivencias y sonidos. Junto y revuelto, un enchastre.
“Creo que en Argentina hubo una aceptación de mis canciones pero tuve que decirlo con convicción para que atravesara la muralla de comentarios, de prejuicios”, concluye, prometiendo un show al nivel de los mismos que le dieron fama en su país. Mucho teatro, mucha psicodelia, mucha visual. Todo en la tónica del alto huacho, escenografía grande, bailarines y tracks más hechos para experimentar que para cantar. Universos repartidos en dos minutos que se fusionan en un todo demasiado grande para pegarle una etiqueta encima. Simplemente Louta. Simplemente Enchastre.