El fin de año es momento de evaluaciones y trazado de nuevos planes. Comienzan los balances de la intensidad de la temporada, los recuentos, y uno de los nombres nacionales que sale ganando en el nuestro es Inverness. Con Illuminaciones, un debut cumplidor, pero a la vez lleno de promesas, la banda supo convertirse en una suerte de rumor de pasillo. La clase de recomendación que le haces a ese amigo que ama a Sigur Rós, a Radiohead y que tiene sueños húmedos con el shoegaze. Una apuesta que no busca masividad, sino fidelizar a los oídos que la conozcan a través de un abundante ideario, rico en connotaciones. Rodrigo Jarque es el principal culpable de esta mitología, luego de haber empezado a construir -parte por parte- un rompecabezas que todavía no termina de armarse, pero que está cada vez mejor encaminado.
“A principios del 2008, estuve escribiendo canciones y decidiendo si lanzaba otro disco solista, o si lo hacía con banda. Tenía dos tercios de las canciones listas y puse un aviso en internet, pidiendo músicos con influencias de My Bloody Valentine, Ride, Chapterhouse, algunas cosas electrónicas y Penderecki”, cuenta el cantautor. Así comenzó el periplo que lo llevaría desde el formato individual hasta ser frontman de un grupo, luego de firmar con su nombre el sombrío Monstruos Bajo La Cama, en 2005. Aunque su bagaje estaba manifiesto, supo ceder ante instrumentistas que, si bien no manejaban el mismo lenguaje, podían ser un aporte al sello del nuevo proyecto. Siguiendo esa línea de pensamiento, entraron Rodrigo Soto (de origen jazzero) a la batería y Ángelo Agurto (de pasado folklórico) al bajo.
“Yo hago los temas, las letras, pero les damos ene vueltas entre todos y ellos sugieren cosas muy buenas. Que no vengan con la misma mochila mía sirve mucho. Estamos en proceso de encontrar un sonido y una voz más propia. Ha funcionado bien y nos tiene contentos”, comenta el vocalista. Illuminaciones, la ópera prima de Inverness, fue el fruto de varias búsquedas y el segundo elepé tendrá un cariz similar. “Hay ideas dentro nuestro que apuntan hacia qué tenemos que proyectar, sentimos que todavía no se logra consolidar eso en un cien por ciento. Yo quiero mezclar lo análogo con lo digital, lo he podido hacer cada vez más, pero nunca al nivel que me gustaría. Estamos tratando de incluir cambios varios cambios de texturas”, adelanta.
Éste es un mes decisivo en la puesta en marcha del nuevo material. Jarque y sus colegas saben que deben cumplir con los plazos autoimpuestos, en orden de lograr un trabajo más expedito que el anterior. “Illuminaciones fue un parto de año y medio. Empezamos en un estudio, no quedamos contentos y tuvimos que ir a uno distinto para mezclarlo otra vez. Y eso que lo grabamos en dos semanas que al final, sumando y restando, fueron apenas cuatro días”, recuerda el cantante. Incluso es más explícito en su relato cuando confiesa que “el ingeniero de sonido me llamaba para decirme todas las cosas que fallaban y yo me sentía como hablando con un doctor, preguntándole qué se puede hacer con el enfermo”. Aunque los avatares y contratiempos fueron abundantes, el resultado ha sido grato para los santiaguinos. “Tuvimos una buena recepción, no la rompimos tampoco, pero quedamos contentos pese a los condoros. Para nosotros es una carta de presentación”, afirma con modestia.
“Desde noviembre hasta finales de año, estaremos haciendo pre-producción. Tenemos la mitad lista, más cinco canciones más en las que vamos a trabajar”, adelanta el cabecilla. En cuanto a la facturación del discurso, el modus operandi previamente usado sufrirá algunas alteraciones. “Yo reciclo harto, tengo libretas donde escribo ideas o palabras. Lo que hago es grabar los temas en cuatro pistas y cuando los tengo más o menos armados, busco algo sobre qué hablar. Ahora me gustaría encontrar una manera más automática de hacer letras, como un workshop. Creo que será más narrativo que lírico, en cuanto a letras e imágenes, porque estoy pegado con los cuentos de hadas”, confiesa. Los cambios en este venidero proceso también se expresarán en otra manera de obrar en el estudio. “Por tiempo y presupuesto, hay cosas que no hemos podido hacer, como simplificar la forma de grabar. Tenemos ganas de registrar grupos de instrumentos tocados juntos, que sea más espacioso y que se contamine un poco. Le da un tinte diferente”, explica.
“El otro día, un amigo músico me dijo ‘con el segundo elepé la van a hacer’. Todavía me pregunto qué será eso. Para mí, el ideal es poder decirle a la gente quiénes somos. Hemos hecho hartas proyecciones y creemos que, si nuestro tercer álbum es una mierda, cagamos. Porque una forma de ‘hacerla’ es crear un trabajo donde se reconozca algo que nadie más esté haciendo”, elucubra Rodrigo Jarque. “A veces, llego a mi casa con ganas de llamar al trabajo y decir que nunca más voy a ir. Si no me rebelo es porque todavía estoy pagando unas calillas del terror por Illuminaciones. Pero, quizás según qué parámetro misterioso, también pueda considerarse ‘hacerla’ tener un trabajo, una banda y un disco”, resuelve. Sea como sea, incluso con deudas a cuestas, el saldo es positivo para el grupo y el 2010 se avecina todavía más auspicioso. Se siente en el aire.