No deja de mirar mi cajita de “Smile” de los Beach Boys. Durante el tiempo que conversamos, la tomará varias veces, revisará la carátula y leerá un par de canciones, como buscando dónde está la fórmula del pop perfecto. Quien haya escuchado su cuarto disco, “GP”, podría pensar que Daniel Riveros ya la encontró. Gepe acaba de lanzar su trabajo más accesible y se sentó a conversar de él con POTQ.
Por Felipe Arratia
Fotos por Gabriel Schkolnik y Claudia Valenzuela
Un adjetivo que surge rápido al escuchar el disco es “veraniego”. ¿Te acomoda esa definición?
Sí, es un disco que se relaciona con ver la luz. Se trata de abrirse hacia algo, no tiene una mirada melancólica, posee un estado más claro. Para mí, se parece mucho a la sensación que tuve cuando hice “Gepinto”, que era como “me gusta demasiado la música, tengo estas canciones, quiero grabarlas AHORA, tengo la idea clara, hagámoslo rápido, pasémoslo increíble”. Fue un proceso mucho más expedito y supongo que eso lo hace más luminoso.
Hablemos de las canciones de “GP”. ‘Bacán Tu Casa’ parece la historia de una despedida y ‘Fruta y Té’, la de una bienvenida…
Sí, algo así. ‘Bacán Tu Casa’ es como la versión densa de la letra de ‘Fruta y Té’. ‘Fruta y Té’ expresa algo así como “no te conozco, no sé quién eres, pero sé que un día vas a ocupar un lugar bacán al lado mío”. En ese sentido se relaciona mucho con ‘Un día ayer’ (de “Audiovisión”). En cambio, ‘Bacán Tu Casa’ es más bien como “qué bueno fue compartir este espacio, hasta confundí que tu casa era la mía, pero eso ya no es así”. Es una historia de encuentros y desencuentros pero mirada desde afuera.
Gepe – Bacán Tu Casa
Lo que cruza a este disco es esa sonoridad entre andina, árabe y hasta reggaetonera. Este disco es más físico, como para escucharlo de pie, ¿no?
¡Sí! Creo que mis otros discos son más para escucharlos en la pieza solo. En cambio, con estos nuevos temas puedes estar conversando, puede haber mucha gente, incluso con algunas canciones se puede bailar y otras se podrían prestar para hacer buenos remixes. Es un disco más para usar, creo. Con este disco, yo le perdí el miedo a la música. La onda era como “me gustaría hacer una canción de tal tipo”. Listo: se dice y se hace. Es un espíritu más directo. Siento que uno tiene que hacer la música que quiere ahora y no después, porque así se va a entender mucho mejor. Y además, no hay que cubrirla de excesiva información porque actualmente la gente tiene una disposición a leer todo demasiado rápido.
Tu música se retroalimenta todo el tiempo con el folklore. ¿Existe un objetivo concreto en ese acercamiento?
La búsqueda de la verdad. Mira, tú y yo nos criamos en el mismo barrio (San Miguel) y me vai a entender cuando te digo que ese lugar desde el cual yo miro es mi única verdad. Todo lo que yo siento verdadero desde ese lugar, lo integro. En esa lógica, para mí Sonic Youth está al mismo nivel, no son cosas distintas. Esa verdad de lo que hace Sonic Youth con su suciedad, su ruido, su exceso de estímulos para mí es muy de San Miguel. Es como barrio mezclado con misterio, mezclado con oscuridad, mezclado con apagón. Y luego tienes a Violeta Parra, que es como la verdad de la tierra, lo que vive debajo del cemento. Son como la verdad absoluta y eso tiene directa relación con su crudeza. Así es como me conecto con el folklore. Para mí, el instinto manda más que cualquier cosa.
“GP” también incluye reggaetón. Es divertido mirar que los mismos hipsters que hablan pestes de él, lo bailan felices cuando tú lo tocas. ¿Qué te pasa con eso?
Lo entiendo perfecto porque lo que yo hago ni siquiera se acerca a los principales exponentes del género; ni siquiera al reggaetón más alternativo de Calle 13. Lo mío es sólo una aproximación, no es ese reggaetón hiper saturado tipo Daddy Yankee, que son unos temas muy producidos, con una grandilocuencia y una gracia que yo no manejo.
Has dicho más de una vez que tu registro vocal es lo que define a tu propuesta. ¿Cómo sientes que ha ido evolucionando tu voz?
La depuración que ha tenido mi voz ha sido natural. Nunca he ido al fonoaudiólogo; o sea, sólo fui una vez cuando chico porque era tartamudo. Igual encuentro muchísima diferencia en mi forma de cantar entre “Gepinto” y este disco. Me acuerdo que cuando mi abuelo escuchó “Gepinto”, me dijo que tenía voz de mujer. Quizás mi forma de cantar actual es una reacción inconsciente a eso. En ese tiempo escuchaba mucho Belle and Sebastian y Yo La Tengo, por lo que quería acercarme a esas voces delgaditas.
A mí me pasaba que en tus dos primeros discos te entendía menos las letras…
Vicente (Sanfuentes) me decía eso mismo cuando grabamos “Hungría”: “A ver, grabemos esto de nuevo porque no te entiendo”. O Heyne me decía: “Ya, ahora modula bien”. Yo creo que si mi voz mejoró o cambió es porque se encontró con mil tocatas en el camino y había que cambiar de registro porque era una necesidad del momento.
Volviste a trabajar con Cristián Heyne. ¿Qué aporta él a tu propuesta?
Para mí, más que un productor, es como un siquiatra, como un amigo grande. Yo creo que todavía soy cabro chico y siento que hay gente más grande que yo, como él. Además, él es músico y productor, siento que pertenecemos al mismo mundo, deposito mucha confianza en él, cosa que no me pasa con casi ningún personaje del mundo de la música. Él procura que yo permanezca fiel a mi verdad, te deja fluir heavy. Si él me sugiere que incluya un material que yo no había tomado en cuenta, le hago caso. Así paso con canciones como ‘Un Día Ayer’ o ‘Amigos Vecinos’.
Tu primer disco solista (“Gepinto”, 2005) pertenecía a una esfera más bien indie. Siete años después, en el lanzamiento de “GP” había mil personas cantando tus temas de memoria. ¿Te imaginaste alguna vez esa escena?
No, para nada. Lo que pasa es que Gepe se ha convertido en mi terapia, porque es el espacio donde realmente hago lo que se me para el hoyo. Eso sí, amando lo que hago, no es una violencia contra algo. La idea siempre ha sido acercarse a algún género que me parezca lindo y tratar de hacerlo propio. Yo sabía que si me iba al campo con una grabadora, eso no sería verdadero porque yo nací en San Miguel y jamás me he movido de ahí. Por mucho cariño que le hubiera puesto, habría sido artificial.
Gepe – Bailar Bien, Bailar Mal (feat. Carla Morrison)
En el disco “GP” participa Carla Morrison y en “Audiovisión” estuvo Javiera Mena. ¿Te ves componiendo o produciendo para voces femeninas?
¡De hecho! Acabo de hacer 17 canciones para una obra de teatro-musical, “Sueño de una Noche de Verano”, pero en versión chilota que se va a llamar “Sueño Sur”. Es un musical gigante, con piscina y todo, que va a salir el próximo año. Tuve que hacer canciones para todos y había hombres, mujeres, registros altos, bajos, de todo. Por ejemplo, una de las protagonistas es Soledad del Río, del grupo La Guacha. Fue un tremendo ejercicio creativo.
¿Has vuelto a ver a Javier Cruz (ex compañero en el proyecto Taller Dejao)?
Sí, varias veces. Es el tipo más estable que conozco y por eso era increíble trabajar con él. Nunca dejó de escuchar a Iron Maiden y me parece perfecto porque él sentía que no necesitaba nada más. Eso fue lo mejor de Taller Dejao, el encuentro de dos tipos tan distintos.
Bueno, se juntó The Police, se juntó Faith no More. ¿Cómo no se va a juntar Taller Dejao alguna vez?
No, no creo en eso. The Police ya fue y Faith no More ya fue. Yo creo en que todo va pasando y se va. No me gusta para nada la idea de repetirse. Eso sí, he vuelto varias veces a escuchar ese disco y siento que me parezco cada vez más a Taller Dejao: las canciones rápidas, la búsqueda de lo expedito, lo simple. Me emociona mucho escucharlo. Creo mucho en mí, hueón, y mientras eso siga pasando, no creo que vaya a dar un paso atrás.
¿Qué te gustaría que pasara con tus nuevas canciones?
Me gustaría tocar en el festival Coachella. Y en el de Viña. Y en el de Olmué. En todos, en realidad. Estas canciones merecen estar en todos lados.