“Me parece un horror. Un horror, sobre todo porque el gobierno no hace absolutamente nada. De verdad ¿qué quieren? ¿matarnos? Abren los malls, todos viajan a Miami y no se pueden hacer shows. Hay una industria entera parada, todas las personas que trabajan en el área técnica no han podido trabajar ni un poco. Es indignante”, dice Francisco Victoria en los primeros minutos de nuestra conversación. Son palabras, sentimientos e ideas inevitables que aparecen en cualquier tipo de intercambio que tengas con alguien que trabaja en el ámbito de la cultura en Chile, inmediatamente después de preguntar ¿cómo estás?.
A distancia —como han sido la mayoría de las entrevistas durante el último año— Francisco me cuenta cómo ha sido su último año, en el que tuvo la suerte de poder seguir trabajando desde su casa componiendo y produciendo para él y otros proyectos. “Yo tuve suerte porque puedo trabajar solo, pero hay muchas personas que necesitan la maquinaria de la industria que no tienen ningún salvavidas. No hay nada. Eso es lo que me tiene más mal”, dice.
Y dentro de este panorama sombrío, en el que cierran definitivamente salas para conciertos y secciones de Cultura en los diarios, el show que este sábado el músico y su banda harán en streaming desde Blondie (se podrá ver desde todo Chile y el extranjero a través de Eventrid), se presenta como una pequeña luz.
El músico explica que este show será especial, porque lo están pensando desde su génesis, como un concierto sin público. Es decir, construido desde la idea de que no hay una interacción física con una audiencia. Como algo más que ver un concierto normal grabado y archivado en YouTube. “No vamos a pretender que estamos ahí con gente. Muchas veces los shows se ensayan de esa forma, con la idea de que existe un público. Los momentos se preparan. Ahora no, va a ser muy interesante yo creo. Siento que esto para mí y para los que estamos trabajando en esto, va a ser como un respiro, onda, vamos a poder hacerlo”.
¿Qué significa para un músico volver a tocar? Existen varios factores que han sido tocados por la crisis: el evidente, que es el económico, en un momento en que los artistas no viven de la venta de discos (en Chile muy pocos viven también de tocar en vivo, la verdad). Pero también hay otros conceptos que han sido golpeados: el deseo, la pasión y hasta el método.
Francisco explica que tuvo un periodo en donde no le gustaba tanto tocar. “O sea, me gustaba cuando significaba un desafío específico, pero había ocasiones en que no y sentía angustia de que no estuviesen las condiciones técnicas, por ejemplo. Y ahora, después de un año sin tocar, se sienten en el cuerpo las ganas. Y soy como una rata encerrada trabajando siempre, pero ahora tengo muchas ganas de salir y hacerlo”.
En tanto, en su trabajo cotidiano como productor (Felicia Morales, Princesa Alba, esta versión de ‘Tren al sur’) también hubo otros desafíos. Durante este último año, “lo que más cambió fue algo psicológico y algo mecánico. Por una parte, lograr a través de la cámara, hacer una conexión. Cuando estás con un artista en el estudio, hay algo físico también. Cuando alguien está cantando algo, tú tienes que complementar la seguridad de la persona que está ahí, es una cosa mucho más física. En la cámara se pierde un montón de información, entonces, aprender a adaptarse de esa manera, ser lo más claro posible y poder expresar a distancia es difícil, versus a la cosa real y ese fue un aprendizaje”.
“Con respecto a lo técnico, fue interesante porque la persona con la que grabo siempre las cuerdas vive en la playa hace mucho tiempo”, dice. Sobre cómo compuso ‘Tírame al fondo del mar’, su último single, explica que todo se trabajó a distancia. “Él en su casa, yo en la mía, luego terminó de escribirlas y Daniela grabó el violín y la viola. Luego, el cello fue grabado en Corea del Sur, con una amiga del arreglista y le mandó los audios. Así que ele trabajo se hizo escuchando lo que los otros iban grabando y esa mecánica fue muy interesante. Personas en lugares diferentes del mundo conectándose, que es algo que se da solo con los ensambles en vivo, grabando cuatro personas”.
“Justo antes de la pandemia me equipé con algunas cosas. Por ejemplo, me compré unos monitores, la gran inversión. Fue en el momento justo cuando pude hacerlo y fue la manera en la que pude trabajar en mi casa, porque antes trabajaba solo con audifonos y era super cansador. Ahora tengo un estudio en la casa, pero muy minimalista, supongo que es algo muy de pandemia también, volverte muy flexible, no soy una persona que dependa de que el estudio tenga micrófonos caros, sino que prefiero hacer lo mejor que puedo con lo mínimo posible, para poder hacerlo donde sea”.
¿Cuánto tiempo nos demoraremos en cuantificar el hoyo en la producción cultural que la crisis ha provocado? La cualitativa, me parece, está más o menos clara (espero). Veníamos de un panorama precario, agudizado en la última década, pero decorado con grandes festivales y constantes conciertos de artistas extranjeros. Mucho ciclo financiado por marcas, pero poca fidelización de audiencias y venta de entradas.
Le comento a Francisco una idea. En el 2020 escuchamos singles nuevos incluso muy buenos EPs, pero en comparación a años anteriores, la producción de discos fue menor. Es entendible ¿no? Psicológicamente, quién estaba preparado o preparada para afrontar la planificación de un proyecto de esa envergadura, en medio de tanta incertidumbre y derechamente bloqueo para ejercer el oficio. Pero además, el factor económico tampoco es menor. Hacer un disco es carísimo.
“Sí, es demasiado caro. Yo no sé cómo hacemos disco en este país, no lo entiendo. O están los fondos, te apoyó alguien o te endeudaste. Pero sí, tienes razón con el agujero gigantesco en el que vamos a estar, no es casualidad que no se hayan sacado tantos discos el año pasado. Sin ir más lejos, yo en mi cerebro, antes del 18 de octubre del 2019 pensaba en sacar mi disco en el 2020. Y, cómo te explico. Hay que adaptar la manera de pensar también en la que uno hace las cosas. Yo me siento responsable también del equipo, entonces pensaba en que no podía tener todo frenado para siempre. Y después, decidí, entonces, que era el momento de sacar una canción y por eso saqué el single, no por otro tipo de presión. Era el momento”.
“Se siente distinto, no fue como una bola de nieve que crecía y crecía sin saber dónde iba a terminar. Es distinto cuando uno está muy consciente de por qué hace las cosas, y creo que el por qué uno hace las cosas, cambió mucho después de esto. O sea, por qué estoy sacando singles, por qué estoy lanzando un videoclip, por qué un disco, ¿tengo realmente algo para decir? Yo creo que esas preguntas me atormentaron en el periodo más duro de la cuarentena, porque en un momento me pregunté por qué lo hacía y qué tipo de artista quería ser. ¿Quiero estar expuesto constantemente y subir, subir, subir, sacar, sacar, sacar? Y llegué a la conclusión que no. Quiero sentirme seguro en mi casa, no sentirme expuesto todo el tiempo, necesito conectar realmente con la gente con la música”.
“Y ¿cómo voy a hacer eso? Voy a trabajar con personas con las que entendamos exactamente lo mismo. Por eso el trabajo del videoclip lo dirigió mi roomate, Alba Gaviraghi. Vivimos hace dos años años juntos. Las fotos las hago con Esteban (Vargas Roa) ambos son como hermanos para mí y así también con todo el equipo. Con Natalia (Díaz) trabajamos hace mucho tiempo en prensa. Y así es como quiero trabajar. Puede que sea un poco más lento y difícil, pero todo se hace por las razones correctas. Así el equipo se siente bien, el trabajo vale la pena, que lo que uno tenga para decir realmente signifique algo y no sea sacar un single porque sí”.
¿La crisis habrá terminado también con la ansiedad de algunos artistas por no aparecer en las novedades de Spotify cada viernes? Francisco dice que eso ya no le interesa. “Quiero ser feliz haciendo arte, por más latero que suene, es super necesario conectar realmente. Eso también lo entrega la perspectiva. En vez de sacar ochenta cosas que pasan y se olvidan”.
Al mismo tiempo que aparecían estas preguntas, Francisco enganchaba con Ravel. “Me pasa que cada vez que escucho una canción pop que tenga batería o formato popular, me pongo a pensar en cómo está construida. Y me cansé. Así que me hice una playlist gigante de música docta. Ravel fue lo que más escuché el año pasado y eso se coló a mis canciones, lo conversaba con el arreglista. También escuché mucho Mahler, Brahms, conciertos en piano… me di cuenta de lo mucho que valoro la interpretación en piano, la orquestación cuando está perfectamente calculada como lo que hace Ravel, que es muy obsesivo con eso. Los cambios de acordes, la elegancia en las tensiones, de pronto solo se trató de eso y era mucho más estimulante tratar de entender algo que no era pop ni que tenía que ver con lo que yo hago. Obvio que escuché el disco de Dua Lipa y estuve pegado con Christine and the Queens, pero si pienso en el 2020, fue Ravel. Todas las semanas en algún momento me siento a escucharlo y cada vez hay algo que descubrir, soy muy fan”.
El 26 de noviembre del 2020 se estrenó su último single. “Si tuviera que hacer una fiesta de bailar y llorar, ‘Tírame al fondo del mar’, el nuevo single de Francisco Victoria, estaría justo entre ‘I Don’t Know What You Want But I Can’t Give It Anymore’ de Pet Shop Boys y ‘Dancing on my own’ de Robyn. Y si tuviera que definir en una frase a su autor, diría: ya despegó”. Ese es el primer párrafo de la nota que escribí cuando la canción apareció.
Lo vuelvo a leer y veo que no solo jugó el entusiasmo de escuchar una buena novedad, pues pasa el tiempo y lo sostengo. Esta es la canción que marca una segunda etapa en la carrera de Francisco Victoria. Es con ella que despega y se ve, claramente, cómo se va construyendo como artista. ¿Es posible que, además de la experiencia y el paso del tiempo, su trabajo produciendo a otres haya contribuido a autoconocerse y plasmarlo en un nuevo trabajo?
“Efectivamente, para mí todo está conectado”, dice. “Aparte del proceso del video, el trabajo con otros artistas como productor, significa para mí poner en contraste quién soy yo y quiénes son los artistas. A mí no me gusta ese tipo de producción donde se nota demasiado quién produce. No me interesa, me parece muy poco interesante incluso con fines prácticos con las personas con las que trabajo, esos artistas tienen que hacer su propia música. para mi lo mas importante es la obra, no yo”.
“Estoy muy orgulloso de los proyectos en lo que he trabajado y en algunos con mayor o menor éxito he logrado separar lo mio de la obra, es un esfuerzo que hago. Siento que eso lleva a que, a través de ese ejercicio, yo sepa mejor quien soy. Supongo que eso se traspasa también al video”.
“El hecho de que no fuera un espectador, sino que estuviese dentro de él como un personaje, que yo fuera quien bailara, que entrenara para eso, que pasara por un proceso para llegar a eso… no es solo ensayar un dia la coreo, sino que fue un aprendizaje junto a José Vidal y con Andrew Bargsted, en términos actorales. Era un terreno que no conocía. Al mismo tiempo, sucedía el desarrollo de guión con Alba, el de fotografía con Matías (Illanes), el de concepto con Esteban. Creo que cuando mejor salen las cosas es cuando uno no importa tanto. Yo delegué muchas cosas que antes no habría delegado solo por inseguridad y me siento muy bien por poder confiar en las personas con las que trabajo”.
“Confiar mucho en las personas que están en tu equipo hace que la obra crezca y de pronto el videoclip no es una pieza promocional de la canción, sino parte de la obra. Que el carácter ya no sea meramente promocional para mí es un logro, porque se trata de un trabajo en equipo y todos estaban felices haciéndolo. El universo que se crea alrededor de la canción es muy importante, porque la obra es más grande que todo. Pensarlo todo como un proceso. Y creo que tiene que ver con eso que dices tú, con un proceso identitario. Me conozco más”.
En ‘Tírame al fondo del mar’ existe un elemento importantísimo que también da cuenta de un proceso de cambio, de construcción artística. De que el tiempo no pasa en vano. La voz de Francisco, respecto a la que escuchamos en su disco debut, Prenda, cambió.
“¡Sí! Oh, es verdad… Nadie me había mencionado esto. Lo noté hace poco y fue muy fuerte darme cuenta de eso. Vino a reafirmar la confianza en los procesos. Para mí haber trabajado con otros artistas y ver el detalle de las inflexiones vocales, las pronunciaciones, cuánto aire sale, qué tan cerca del micrófono cantan, todo ese análisis que aprendí sobre la marcha, de pronto lo pude aplicar a mí pero desde otro lugar, no exigiendo ciertas cosas, sino que empezando a sacar elementos que había tomado prestados y dejar mi voz. Solo mi voz. Hacer eso con uno mismo es muy difícil y lleva mucho tiempo. Quizás por eso me demoré tanto también, no me sentía seguro de poder cantar algo y que sonara a mí. Y es un proceso, yo creo que todavía no logro esa concreción máxima de abrir la boca y que todo suene a mí”.