En julio pasado llegaron a mis manos las primeras tomas de Espiral, el nuevo disco de Armisticio, proyecto de Matías Soto, de 19 años, vecino de la comuna de Renca, al norte de Santiago. Tal fue mi sorpresa ante tan buenas canciones, que no resistí las ganas de presentarlo y mostrar el único adelanto en ese momento, ‘Jardín’.
Hoy llegó el día en que podremos todos escuchar este disco de principio a fin de forma exclusiva a través de POTQ Magazine y, durante la próxima semana estará disponible en todas las plataformas, a través del sello 1000 Cometas.
Con 19 años, se podría pensar que Matías lleva un corto período de tiempo componiendo, pero la verdad es que lleva un largo camino -si lo vemos de forma proporcional a su edad- y, más importante aún, la intensidad de este período es la que provoca que Espiral sea uno de los mejores discos chilenos que podamos escuchar este año. Fue lo que pensé la primera vez que escuché las primeras versiones de estos temas. Y lo sostengo meses después con esa seguridad que sólo te puede dar estar frente a un gran álbum.
Para el joven músico, “Espiral es un concepto/disco que se fue solidificando poco a poco durante un largo período de tiempo, pieza a pieza, líricamente y en cuanto a su sonido. Fue un proceso de creación constante que se desarrolló mayoritariamente en mi habitación y se perfeccionó junto con mis viajes a Buenos Aires, que tenían como objetivo registrar con mejor equipamiento, mezclar con mejor calidad y aprender infinitamente volando a otro lugar, descubriendo una realidad completamente nueva gracias a esta obra”.
Fue en el 2013 -el mismo año en el que dejó el colegio para dedicarse a la música- que nació la idea de viajar a Argentina a trabajar con Renato Alvarado (co-productor) y Fernando Galluci, técnicos en sonido, cineastas y artistas de foley. Se conocieron por internet, cuando descubrieron la cuenta de Soundcloud de Matías y quisieron aventurarse en la producción de un álbum. Pero fue entre el 2014 y 2015 que Armisticio se dedicó a “componer nuevas canciones, grabar demos, programar baterías, bajos, teclados y guitarras, construir el esqueleto de estas diez piezas musicales, las cuales llevaría a Argentina por primera vez a principios del 2015 e iniciar la producción”, relata. “Buenos Aires fue algo magnético para mí. Viví cosas muy fuertes y bonitas que dudo algún día pueda olvidar, esas tierras encierran una mística gigante, una energía que se instala en mi ser cada vez que recuerdo esos días de verano al otro lado”, continúa.
Espiral es un disco tremendamente sensible. Tiene capas, texturas e imágenes que sin cesar evocan a las primeras veces de algo. Cuando le explico esta sensación a Matías, el lo atribuye a “la honestidad y el hecho de que las letras las escribí todas en un período muy sensitivo e inocente de mi vida, en el cual estaba viviendo muchas “primeras veces” también. ‘Jardín’, por ejemplo, la escribí cuando aún tenia 17 años después de un suceso emocional fuerte. Esto significa que la inmadurez y crudeza tomaron su rol imperativo en esta obra, el sufrimiento de llegar a la post-adolescencia y darte cuenta en dónde estás parado, de las personas hermosas, de la magia, lo inexplorado y lo violento”, declara.
Hace poco pudimos ver algo de estas canciones en vivo, en el festival Levantando Polvo, que se realizó en el centro de Santiago. Estando inmerso dentro de una jornada con diferentes propuestas, llamó la atención lo diferente que era la suya a todas las expuestas durante esos días. Al conversar sobre los pares, Armisticio piensa que “la amistad y las relaciones son algo versátil, es algo independiente a la música misma. Si bien soy cercano a algunos artistas chilenos, de algunos ya logrando algo grande y de otros recién forjando lo que será algo grande, cabe destacar que todos hacemos algo distinto. Si buscara afinidad con alguien por medio de la música nunca sería total, y de hecho nunca lo será. Conozco a gente que comparte mis puntos de vista y que puedo llegar a admirar por cómo hacen vibrar las frecuencias que entran por mis oídos, pero siempre he sentido que soy un outsider, que veo todo desde un punto a través del cual puedo tomar la información que más me sirva, más me haga crecer, teniendo cuidado de no caer en las trampas mentales que implica vivir creando algo personal. Siento que mi música es una forma de decir ‘esta es mi búsqueda mental, este es mi equilibrio promedio, es mi sonido, son mis patrones, es mi intelecto, mi límite, mi paciencia, obsesiones, fantasía y experiencia’. Es algo mío y de nadie más”.
Siempre he pensado que encontrar referencias en la música es una manera muy bonita de crear un mapa sentimental y con este disco no pude obviarlo. A ratos encontraba pasajes de New Order, The Field Mice y de The Pains Of Being Pure At Heart. Cuando hablamos de influencias, Matías las ve como algo más allá de un recurso. Son relaciones que están más unidas al aprendizaje y el descubrimiento. “Hay una infinidad de sonidos, métodos, combinaciones y formas que llamaban mi atención en el momento y me ayudaron en el proceso. Estuve obsesionado con algunas progresiones de acordes muy simples, con baterías electrónicas, coros con múltiples voces, nubes (una forma de llamar a mis arreglos que siempre están llenando todo el espectro sonoro), ambientes, lineas, cuerdas, muchas capas, reverberaciones y resonancias que me pegaron en el corazón. Una infinidad de elementos que están ahí, para el que decida adentrarse en ellos”, dice.
Decay Dreams fue su disco anterior, publicado en junio del 2015 y Espiral está lejos de funcionar con un aire continuista. Aquí existe un salto hacia un formato de canción más directo, con texturas que se mantienen pero que se vuelven menos crípticas. Acá existen relatos, existen imágenes. Frente a esta diferencia, el músico me explica que la motivación es la que cambia. “El enfoque que tienen estos dos discos es totalmente distinto. Desde Decay Dreams adquirí el conocimiento base para lograr este Espiral, de manera tanto técnica como musical. Pero la magia real de ambos es mi esencia. Lo que logré hace cinco años no lo volveré a lograr nunca más, debido a que me encuentro en otro estado mental, otro estado de vida. He visto muchas cosas, aprendido y sufrido también. Mi personalidad, mis formas y acercamientos son algo que viene y va, lo que te digo hoy no significa nada mañana. La música que hice ayer no dice nada de mi hoy. Es una captura de sentimientos y posicionamiento, coordenadas emocionales que me recuerdan algo que antes fui”.
Puedes escuchar Espiral, a continuación:
Foto * Darinka Osorio