Los chilenos Joaquín Contreras y Daniel Llermaly, han iniciado una campaña en Kickstarter para construir y comercializar My First Modular, un sintetizador modular que permite generar sonidos y crear música electrónica, del mismo modo como lo han hecho bandas como The Doors, Kraftwerk y Daft Punk. La característica de este nuevo sintetizador modular, aseguran, es que será económico y apto para principiantes. Hasta el 17 de diciembre es posible contribuir.
En los años 50, el músico e ingeniero chileno José Vicente Asuar se convirtió en un pionero en la música electrónica mundial, con el disco Variaciones espectrales (1959). Más adelante, sería también pionero en el desarrollo de sintetizadores, con el Comdasuar (Computador Digital Analógico Asuar), con el que hizo un disco que mostró el potencial de la música electrónica, llamado Así habló el computador (1979). Hoy, en la senda de Asuar, dos chilenos buscan crear un sintetizador modular para hacer música electrónica: My First Modular (MFM).
En pocas palabras, un sintetizador modular es un instrumento dividido en diferentes componentes o módulos, que permite crear y modificar sonidos de forma análoga, usando potenciómetros, botones e interruptores de palanca. MFM es, específicamente, un sistema modular de tipo eurorack (que es un estándar de tamaño y voltaje) con ocho módulos, cada uno con distintas posibilidades sonoras, compatibles con otros sistemas modulares del mismo tipo. Han usado estos sintetizadores, por ejemplo, The Beatles, Brian Eno, Daft Punk, Aphex Twin, Philip Glass, Kraftwerk, Nine Inch Nails, The Doors y Floating Points.
Detrás de MFM están Daniel Llermaly, músico, diseñador, ingeniero en sonido y creador del taller experimental Oficina de Sonido, en México; y Joaquín Contreras, diseñador y músico, antes integrante de la banda Marcel Duchamp. La experiencia de ambos es visible en los tres aparatos que han hecho hasta ahora para experimentar con música electrónica y sonidos latinos: Hanan Cumbia drum machine, LGA Dub Siren y Skite Granular synth. “Es una manera muy diferente de tocar música”, explica Contreras sobre su interés en los sintetizadores modulares. “Al ser un formato más antiguo que el digital, es más físico, corporal, con perillas, cables y botones. Eso incentiva la creatividad. La carencia de pantallas es también un plus. Pero sobre todo, es interesante la posibilidad de armar un instrumento propio, con las funciones que tú eliges y recolectas”.
Sobre la principal característica de MFM, explica Contreras: “Nuestro modelo está pensado para comenzar y aprender. No hay muchos sistemas completos como este, casi siempre hay módulos sueltos que forman parte de catálogos de fabricantes o autores. Lo novedoso aquí es la curaduría de módulos Open Source que pueden funcionar con una lógica de sistema. My First Modular es eso: una colección de módulos básicos rediseñados para funcionar como un sistema para principiantes a bajo precio. Creemos que todxs merecen experimentar con sonidos electrónicos, sin quedar en la quiebra”. Se suma como algo propio de MFM, los diseños originales de los módulos hechos por los mismos Contreras y Llermaly.
La campaña para contribuir a MFM estará abierta en Kickstarter hasta el 17 de diciembre. Es posible simplemente colaborar; adquirir recompensas, como paneles hechos por diversos artistas; comprar algunos módulos de My Fist Modular o adquirirlo completo por 650 dólares (sólo las primeras diez unidades se vendieron 550 y luego del Kickstarter el precio será otro, más alto). “Lanzar un Kickstarter nos permite contar con un piso para fabricar varias copias, porque parte del proceso implica mandar a hacer las placas y los paneles a China, entre otras cosas. Es una inversión grande. Para nosotros solos sería mucho esfuerzo y riesgo. El sistema crowdfounding nos permite saber si hay un verdadero interés, ¡y sí que lo hay! Se logró el piso que necesitábamos para empezar a producir algunas copias en menos de un día. Pero claro, queremos hacer más”.
—¿Cómo puede ser usado MFM?
—Es abierto como sistema de creación musical. Es posible usarlo para generar efectos en instrumentos o interconectarlo con otras máquinas bastante comunes, como los Volca de Korg. Por supuesto, nuestro sistema es básico, tiene lo esencial para comenzar a aprender y poder hacer secuencias simples. Aún no es compatible con Midi, ni tiene USB, pero sí es posible tocar con otros instrumentos modulares o con Cv (control de voltaje). En cualquier caso es para personas que ya saben un poco de música, tampoco es super simple, pero es básico dentro de lo avanzado.
—Poder armar un instrumento modular propio de este tipo, es un poco como ir sumando herramientas a un taller, o softwares a tu computador o utensilios en tu cocina. Hay muchas cosas en común que usamos todos, pero también cosas específicas a tus estilo de vida, gustos o procesos creativos. Para los músicos que los usan es un cambio de paradigma en el workflow al ser físico y no digital y al ser más que un teclado. El sonido de síntesis para nosotros está desde la cumbia villera y el dub, al techno más pegado. Incluso los sonidos más raros de síntesis están actualmente en los beats de funk carioca, en el rock psicodélico y en la música de películas, ¡en todos lados!
—¿Cuál es la característica de cada módulo de MFM?
—Nuestro sistema tiene 8 módulos, cada uno con una función específica. Por ejemplo, un secuenciador, un delay, un amplificador y un oscilador que genera los sonidos de síntesis y acordes. Son descripciones técnicas que son comunes en casi todos los sintetizadores, desde los teclados Casio para principiantes hasta los más complejos Moogs o Buchla. La gracia de un sistema modular es que viene “abierto”: los cableados que determinan el flujo de señal (voltaje y audio) lo cableas tú mismo, por eso están llenos de cables de colores.
—El sistema, anuncian, será Open Source (o Código Abierto). ¿Por qué decidieron liberarlo?
—Debido a que el mercado de los sintetizadores modulares es carísimo, por ser muy de nicho, ha incentivado a una fértil comunidad de makers que comparten sus códigos, hardware y software como Open Source. Una gran parte de la comunidad de músicos de estos sistemas es el DIY (Do it Yourself, Hazlo Tú Mismo), que requiere solamente un poco de conocimiento de electrónica. Puedes conseguir un módulo carísimo listo para enchufar y tocar, o kits DIY que debes soldar tu mismo a mitad del precio, o versiones hechas por otros músicos que imprimen las placas, cortan los paneles en láser y arman con Arduino (placa electronica programable de código abierto) versiones más caseras, pero igual de funcionales que las profesionales.
—Esta comunidad hizo posible que nosotros podamos usar parte de esos materiales y rediseñar, mejorar las funciones y reprogramar módulos. Por eso, los interesados pueden usar los módulos de MFM comprándolos, fabricándolos o modificándolos. Ya existe esta práctica entre algunos creadores de módulos eurorack, siendo quizás el más emblemático el trabajo de Èmilie Gillet, de Mutable Instrument, que ha liberado la mayoría de sus proyectos, que son de una calidad altísima.
—José Vicente Asuar, has dicho, es una de sus influencias. ¿Por qué?
—Asuar es de las primeras personas que hicieron sintetizadores y que tocaron música electrónica y electroacústica en la región. Aunque no es una influencia directa en el sentido del sonido ni de cómo están armados nuestros sintetizadores, es una referencia histórica ineludible. Asuar es parte de un movimiento fragmentado de personas que han hecho arte con tecnología y herramientas tecnológicas para el arte.
Hasta el 17 de diciembre es posible colaborar con la campaña My First Modular en https://www.kickstarter.com/projects/oficinadesonido/my-first-modular. En febrero de 2024, asegura Contreras, los primeros módulos deberían estar listos para ser entregados. Sobre los resultados de MFM y de otros de los proyectos de Oficina de Sonido, concluye Contreras: “Nuestra idea es que la barrera de entrada al mundo de la síntesis modular se baje”.