Un segundo piso en pleno centro de Santiago no parece ser el mejor lugar para conversar sobre una idea poderosa como el destierro. Es difícil abstraerse del rumor de la ciudad, las sirenas de la vecina Posta Central y los gritos de la calle se cuelan fácilmente por la ventana. Pero es ahí donde conversamos con Matías Cena, porque es donde comparte un departamento con amigos y donde afinaba los últimos detalles del disco que desde este martes 1 de marzo está disponible en diferentes plataformas digitales.
El Destierro es un EP de cinco canciones que suman casi media hora, que es editado por Algorecords y que será presentado en formato físico el próximo 7 de abril, en la Biblioteca Nacional (19 horas, gratis). Y lo poco adecuado, en realidad, es apenas una apariencia, porque este trabajo nombra no solo el exilio o la lejanía del suelo propio. Puede ser también el destierro de los que viven en medio de la ciudad o el de quienes duermen entre cartones en esa misma cuadra de calle Portugal.
Antes que ser el título de un disco, en todo caso, ‘El Destierro’ fue una canción de más de nueve minutos, dividida en dos partes y armada por versos como “el vacío que siento hoy, estará vivo por siempre en mis venas”.
“Es una historia de distintos tipos de destierros y desapegos de la sociedad, por obligación o decisión personal” –explica Matías Cena, con un disco de Elliot Smith sonando de fondo. “Primero, es cómo alguien llega a sentirse desterrado o desapegado; después, ver eso en perspectiva. Más que un destierro específico, es una canción sobre las sensaciones del destierro”.
Esa es la primera de cuatro composiciones dominadas por la electricidad y la distorsión y que, poéticamente, apuntan a un mismo lugar, desde diferentes ángulos: “’Quinta de recreo’ es un desapego a la vida y al cuerpo, ‘Fractal’ es un desapego al amor y ‘Aguas marinas’ es un destierro de la sociedad neoliberal”, detalla.
“El título también sostiene la oportunidad de una reinvención, de ver la vida en perspectiva, que es una idea a la que llegamos todos”, señala usando el plural, hablando más como el miembro de una banda que como un solista. Ya llegaremos a eso.
“Nos sentimos un poco así, estamos empezando a enfrentar ciertos desafíos y entendiendo que la vida sigue más allá de toda la mierda que pasa. Es reconocer la miseria como parte de los procesos vitales no más”.
Por otra parte y diferencia de otros discos, dice Matías Cena, El Destierro proviene “desde el cero creativo”. No hubo referencias, no hubo intención de sonar como alguien más: “Me propuse crear historias nuevas, narrativas nuevas, personajes nuevos. A lo mejor es gente con la que me he rodeado, pero quise desarrollar sus historias sin la necesidad de exponerme yo. En ese sentido, el destierro se transforma en una idea sobre cómo enfrentamos y nos llega la miseria”.
Así, la única canción que habla efectivamente de un alejamiento físico es ‘Aguas marinas’, la historia de Dani, un personaje que se “percata del ocre en las caras de su vecindad” y decide dejar la ciudad. “Es el ‘Leo Catán’ de Los Miserables”, dice Matías Cena con algo de sorna, sobre ese personaje que vivía en una choza a la orilla del mar y cantaba a los Clash. “¡No podía ser mejor!”, termina por reírse.
Tocar, tocar y tocar
En El Destierro hay una quinta canción, pero en realidad es una reversión de ‘Arauco cajun’, la composición que abre y da nombre al primer LP de Matías Cena, publicado en 2012 cuando aún tocaba junto a Los Fictions. ¿Por qué fue incluida? “Por su solemnidad”, responde Matías Cena.
Según relata, ‘Arauco cajun’ “es la historia un poco globalizada de un comunero mapuche en huelga de hambre. No tiene tantos elementos de la resistencia mapuche, porque quería que cuando alguien la escuchara, no se diera cuenta de que hablaba del caso específico. Por eso, las referencias son americanas y hay una idea global de resistencia indígena”.
“Esta versión me gusta incluso más que la original y nos parecía divertido tener una versión de un tema antiguo, para que haya una continuidad. Es un tema que nos emociona a todos, hay momentos de la letra que nos llegan mucho, por la situación vital de algunos y el hecho de que sean padres. Además, tiene que ver con la idea del disco, menos sobre exilio pero sí sobre resistencia”, añade.
A esta altura, hay que aclarar por qué Matías Cena se acostumbró a usar el plural. Es porque este EP fue grabado en vivo, en un día, junto a la banda que lo ha acompañado en sus últimas actuaciones: el guitarrista Felipe Ruz (Filipina Bitch), la bajista Vicky Cordero (Círculo Polar, Slowkiss, La Reina Morsa), el tecladista Ismael Palma (Inmontauk) y el recién incorporado Iván Molina (La BIG Rabia, Los Santos Dumont, Matorral, Emociones Clandestinas). El mismo guitarrista y el tecladista, además, se encargaron de grabar, mezclar y masterizar. Es decir, todo en familia.
– ¿Esta vez fue más grupal la composición?
Fue casi perfectamente democrática entre los cinco. A mí me gusta mucho cómo al Iván y al Feli les sale naturalmente tocar, así que hubiera sido muy estúpido negarles el inmiscuirse en mis temas. Lo que creamos es algo que hasta hoy no sabemos cómo definir. Son un montón de ideas mezcladas, de todos, y es como la primera vez que hago un disco así.
– ¿Cómo se integró Iván Molina?
Después de la salida de “Chebi” Canales, era uno de los pocos bateristas con el que teníamos la cercanía suficiente. Yo sabía que a él le gustaban mis temas, porque cuando armamos Casa Sin Fuego me había insinuado que tocáramos, y hace rato que también quería tocar con él. Después entendí que su función en la banda es abrir puertas musicales que yo no tenía mucha intención de abrir hace uno o dos años. Él lo mejora todo. Si bien hace lo que pide la canción, no siempre es lo que yo me imaginaba. Las canciones quedaron mucho más atrevidas desde que Iván está en la banda… o desde que el “Feli” e Iván están en la banda, en realidad.
Una de sus gracias es que pertenece a una raza de bateros como ya no existen. Podría haber tocado con The Who, con Hendrix, con Love, con Dylan, con The Band. Es muy creativo, no se basa en las reglas modernas. No es como el batero de escuela que toca perfecto. Toca todo correcto, pero además va sintiendo la canción como un miembro más de la banda y ofrece soluciones a momentos de la canción que no todos los bateristas pueden ofrecer.
– Con esta banda ya habías cambiado tu sonido en vivo y ahora se nota en el disco. Son canciones medianas o muy largas, prácticamente sin coros y grabadas con una cierta suciedad. ¿Cómo llegaron a ese sonido? ¿Cómo se promociona después una música así?
Desde que entré a tocar con Filipina (Bitch, como bajista) e incluso antes, en mis primeros EP, mucha música que hacía ya intentaba ser un poco más única y sucia. Casa Sin Fuego, a pesar de ser un disco casi de baladas, tiene una suciedad por la precariedad de los equipos con que grabamos. Y es cierto que acá no hay canciones con coros, pero hay un par que podrían caber dentro de una idea de single.
En todo caso, lo siento como un desapego a la forma de hacer música que estaba llevando hasta hace un tiempo. Nunca he querido que todo suene súper digital, pero gracias al “Feli” y el “Isma”, ahora era más fácil valorar el poder de una grabación y llegar a un sonido que nos gustara. A todos nos gusta la música muy sucia, no había forma de que saliera de otra forma, y en realidad, todos estamos un poco aburridos de cómo funciona el pop en Chile, cómo suenan todas las bandas. La idea es hacer algo distinto.
– El pop busca directamente atraer al auditor, por ejemplo, con coros llamativos. Creo que este disco no tiene esa intención, ¿te da igual?
Me da lo mismo, veo el éxito de otra forma. Para mí, este disco es un éxito porque logramos un sonido que ninguno de nosotros había logrado antes en nuestras carreras. Eso ya es suficiente. Y de las fórmulas que existen para lograr el éxito comercial, en realidad, no me gusta ninguna.
– Pero en Casa Sin Fuego (2014) sí había canciones que pueden sonar en la radio, por ejemplo.
Es que esos temas juegan con la idea de la balada pop rock, medio Calamaro, jugando a ser ese tipo de solista, pero tampoco había un intento por lograr un éxito radial o algo así. Al final, eso es súper azaroso. No creo que se haya dado demasiado con Casa Sin Fuego, tampoco hizo que fuera más gente a las tocatas. Solamente era hacer la música que escuchaba en ese momento, que es lo que me pasa siempre, excepto ahora. Por primera vez busqué algo más cercano a mi propia influencia o a la de mis cercanos. El Destierro puede sonar a un montón de canciones que escuchaste alguna vez, porque la música es así, pero hacerlo casi por espasmo es lo que considero un éxito de este EP.
– Otra característica del disco es que la voz nunca aparece clara, siempre está distorsionada o saturada. ¿Por qué?
Lo hicimos con un par de genialidades del Feli al momento de grabar la voz. Él quería probar cómo llevar a la grabación la voz del en vivo, que es súper pegada al micrófono, a veces gritada, a veces distorsionada por la cercanía, por el volumen. Además, decidimos que en algunos temas la voz funcionara como elemento primordial, como en ‘El destierro’ o ‘Aguas marinas’, y que en otros fuera solo un instrumento más, que es lo que pasa con ‘Fractal’ o ‘Quinta de recreo’, donde cumple la función de ser otro arreglo.
– Después de casi diez años grabando discos, ¿qué esperas al sacar El Destierro?
Lo saco con la idea de hacer una obra, no veo otra forma en la que pueda ir creando mi obra sin hacer discos. Eso es lo que me apremia de hacer canciones. ¿Qué espero de un disco como éste? (Suspira y ríe) aparte de hacer una obra que supere la anterior, ¡es tocar estos temas en vivo! Si solo podemos tocar estos temas en vivo, ya es suficiente. Es muy divertido tocarlos, muy sano.
– ¿Divertido?
Es que es primera vez que hago canciones que son un real desafío tocarlas, como intérpretes y por lo que dicen. Siento que en este disco las canciones dicen cosas muy importantes, nos sentimos con ganas de decirlas. El tiempo dirá si fue una obra meritoria y vive sin necesidad de promoción o lo que sea, pero para nosotros es importante tocar estos temas. Cuando empiezas a hacer el disco, es el afán y la necesidad de crear algo. Después, es solo tocarlo.
Puedes escuchar El Destierro de principio a fin, a continuación: