“Partí a los tres años, cantando música cristiana con mi mamá. Ella era cantante. Le estaba yendo súper bien en giras por Chile y yo la acompañaba siempre, a todas partes, a todas las iglesias. Ahí funciona de otra forma, las giras no son en teatros, sino en las iglesias. Y de repente mis papás se dieron cuenta de que cantaba y que yo quería cantar. Tenía esas ganas de agarrar el micrófono y cantarle a toda la gente”, explica Dani Ride, en un café del centro de Santiago.
Después, esas giras por las iglesias de Chile aumentaron y ya no era el invitado de su madre, sino que ofrecía un número propio. A los seis años, comenzó una “pseudo carrera musical cristiana”. “Cuando era chico vivía eso de ser una especie de artista, pero para un público que ya no me identifica nada. Era raro, no sabía qué pensar, a uno cuando es chico le inculcan cosas y las hace”, relata.
Eso sí, confiesa que a los cinco años comenzó una crisis. “Yo siempre supe sobre mi bisexualidad, aunque siempre me han gustado más los hombres, siempre la tuve clara. A los cinco escuché a alguien en la iglesia decir “ahora en la televisión están apareciendo hombres a los que les gustan los hombres y mujeres a las que les gustan las mujeres, qué aberración”. Y yo siempre fui despierto y bien mateo. Ahí pensé ‘a mí me gustan los niños, entonces esta cosa está mal’. Nunca le dije nada a mis papás porque uno cuando es chico, ni siquiera piensa si es bueno o malo, porque no es nada. Desde esa edad empecé a llevar una lucha contra eso, que igual es fuerte, porque tener que hacerlo desde que tienes cinco años hasta los 21, fue un culo, fue horrible, lo sufrí mucho”.
“Seguí cantando, pero me detuve como a los doce, ahí ya no quise más. Dije que yo no creía en las mismas cosas. Y empecé a rebelarme, empecé a escuchar otras cosas, canciones que quizás tenían temas más sociales y empecé a cuestionarme, onda, ¿por qué dios permite esto si dios es bueno?. Empecé a cuestionar mis creencias. Llegué a conclusiones bien híbridas. Me sigo considerando creyente, creo en dios, pero no en el viejo con barba, no sé qué es, en realidad, creo que es todo. Ahí dejé eso y tomé muy fuerte el violín, que es lo que me enseñaron también desde chico. Fue justo además en el período en el que estaba cambiando la voz, así que fue un buen momento para abandonar el canto ja, ja, ja”.
A los quince años su silencio como cantante se vio interrumpido, porque entró a una banda. “Era una banda cristiana. Seguía cuestionándome muchas cosas, pero lo único que yo quería era cantar. Y después me echaron de la iglesia. La religión en la que yo estaba participando era la evangélica, en la que algunas personas salen a la calle a hablar y un día el pastor de la iglesia…”.
—”Espera eso que está sonando es como la Mon pero no es la Mon ¿verdad?”, pregunta Dani, interrumpiendo lo que estaba contando un segundo atrás.
—Es Luz Casal, le digo.
—“Suena a ‘Tormento’ de la Mon”.
—Sí, es idéntica. Una canción como esa funciona siempre, agrego.
—“¡Es verdad! La voy a buscar. Bueno, ya, disculpa, ja, ja, ja. Sigo. Un día el pastor de la iglesia me pregunta por qué yo no iba a los puntos de prédica. Y yo le respondí que no iba a ir porque me parecía una falta de respeto. Se enojó, obviamente. Le dije, ‘me parece una falta de respeto, porque al frente hay una persona que yo no conozco y le estoy gritando pecador. No puedo hacer eso, no lo conozco, ni siquiera sé si es mejor persona que yo. ¿Y si cree en otra cosa?’. Y él me decía, si es mormón o católico no importa, porque no están en la verdad. ‘¿Y quién mierda está en la verdad?’, le respondí. Cuando inventaron esta cosa de salir a predicar a la calle era un tema revolucionario y claro, entonces, no era algo irrespetuoso, era algo que quizás llamaba al amor de una forma más radical. Y ahora salir a la calle es salir a dar vergüenza. El que inventó esto, debe estar revolcándose en la tumba al ver lo que ustedes están haciendo con la iglesia”. Ese día, frente a toda la iglesia, el pastor dijo que “el hermano Daniel ya no iba a participar más y por eso tu papá no te quiere”.
“En ese momento decidí que iba a seguir haciendo música de alguna forma. Así que empecé a hacer covers”. En ese momento conoció MySpace, a mediados de la década pasada, cuando la plataforma ya iba en picada. Al mismo tiempo, algunos artistas se estaban comenzando a hacer virales, incluidos, los que subían videos de ellos mismos haciendo reversiones de hits.
“Ahí vi a una youtuber, aunque en ese entonces no existía el concepto. A una que mataron hace dos años, un día antes de la matanza en Orlando. Ella era Christina Greemie, la que estaba en The Voice. Ella fue la primera -primera- youtuber de covers. Ahí la conocí, escuché sus covers y ahí entendí que no solo estaba Rihanna en Myspace, que uno también podía subir canciones. Subí ‘Just the way you are’, de Bruno Mars”.
Un mes después Dani volvió a entrar a su cuenta. “Tenía como 300 mil visitas y 5 mil suscriptores. Recuerdo que en ese tiempo amaba la música de la Fran Valenzuela y ella tenía como 4 mil. Era todo muy raro, onda, la gente que amo tiene menos suscriptores que yo, qué está pasando, esto no es real. Ahí seguí haciéndolo. Y mientras tanto, cachaba que mis papás no tenían la situación económica para ayudarme, entonces, empecé a aprender todo lo que podía solo. Le hablé a un amigo que estudiaba diseño en la universidad. Le dije que quería aprender a usar programas de edición de foto y video, le pregunté si me podía meter a alguna clase de oyente, que faltaba al colegio si era necesario, que le preguntara a sus profes. Y fui de oyente y aprendí. Los profes yo creo que me encontraban tierno, por eso me dejaban entrar”, relata.
En el 2011, además, Dani conoció la televisión. Entró a Yingo y un año después entró a Factor X. Durante la misma época, empezó a trabajar en su primer disco LOVYA, junto a Pablo Stipicic. “Él fue un amor conmigo, siempre. Cuando saqué el disco, lo vendí pero le fue súper mal. Igual, estaba partiendo, no sé qué estaba esperando en el fondo. Y después lo empecé a regalar y ahí se compartió mucho, tenía miles de descargas”, explica.
Fue en ese momento en el que comenzaron otras crisis. “Me traumé un poquito porque mi sueño era ser cantante de mi música, no de covers. Y los fans en mi canal de Youtube me pedían covers y en un momento pensé, pucha, yo igual quiero decir cosas. Y también sabía que había gente que me criticaba, con comentarios como ‘te cuelgas de la fama de otros para tener fama tú’. En parte, les encontraba razón, porque esas canciones no eran mías. Pero los covers yo los hacía por entretenerme”.
“Fue súper difícil sacarme lo de coverista de encima, como dos años. De repente, ahora me piden covers. Fue súper duro ese período, porque tener un millón de reproducciones en un video y pasar a veinte mil y avanzar de a poquito, para alguien más chico, cuando las ansias te comen, es complejo. Tuve que enfrentarme a todos mis demonios de adolescente pasando a adulto, de querer concretar cosas, de que ves que tus amigos están estudiando pero tú estás en esto otro. Quieres ser exitoso, pero te cuestionas mucho qué es el éxito”.
“Con los covers llegaba a mucha gente, porque eran de artistas distintos. Y cuando empecé a mostrar mis canciones, se fue mucha gente. Perder fans es un sentimiento muy doloroso. Pero se empezó a formar un público que se parecen a mí. Niños, niñas, niñes que han sufrido harto y que la música los sana”.
Con el tiempo, todo empezó a mejorar, dice. Usaba su plataforma con miles de seguidores para mostrar canciones originales y las ideas iban encajando. “Mi situación económica personal empezó a mejorar, pero al mismo tiempo a empeorar. Porque sí, gano plata con las redes sociales, pero todo lo invierto en mi música. Cuando partí, hacer una canción me costaba 600 lucas, pero ahora que quiero ganarme un Grammy, ahora que quiero sacar música que suene bien, que esté bien mezclada, bien masterizada, me sale dos palos una canción. Entonces, si gano plata, la tiro toda para allá y me queda un poco para vivir. Es complejo. Es difícil, pero sabes, podría vivir debajo de un puente y cantaría igual, no me lo cuestiono”.
“Tu talento es para dios, todo es para dios”
Lo que más llama la atención de la conversación con Dani Ride es la determinación por cantar y él ubica esas ganas, también, en lo más íntimo de su historia personal.
“Mis papás siempre fueron bien conservadores, pero a la vez, era raro, porque mi mamá era artista. Mi mamá es mi ejemplo a no seguir. Se lo he dicho. Me estoy atreviendo a hacer todo lo que ella no hizo. A ella la llamaron para un programa donde estaba el Luis Jara y la Myriam Hernández. De verdad, cuando la escucho cantar, cada vez que escucho a ABBA, me acuerdo a mi mamá. Pudo haber hecho tantas cosas y no las hizo porque la obligaron a no hacerlas, tu talento es para dios, todo es para dios, eso le decían”.
“Además, era mujer. Estaba pololeando con mi papá, la comunidad entera es muy machista, entonces, ya pololeando, ella pasaba a ser una pertenencia de mi papá y él tomaba las decisiones por ella. Ella no terminó el colegio porque a mi papá le daba celos, porque estudiaba en un liceo de niñas y siempre habían hombres afuera. Era una niña linda, los hombres la buscaban, pero mi mamá no estaba ni ahí. Se restringió mucho. Y siempre que la miré, la vi triste. Y la veía llorar de repente, siendo chico. El maltrato familiar que mi papá nos daba era bien heavy, nosotros sufrimos mucho por eso. Los celos de mi papá eran cada vez peor y mi mamá fue valiente siempre, yo no juzgo sus decisiones. Las mujeres han sido tan vulneradas y desde ese punto, como hijo y como hombre, uno puede o repetir o hacerse consciente del sufrimiento. Empecé a ponerme en el lugar de mi mamá, respecto a todo. Y gracias a eso también decidí que iba a perseguir mi objetivo hasta el final”.
“Mi mamá nos priorizó también a sus hijos. Las mujeres que denuncian son muy valientes. Pero las que aguantan el abuso, también lo son. Ser mujer es ser valiente. Yo no soy mujer, pero me emociona mucho hablar de esto. Y me emociona ver a las que me rodean peleándola aunque estén insertas en una sociedad, en un mundo que las aminora, que las mira como pedazo de carne, que las presiona a cumplir con estándares”.
“A los 16 años me abusaron sexualmente. A la única persona que le conté en ese momento, no me creyó. Era una pariente muy cercana y hasta me cuestionó, diciendo que tal vez yo lo había seducido, porque yo era gay y cómo, si yo estaba inconsciente. Yo estaba enfermo, tenía fiebre y perdí el conocimiento. Mi mamá no cachaba mucho cómo funcionaba todo, la verdad y el médico le dijo que yo tenía que entrar solo al cubículo. Me revisó, me dijo que la tenía grande y que a mi polola eso le debería gustar. Me paralicé. En un momento, desperté en otro lugar con él encima mío. Estuve dos años muy mal, me quería matar. Como a los 19, pensé en que no debía seguir cargando con esa culpa. Empecé a aprender y estudiar sobre el abuso. Entendí mucho a las mujeres”.
Deja que el autotune haga su trabajo
En el verano del 2018, Dani tomó sus maletas y llegó a Miami, para asesorarse y trabajar en su carrera en la música. Hace algunos meses, pudimos conocer la primera canción que nació de ese primer viaje y que no tiene mucho que ver con todos sus movimientos previos, más allá de que son temas pop. “‘No existe nada’ es la primera canción que grabé cuando llegué a Miami. La grabe solamente para que me escucharan, para que vieran lo que podía hacer, pero aun así pensé, no sé si esto es todo lo que quiero proponer, pero me encanta, la escucho y la amo. Es un reggaetón a lo CNCO, para qué estamos con cosas, y tal vez alguien querría que me viera súper macho alfa, que apareciera con mujeres, pero yo no soy ese estereotipo”.
“Mi sello me estaba pidiendo sacar música, pero intenté hacerlo en mis términos, mostrando lo que yo quería. Quiero mostrar lo que soy a través de mi música, mostrar a la comunidad LGBTI+. Perdí el miedo hace muy poco, este año, cuando estaba en Miami. Me daba miedo por mi familia. Ellos siguen en la iglesia, no como antes, pero sí van a la iglesia. Mi mamá la abandonó por completo, igual. Y ellos iban a tener que lidiar con algunas cosas si yo hacía algo. Pero pensé en que no podía más. No quiero vivir la vida que otros quieren que viva. Me estaba molestando en mi vida privada y en mi vida artística, me estaba molestando al crear. No estaba diciendo las cosas que quería decir. Componía una letra en la que le hablaba a un hombre y no me calzaba si le hablaba a una mujer, entonces, pensaba, ‘la canción está bacán pero no la puedo sacar porque le habla a un hombre’”.
“Estando en Miami pasé por un proceso en el que un ser humano me dijo ‘Dani, ahora hay mucha gente a la que le va bien y que no canta, tú cantas súper bien, hacer armonías difíciles, de verdad sabes cantar. Deja que el autotune haga su trabajo’. Y esa frase me quedó retumbando en la cabeza. Y pensaba, qué diría mi ídolo máximo Michael Jackson de esto, que diría mi Celine Dion, mi Whitney Houston, mis ídolas máximas. Estarían ahorcándose. Entonces, está bien, hay gente que usa autotune y yo lo respeto, la música se puede mostrar de muchas formas, pero yo no soy eso. Se usan afinadores, pero yo no me canso hasta que mi toma quede perfecta. Y pensé, hasta qué punto estoy dispuesto a traicionarme”.
—Tú apuntas a lo mainstream, tu música, tus códigos ¿Cómo equilibras eso? Acababas de llegar a otro país en el que la industria de la música es feroz y tiene reglas bien claras.
“Chile no tiene industria pop, por eso siento que el pop se relaciona con lo indie acá. Siempre he estado cerca de lo mainstream, pero porque mis referencias también lo son. Con esa frase, estando en Miami, asocié el autotune a todo, a todas esas barreras que te dicen cómo tienes que hacer las cosas, porque eso es lo que vende y yo no voy a dejar que eso me defina, ni el autotune, ni que en Latinoamérica cualquier orientación sexual o identidad de género no sean admitidas, eso es un tema, en México es peor que en Chile. Y decidí que no. Hago música mainstream que podría estar cantando otro artista, pero le doy mis colores y mis letras. Y no me voy a limitar a nada. Y si se la quiero cantar a una hombre, lo voy a hacer. Sé que puede ser raro, porque lo hace muy poca gente. Creo que a nivel mundial lo hace Sia, que hace temas como ‘Cheap Thrills’, y si analizas la letra, está diciendo cosas brígidas y nosotros lo estamos bailando felices. Y siento que para allá voy”.
“Acá en Chile creo que la Javi Mena y la Fran Valenzuela lo hace igual. Sueño con un featuring con ellas. A la Fran la amo. Me costó mucho entender algunos códigos de la música chilena al principio, porque pasé de la música cristiana, solo se escuchaba eso, no estaba permitido nada más y después escuchaba a Christina Aguilera, entonces cuando escuchaba a la Fran me chocó, con el Muérdete la lengua”.
“Después de eso, empecé a pensar algunas cosas, como que el artista chileno es súper introspectivo, más que en otros países. He compartido con gente de otros lugares y claro, cada uno tiene su volá, su propia energía. Y Chile creo que tiene una energía súper introspectiva por todo lo que vivimos, o sea, la dictadura militar nos restringió mucho culturalmente. Mataron a artistas maravillosos. Yo no lo viví, pero viví las consecuencias de eso. Uno siente a la gente triste. Uno va en el Metro y lo ve. Además del deber propio, de poder sacar lo que uno tiene dentro, creo que el artista chileno también tiene un deber de sanar. De sanar a la sociedad”.
“Justo venía para acá, a juntarme contigo, escuchando el disco nuevo de la Javi y me fui en otra volá con ‘Dentro de ti’. Esa letra la encuentro gloriosa. Qué heavy que dentro de nosotros corre todo lo de los demás, estamos todos conectados. A veces sí me he sentido discriminado por otros artistas, quizás más alternativos, como el pendejo culiao la quiere romper y chao, como que quiero ser famoso y fin. Y todo eso importa en una carrera hasta un punto. Yo solo quiero vivir de la música y que la gente sea feliz con mis canciones”.
“La gente te quiere ver bonito, bien vestido, maquillado y chao”
Fue en este viaje a Miami que, según él, las cosas de verdad comenzaron a cambiar. “Empecé a preguntarme cosas como ¿por qué nunca he hablado de las cosas que creo? ¿por qué nunca me he dado un beso con un hombre en un video?. Y me lo cuestionaba de verdad. ¿Será verdad que solo soy un pendejo culiao que quiere ser famoso? ¿Es eso lo que se ve? ¿Has visto que a veces la gente se hace una imagen de uno que no es en realidad como uno es? Eso tiene que ver con los prejuicios, pero por otra parte, tiene que ver con que uno se equivoca y tiene que hacer el mea culpa”.
“Yo creo que en algún momento me relacioné con gente que tal vez ahora están viviendo otros procesos, pero en el pasado estaban viviendo una volá muy distinta a la mía y aún así me relacioné con ellos. Hay una persona en particular con la que jamás me relacionaría de nuevo artísticamente, con la Vesta Lugg. Creo que lo que ella ofrece es demasiado frívolo, demasiado plástico y conozco más en el fondo su concepto y jamás lo haría de nuevo”. En el primer disco de Dani Ride hay una colaboración juntos.
“No me da miedo decirlo. No lo volvería a hacer nunca. No es mi volá, no sé en qué estará ahora ese círculo. Cuando yo los conocí, como todos, tenían un lado bueno y malo. Y derribé estas relaciones cuando empecé a tocar temas como el feminismo o los problemas de la comunidad LGBTI+ y me decían, ‘pero oye, la gente no quiere escuchar eso, no hables de eso. La gente te quiere ver bonito, bien vestido, maquillado y chao’. Pero ya cuando empecé a ver lo que ellos mostraban, preferí abandonar y hacer lo que yo quería hacer. Siempre me dijeron que no tuviera opinión, porque la gente no quería eso. Que lo que la gente quiere es que representes a la mayor cantidad posible y nada más”.
“Al mismo tiempo, miraba para afuera y veía a artistas y actores que se mojaban el poto por los temas que les interesaban. Y hablé con mi manager de eso. Yo tenía opinión, estudio, leo, me parece que es importante. Empecé a aprender de los demás, empecé a ir a las marchas. Y cuando empecé a hablar de ciertas cosas, también empecé a perder seguidores. Y en Miami lo pensé. ¿Qué me importa? ¿Tener seguidores porque sí? Y decidí que no. Que si tengo seguidores, que sean porque nos acompañamos, tenemos temas en común. Si me quieren bancar como artista, que me banquen con todo lo que soy. Me tienen que bancar bisexual, me tienen que bancar mi apoyo a la comunidad LGBTI+, tienen que bancar comentarios que estén en contra de las instituciones religiosas. Si tengo 50 mil seguidores ahora, con todo eso, está bien, no me importa, porque serán los que están identificándose con eso. Ahí empecé a despreocuparme de esas cosas y me puse a componer”.
“Ahora estoy trabajando con Fernando Osorio, que le compuso ‘La Negra Tiene Tumbao’ a la Celia Cruz, ‘Ríe y Llora’ y hartas canciones a Luis Fonsi, a Ricardo Montaner. Lo conocí de una forma súper freak. Tenía una reunión en Miami y era de asesoría, con el hermano de Fernando. Hablamos mucho, como tres horas. Y me dijo que quizás debería componer con su hermano, yo soy muy pavo con los nombres así que le pregunté para quién había compuesto y me empieza a nombrar a artistas y llega a Celia Cruz. Ríe y Llora. Y yo le dijo, ‘conchetumadre, la tengo tatuada, esta canción me cambió la vida’.
“Me hice este tatuaje hace como dos años. Para mí esa canción tiene que ver con que el humano cambia. Voy a exagerar, pero un día, uno puede ser UDI popular y mañana comunista. Los humanos cambiamos de opinión y uno evoluciona. Y así como en algún momento llegué a pensar que yo estaba enfermo, hoy voy a defender contra viento y marea a mi comunidad y a toda la gente que no tiene la oportunidad de caminar por la calle de la mano y darse un beso tranquilo, porque te pueden sacar la chucha, te pueden matar. Es horrible lo que mi comunidad vive. Y sí, voy a luchar contra la violencia con mi música que suena mainstream”.
“Mi disco saldrá a fin de año o a principio del otro, quiero tener bien planificado eso aún. Hay un par de canciones que no sé ni siquiera definir. El disco es sí o sí pop, siempre pop. He probado otras cosas, hasta con el trap. Y puede haber gente que diga que quizás voy a experimentar con géneros que ellos encuentran misóginos, pero por eso mismo, yo creo que uno puede ocupar lo que sea para tener un discurso. Imagínate, ocupar sonidos que la gente asocia con cierto discurso, para decir todo lo contrario”.
“Tengo también harta fusión en el disco. He ido fluyendo no más, he ido probando mucho. A Shakira la usé como referente, porque partió bien latina y rockera, pero después hizo unos reggaetones, siento que ella se puede permitir hacer lo que ella quiera. Y una referencia chilena es la Javi Mena y la Fran. Cuando subió ‘Tomame’ vi unos comentarios en Youtube y le decían cosas como ‘Fran, ¿qué te pasó?’ y yo qué onda, si esta hueona es una genia. Cada vez que la veo tocar piano me voy a la mierda. La comparo un poco con Mika. Ambos se permiten hacer cosas bien pop y esa flexibilidad la veo también en ella. También me gusta el Oddó. Él hizo un cambio bien radical. Lo encuentro seco. Y lo criticaron mucho por eso. Me gusta, porque creo que más gente con la mente así de abierta debería arriesgarse”.
“Siento que ahora soy libre. Después de este video siento que me saqué una mochila gigante de encima, siento que puedo hacer lo que yo quiera”.