Reunida en 2023 después de diez años, y a tres décadas de sus inicios en los años ochenta, esta banda chilena da una mirada retrospectiva a sus orígenes y de paso aterriza ciertas ideas sobre la contracultura de la época. “No era una escena: era demasiado precario para llamarse una escena”, dicen. “Y no era un mundo popular. El sentimiento anti-dictadura no era exclusivo de ningún grupo”.
No eran muy inmediatas las noticias que Cristián Millas podía dar sobre la próxima ocasión de ver en vivo a su banda de rock luego de las actuaciones que ese grupo dio hace diez años.
–Amigos y conocidos nos preguntaban “¿Y cuándo tocan de nuevo?” –recuerda Millas–. “En diez años más”, les decía. Y se cumplió, tal cual.
Ese grupo se llama Índice de Desempleo y ese plazo tal cual se cumplió este fin de semana cuando la banda reapareció en Tierra sin Tierra, encuentro realizado el sábado 11 de noviembre en el ex Teatro Italia de la capital, como parte de la feria Chile Arte Contemporáneo (Ch.ACO) y organizado por el sello disquero Hueso Records que dirige el artista Iván Navarro.
Presentada como “una noche de arte y música curada por el artista chileno radicado en Nueva York, Iván Navarro”, la sesión incluía además una performance sonora de Konantü (trabajo de Navarro y Courtney Smith), actuaciones de Nova Materia (dúo de Carolina Tres Estrellas y Eduardo Pistolas, integrantes de Pánico), Memo Dumay (guitarrista de Pánico), un DJ set de Gigolo Andino (Martín Schopf, también conocido como Dandy Jack) y la creación gráfica de impresión artesanal de Se Imprime y Larva Press.
Por edad, el nombre mayor en ese cartel es Índice de Desempleo, grupo que tocó entre1986 y 1993 y se reunió en 2013 y en 2023. Son Cristóbal Pfennings (guitarra, voz), Cristián Millas (bajo, voz), Andrés Poirot (guitarra) y Sebastián Arce (batería), donde el trío Pfennings/Poirot/Millas procede directo de la alineación de los ochenta y donde la dupla Pfennings/Arce fue luego parte fundadora de Pánico en 1994, además de trabajar hoy en el próximo repertorio solista de Pfennings. “Esto fue juntar ese flow con el flow mucho más histórico (y prehistórico) de los antiguos Índice”, conecta el propio Cristóbal Pfennings. Y lo complementa Cristián Millas:
“Más que una tocata esto es una aparición. Un show rápido, media hora, con el sonido que estamos haciendo, después de diez años. Puede sonar un poco más crudo y sucio que el 2013, pero son temas bien simples en su composición. Nos sabemos la música de memoria: nos miramos, nos acordábamos de todo y sin pensarlo mucho estaba sonando ya”, dice Millas. “Venimos del punk rock”, sintetiza Pfennings en nombre de esa simplicidad: “tres acordes”.
Contacto en Tongoy: un hito para partir
Tres acordes de hecho son los que se oyen al inicio de ‘Sicodélica nait’, base para una melodía de teclado Casio tan new wave como psicodélica que, en 2013, fue editada en un disco de vinilo de dos canciones prensado por Hueso Records, pero que décadas antes ya era estimulante escuchar y bailar en actuaciones ochenteras de Índice de Desempleo.
“Agradecemos (…) al cada día más numeroso público que alguna vez nos vio en vivo”, está impreso en los saludos de ese single de 2013, y diez años después Cristóbal Pfennings sostiene el punto: “Creo que hay mucha gente que ha escuchado de Índice de Desempleo. Y muy poca que ha escuchado a Índice de Desempleo”, distingue el cantante de la banda, que en efecto es contemporánea de nombres nacionales e internacionales de la edad de Los Prisioneros o Soda Stereo, pero que casi siempre se mantuvo en la esfera underground de la época.
La partida de la historia es un hito por sí sola. El grupo hizo su aparición en el festival punk de 1986 montado por los Pinochet Boys en una sede sindical de la calle santiaguina El Aguilucho, junto a los grupos Dadá y Niños Mutantes y a Lorenza Aillapán, y donde Índice de Desempleo fueron Cristián Millas en voz, Pablo Hermansenen guitarra, Cristian Azócar en bajo y Huevo (Álvaro Díaz) en batería. Fue el resultado de algunos ensayos previos en el colegio San Ignacio, donde Millas, Pfennings y Díaz eran alumnos.
–Y yo estaba de público –precisa Cristóbal Pfennings–. No participé en la primera tocata de Índice de Desempleo, pero con el Tatán (Millas) hacíamos música, con Casios.
–¿Y cómo estuvo esa tocata?
–No me acuerdo. Es que eran tiempos en que se tomaba grapa, unos licores horrorosos, se fumaban unos pitos de Los Andes… entonces yo sé que estuve ahí, pero no me acuerdo nada.
–Yo tenía once años en esa época –agrega Seba Arce–. Estaba jugando a la pelota.
–¿Cómo llegó Índice de Desempleo a tocar en El Aguilucho?
–Fue bien divertido porque estábamos en Tongoy y en la playa nos hicimos amigos de Miguel Conejeros (entonces tecladista de Pinochet Boys, hoy Fiat600), y él nos cuenta que hay una fiesta en la casa de los Electro –reconstituye Millas, con mención a la casa que tenía el trío Electrodomésticos en ese balneario–. Y en esa fiesta nos dice “oye, en mayo hay una tocata, un festival punk, podrían tocar”. Le dije que no teníamos grupo. “Da lo mismo. Arma tu banda. Estamos en febrero, de más alcanzan, quedan dos meses. Saquen sus canciones, pónganse un nombre y los ponemos en el afiche”. Y ahí nos embalamos con el Huevo sacando canciones sin saber nada. En el festival tocamos un tema. Y lo tocamos dos veces. No había otro. Yo canté nomás, no sabía tocar ningún instrumento.
–¿Cuál era la canción? –pregunta Seba.
–’Sus caras’ –dice Millas–. “Sus caras no dicen nada”… Era bien Kinks el tema.
–¿Qué música estaban escuchado en ese tiempo?
–Más punky, Clash, The Specials me acuerdo escuchábamos harto, Smiths… –enumera Millas.
–Y los Cure también –complementa Pfennings–, que no era tan punk pero igual nos gustaba.
–Yo a los once años escuchaba AC/DC –complementa Seba–. AC/DC y Iron Maiden.
–¿Dónde se conseguían grabaciones de esos grupos?
–Básicamente Fusión –cuenta Pfennings, a propósito de la disquería fundada por el productor de Los Prisioneros, Carlos Fonseca–. O te grababas el cassette de alguien que se lo grabó de alguien que se compró el disco en Fusión.
–Sí, de hecho estaba el Jorge González de vendedor en Fusión –menciona Millas– y conversábamos siempre, nos mostraba discos, me recomendaba discos a veces. Después de clases me iba casi siempre para allá, a ponerme fonos y escuchar música.
Autogestionado y autoalimentado: arriba y abajo del escenario
Con la alineación siguiente definida en 1987 entre Pfennings, Millas, Huevo y el nuevo guitarrista Andrés Poirot, el grupo tocó por primera vez en El Trolley, sede del sindicato de trolebuseros que el dramaturgo Ramón Griffero había convertido en un espacio central para la contracultura de la época en Santiago. El siguiente cambio fue la llegada de la baterista francesa Judith Harders, quien debutó en una fecha compartida entre Índice de Desempleo y La Banda del Pequeño Vicio, posiblemente en El Trolley también, según el recuerdo del bajista.
–Esa formación con la Judith fue súper importante –destaca Cristián Millas–. La convencimos de meterse a clases de batería porque veíamos un potencial, pero nunca había tocado nada en su vida. Y tocaba la raja.
–Fue la primera vez que sonamos –reconoce Cristóbal Pfennings–. Es que el Huevo nunca tuvo una batería.
–Tocaba con un carro de supermercado, tarros de basura –detalla el bajista–: ésa era su batería. El gran salto fue cuando se compró una caja.
–¿Fue un drama echar a Huevo? –consulta Seba.
–Sí, un drama. Igual fue penca –reconoce Millas.
–Triste, fue triste –admite Pfennings–. Pero aparte, si te das cuenta, no es que el Huevo siguiera perseverando y ahora sea un baterista. Huevo siguió explorando en la música y creando, pero no precisamente en la percusión.
Tanto es así que Huevo no tardó en enrolarse entre 1988 y 1989 como guionista en la revista de cómic “Trauko”, en paralelo a sus estudios de diseño teatral, y en 1992 partió a España para establecerse en definitiva en Alemania, donde junto a Esteban Morales tocó y grabó música experimental y electrónica a dúo bajo el nombre de Huevo Flako.
De su lado, Índice de Desempleo recorrieron lugares santiaguinos como El Trolley, el Galpón Internacional de Matucana 19, el Centro Cultural Mapocho, la Casa Constitución y facultades universitarias como la de arquitectura en la Chile y el campus Lo Contador en la UC. En la sala de ensayo que arrendaban en calle Rengo compartieron una fecha con Cohete de Madera, banda que integraban Héctor Salgado y Cristián Fuenzalida, este último un alumno de la escuela de arte de la Universidad de Chile. En la misma escuela estudió Pfennings dos años, y más señas de esa conexión hubo en actuaciones del grupo en la galería Bucci, en inauguraciones de muestras de los pintores Jorge Tacla y Contingencia Sicodélica o en la visualidad transvanguardista que se nota en el video de su canción ‘Warema KK’ dirigido por Santiago Clavero y Andrés Poirot, estudiantes de comunicación audiovisual en el instituto Arcos.
–Había todo un cruce –dice Pfennings–. Esa escuela de Las Encinas (arte de la Universidad de Chile) fue súper icónica. Ahí fue el primer recital de Los Prisioneros, en el casino de la escuela. Ahí estaban el (Hugo) Cárdenas, el Carlanga (Carlos Araya), Mauro Jofré, (Rodrigo) Hidalgo. En el Trolley y en Matucana había cruces de música con plástica o performances corporales, Carla Lobos, Las Yeguas del Apocalipsis, la Lorenza (Aillapán)… Era toda una mezcolanza de gente que no tenía dónde hacer nada, si eso tampoco era una escena. Era demasiado precario para llamarse una escena. Además era autogestionado y autoalimentado: los que estaban en el público después iban arriba, o eran los pintores que estaban exponiendo o los que después bailaban.
Contra la dictadura (y el aburrimiento)
Un objeto de arte propio de la época es de hecho el bajo eléctrico que tocaba Cristián Millas en Índice de Desempleo. Un bajo con forma de fusil guerrillero.
–Ahora tenemos una réplica –dice el bajista–, que se usó el año pasado en el Museo de Bellas Artes, para la expo Ander. Me contactaron desde Berlín, el curador (José) Délano, que hacía la museografía de la muestra. También fue movida de Miguel Conejeros, que le dio la idea y lo convenció. Hice otra vez el diseño, llevé el dibujo a un luthier y él hizo la copia.
–¿Y el original cómo fue hecho?
–Lo mandé a hacer, donde un luthier. Sin cachar nada de proporciones ni medidas hice un dibujo que me gustó. Lo construyó con una viga de dos por diez, de pino, de barraca de madera nomás. Un bajo metralleta.
–¿Qué fue de ese ejemplar, se vendió, se rompió, se perdió?
–Igual era bien incómodo de tocar, se movía mucho para un lado, tenía mucho peso en la culata, entonces después la corté con serrucho. Quedó feo: quedó como el bajo de Sting, más o menos. Y después un compañero de diseño me lo compró como en diez lucas y ahí se fue el bajo. Era bien icónico, era un mensaje político de que ésa era nuestra posición.
–Pero no era política orgánica –precisa Pfennings–. No era que estuviéramos vinculados a ningún tipo de partido ni movimiento.
–No, era una postura –define Millas–. Colaborar en la protesta social con música también era una acción válida.
–Además que, también hay que decirlo, esto estaba craneado desde gente que había podido ir a la universidad. No era mundo popular –agrega Pfennings–. Había cruces, con los Dadá o parte de los Fiskales (Ad Hok), pero no era un mundo poblacional. Es un dato también que te dice que en el fondo el sentimiento anti-dictadura no era exclusivo de ningún grupo. Muchas veces hay grupos que intentan apropiárselo.
–Era una contracultura y de alguna forma humildemente queríamos aportar en la lucha contra la dictadura –plantea Millas.
–Pero, más que lucha contra la dictadura, lucha contra el aburrimiento. No pasaba nada. Nada de nada. Y era dictadura-dictadura –recalca Pfennings–. La gente cree que del ’86 para adelante era como “ah, ya se está diluyendo, estamos esperando que llegue la democracia”. Hasta el último día andaban deteniendo gente en la calle. Hasta el último día fue brígida la huevá. Y ahí uno andaba revolviéndola, viendo dónde podía ir.
Para la posteridad quedaron seis canciones grabadas en 1988 por Índice de Desempleo en el estudio Magnética, entre ellas ‘El veneno’, ‘Tu pena’, un tema instrumental y las dos incluidas en el single de 2012: la mencionada ‘Sicodélica nait’, bajo influencia de The B-52’s y The Stranglers, y la rocanrolera ‘Warema KK’, bajo otro tipo de efecto.
–Esa canción es producto de la droga –atribuye el guitarrista–. Producto de estar muy volado, no sé si a lo mejor en ácido. Hicimos un cadáver exquisito y finalmente tenía sentido porque aparecieron dos personajes, Nenena Congo y Chica Malula, y algo les pasaba, salían a la calle, tomaban una micro: la Tropezongo. En los Índice de Desempleo no había un compositor principal, era muy colectivo.
Justo tras esa grabación Andrés Poirot partió a estudiar iluminación a Francia y el grupo continuó como trío entre Pfennings, Millas y el nuevo baterista Gastón Astorquiza, listo para el insospechado trance en que, por única vez, Índice de Desempleo salió del underground.
–Es que nosotros hicimos gira por Aylwin –recuerda Pfennings.
Hay algo que se mantuvo: reencarnaciones
En octubre de 1988 el dictador Pinochet perdió el plebiscito tras el que pretendía seguir en el poder por nueve años más, de modo que para 1989 fue convocada la elección presidencial que enfrentó a Hernán Büchi, ex ministro del mismo Pinochet, con Patricio Aylwin, demócrata cristiano partidario del golpe de Estado en 1973 y ahora abanderado de la naciente Concertación que agrupaba al centro y la izquierda.
En los actos de esa candidatura participaron desde puntales de la resistencia musical contra la dictadura como Sol y Lluvia y Transporte Urbano hasta Índice de Desempleo.
–Tocamos en La Victoria, en La Bandera me acuerdo –dice Millas–. Todos los días, para diez mil personas, cinco mil personas, quince mil personas en Melipilla. Era alucinante.
–Primera vez que nos pagaban –agrega Pfennings–. Debemos haber hecho unas doce, quince fechas. Con Sol y Lluvia. Era Sol y Lluvia / Índice de Desempleo.
–Bacán –comenta Seba.
–Sol y Lluvia inscribió clásicos –reconoce Pfennings–. Yo me acuerdo que tenían un set de batería…
–… atómico –define Seba.
–… con cultrunes, bombo legüero… –recuerda Millas.
–Era una cosa híbrida, gigante, así medio como la batería de Gabriel Parra o como la del baterista de Rush, pero con pezuñas de llama colgando, cultrunes –describe el guitarrista–. Era alucinante ese set de batería.
–Era música de carnaval, funcionaba perfecto para manifestaciones –destaca el bajista–. Sol y Lluvia eran súper poco divos, muy simpáticos, muy sencillos. Tocábamos en Paine, en San Bernardo, con banderas del Frente Patriótico, del MIR, al frente.
–Era loco. Es verdad que había muchas banderas del MIR, del Frente, y estabas promocionando a Patricio Aylwin –contrasta Pfennings.
–Es que era la opción –sitúa Millas–. No era amarillar, es que no había otra.
–El otro era Büchi. Büchi: ministro de hacienda de Pinochet –subraya Pfennings, junto con recordar que el contacto para conseguir este trabajo fue Belisario Velasco, futuro ministro de Aylwin–. No sé si Belisario Velasco alguna vez me pescó, pero igual terminamos ahí.
–¿Fue fuerte el contraste entre tocar para gente de peloparado en El Trolley y luego para quince mil futuros votantes en Paine o Melipilla?
–Era súper entretenido, nos encantaba tocar con público tan masivo, y a veces dos actuaciones al día –dice Millas–. Y con buena amplificación, sonido, escenario.
–Muy buena amplificación para la época –coincide Pfennings–. Yo de lo que me acuerdo es que eran unos catering horribles. Comíamos pan con paté, pan con queso, marraqueta.
–Qué cagado Belisario –comenta Seba–. Belisario: churrascos.
–Gervasio (estaba) me acuerdo –menciona Millas–. Transporte Urbano. Y cuando justo llegaba Pato Aylwin había que dejar de tocar porque “llegó don Pato”, su discurso…
–¿Técnicamente telonearon a Aylwin en el fondo, si tenían que parar cuando llegaba él? Fue meterse directo con el que iba a ser el poder.
–Y toda esa gente quedó tan desacreditada, una casta horrorosa ahora –constata Pfennings.
–Fue cuático. Después ganó Aylwin la elección y volvimos a lo mismo –dice Millas.
–Hubiera sido bonito que Matucana o El Trolley hubieran seguido y que a lo mejor existieran hasta hoy –imagina Pfennings.
El primer cierre de la historia se remonta a 1993, con una actuación postrera en el bar La Batuta y una canción del grupo en el compilado Con el corazón aquí (1993), producido por la Asociación de Trabajadores del Rock (ATR). ‘Cuando muere una botella’ es esa canción, grabada por Pfennings, Millas, Poirot y el baterista Héctor Cortés.
En paralelo Sebastián Arce había formado los grupos Jusolis hacia 1992 y Yajaira en 1994, además de Pánico. Cristián Millas fue un fugaz mánager de los mismos Pánico y de Laura 1 antes de integrar el grupo Centrales (2010) y los actuales Fuego en Cairo. Y Cristóbal Pfennings fue parte a su vez de A Lo Perro (2001-2004), con la cantante AnyFun, Rodrigo Hidalgo y Gastón Astorquiza, además de su participación en Pánico.
–Yo creo que en Pánico hay harto de Índice –plantea Seba–, porque sé que a Eduardo y Caroline les gustaba mucho Índice y por eso contactaron a Cristóbal. Hay algo que se mantuvo.
–Es que es un continuo –dice Pfennings–. Hay divisiones, disgregaciones, tendencias, pero los vínculos siguen para adelante. Si miras lo que hace Nova Materia ahora comparado con lo que hacía Índice de Desempleo en el ’86 no hay un continuo de sonido, pero al final no es tan importante qué tipo de música haces sino mantener un vínculo emocional con hacer música.
Tal vez no haya que esperar otros diez años para un regreso de Índice de Desempleo. Lo considera Cristóbal Pfennings: “Si se diera una instancia donde pudiéramos integrarnos a un cartel, felices”. Y deja la inquietud Cristian Millas: “Quién sabe si de repente prende y si alguien nos invita. Pero no hay plan. Eso es lo bueno”.