Cote Foncea nos recibió en su estudio en medio de preparaciones para una sesión acústica que tenían programada como parte de su promoción previa al lanzamiento en vivo de Magnético, su primer larga duración en siete años, publicado en julio de este año a través de Beast Discos.
Esta es una de las bandas que durante los años noventa fue parte de esa insignia mediática del Nuevo Rock Chileno y con 26 años de carrera han podido ver -y vivir- todos los cambios de la industria de la música. En el 2017, también se decantan por asociarse a un sello independiente, algo que se constituye como una rareza -aún- dentro del panorama mundial actual.
“Hay una diferencia entre que las cosas se hagan de una manera y que funcionan de esa manera que se está haciendo. Yo creo que con Beast Discos lo que se logró fue una comunicación que ya la habíamos empezado a tener con actores de esta industria, pero que con ellos llegó a puerto. Lo que hizo nuestra agencia fue ver cuáles son los posibles candidatos con los que podemos tener una relación, que primero tengan un sistema que funcione, eso es lo primero, porque en realidad todos tienen las mejores de las intenciones. Nosotros vivimos toda la época de las compañías de discos cuando todo era color de oro, de hecho, y era muy fácil encandilarse. Hoy Lucybell viene con ese pasado y con esos más de veinte años de carrera y que han servido de experiencia para poder asociarse o juntarse con personas que estén en la misma nuestra, que es hacer las cosas bien, tratar de que el chancho se pele entre todos, no solamente entre la compañía de discos y listo, y que trabajemos todos en pro de levantar un proyecto en común, porque si la industria son unos pocos los que ganan masivamente, esa industria se va a ir debilitando hasta que se tenga que desintegrar, como ha pasado en otros países que, desde los técnicos, productores, ingenieros y estudios de grabación que han ido disminuyendo, porque la industria ha ido creciendo en otros aspectos pero no ahí”, explica Foncea.
“Nosotros dijimos ‘queremos llegar a la gente’. Y ¿cómo llegamos a la gente?. Con una compañía que funcione, que tenga distribución para llegar a todo Chile, tenemos sólo Chile y Perú con ellos. Y que podamos tener discos físicos. Gustavo nos propuso una cosa, corregí un par de cositas así de tipo semántico de contrato y estábamos funcionando con una buena relación”, aclara..
Antes, “el sistema te obligaba a tener los huevos en la misma canasta. Tú no tenías la capacidad de gastar en un disco. A nosotros nos tocó la curva en una época en donde ya Lucybell había tenido una base de fans súper grande, nos pasó lo mismo con Dracma, pero la banda se desintegró por temas internos. Pero con Lucybell fue una máquina que siempre siguió en base a que, si había música, había que inventar cómo hacerlo. Está bien poner los huevos en una canasta cuando la canasta funciona, pero tarde o temprano…
—Si te entregan buenas condiciones, también.
“Claro, pero en ese momento las condiciones eran buenas, las compañías de discos antes no se metían en los conciertos. Cuando no tenías plata, la única forma de grabar un disco era así”, explica. Para Cote, Lucybell siempre ha sabido adaptarse a los cambios, gracias a las ganas de hacer que el proyecto siga viviendo “No somos románticos. No nos gusta tener la bandera de los pioneros de nada, aunque a veces coincidiéramos en algo, pero lo que nos interesa es que la gente nos escuche, nos gusta seguir tocando. Entonces, en el medio, tenemos que saber cómo lograr que la gente tenga acceso a nuestra música. Ya sea regalándola o como sea. Nos tiramos a la industria encima cuando regalamos Fénix. Fue una hueá… al Claudio lo llegaron a amenazar, ¿te acordai Claudio?”.
— “Cómo se les ocurre hacer eso nos decían”, grita Claudio desde el otro extremo de la cocina del estudio.
“Habían actores de estas compañías, directores, que nos decían que cómo estábamos atentando contra nuestra industria, si éramos parte de ella. Empezaron con ese discurso moral poco menos y en realidad, el creador de esta hueá es el único que importa al final. Porque, con todo respeto, si no hay una obra, no existe ninguna hueá más. Entonces, si no hay una canción, si no hay una melodía, si no hay un actor, si no hay una teleserie, no hay cómo difundir eso, porque no vas a difundir aire. La gente no se interesa en el aire. Afortunadamente, en estos últimos años se ha dado vuelta la tortilla y esas personas que antes eran perros bravos que te ladraban hoy son gatitos mansitos que andan dando vueltas por todos los conciertos y las Cumbres del Rock y son amigos de todos, y que andan haciendo un lobby permanente para tener una parte de esta hueá”.
—Se demoraron tres años en trabajar Magnético ¿tiene que ver con una decisión de hacerlo así? ¿Ya no tienen ansiedad por publicar?
“No, la ansiedad está igual, porque queremos mucho hacer canciones, pero Claudio vive en Estados Unidos, Eduardo y yo vivimos acá. El día a día no es como uno quisiera como banda, donde tienes mucho tiempo para juntarte, destapar una chelita y escuchar música simplemente. Pero queríamos eso. Entonces, nos planteamos trabajar cuando Claudio venía y hacíamos giras. Trabajar con tiempo de calidad. Ahora, el primer tiempo de calidad era yo en la mitad del The Voice. O sea, el tiempo de calidad era de dos tercios de la banda y yo perdido en otra hueá, y después me sumaba a las sesiones. Y tenía, afortunadamente, la abstracción para poder opinar en el contexto de Lucybell. Y eso abrió una compuerta que era creativamente bonita”.
“Empezamos a sumar material así y esas primeras cinco canciones que fueron el kick off del disco no tenían una intencionalidad de ser un disco. Era como ‘ya, trabajemos estas cinco, no nos presionemos, cuando salgan otras tres vemos si hacemos un EP, o lo que sea’. Y después salieron siete. Y así empezó a brotar la composición. Entonces, creo que quedaron doce grandes canciones que, si tú las pusieras en un hilo conductor, se puede ver que tienen que ver con todo lo que ha pasado en este tiempo a nosotros como personas. No sé po, en este disco nacieron dos guaguas, el hijo de Claudio y mi hija. Entonces, hay influencias de todos lados”.
—Magnético también recoge sonidos de la primera etapa de Lucybell que quizás en los últimos discos no estaban tan expuestas, o no eran tan directas. Volví a escuchar bonitas referencias, como Cocteau Twins, por ejemplo.
“O sea, creo que estaban porque son parte de las influencias de la banda, pero no estaban tan directas. Lucybell siempre se ha caracterizado por ser una banda que no devela todo su entorno y dice esto somos en las primeras dos canciones. Por ejemplo, está ‘Cuando me acerco a ti’, que es una canción súper intensa desde el comienzo, es agresiva, tiene una melodía súper pura en el coro y que hace que sea una conversación entre la guitarra y Claudio durante todo el coro… ‘Salté a tus ojos’, es Claudio con una guitarra acústica, Eduardo con un contrabajo y yo en la batería con plumillas y funcionó la raja. Podrían estar en dos discos diferentes. Nosotros no nos preguntamos mucho cómo llegamos a eso, se llega no más. Y eso es lo bueno de una banda. Aparece una hueá, después aparece otra y hay un tercero que dice ‘chucha, no sé dónde va esto’, pero aporta justamente lo que le faltaba a los otros dos y así sucesivamente. Me acuerdo de un tema… Claudio ¿te acordai de ‘Demencial’?”.
—¡Sí!, grita Valenzuela desde la cocina, mientras se prepara el desayuno.
“Te lo juro que fue un as bajo la manga, o sea, no sé si fue un as, fue ya, un nueve, ja, ja, ja. Pero fue así como ‘tengo una canción y no sé dónde está, no la encuentro’. Y abrí el computador, y puse ‘cote demos’ y la tercera hueá que salía era ‘melancolic’. Y dije, ‘¿será esta?’. Y se la mandé a Claudio en ese instante y quince minutos después, te lo juro, no estoy hueando, me mandó la melodía que es la que quedó en el disco. De inmediato, instantáneamente”.
—”Es que era súper fácil, ja, ja ja”, dice Claudio a lo lejos.
“Ja, ja, ja, ja, claro, era llegar y hacerla. Pero si escuchas la canción del demo, tiene la misma duración y la misma estructura armónica… y tiene la voz de Claudio que abre la canción, porque el 90% de la canción es la voz, al menos para mí. O sea, tú puedes hacer el mejor riff y toda la hueá, pero si estás en Dream Theater, la raja. Música progresiva, la raja. Octopus, mortal. Si estai en Dracma, también, ja, ja, ja. Pero si estás en Lucybell, escribes canciones y escuchas canciones. El adorno armónico es un adorno para una letra y una melodía que siempre son asertivas, son entregas reales. Y en ese sentido, ahí es donde trabajamos súper bien como banda”.
“Yo creo que las giras que hicimos antes, la de Viajar y Peces, fueron muy influyentes en el disco, pero no lo pensamos de esa forma. Quisimo homenajear esos discos pero desde Lucybell en el 2015 y 2016”.
—No ser una banda de covers de sí mismos.
“Claro, pero sí redescubrir algunas cosas”, dice Cote.
—”Tuvimos que programar todo de nuevo”, dice Jorge desde la cocina del estudio, a lo lejos.
“Programamos todas las secuencias de nuevo, todas, las hicimos con Jorge. Otras las hizo Eduardo. Todo lo que tú escuchabas en vivo, lo hicimos de nuevo. Pero en esa adaptación a lo nuevo, yo, en lo personal, fui a lo que hacía Pancho (González) y escuché… me preocupé de la caja, por ejemplo, la caja de las giras anteriores fueron más pequeñas entonces tenía un sonido más agudo, metí un tomb a la izquierda que era con los que el Pancho hacía unos acentos, y lo encontré la raja. Él es un gran baterista y un gran compositor. Es una gran parte del comienzo de Lucybell como autor y parte de la banda, así como también Gabriel (Vigliensoni) y Marcelo (Muñoz), cada uno en su área. Y creo que no podía ser que no los homenajeáramos directa o indirectamente. O sea, cuando monté por primera vez la batería con esa configuración toda la gente dijo ‘hueón, es como la batería del Pancho en ese tiempo’.
—¿Crees que han sido una influencia para nuevas generaciones de músicos en Chile en algún aspecto?
“Sí, yo creo que, en ese sentido soy muy parecido a mi hermano Pedro, tiene que ver con una misión esa hueá. No puedes olvidarlo. Uno no es solo artista y te quedas en lo tuyo. Eres un comunicador. No es una responsabilidad, pero sí debiera despertarse en ti, automáticamente. Yo lo tengo, porque yo era súper curioso cuando era cabro chico. En la música, en la ingeniería, en todo lo que significara crear este espectáculo y siempre tocaba puertas, y a veces ni siquiera se me abrían, pero otras sí. Y a través de esas que sí me abrieron, descubrí que hay que compartir. El conocimiento se comparte. Hay un montón de bandas que no lo hacen, hay muchas que descubren su sonido y en las sesiones, onda, no muestran la microfonía de la hueá, algo que es como una aberración. Si quieres que la música vaya mejorando, muestra los casos de éxito y también los de fracaso”.
“Yo por naturaleza soy generoso y me junto con otras personas para eso. Tengo un par de amigos de Facebook que no deben tener más de trece o catorce años y ellos me preguntan qué caja ocupo, van con los papás a los conciertos y los llevo atrás del escenario y hacen su tour. Me encanta esa pequeña llama que uno podría prender como influencia ¿cachai?. No es mi motivo tampoco, pero no somos cerrados. Y creo que sí hay una responsabilidad, una vez que tú te comprometes con tu música, va metida en eso, no es una obligación. Estoy en una etapa en la que le estoy enseñando a mi hijo a automotivarse, porque las cosas si uno no las quiere, no van a suceder. Violín, piano, matemáticas. Todo, si tú no quieres hacerlo, no va a entrarte. Y cuando entra a la fuerza, vas a tener ese recuerdo”.
“Yo partí tocando la batería a los quince años, no antes, gracias a mi hermano mayor que me abrió las puertas, súper generoso. Entonces, yo creo que debería haber un circuito tanto de los medios de comunicación, como de las bandas y todo su entorno… algo que fuera creando un semillero para el futuro. Que se unan los roadies, que se unan los músicos porque para eso no tenís a la SCD, tu tienes que tocar las puertas de las personas. Tienes que escribirle y preguntarle cosas a Felipe Silva que es ingeniero nuestro desde hace dieciséis años ¿no, Felipe?”.
—”Un poquito más, casi diecinueve”, grita Felipe, mientras prepara un sándwich.
“Ahí te das cuenta, como persona, que están interesados. Yo no voy a ir a buscar a las personas que ‘quieran saber’, ellos son los que tienen que buscar. Porque tiene que haber un hambre. Eso es lo que motiva el aprendizaje”, remata Foncea.
—¿Crees que existe un hambre en los músicos nuevos?
“No. Yo creo que tienen muy poca paciencia. Se frustran rápido. Son ansiosos porque todo el entorno de la comunicación es rápido. Ves una película antes del día del lanzamiento, en cualquier parte del mundo”.
—Ya no existe la obligación de esperar.
“Nosotros estábamos acostumbrados. Te decían ‘esto va a salir el 14 de septiembre’ y era junio del año anterior y tenías que bancarte esa espera”.
—Ahora se hace la canción y la puedes subir al tiro.
“Sí y si no la subes al tiro, la gente va y escucha a otra banda. A las bandas nuevas les falta paciencia, porque su entorno no ha cambiado, sigue siendo el mismo ser humano, pero les está llegando más rápido la información… pero si tú haces una escultura a la que le dedicas tiempo, vas a hacer una obra de arte. En cambio, si tú piensas que por el primer martillazo hiciste algo, claro, van a haber algunas cosas que van a despertar a las personas y van a decir ‘mira, me gusta eso, aunque no dice nada, pero me gusta’, y a ese hombre o mujer lo van a subir a tal nivel que la caída después va a ser en vertical. A mí me gusta la hueá pausada. Yo sé que los esfuerzos personales o grupales de trabajo no son de un día para otro. Hacer música es una maratón, no una carrera de cien metros. Y hay gente a la que le gustan los cien metros porque así cambia de proyectos, pero nosotros somos de tiro largo”.
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