Columpios al Suelo es una banda constante, un poco artesanos, un poco diletantes en este oficio de hacer música. Partieron como grupo el 2011 (con cinco años previos de planificación, temas grabados en computadores de 256 megas de ram) y con su formación actual cumplen un año y medio. Con trabajo y constancia, se han convertido en un nombre a considerar dentro del brillante universo de bandas de la escena local, que se reparte entre locales subterráneos, casas de gente de corazón abierto y buenas intenciones en general.
El grupo se compone de Juan Pablo (des)Órdenes en guitarra y voz, Yanara Zahri en Guitarras, teclados y coros, Ignacio Díaz en bajo y Esteban Robledo o Tebo en batería.
Queríamos saber más de ellos, y para hacer eso posible, ideamos el plan de invitarlos a cocinar, a modo de ejercicio creativo, como una especie de jam que en vez de instrumentos contó con cuchillería, cerveza y verduras. Ignacio y Tebo se disculparon por no poder asistir, pero contamos con la grata presencia de Juan Pablo y Yanara, quienes compartieron con nosotros una tarde-noche donde tratamos de sacar en limpio ideas compartidas y contrastadas ante una cena preparada con amor. Acompañó en la labor Kika, como cordial anfitriona.
Partimos hablando de cómo nos influencian las cosas que escuchamos, leemos, jugamos, vivimos, en lo que hacemos, y cómo eso se traduce en música. Efecto del entonamiento a punta de cervezas, nos incluimos también en la entrevista.
Mario: Respecto de los sonidos compartidos con las influencias, creo que es una consecuencia natural de tener cultura. Me imagino que en el pasado veías a un cazador con una lanza y decías, “pero que bacán po, yo hasta hace un rato cazaba con piedras”, y en el fondo adoptai eso. En eso mismo, creo que se ha satanizado mucho el tema de que uno suene así o asá.
Juan Pablo: Yo creo que uno toma influencias de todo, la música, el cine, las drogas. Creo que, en ese tema, cuando a las bandas les hacen entrevistas y hablan de sus influencias, jamás dicen algo que no sea bandas. Eso es muy plano. Les preguntas las influencias y siempre dicen “mis influencias son Los Prisioneros, no sé qué, no sé qué, los Beatles”, y loco… las drogas, no se habla de las drogas ni de otras cosas. No es hacer una apología, pero hay que sincerar el tema. Y claro, lo que uno lee también te cambia las percepciones de cierta manera.
M: La música entonces surge de varios tipos de experiencias…
J: Piensa en Spacemen 3. Está relacionado. Cambia la experiencia igual cuando uno hace algo volao, a veces te gusta, a veces lo escuchas después y te parece un bodrio. Es parte del proceso.
Mientras terminamos la masa y cortamos cebolla, seguimos conversando sobre los proyectos que cada uno tiene. Yanara hace un par de meses ha sacado al ruedo su proyecto personal, Las Brumas, haciéndose parte del mismo circuito, pero nutriéndolo de una atmósfera distinta.
M: ¿Estás contenta con cómo ha resultado? ¿Has grabado material aparte de las presentaciones en vivo que están subidas a internet?
Yanara: La que está arriba es una. He tocado tres veces.
M: ¿Cómo te sientes al frente de algo tan personal?
Y: Es la cagá. Es distinto, pero me lo esperaba. Pasa algo en las tocatas que de repente me paquea, pero quizás es parte de la weá. Estoy quizás demasiado acostumbrada al ambiente bullicioso y carretero de las tocatas, o quizás porque siempre me han tirado a abrir: la gente no está tan curada, están sobrios y piolas. Entonces, siempre que toco hay demasiado silencio, es muy solemne, y me paquea. En la última tocata igual dije ” igual pueden hablar, chacotear hueón”.
J: Es muy habitual que se dé eso, encuentro, entre cosas más silenciosas.
M: A mí me molesta caleta que hablen. Tiene que ver con un tema de respeto. La gente a veces habla muy fuerte, compitiendo con la música. En ese sentido, les pregunto “a qué vinieron entonces”.
Y: No me refiero a cuando uno toca. Todos queremos que nos escuchen. Me refiero a los espacios entre temas, todos callados, generalmente alguien te dice algo, tiran una talla, están medio dicharacheros, pero acá no poh. Entonces yo digo algo como “bueno, el bajista tiene que sonar”, y ellos “ja, ja, ja” pero eso, Punto. Están todos en esa.
M: Pero es una apuesta, o más bien es algo que necesitabas hacer…
Y: En verdad, siento que siempre fue probar, porque no sabía si les iba a gustar, pero generalmente, cuando estoy tocando, siento que les importa. A veces siento que escuchan cualquier weá y se les olvida, pero cuando estoy arriba siento que no están escuchando cualquier cosa y pienso que algo les llega, y eso me gusta. Estoy contenta con la experiencia.
M: Proyectas grabar y todo, entonces.
Y: Sí. Igual me han ofrecido grabar, y no sé si quiero hacerlo así. No sé si confiar. Me gustaría aprender y grabarme yo misma. Los hueones siempre te quieren poner hueás y yo en el fondo igual quiero que la hueá sea sencilla. No pienso en música super elaborada, como de ciencia ficción. Me gustaría que fuera un registro muy fiel de lo que se tocó y que suene bonito. En volá le pondría unas cositas. Hay temas en los que me gustaría un piano pero no puedo ejecutar la hueá, porque estoy tocando la guitarra, pero me gusta la simpleza, que sea como crudo, no tan producido.
Me ayudan con las pailas. Estamos en la fase de hacer la cebolla con un poco de curri y zanahoria. La masa ya está reposando (luego de un incidente relacionado a un exceso de yoghurt). Mientras suena pailas y servicio, pasan por la lista los nombres de Bolaño, Parra, Lira y Emar. Saco a la palestra a Poli Délano. Siempre lo hago. El horno se está precalentando y la acelga ya se redujo lo suficiente. Empezamos a poner la masa en una fuente de vidrio resistente al calor. Sacamos las papas cocidas y las laminamos. Hablamos del pastel Columpios al Suelo, que quedó así nombrado a falta de un proceso de selección de nombre más extenso.
El pastel que estamos haciendo no tiene carne, pero no porque no quisiéramos, sino que sencillamente no tenía nada de carne en la casa y bueno, a veces hay que pelárselas con lo que hay. Tampoco es que haga tanta falta. Es delgada la línea entre la costumbre y la real necesidad.
J: Desconfío de los periodistas y de los productores musicales. Por eso vinimos. Sé que no vas a hacer algo publicitario. Las páginas y las revistas tienen el tema del click, una línea super inofensiva, sólo preguntas para quedar bien. Les da lata hablar de política, pero “todos somos de izquierda”.
M: Hay poca confrontación, no hablemos de esto, respetémonos. El respeto también es un tema de poder decir las cosas.
J: Quieren que uno sea una especie de modelo. Siempre te dicen, tu disco es uno de los que más ha dado que hablar en el año y a todos les cuentan lo mismo.
La música no es de uno
M: Partió todo en tu cabeza, pero ¿sientes que de alguna manera has ido cediendo en el tema de la composición, por ejemplo?
J: Somos los Columpios. Todo el mundo puede decir lo que quiera, si no le gusta un acorde, puede hacerlo. Por un tema de historia, lo siento más propio, siendo el compositor. La prehistoria de esto empezó con Nacho y yo, yo diciendo “lleguemos con ideas y trabajémoslas”, y yo pensaba que eso era una especie de Lennon-Mcartney. Onda, llegamos, tu pones tus ideas yo las mías. Con la llegada de la Yanni ha funcionado super bien ese ímpetu colaborativo. Se mete en la hueá, tiene el coraje de poner sus ideas.
Empezamos a llenar el pastel. Pongo sobre la mezcla las papas. Yanara me dice que sería más rico si debajo pongo primero el queso, luego las papas y luego otra capa de queso. Terminamos el proceso, con la masa que sobró hicimos una especie de pizza con queso, orégano y aceitunas compradas en Tiltil. Miramos todos al pastel mientras lo empiezo a poner con cuidado adquirido al horno.
M: Llevan años tocando, han generado cierta camaradería con las bandas del circuito, ¿no?
J: Son muchos circuitos pequeños que son vecinos unos de otros. El del hardcore es vecino del círculo pop, los experimentales, los más rockeros.
Juan Pablo sale a fumar un cigarro al balcón. Me quedo con Yanara en la cocina. Me miro las mangas llenas de harina. Me había topado a Yanara un par de veces en este edificio, en el piso de arriba. Hasta me convidó sopaipillas una vez.
Y: Me saqué la mierda en bicicleta. Y después dejé la bici afuera de la casa, la regalé en realidad. Por eso no vengo mucho. Está maldito el edificio.
Los departamentos del cuarto piso son dúplex gigantes (para el tamaño del departamento que arrendamos Kika y yo) y siempre se mudan grupos de amigos, en parte por el precio de un lugar con cuatro habitaciones, en parte por la conveniente cercanía a los lugares de trabajos de muchos de nosotros en una ciudad tan mal construida. Retomamos el tema del proyecto.
M: ¿Y con quién estás tocando en Las Brumas?
Y: Con la Anto, la polola del Dimi (guitarrista de Gangrena Surf), la niña de Femicidio, toca en Blasfemme, con el Dimi en Gris Castigado…
M: Toca el Horacio ahí (un amigo de años al cual quiero más que lo que lo veo).
Y: Sí, toca el Horacio. Me gusta harto (Las Brumas). A lo mejor es muy chupaconcha que lo diga, pero se siente un rollo emocional brígido en cada canción. Siento que hay bandas que no buscan esa hueá, sino que buscan sonar bien, el rock, la energía, ya, seamos fuertes y bailables. Mi rollo es un viaje emocional. Pasar por muchos estados diferentes de verdad, atraparlos. Y siento que se entiende y se recibe, y eso me gusta.
M: Te planteas de otra manera y te entienden.
Y: Distintas hueás. Se notan las intenciones de las bandas: los que quieren rockear, los que quieren hacer bailar, los que quieren conseguir chiquillas, los virtuosos, los raros por ser raros, onda aquí cambiémosle el tempo…
M: Y cuando les preguntan por qué hacen música, la respuesta siempre es rara.
Y: Porque puedo, porque algo sé de música y quiero que se note. No siempre es porque nace demasiado y no puedo hacer otra cosa. Me preocupo de que la hueá suene bien, pero también pienso que las pifias son parte de todo y no me preocupo tanto. No me interesa que sea una hueá ultra prolija. La única forma de hacer sentir creo que es sentir algo tú también.
M: La música hace que te intereses en música. Quién no se pegó con Smiths.
(Vuelve Juan Pablo).
J: Las canciones que te salvaron la vida. Es algo universal. Mueve hasta a los hueones, cabros.
Y: Reconozco que Morrissey es bueno, pero, Smiths, no sé, no hay comparación. A pesar de que me gusta, no lo sigo de la misma forma. Hay gente fanática, como el Voz de Hombre (Cristobal Gajardo). No sé si piense tanto en Johnny Marr.
J: Nos hicimos almas gemelas con Cristóbal, es muy buena onda.
M: La cagó que sí. El disco que sacó es bueno, las guitarras son la raja.
J: Y es un loco con el que podías hablar de música, como el Walter (Roblero), gente con la que puedes sentarte a conversar. A mí no me pasa en general, a veces converso con bandas de hueones, les hablo de música que me gusta y creen que cacho mucho, pero sólo que es porque me gusta la música.
Y: Pasa mucho que muchas bandas conocen un solo estilo. Les gusta el punk y cachan harto de punk, pero el resto de música se la meten por la raja.
Nos movemos al living y notan que tengo el documental de R.E.M., donde se hila el relato de la banda a través de apariciones en MTV. Lo ponemos y seguimos conversando.
J: Volví a pescar a REM. Hace doce años me bajé un compilado y el Automatic. Ahora me di la paja hace poco de escuchar disco por disco.
M: ¿La primera banda que te cagó la cabeza?
J: Más que una banda es un recuerdo. Michael Jackson. Estaba en el jardín infantil y me encantaba. A una niña que me gustaba y le cantaba canciones de Michael. Había otro niño que también cantaba, pero sentía que él las pronunciaba bien, mejor.
M: Hace poco salió una noticia nueva de Michael y la gente volvió a juzgarlo acá. No juzgamos a Pinochet y vamos a andar juzgando a Michael.
Y: Les piden una ética intachable a los artistas.
J: Creo que el artista tiene un compromiso consigo mismo nomás. No tiene que darle explicaciones a nadie.
M: Es como el rollo de hablar por ejemplo mal de otras bandas, o de no hacerlo. Por un tema de ética me imagino.
J: Es gratuito hablar de bandas en particular. No son el enemigo, tampoco una banda que no me guste.
Y: No voy a hablar de bandas que, aunque no me gusten, sé que se esfuerzan, trabajan y se han ganado su público.
J: Me pasa con las páginas, que igual no hablan de bandas malas. Yo creo que igual las hay. Tenemos que sincerarnos. Pienso, por ejemplo en Mottley Crüe, que es una banda doblemente mala, en el sentido de la música y el del mensaje, de misoginia, de frivolidad y rock and roll, pene, machismo, una weá cancerígena.
M: Cuando erai chico no cachabai porque todo estaba en inglés. Pero los videos lo decían todo.
J: Es un problema que no haya debate, que no se pueda hablar de los pares.
Y: Es un tema de miedo. Hablai mal de alguien, te quemai.
J: Claro, tiene una serie de contactos, y te vai cortao. Pueblo chico.
Y: Puros cahuines.
J: Siempre les digo a los chiquillos de la banda, algo que tengo como ley: nunca confíes. Nunca confíes en la gente de las tocatas, porque todo el mundo, después de la peor fecha, te dicen “oh, la raja”, o después de la peor tocata, te saludad, se tocan el corazón, dicen “fue la mejor hueá”, y fue la peor tocata de mi vida, no se escuchó nada.
Y: Pero eso igual puede pasar porque la gente puede percibir otra hueá. Lo que importa es que te den una opinión para bien o para mal, pero bien construida.
M: A veces uno siente que le mienten, entonces prefiere preguntarle a alguien más de confianza, que para qué te va a mentir.
J: Una tocata tiene que ver también con qué tanto sientes que entregas.
Y: Había un loco que decía “no me gusta tu banda”, pero aparte de eso, no agregaba nada.
J: Yo le decía, “hueón, la raja”, y él “no, es que te lo tengo que decir”.
Y: Pero no dijo por qué, porque suenan mal, porque los temas son trillados.
M: Tengo un par de conocidos a los que no les gusta Columpios. Un amigo decía que eso ya estaba hecho. Igual es de otra onda.
J: No hacemos música para que le guste a todo el mundo, esa hueá la tenemos clara.
M: ¿Y para qué haces música?
Hay una pausa corta. Esa pregunta quizás se hace todo el tiempo, y siempre la respuesta es distinta.
J: Para remecer, para combatir las hueás inofensivas, cosas como la indiferencia, la apatía, algo que importe en esta ciudad, no sé.
M: ¿También es algo para ti? ¿Ese efecto que quieres lograr para el resto también tiene que ver contigo, como un llamado de atención a ti mismo?
Y: Esto también es algo que te tiene que hacer sentido, llegar a ti. Tiene que ser real.
J: Es que si a ti te parece una mierda, a quién le va a importar también. Igual uno puede mentirse.
M: Y lo que hablábamos antes. La música o lo que hacemos bebe de cosas que antes hicieron otros. Así funciona la cultura.
Y: Como las películas buenas. Son pocas veces historias como “oh, esta weá no la he visto antes”. Hay hartos patrones de una buena historia, y tienes miles de formas de contarla. Lo mismo con la música.
M: Como los patrones del ADN. Son el resultado de montón de hueones atrás. O la comida. El arroz es universal.
J: Lo más puro para responderte la pregunta de por qué hacemos música sería decir que porque no podemos hacer otra cosa. Es una urgencia, no puedes evitarlo. Es lo que te da, no sé si necesariamente una respuesta. Es una trinchera, un espacio de libertad máxima. No hay instancia en la que, por lo menos yo, me sienta más libre que haciendo música. En mi casa no me siento tan libre. Tú puedes volar en una canción, puedes hacer lo que quieras. Puedes matar a alguien, matarte en una canción.
Y: En sentidos creativos y comunicacionales es brígido. Por ejemplo, una persona que se comunica como el pico con la gente, con las canciones puede lograr comunicarse, establecer un lenguaje y una comprensión, propia y del otro.
M: Un medio por el cual no sólo te comunicas para afuera sino que también pa’ adentro.
J: La sublimación de toda esa weá.
Hago yo una pausa ahora. Le ponemos play al documental. Empiezo a cortar el pastel. Junto al hambre nos fijamos todos en el copioso pelo de Michael Stipe.
Y: Respecto de lo último, del hacer música, de que todos tenemos motivos diferentes, quizás suena a enseñanza religiosa, pero de las enseñanzas bonitas, es cuando te dicen “usted tiene que compartir sus talentos”. Si usted es bueno para hacer no sé qué cosa, tienes que hacer algo productivo con eso. En el fondo hay gente que piensa en la trascendencia, o en dejar un legado, o hacer algo en tu vida que quede, y no es como “voy a hacer la mejor canción del mundo”, sino que voy a hacer algo en lo que siento que sirvo, y tengo que compartirlo de alguna forma o tendré una vida terriblemente egoísta.
J: Esa vez que carretiamos acá cerca y nos llevaron presos por tomar en Bustamante, yo pensaba ahí mismo, la música es como una carta de amor al mundo, y eso fue como una revelación. Lo pensé y fue la verdad para mí. Cinco minutos después pensaba, es como un escupitajo al mundo también, una descarga del dolor que sientes, o esa rabia. Es un universo, es más grande que tú.
Y: Son espacios para crear. Puedes hacer música, escribir. Puede darte pudor y vergüenza. Me pasa (con Las Brumas) que me siento en pelota con estas canciones, pero después pensaba, y a quién no le gusta empelotarse.
M: Me pasaba que me sentía muy vulnerable cuando tocaba, y tenía que hacerlo. Cuando la terminaba, era un alivio, sólo quería agradecerle a la gente por no abusar de esa vulnerabilidad. Pero al principio me sentía como entrar a una playa fría.
J: Es una apuesta. Todo o nada.
M: La otra vez hablabas con Simón (de Niños del Cerro) y a él le extrañaba que no estudiaras. Eso se nota en lo que creas, esta apuesta que puede ser valiente o suicida. Esto implica costos.
J: La hueá de no estudiar es por la música. Igual tengo apañe de gente, como mi mamá. Es esa la apuesta, esto o la soga. Tenís que dar tu vida. Es medio quijotesca la hueá. Puede ser también un lugar común en las letras, ciertas imágenes, como soltarse, o salir a la calle con la soga al cuello, desesperado. El salto al vacío.
La primera mitad del pastel ya no existe. Quedamos pensando un rato sobre lo que hemos hablado. La música se me hace algo demasiado inabarcable, y estos ejercicios fútiles de tratar de entender qué significa para nosotros nos supera.
El documental de REM va al final de la época IRS.
J: Nunca transaron.
M: Igual se convirtieron en voces generacionales. Medio a su pesar.
J: Es brígido el peso de eso. Tienen temas menores que son buenísimos.
Y: Uno raya por etapas con la música, pero hay cosas que están siempre. Los Beatles están siempre, Soda Stereo, My Bloody Valentine, Smiths. También hay cosas que hemos escuchado hace poco, Eduardo Mateo.
J: Velvet Underground también es súper importante. Me encanta eso de las canciones en que la letra dice algo y la música es lo mismo.
Y: Es muy expresivo el mundo musical de ellos.
J: Te imaginai toda la hueá. ‘Waiting for my Man’ tiene esa impaciencia en la música. White Light fue un suicidio comercial y suena como el hoyo, o sea, genial, y es valiente, porque estaban oponiéndose a todo.
Y: Violeta Parra
J: Violeta Parra
Y: Todo lo que hemos tratado de decir de porqué hacemos música ella lo podía decir en una frase hermosa y muy poética. Hablaba una vez, no de la música sino que de sus cuadros, a una señora le gustó su obra y le empezó a decir, “tengo que hablar contigo, seguro tienes hambre, vamos a comer”. La vieja dice que Violeta la miró fijo a los ojos y le dijo “no tengo nada de hambre”, y la señora le decía, pero cómo, si es tan tarde, tenemos que comer, y Violeta le dice, “no, no tengo nada de hambre porque me acabo de comer tu alma”. Eso, te alimentai de las cosas que introduces en la gente.
J: Violeta Parra es tremenda.
Y: Claro, a Violeta le decían, “qué elegirías, las arpilleras, la música, la pintura”. “Elegiría la gente”. Pero cómo, le decían.
Hacemos una pausa. Comenzamos a dividir en partes iguales el resto del pastel.
J: Soda Stereo fue lo primero que escuché de chico. Después de que lo escuché fue como, esto es lo que quiero hacer. No astronauta, nada. No les pedía juguetes, les pedía cassettes a mis viejos. Valían tres lucas.
M: No conocía la pimienta hasta hace poco. ¿Tienen algún aliño o verdura favorita en la comida?
Y: La cebolla es demasiado importante.
J: La cebolla.
Y: Y el ajo.
J: Ese olor, cuando alguien cocina cebolla, dan ganas de quedarte en el lugar, evoca demasiadas cosas. Es pa’ quedarse pegado.
M: Pétalo a pétalo se formó tu hermosura.
J: Me dijeron que la película es mala (Neruda).
M: Hay una guerra civil al respecto. He leído hartos comentarios negativos al director, acusándolo de ser un zurdo impostado, que no hay valentía real en su cine.
J: Igual, El Club me gustó caleta, la anterior a esta.
M: ¿Ven harto cine?
J: Sí, pero no cacho tanto. De cine actual, no manejo nada. El cine gringo de los setentas me gusta. Scorsese, De Palma. Sidney Lumet. Lynch. Kubrick era un marciano. No se circunscribía a nada.
J: Era el mejor.
M: Además, ¿cuál es el valor del arte que no se hace contra adversidad? Como las bandas tributos con pedazos de instrumentos.
J: La música ya no es arte.
M: Tocar con apoyo de marcas y todo eso.
J: Siento que esas instancias igual hay que usarlas. No es avalar marcas de mierda. Bandas como Gris Castigado o Las Olas, no tengo duda que ellos usarán esos recursos, y no van andar con las Converse; grabar un día igual es todo lo desechable que querai, pero sonará mejor que tú grabándote sin equipos pro. Ballantines no cacho cómo funciona. La música perdió la relevancia en la vida cotidiana. El trending topic es lo único que importa. ¿Cuál fue el último disco más importante para la gente?
M: No tenís cómo saberlo. No llegas a veces a ser consciente de tu alcance.
J: Es difícil abarcar también acá. Está hecho de piños. El hardcore no se junta con el pop, por ejemplo. Igual, volviendo a la relación entre las bandas, encuentro que es bacán. Está esa buena onda entre todos, no hay egos y la música igual importa. Las bandas se disfrutan entre ellas. Tengo muchos amigos entre las bandas y confío en ellos, no así en productores o periodistas. Creo que el periodismo musical acá prácticamente no existe y los productores tratan a sus bandas como boys bands. Y tocar por plata, si pensai tocar por plata, te va a ir mal. Gepe me imagino que recién está empezando a vivir tranquilo gracias a la música. La Javiera Mena también.
M: O la gente que viene a la escena a vender la pomada.
J: Ha pasado, la polémica del compilado. Entre bandas ha pasado. Como si todos quisieran una tajada de algo que no rentabiliza. El hype es poderoso, y siempre deja a bandas a la deriva porque no cuadran con la hueá y eso siempre ha pasado acá, y es terrible, ver bandas buenas en conciertos que preparan dos meses, y van diez personas, quince. Y eso es lo que deja el hype. Las bandas que dan que hablar son unas poquitas y hay otras bandas que son tan buenas, mejores incluso que el montón visible.
M: A veces se siente como un mercado chiquitito en el que hay cinco bandas populares y ya se saturó.
J: Y por otro lado a la gente no la levanta la música, no hay un mercado cultural real, no tiene que ver con el arte, ni con la vida de las personas. El éxito acá tiene que ver con estar “haciéndola”, una hueá terrible. Cuando estás en la música lo haces porque es lo que te hace seguir viviendo. Siento que hay que darle esa prioridad, esa relevancia.
M: Tanto de quien hace como de quien escucha. Pasa con esa conexión de ahora más expedita entre quien escucha y quien toca.
J: Es bonito eso.
Giramos un segundo al documental, que en realidad todo el tiempo estuvo ahí, medio imperceptible.
M: Las tenían claras desde un principio.
J: No quisieron hacer más su hueá y no siguieron. El pop es como tierra de nadie, hicieron lo que quisieron, y cuando ya se aburrieron, chao nomás, nos vemos. Sin concierto de despedida, apretón de manos y listo. Igual no juzgo los conciertos de despedida, porque creo que también debe ser una hueá bien de amor. Una última vez sentir eso tan importante.
M: ¿Columpios es un monolito?
J: Lo quiero demasiado, ha estado a punto de morir mil veces. Creo que Columpios también puede ser cualquier cosa. No estamos haciendo música de género, entre los cuatro pasa una hueá bacán. Con Yanni y el Nacho hay un núcleo, el Tebo reforzó eso.
M: ¿Y en qué otros proyectos están?
J: Yo estoy en Maifersoni, otro proyecto con Julio Pablo (de Fredi Michel), canciones de él, me dijo invéntale unas guitarras, y a Pelado, el otro integrante, le pidió que le pusiera unas trompetas. He estado ensayando harto. Con Maifer paramos después del viaje un par de semanas. El Nacho forma una banda con Alex Neira y Pablo Philips, Los Pajaritos, creo que es su nombre no oficial. La Yani te ha respondido ella misma, estuvo en Serkimono un tiempo, pero ahora está enfocada en su proyecto personal. El Tebo toca en la Paciente Ingle, haciendo un freefolk. Toca en la Rim Bam Bum, masiva orquesta que está preparando su disco, es Chinchinero y Trompetista y quizás en qué más ande metido.
M: Están preparando un EP para pronto. ¿Ya está listo?
J: Está grabado. Con Fisura también, pero lo grabamos hace rato, antes del split. Está la mezcla parada, porque no he ido a mezclar. Me queda a trasmano.
M: El split fue el debut.
J- Sí. Yo pensaba en el split como “ya, mostremos algo”, porque son temas representativos, pero yo los sentía más una toma en vivo. En el EP pienso que igual quiero una mezcla más rica. En el split tratamos de hacerlo, pero el ep es más…
M: Salir a la cancha.
J- Claro. Lo grabamos con todo prestado. Le pedí una guitarra a Simón y ni lo conocía, me la prestó y se la fui a dejar. Usé varias otras guitarras y cosas prestadas. Toqué hasta con una guitarra de doce cuerdas. La Yanni conocía a un loco de una banda que tenía y le pedimos, y al tiro dijo que sí. Eso igual te habla de cómo funcionan las bandas y es súper bacán. Siempre ha sido un apañe máximo entre ellas. Cabros como Cisterna Bizarra son un siete. Esta hueá acá es tan chica que la gente ve a uno y “ah, éste toca en esta banda” y se va a armando una cosa única.
Seguimos hablando de la receta, de la fauna de los pocillos plásticos en las cocinas del mundo, de la comida congelada, de cómo plantar cebollas y ajos, de Jorge Gonzalez.
M: Y en todo este escenario, uno decide seguir haciendo música.
J: Al vacío nomás po, hueón.
Para hacer en casa – Pastel Columpios al Suelo
Masa:
-1 yoghurt natural
-una taza y media de harina integral
-un ajo molido
-una pizca de sal
Relleno:
-2 cebollas medianas
-3 zanahorias (o a gusto)
-una cucharada de pasta de curry
-un paquete de acelgas
-un tarro de crema (200 cc)
-tres papas medianas
-merken, orégano a gusto
-mantequilla
-romero
-una cucharada de aceite
-8 láminas de queso mantecoso laminado
Cortar las papas en láminas delgadas y cocerlas con romero por 15 minutos. Hacer lo mismo con las acelgas y colar ambas verduras por separado. Cortar en pluma las cebollas, rayar las cuatro zanahorias.
Poner el aceite en una sartén a fuego medio, agregar con cuidado las cebollas y las zanahorias y sofreír, agregando el merkén, revolviendo constantemente. Agregar las acelgas ya coladas y la crema. Revolver hasta alcanzar una consistencia relativamente sólida.
En una bandeja, enmantequillar y repartir la masa, lo más delgada posible.
Precalentar el horno a fuego medio. En la bandeja con la masa, poner primero la mezcla. Sobre la mezcla, poner una capa de queso, luego las láminas de papa, luego la segunda capa de queso. Poner al horno durante 20 minutos, revisando.
Servir con cariño.