Sábado 13 de julio del 2013 y una organización comunitaria autogestionada presentaba, por primera vez, un festival en pleno barrio Bellavista con La Bestia de Gevaudan, Matías Cena y Disputa en su cartel. Celadores Fest #1 daba comienzo a esta aventura con un ya mítico afiche en blanco y negro que dio el vamos a una historia que por estos días dice adiós, no sin antes hacer lo que mejor sabe: comunidad entorno a la música.
“Recuerdo que durante el 2012, Hernán (Angulo) estaba editando un cd de la Bestia de Gevaudan, y antes había colaborado con otras ediciones de bandas relacionadas al hardcore, que coincidentemente fue nuestro punto de unión en la música, así que para vender el disco nos conseguimos esa casa en Santa Filomena donde nace el primer Celadores Fest, una tocata-fiesta con puestos, de manera muy piola”, cuenta Catalina Molina, quien junto a Angulo brillan como fundadores de esta idea.
Ella, diseñadora y amante de la música, sintió la necesidad de mezclar ambas cosas para lograr comunicación visual representativa de sus pasiones. Así siguió el tiempo y el sello e identidad que Celadores gestó fue moldéandose en las manos de la artista y el grupo de trabajo que a pulso llamó a sellos amigos, bandas independientes y tiendas de vinilos. “Por el 2014, recuerdo que llegaron como 800 personas, fue de locos, hermoso, rotaba y rotaba gente, todos compartiendo esta iniciativa. Me acuerdo que ese día nos quedamos ordenando hasta muy tarde y nos sentimos responsables de lo que pasó y empezamos a pensar cómo podíamos repetir esa experiencia que fue enriquecedora para todos. Desde ahí no paramos. Qué heavy recordad todo, pero ha sido una experiencia bonita y real”.
—¿Cuáles eran sus sueños, metas y aspiraciones en ese entonces?
Creo que el objetivo no ha cambiado mucho, desde un comienzo nuestra menta fue generar instancias de encuentro en torno a la música porque simplemente nos gustaba demasiado, era cotidiano el autogestionar todo y el compañerismo era infinito. Todo era muy emocional en ese entonces, muy intenso. Los sueños creo que fueron tomando forma durante los años que trabajamos, al menos para mí, como diseñadora y productora me llevó a encontrar a los veintitantos lo que siempre busqué: estar vinculada a la música como una forma de vida, como una exploración interminable.
Hoy, sábado 21 de octubre, Celadores realiza su última feria, una despedida tras cinco años de versiones que fueron evolucionando en todo sentido, en cantidad y calidad. Si al principio eran 10 puestos, ahora son 25, y hasta llegaron a los 45 cuando el boom del vinilo llegó hasta la feria durante el 2015. Si al comienzo eran dos bandas, hoy rotarán trece proyectos sin contar los a los Djs que prenderán la jornada en la explanada en el espacio Baila como Quieras, dirigido a la expresión corporal transversal para grandes y chicos.
Y así suma y sigue. Sumaron expositores vinculados a la música sin ser proyectos musicales, charlas y documentales, fenómeno que también se va a repetir en F8 durante todo el día en la Microsala de Matucana 100. “Creo que de todo eso, lo más importante para mí es que pudimos mejorar la calidad de todo, incluyendo el sonido, que es mayúsculo porque si es Celadores tiene que sonar bien aunque nos gastemos todo en eso”, cuenta la diseñadora que para esta versión recomienda el documental de “una de las mejores bandas del país, Asamblea Internacional del Fuego” a presentarse en la Microsala a las 21 horas.
Quienes han tenido la suerte de ver a Celadores frente a sus ojos, seguro también sienten un grado de emoción por ver cómo la feria, las fiestas y las tocatas evolucionaron. “Crecí infinito con este proyecto porque lo di todo. Dejé de ser tímida, me atreví a cuestionar lo que no me parecía, conseguí lo que quería. Sin pitutos, sin nada, sólo planteándome y planteando la idea tal cual era”, comenta Catalina sobre este proyecto sin fines de lucro y gratis, siempre con la motivación de ser un aporte, una vitrina a trabajos musicales ajenos y “no porque es tu amigo, si no porque crees en lo que hace esa persona o simplemente te gusta”. Ellos creen en la diversidad, por eso es que Gianluca convive con Las Brumas sin problema en una instancia como esta. “Transversal y gratuito”.
“Con el tiempo, la gente y los medios comenzaron a creer en nuestro proyecto, y cada vez más nos enfocamos en la transversalidad, en la inclusión, en crear nuevos motores de cultura para que los más jóvenes vengan y sepan que si quieren parar algo, se puede. Pero en serio sí po, no de posero, no de ego. Yo creo que eso se nota en una producción y ese es el sello diferenciador de Celadores, que nunca ha tenido mayor pretensión que generar instancias en torno a la música”. Y no ha cambiado mucho. Ahí sigue Hernán y Cata, con ayuda de familia y amigos como José Mardones o Dani Benincasa, levantando eventos para quienes tengan el interés de mirar desde cerca cómo una producción autogestionada puede llegar a ocho versiones sin agotarse, todo lo contrario.
Ahora llegan otros tiempos. La feria se detiene, los caminos se separan y algunas etapas se queman. Pero la fundadora no quiere llamarlo fin, “menos de Celadores, que es tantas cosas. Para mí es una transición hacia algo diferente. Para mí Celadores es como una canción de Los Planetas: amor, desamor, relatos, penas y alegrías, pero basada en el cariño por sobretodo”. Y ya sabemos que Los Planetas son infinitos.
Foto* Inti Gajardo