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De Bill Murray a Batman: El camino de independencia de El Mató a un Policía Motorizado

De Bill Murray a Batman: El camino de independencia de El Mató a un Policía Motorizado

Estamos nerviosos. Eso pasa cuando tienes esa posibilidad de ver a una banda que te gusta de cerca. Ya lo sabe bien Santiago Motorizado y Pantro Puto que tuvieron la suerte de existir en el mismo espacio/tiempo con esa agrupación que logró encantar a la escena punk platense, de donde ellos vienen, como fue el fenómeno Embajada Boliviana.

Estamos nerviosos y ansiosos porque sabemos que, entre giras mundiales y fechas agotadas, son sólo unos chicos del indie que a duras penas logran entender qué está pasando. Y sabemos que tienen ganas de conversar. Estamos en la parte trasera del hotel Atton de Vitacura en un escenario bastante más distinto al que se enfrentó El Mató la primera vez  que vinieron a nuestro país durante el 2007 para llegar al Club Mist, y también bastante diferente a  esas dos fechas que contemplaron Cellar y Cine Arte Alameda en el 2012 con un ticket que costaba tres mil en preventa y cuatro mil después de la medianoche. Ahora están en un hotel y tienen ganas de conversar.

“Me acuerdo que nos sorprendió aquella primera vez que vinimos, que no hubo mucha difusión y fue todo medio fantasmagórico. La segunda vez la intensidad de la gente era otra, cómo cantaban las canciones nos sorprendió un montón, notamos un cambio grande”, dice Santiago en un incómodo asiento mientras luce una chaqueta verde un par de tallas más pequeña que otras que se le han visto. Ya decíamos que las cosas han cambiado, nosotros como integrantes del grupo de seguidores y ellos como artistas. “Luego de que pasó este tiempo sin venir nos quedamos con esa experiencia bonita guardada y sirvió para el festival En Órbita que estuvo buenísimo, casi cerramos tocando antes de los Dandy Warhol, vimos gente y sentimos ese cariño pero en contexto de festival que igual es distinto”.

Es 2017 y la suma de todas las fechas concluye en una suerte de fusión que junta el nicho con la masividad que han adquirido con esto de tocar durante años. Y en dos noches seguidas. “La verdad es que no sabíamos el intercambio para con la banda, sí nos llegaban unos reclamos y los saludos por redes sociales pero no podíamos generar una perspectiva de qué nos podía pasar aún cuando nos decían ‘ustedes tienen que venir a una sala y va a ir mucha gente’. Y bueno, nadie nos invitaba, que se yó…”. Pero llegaron a la sala, como dice Santi.

Antes de este encuentro de sillas de plástico y grabadora, ellos andaban probando sonido en Matucana 100 para su primer show en Santiago Motorizado de Chile, ciudad que por 48 horas fue la casa de una de las bandas de la revelación trasandina de un buen grueso de años pasados, soundtrack de vida para muchos. “Pudimos sacarnos las ganas de volver a tocar en una sala y nos sorprendió que se agotaran las entradas antes, semanas antes de tocar. Es como raro ¿viste? muy ajeno a nuestro universo pero con este disco está pasando mucho y estamos muy locos”.

“Habrá que acostumbrarse”, le comentamos en broma ante este nuevo fenómeno de botones de hotel y autógrafos de los que tampoco pudieron salvarse cuando terminamos nuestra ronda de preguntas.

“Espero que no, está loco”, dice Santi.

No lo mal entiendan que incómodo no está, pero sí confundido y se le nota en la cara cuando hace ese repaso de pensar qué mierda está pasando en esta nueva versión de El Mató a un Policía Motorizado. “Sé que es lo peor pero esta es la mejor versión de mí”, cantan en ‘El Mundo Extraño’, esa canción que coincide en nombre con su momento actual, y que se extrae de su nuevo disco, La Síntesis O’Konor, el tercero de su carrera.

“Somos la mejor versión de ahora, nuestra actual. Yo disfruté cada una de las etapas de El Mató. Siempre sentí que era la mejor versión de nosotros en cada momento. Ahora por ahí estamos más…No quiero usar la palabra maduro porque me siento viejo, pero está bueno que en relación a los arreglos que hicimos sí estamos más complejos y sutiles”, se une Pantro Puto de nombre real Manuel, que mientras responde se toca los brazos a modo de abrigo. Entre tanto ajetreo en tan poco tiempo no alcanzó ni a sacar una chaqueta: bajaron del avión, probaron en M100, hicieron check-in y se entregaron a los periodistas, entre ellos nosotros, ansiosos y nerviosos, que para esa altura del día ya teníamos un par de cervezas en el cuerpo y la rabia de haber sido tramitados de correo a Whatsapp, a chileno, a argentino, de vuelta al correo y finalmente a un encuentro fortuito en este pedazo de hotel y sus sillas plásticas, muy incómodas como todo lo que pasa en Vitacura.

Inevitablemente llegamos a esa parte de la conversación: La Síntesis O’Konor. Faltan menos de tres horas para su primer show en nuestra capital y ninguna respuesta le hace juicio a la madurez que los músicos alcanzaron en este tramo, aunque no quieran ocupar esa palabra porque, como ya sabemos, los hace sentir viejos.

***

Con un atraso importante y un aforo menor al esperado, la cancha de M100 es bien diferente de lo que uno se hubiera imaginado para una banda que agotó sus entradas para la primera tocata programada. Todo es muy raro, El Mató un Policía Motorizado se ve como la agrupación que está en el filo entre independencia y el profesionalismo, que si bien no son excluyentes, es la imagen que se deja ver mientras entran los cabros al escenario.

Todos llegamos a un acuerdo silencioso: esa sería una suerte de ensayo frente a público para lo que pasaría al otro día en la Blondie, caldera donde el nuevo disco terminó de tomar forma ante el público chileno.

La experiencia de escuchar los temas de La Síntesis en vivo es completamente diferente a la experiencia del disco: con las luces adecuadas y las visuales de acompañamiento -como pasa en la segunda fecha- temas como ‘Excalibur’ ganan un montón en vivo. Sentimos que se re-entendía ese track, que al acoplarse al increíble ‘El Mundo Extraño’ termina por adquirir otro sentido. Tampoco se puede hacer vista gorda a lo bien que suenan ‘El Tesoro’ y ‘Destrucción’ con sus hi-hats marcados y sus marimbas que aumentan el poder de la pieza en un cien por ciento.

‘Las Luces’ es otro ejemplo de lo mucho que ganan las canciones en directo. Desde esa batería que suena mucho más agresiva que en el disco -como si estuviera Dave Lombardo tocándola- hasta ese sentimiento que sólo las mejores copias a Los Planetas pueden lograr. No estamos hablando de los españoles de manera gratuita o al azar, pero ya llegaremos a eso.

Al final, lo que nos queda por criticar es que ‘El Magnetismo’ estuvo presente en la fecha que menos lo merecía. Matucana no estuvo hasta las masas pero el espacio se llenó con un viento perfecto para decorar este viaje de nuevos tracks y antiguos riesgos que los llevaron a otras aventuras que vieron sus primeros pasos en la autogestión, igual que la querida Embajada Boliviana. “Siempre tratamos de esquivar el concepto puntal de indie porque sabemos que, más allá del cómo se hace, también se usa para un género musical y eso te limita y te encasillan y no está bueno encasillarse nunca en ningún sentido”.

Se nota en la gente que encasillarse no es necesario. Adultos, unos más bebés, mujeres y hombres, hipsters y hasta los siempre poco respetados zorrones, transversalmente emocionados por ver a la banda que para En Órbita no contó con tanta euforia en cuanto a compra de tickets. “Nos gusta usar la palabra independiente, entera, porque es toda una cuestión ser independiente, autogestionado…” y lo siguen haciendo hasta ahora como se puede ver en estas fechas que nacen luego de conversaciones con Algo Records y unos abrazos de Doll Music. Pero el grueso está hecho por ellos y su interés, que se fue expandiendo a medida que nuevas puertas se fueron abriendo.

La independencia los atraviesa, así “decidimos encarar nuestro arte y nuestra vida” , y cuando hacen el ejercicio de meditación al pasado ponen una particular cara, la misma que a veces se les escapa sobre el escenario cuando se dan cuenta de esa hinchada casi futbolera que inunda sus shows. “Siempre recordamos de dónde venimos y cómo empezamos y es bastante increíble pero está bueno porque vas marcando el camino de lo que se puede hacer. No es fundamental hacerlo, no es necesario ir a grabar a Estados Unidos para hacer un disco que esté bueno o para poder hacer tus canciones, que se pueden grabar en cualquier lado, pero queríamos vivir la experiencia y lo disfrutamos desde ese lado: desde la autogestión logramos, por lo menos, esa aventura de ir a grabar a un lugar loco y miles de aventuras más que hemos tenido como viajar por el mundo y esas cosas”.

Llegaron a ese punto. A comienzos del 2017, los platenses se fueron con maletas a Texas para grabar en el mítico estudio Sonic Ranch, punto de nacimiento de obras como Bloom de Beach House y el Centipede Hz de Animal Colletive. Un viaje a plena frontera tras más de una década de estar grabando en casa, donde los amigos, en estudios locales. Ya decíamos que hartas cosas han cambiado, y empíricamente El Mató demostró que desde la independencia -palabra que les gusta ocupar completa- se puede llegar a eso que llaman profesionalismo sin perder la magia de la intimidad.

“Yo me acuerdo cuando empezamos a tocar… Santiago nos mostró canciones que hasta entonces no estaban escritas y me producía una sensación que no era común que me pase. Lo sentía, me sentía emocionado con lo que estaba tocando y pensaba para mis adentros ‘si yo lo vivo así, alguien más lo va a vivir así también’ y eso lo confirmé en los primeros recitales, cuando veía que la gente estaba en ese mismo estado que yo tocando las canciones”, relata Manu que esa noche de Blondie confirmó su respuesta con cara de felicidad al ver que los chicos le pedían la mano y esas canciones que tanto querían escuchar en vivo. De pronto estos dos entrevistados rotan sus posiciones y ya no son los jovencitos del mosh en una tocata de Embajada Boliviana. Ahora nosotros somos esos jovencitos en un cuasi-mosh en una tocata de El Mató a un Policía Motorizado.

Ahora son famosos ¡Están en un hotel en Vitacura, consiguieron dos fechas en Chile, van a España a agotar y se codean con la crema del indie! “Este año estuvimos de gira y nos quedamos una semana viviendo en la casa de Jota de Los Planetas. Nos abusamos porque eran dos noches y nos quedamos un par de días más”. Santiago se ríe, está hablando de, ya a estas alturas, un amigo. “Es un gran anfitrión, nos trató muy bien y es muy cariñoso y generoso y obviamente esa mención que hizo siempre de nosotros, sobre todo antes de que vayamos a España, fue importante porque es difícil para una banda Argentina cruzar el charco. Más allá de que el idioma es el mismo y que hay tanto avance en la tecnología para comunicarnos, siempre es difícil llegar y llamar la atención” pero tienen claro que no sólo se trata de este contacto y del boca a boca moviéndose entre la gente correcta.

“Más allá de que nos ayudó en ese sentido, nos ayudó al alma. Que Jota hable bien de uno es importante y es una caricia al corazón. Él es un poeta y genio de la música, sus palabras son esas cosas que uno guarda para cuando se quiere suicidar…Esas cosas que sacas de la caja de auxilio”. Seguramente sus últimas palabras son aplicables a un grueso de las mil personas que llegaron al recinto de Unión Latinoamericana el sábado 28 de octubre para repasar la carrera de indie-fama que explota con su última entrega, una que quieren atribuirle al amor.

Dinastía Scorpio (2012) funciona como quiebre en relación a sus epés anteriores. La banda decidió no ponerse una temática como disparador para llegar al clímax creativo, de hecho dejaron que fluyera en el ruedo sin tener un universo creado que dejara atrás canciones que no encajaban según el criterio pasado. Pero ¿a qué le dedica Santiago, que ya le habló al nacimiento, la vida y la muerte, este nuevo trabajo? “La Síntesis sigue esa línea de libertad pero a la vez tiene algo que une a todas las canciones… Iba a decir que se lo dedico al amor pero queda muy Palito Ortega. No sé pero puede ser, no hay muchas palabras para hablar de amor”.

En común acuerdo lo terminamos dejando en amor, mismo sentimiento que vimos en nuestras y otras caras en esos dos encuentros que vivimos junto a la agrupación que vino a dar esas canciones más antiguas que llaman como un mantra con frases que repetimos una y otra vez casi a modo de oración, como aquellas más recientes que aumentaron su complejidad en directa respuesta al trabajo que se estaba desarrollando en la estructura musical. “Me preguntan mucho por las letras y trato de ser cortés y responder, siempre es algo que no tengo muy claro, no tengo una estructura de trabajo, van apareciendo, van quedando, y cuando eso pasa las corregimos, pero en general no tiene tanto análisis”.

Sólo reflejan el estado actual de Santiago y sus amigos, de romance, pérdidas, decepciones e ilusiones, pero ahora desde la vereda de ser una banda que prendió focos en el oscuro camino del indie, y que hasta llegó a tener a sus ídolos como amigos. Tal vez si los músicos hubiesen tenido otros ídolos distintos a Jota o Embajada Boliviana en ese lejano 2005 cuando grabaron su epé, Navidad de Reserva, la historia sería otra, pero los eligieron a ellos, tomaron la línea de la autogestión y con perseverancia, diez años después, vinieron a Santiago a demostrar que se puede aunque tu genética trasandina tire para la historia de rockeros saltando de hoteles y cayendo en rehabilitaciones.

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—¿Qué creen que pensarían los integrantes de Pavement o de Guided by Voices de su último disco?

Santiago Motorizado: “¡No sé! El otro día Las Ligas Menores fueron a tocar a Coachella y se cruzaron con Robert Pollard de los Guided by Voices. Le regalaron un disco, le dijeron que eran una banda argentina, le comentaron que eran lofi como ellos, y Robert Pollard les dice ‘pará ¿cuántos discos sacaron este año?. ‘No, no sacamos ninguno’. ‘Ah, entonces no son lofi’. Ja, ja, ja. Me imagino a Robert Pollard contestándonos algo así, cortándonos la cara pero con su gracia habitual”.

Pantro Puto: “Stephen Malkmus también, me da la sensación que son medios barderitos pero los queremos.

Santiago Motorizado: “Los amamos”.

Pantro Puto: “Si nos están escuchando, los queremos mucho”.

No es muy complicado darse cuenta que la gente que forma El Mató es parecida a uno, que guarda sentimientos similares en las mismas partes del corazón y que buscan a esos ídolos musicales que precisamente se van armando en caminos que no tienen tanto que ver con el que uno se podría imaginar.

Tampoco es raro que Jota, Robert Polland o Stephen Malkmus sean un punto importante en sus gustos, más si pensamos que la misma forma de líder de Los Planetas, de Guided By Voices y Pavement solía alejarse bastante a la imagen de líder de banda que se tiene en Argentina, al menos en esos lejanos noventas cuando la agrupación definió su primer criterio musical.

“El estereotipo de músico argentino, rockero, banana, yo siempre lo odié. Siempre fue una traba para mí desde chico por más que se hacían buenas canciones” confiesa el vocalista que con dos palabras de conversación deja en claro que eso de ser estrella no le está preocupando ni de cerca. “Esa es la parte superficial. Lo otro es lo grave”. Después de una ola de denuncias a esos referentes que tuvo desde chico, que se mezclaron con las denuncias para con quienes llegó a compartir escenario, entiende que no es algo de ahora ni de ayer, es algo de siempre. “Me parece que recién ahora hay nuevo contexto para que las víctimas puedan animarse a denunciar, que es toda una cosa muy fuerte de encarar porque hay que tener valentía. Me genera admiración porque es algo intenso y está bien que pase y se vaya multiplicando”, dice Motorizado cuando repasamos la historia pasada y reciente del otro lado de la cordillera, y que remata con un exaltado “que caigan todos los que tengan que caer”.

En el discurso no quieren ser esos ídolos que vieron en la tele en sus casa de La Plata, quieren ser más, quieren ser mejores. “Este disco, y este tiempo de grabación y giras, ha sido un proyecto que duró mucho tiempo y vas cargando ansiedad y ganas de que salga bien. Es hermoso ver toda la respuesta que tenemos, más allá de liberar un disco, va a que estamos disfrutando un montón, me siento bien, estoy más cómodo que nunca, sobre todo con esa energía que se genera. Además ahora bajé un par de kilos y disfruto de cosas que antes no, como bailar”.

Pudimos comprobarlo. Ambos relatores fuimos testigos de la banda en una de sus visitas pasadas y se nota el cambio del que habla Santiago. La energía que genera es real, y si bien el baile no es una pieza de cumbia, ahora es quién se mueve dentro del escenario -trabajo que antes ningún integrante de la banda hacía-. Es casi mágico ver personas en masa gritando canciones que llegaron al corazón de bastantes, entre saltos y gritos, sudores y empujones. Estuvimos ahí viendo con nuestros propios ojos lo que los músicos nos contaron horas antes de tocar en esa especie de ensayo general que fue Matucana 100.

Ambas fechas llegaron para mostrarnos la dualidad de la banda: Blondie, tickets agotados, jóvenes entusiasmados con la entrada en la mano desde que se anunció el evento y viejos alegando por cómo el hype había convertido esa banda especial, su banda especial, en la banda especial de muchos más. Matucana reflejó esa intimidad de la independencia, esos círculos pequeños con uno que otro grito que explota entre canciones. Blondie fue la profesionalización del asunto, la historia del sonido impecable y la tarima bestial, las visuales viajeras y la euforia colectiva. Matucana 100 fue el recogimiento, un El Mató antiguo en el tiempo actual, el poder de los magnetismos.

El Mató a un Policía Motorizado ya llegó a ese punto de la montaña, que si bien no es tan alto como para no bajarse, si es lo suficiente como para que una caída te haga terminar con unos cuantos huesos rotos. Viviendo en el filo entre la fama y la normalidad, entre agotar y apenas poder probar, entre Jota o algún otro rockero argentino. En el mismísimo limbo después de más de diez años de carrera. Entre Bill Murray en El Día de la Marmota y Batman, con mayordomo y bati-móvil incluido.

—Y si fueran un personaje de alguna peli ¿cuál serían?

Santiago Motorizado: “Tengo una conexión el personaje de Bill Murray en El Día de la Marmota, un chabón que hace todo mal y que se libera cuando empieza a darse cuenta de las cosas que le pasaban en la vida. Aún estoy muy lejos de ese día final pero me gusta esa peli por ese lado”.

Pantro Puto lo duda un rato, termina escogiendo a Batman. “Y no sé, tiene un Batimóvil… Tiene un mayordomo…”, elige entre bromas para luego ponerse serio y responder: “Me pasa que siempre me identifico mucho con las pelis o libros o cualquier arte y termino en ese estado que genera la peli y medio, no sé, me siento el personaje. Dura eso un día, ponele, pero no soy mucho de identificarme en concreto por largo plazo”.

Ahora no es llegar y decirle a Santi “hey ¿podemos grabar algo pequeño para un pequeño artículo que verá un grupo pequeño de personas?”, como si fuese Phil Connors; ahora son meses de anticipación para conseguir una respuesta por correo, un montón de burocracia de Whatsapp y telefónica para poder, siquiera, acercarse a los músicos, tal como si fuesen unos superhéroes a los que hay que llegar por sus mayordomos. Ellos seguramente ni se enteran de todo eso, ni de todas los desafíos a los que nos enfrentamos para poder tener esta cháchara pre toquín.

Nos quisimos enfrentar a todos y no nos importó cuán salvaje fue la pelea. Tampoco nos molestó dar la lucha en las primeras filas a pesar de la edad y el sedentarismo. Imaginamos un par de cosas y algunas respondieron a nuestra intuición: los artistas, entre giras mundiales y fechas agotadas, son sólo unos chicos del indie que a duras penas logran entender qué está pasando. Y supimos que tenían ganas de conversar.

*Fotos por Omar Díaz.