El 20 de enero, Belle & Sebastian publicó Girls In Peacetime Want To Dance, su noveno álbum de estudio, luego de cinco años de su último trabajo, Belle and Sebastian Write About Love. La protagonista de esta conversación fue Sarah Martin, quién nos contó en una conversación de un par de minutos, sobre el sonido del disco, sus fanáticos, el pop, la música disco y Eurovisión.
Puede que este nuevo disco no entre por la puerta más ancha a fanáticos que se quedaron enamorados del sonido en Fold Your Hands Child… (2000) o The Boy With The Arab Strap (1998). Si aún en Dear Catastrophe Waitress (2003) o incluso en el LP del 2010, no les quedaba claro que la banda salió del dormitorio a los festivales, Girls in Peacetime… lo confirma. ¿Sentía la banda que estaba corriendo un riesgo? Pues no. “Creo que no, porque todos los sonidos que están en este disco, son cosas que hemos incluido en los otros, de alguna forma”.
Y esos sonidos están basados en influencias cercanas a la música disco y a referentes mucho más explosivos, como Eurovision, un festival de la canción en el que participan los países pertenecientes a la Unión Europea de Radiodifusión, el mismo certamen que catapultó la fama de Conchita Wurst, la ganadora de la versión 2014, con ‘Rise Like a Phoenix’. “La verdad es que estuvimos escuchando mucha música disco mientras hacíamos el álbum, cosas como Frankie Valli y Bee Gees. El concepto de Eurovisión es algo que nos hizo esforzarnos por apuntar hacia un sonido que no es el tradicional de la banda, por así decirlo”, continúa Sarah. Y así es como Girls in Peacetime… se nutre de beats más cercanos al pop electrónico e incluso otro tipo de ingredientes, como coros klesmer.
Pero aunque la intención de este nuevo trabajo era acercarse más a la pista de baile, la banda mantiene su esencia en letras de corte intimista, como por ejemplo, la canción que abre el disco ‘Nobody’s Empire’, en la que Murdoch se abre por completo para explicar qué significa vivir con el Síndrome de Fatiga Crónica, que lo aquejó por siete años durante su etapa universitaria y lo mantuvo incluso lejos de las clases.
Los años pasan y su base de fanáticos se hace cada vez más grande. Antes, era posible verlos y relacionarse cara a cara, aunque ahora ese contacto sea más difícil, liderando carteles de festivales y girando en grandes tours. Sea cual sea la magnitud de sus presentaciones y la distancia relativa con sus seguidores, el punto en común tiene que ver con un cariño entrañable hacia cada lanzamiento de los escoceses y también con procesos de identificación. “Creo que eso es porque contamos historias con las que ellos se pueden relacionar. Además son historias bien escritas, y a las que siempre pueden volver”, señala Sarah.
Girls in Peacetime Want To Dance, de entrada puede parecer un disco diferente a la obra anterior de Belle and Sebastian, pero hace falta sólo sumergirse en un par de canciones, para notar que la esencia sigue estando allí. Es un álbum impregnado de sonidos que fueron bocaditos en canciones anteriores, pero que cuentan con la misma dimensión intimista que viene entregando la banda desde hace casi veinte años.