Amiga es el segundo disco que Alex Anwandter publica con su nombre. El anterior fue Rebeldes, del 2011. Antes de eso, Odisea -homónimo- y antes, aún publicaba música en formato banda junto a Teleradio Donoso. Pasar de una agrupación a un trabajo solista con diferentes nombres no es algo antojadizo, tiene que ver también con la evolución compositiva a nivel de letras y exploración de sonidos.
“Para mí el Rebeldes fue súper importante y una especie de hito personal, porque siento que logré algo que no había logrado antes, en términos de letras y del proceso de composición. Un nivel de conexión emocional mucho mayor. De hecho, sin ir más lejos, cuando hice ese disco, me obligué a mí mismo a trabajar la misma cantidad de tiempo en las letras y la música, que es una cosa que curiosamente uno rara vez hace. Obviamente, una deformacion profesional. A uno le gustan las perillitas, las teclas y el estudio, pero finalmente, es como la gran puerta de entrada para comunicarte con las otras personas. Y cuando hice eso ya la cuestión era tan vulnerable y personal, me pareció como remar para otro lado que se llamara Odisea. En ese sentido, quizás lo raro fue no haber partido llamándome Alex Anwandter más que cambiar”.
“Evidentemente fue una transición necesaria para mí, después del constreñimiento de estar atrapado en un formado de banda que tiene setenta años, así como los hueones con la guitarra, el bajo y qué se yo, un formato súper antiguo. Entonces claro, Odisea era diferente, lo pasé súper bien y -esto es súper personal- en ese momento, Teleradio Donoso tenía una especie de presión de seguir un camino muy específico, y también quise mandar eso a la cresta, y hacer un disco nada que ver con las expectativas que se esperaban. También fue una señal que a mí me interesaba enviar, alejarme de ese linaje como de rock chileno noventero, que era con el cual se miraba a esa banda, como sucesores de Los Bunkers. Para mí era una forma de decir que tenía que ver con eso y, además, que se podían esperar ese tipo de desvíos radicales de mi parte. A mí me encantó eso”.
“El paso de Odisea a Rebeldes no fue sólo personal. También hubo un esfuerzo de concisión importante. Como el Tapestry de Carole King. Hubo un esfuerzo por llevar una cosa a su mínima expresión -no es un piano, ni tampoco acústicos de los setenta- pero el Rebeldes es eso, canciones chiquititas”, explica.
-El 1 de abril en La Tercera se publicó una entrevista para hablar de Amiga, y se titulaba como tu declaración de principios. En ella, uno de los puntos centrales tenía que ver con conectarte con el contexto social, algo que músicos de tu generación no estaban haciendo en ningún nivel…
“Esa conversación tenía mucho contexto, fue una conversación de una hora con Andrés y yo siento que el resto de lo que dije al respecto era importante, en la medida que yo no estoy en ninguna especie de cruzada por desacreditar arte que no toque o verbalice temáticas sociales de manera directa. Al periodista que estaba antes que tú, también le dije que no porque hice este disco, ahora pienso que Juan Gabriel es como un burgués de mierda desclasado. Lo admiro y no creo que el amor sea un tema poco válido. Y mucho de lo que he hablado con respecto a este disco, ha sido producto de una reflexión con respecto a mí mismo y de autocrítica. Pero en mis propios cambios y mi propia evolución supongo, hay gente que se está sintiendo aludida y en los medios se está sintiendo como que yo estuviera tirandole palos a mis colegas, pero no es eso”.
“Si hay una cosa que podría precisar, es que tiene que ver con que los esfuerzos que yo estaba haciendo o que yo veía que me identificaban o agrupaban con otros artistas cuyos valores yo no compartía, me hicieron pensar en si yo estaba haciendo lo suficientemente claro con respecto a las ideas o lo suficientemente político, si se quiere. Porque si mis canciones que tenían posibles lecturas políticas servían al mismo tiempo para vender un refrigerador, o no me separaban de otras personas que tenían ideas diametralmente opuestas a mí, eso era una falla en la manera en que yo estaba transmitiendo lo que quería transmitir. Y en este disco se propone dejarlo claro y con un trecho bien grande”.
-Bueno, la pregunta no iba tanto por ahí, no me interesaba mucho el hecho de que sonara como indirecta o no. Iba más por qué significaba en términos de reflexión de tu contexto. Por ejemplo, creo que Javiera Mena es política, desde siempre. En el 2006 sacó Esquemas Juveniles, con un video sobre el amor romántico entre mujeres. Y en ese momento, para mí fue político. Creo que hay artistas que sí entregan una visión política aunque no sea de manera directa.
“Sí, por eso te decía lo de la autoreflexión, porque con eso de suficientemente, yo estoy pensando en mí mismo, pero si me piden ‘Cómo puedes vivir contigo mismo’ para un comercial de no sé qué, en cierto sentido, fracasé”.
-Y ¿te la pidieron?
“Sí, claro, yo rechazo un montón de esas cuestiones. Es difícil, porque la máquina va para allá, pero siento que una canción que diga que soy un maricón, ya no me la van a pedir para vender refrigeradores. Entonces más que ser muy concreto y verbalizar todo, decir “no seas discriminador”, siento que es un tema de claridad y fuerza también. Porque si uno otorga la duda, igual es raro. Como si dicen Astro y Alex Anwandter junto, a mí me pasan cosas, jajajaja. Y hay gente a la que le gustan las dos cosas y yo creo que no jajajaja. No, obvio que puede ser así jajaja”.
Instaurar temáticas como las que es posible encontrar en Amiga requiere de una base. Una preparación para exponer cierta vulnerabilidad. Hacerlo en áreas protegidas como la académica necesita de algunos elementos muy diferentes a los que aparecen al desarrollar un proceso artístico. “Es muy ambiguo. Esa preparación tiene de todo, aunque no es tan literal a lo Rocky Balboa. Tiene de quiebres emocionales, pero también de lo que está sucediendo. Uno se va cargando de esa información -ya sea literal o emocional- y el ejercicio es depurarlo y transformarlo en un vehículo. Y que ese vehículo de reflexión sea claro y conciso, que no dispare para todos lados. Intento no desviarme. Sé que esos problemas o que el nivel de violencia o discriminación que yo sufro no se compara en absoluto con muchísimas otras personas, así que me lo tomo como recordatorio más que como un sufrimiento. Yo tengo el privilegio de tener las herramientas emocionales para manejar esas cosas bien”.
-Y también estás en ambientes más seguros.
“Absolutamente. Estoy en un ambiente más seguro. Yo no soy un niño trans de una población. Es otra realidad y eso es un nivel de violencia mucho más concreto y más fuerte, así que tampoco es como que me sienta una víctima de algo”, señala.
-¿Cuál crees tú que es el punto de quiebre que te hace decidir que tu obra sea un vehículo para desarrollar estas ideas?
“Sí, buena pregunta. Honestamente no lo sé, yo creo que cuando te sientes lo suficientemente tocado o conmovido. Yo me siento un poquito inundado por un sentimiento de urgencia. Estaba en Berlín con lo de la película, me dieron un premio y ese día murió Marcelo Leppe, y eso para mí, eso del premio, era literalmente un show. Un show de premiación. Estaba todo el mundo celebrando y qué se yo, pero a mí eso me niveló un montón. Y nuevamente me sirvió como un recordatorio potente de dos cosas. Primero, que no se trataba de mí, y segundo, que el tema no se acaba nunca y que nunca deja de ser urgente hasta que no pasa una huea así de horrorosa. Los detalles de esa hueá fueron terribles. Pasó cinco años después del crimen de Daniel Zamudio, se supone que ahora existe una ley, en teoría… otra colega tuya hoy me dijo que el feminismo se estaba discutiendo más que nunca y es como sí, pero… uno de los detalles que más me impresiona del asesinato de Marcelo Leppe, es que fueron unas vecinas las que les pidieron a unos hombres que fueran a insultarlo y pegarle. Que ellas se hubiesen sentido imbuidas de ese nivel de violencia homofóbica no me deja impresionar para nada”.
“Entonces claro, yo me voy a mi casa, estoy triste porque alguien me pateó pero también pienso en esto otro. Por eso la decisión que estoy tomando no es tan absurda y tiene que ver con una exigencia que me parece clave al arte, que es la autenticidad. No voy tachando una lista de temáticas sociales de las que puedo hablar. Es lo que me toca y -es un tema complejo, por eso me extiendo tanto- también es producto de una reflexión que se da cuando uno transmite esta información. Yo no quiero estar hablando de mí mismo todo el tiempo, ni tampoco hablar de mi vida emocional para siempre, por mucho que me afecte, porque me afecta y la gente también se puede identificar en su propia vida emocional con eso, pero no quiero solo hablar de eso”.
-A tu canción ‘Mujer’ se le ha reseñado como una relectura de Corazones Rojos a raíz de la voz que la narra. ¿Qué piensas de eso?
“Sé que existe esa canción y me gusta un montón obviamente, pero no es la única canción performática de la historia de la música. De nosotros, es una de las pocas”.
-Claro, por esa “falta”, algunos sectores le dieron esa lectura, apenas se escuchó el disco.
“Yo creo que también fue producto de verme atrapado en una búsqueda de voz para hablar sobre ese tema. Hoy otro colega tuyo me preguntó por qué el disco no se llama Manifiesto, y bueno, porque ya hay un disco que se llama así. Y tampoco se llama Mujer, porque es importante para mí no tener una pretensión de vocería de nada y menos de ser mujer. Ni sobre esos temas. Porque yo estoy aquí frente a ti disfrazado de hombre, y eso es parte de mi identidad también y no sé cómo es caminar por la calle siendo mujer. No sé qué es lo que es quedar embarazada y que el Estado sea literalmente dueño de mi cuerpo, aunque me vaya a morir. Entonces, hacerlo desde la óptica del agresor, es de los pocos caminos que me quedan. Porque el otro que queda y que es uno que no me interesa, es ser derechamente discursivo: ‘discriminar a la mujer es malo’”.
-Esta semana se lanzó de manera local la campaña 2016 de He For She de ONU Mujeres, en donde diferentes hombres, figuras públicas, son la cara. ¿Te parecen bien este tipo de llamados?
“Me parece que es una micro reproducción del sexismo. ¿Le da más credibilidad que lo digan hombres? ¿Ese es el punto de la campaña? Es como cuando Meryl Streep dice que todos somos africanos y no, no todos somos africanos, no todos somos mujeres y todos sufrimos distintas violencias y es bueno que se visibilicen desde las personas que las reciben. Entiendo el propósito, que tiene que ver con algo de solidaridad masculina, pero igual reproduce sexismo. Pasa que esto que estamos hablando de micromachismos y sus reflexiones, se limitan a ambientes académicos, un montón. Y al llevarlos a la vida de las personas o al arte, queda como una brecha muy grande, entonces uno de los esfuerzos en este disco fue eliminar la teoría”.
“Este último álbum de The Knife es un anti ejemplo en ese sentido. Este chiquillo que admiro un montón, Olof Dreijer, es un productor increíble. Estaba en la Universidad de Estocolmo tomando cursos de teoría de género e hizo un disco y nadie lo pescó, porque no se podían conectar con lo abstracto que era lo que estaba hablando, entonces los vehículos o una de las tácticas que tenemos los artistas es conectar con la emoción y conectar a través de uno o autoinmolarse, como es el caso de ‘Manifiesto’, o de ser el agresor, en el caso de ‘Mujer’”.
-Algo que también se ve en tu disco son guiños a la obra de Víctor Jara. Desde el título Manifiesto en una canción, hasta Camino a la Fábrica, tema en el que Julieta Venegas colabora ¿qué te motivó a llegar a esta intertextualidad?
“Es como un hueón increíble, es de nosotros y lo he escuchado toda la vida. Te voy a dar una mejor respuesta igual jajajaja. Parte del proceso que yo veo en generaciones más jóvenes en Chile y que admiro un montón, es esta reconstitución de un sentido colectivo que, obviamente, fue desmantelada en dictadura y muy profundizada desde ahí para adelante. Pero estos chicos no nacieron en dictadura como yo, y no tienen esas ideas tan metidas en la cabeza. Están empezando a conectarse de una manera muy interesante y creo que uno de los niveles en los que uno se conecta también socialmente es con la historia. Quién dijo algo antes que uno en el país. Víctor Jara tenía -esto no es para compararme con él por supuesto- el mismo trabajo, era un músico. Yo no estoy creando en Chile desde la nada y encuentro que es un acto bonito reconocer esa existencia y tender esos puentes, dialogar con el pasado de uno. Así como no olvidar a los detenidos desaparecidos es súper importante, igual de importante que no olvidar cosas increíbles que nos han sucedido, como él u otros artistas que se han conectado consigo mismos y también con la sociedad. Nos han adoctrinado a no conectarnos con esas cosas. Es un trabajo muy profundo el que se hizo”.
-Causa sorpresa y muchas veces también desconfianza que un artista que hace pop como tú se inmiscuya en ciertos temas o incluya dentro de su obra imágenes tan potentes como la de Víctor Jara.
“Hay un tema que es súper concreto y que no tiene nada que ver con los artistas, porque el mundo funciona así. Uno puede hacer cosas para vender más y hay cosas que uno puede hacer en su trabajo que, inevitablemente, pueden llegara vender menos. Y lo que la gente entiende como “ser político” todavía es esa visión antigua que nos dejaron. Todavía hay un montón de masa que lo aliena de inmediato, porque se nos despolitizó como sociedad, se nos descolectivizó, entonces aún se relaciona ser político con ser agresivo e intolerante incluso. Incluir a Víctor Jara, como quien se acuerda de un familiar, hacer esos diálogos en un sentido concreto es remar en contra de cómo funciona el mundo”.
-¿Qué quisiste decir con “esta generación de la que soy parte: ¿va a ser recordada como la Nueva Canción Chilena o como la Nueva Ola?”?
“Obviamente, no estamos en el mismo lugar que en 1970 en el país, pero yo creo que básicamente, lo reduciría a una generación que se conecta o no con su entorno a través de su trabajo. Yo soy fan de Buddy Richard, me encanta, pero lo admiro más como compositor que como artista. Esto lo mencioné en la entrevista a La Tercera, pero no lo ponen porque no es tan atractiva la explicación como la cuña. Buddy Richard -en una entrevista suya en The Clinic- decía “yo sé que no me mojé el potito”, esa era la cita. Y sí po, lo admiro menos porque la gente se estaba muriendo. Y hoy también por otras razones la gente se está muriendo. Y gente está sufriendo y claro, se me quebró el corazón porque no sé qué cosa amorosa, pero yo en el escenario y cuando me voy a dormir en la noche pienso en estas cosas. Pienso en si voy a asumir el riesgo, que es un riesgo cagoncito igual. Es un esfuerzo con el que comulgo más que con un estado de coherencia política vita y absoluta a la que no voy a llegar nunca. Yo también me he tomado un cafecito rico en un café burgués de mierda y lo disfruté, sí y qué, pero hay otras cosas más a largo plazo y se trata de eso”.
“El disco no tiene la pretensión de mostrar algo así como esta idea que yo manejo es superior a la tuya y tú debes adquirir esta idea, para ser mejor persona. El disco en mi opinión no tiene un mensaje político, tiene reflexiones políticas y eso es básicamente dos cosas: preguntas y una carga emocional. Esa es como la estrategia, por llamarlo de alguna manera, que yo tengo para hablar estos temas y conectarlos con la gente. Igual hay una especie de respuesta, que es la empatía. Apuntar con un dedo nunca será una buena manera de entregar un mensaje, aunque Ricardo Lagos puede estar en desacuerdo conmigo. Hay una cosa que intento que no se me olvide nunca: nada de esto significa que la gente esté cerca de pensar como yo y, al mismo tiempo, para quienes piensan como yo, este mensaje no es urgente. No hay una urgencia en discutirlo con ellos. Esto es para la gente que piensa que está bien y no está haciendo ningún mal. Eso es bien distinto”.
En 1993, el maravilloso fanzine Chick Factor entrevistaba en su tercer número a Tim Gane y Laetitia Sadier. En una parte de la publicación, la cantante respondía: “la agenda política de Stereolab va en la misma línea de la de McCarthy. Crear disturbios es la mejor forma que tenemos para hacer que nosotros y la gente piense. La banda formada a inicios de la década del noventa, incorporaba temas socio políticos en sus letras, a pesar de ser un proyecto catalogado dentro del indie pop. Gane y Sadier han admitido haber sido influenciados por el Surrealismo y el Situacionismo cultural, además de los movimientos políticos, pero muchas veces resultó extraña -para algunos- esa combinación de música y letra.
Pet Shop Boys es otro ejemplo, con piezas como ‘I’m With Stupid’ del 2006, en donde el pop de pista de baile ha servido como vehículo para constatar visiones políticas de manera directa. Dentro de la realidad local, para Anwandter, el pop se sitúa como un elemento sorpresivo, “que tiene la esencia de que no te puede aburrir y eso es una cosa que pocas veces se le da a este tipo de mensajes. Creo que en ese sentido, la Natalia Valdebenito lo hizo súper bien, porque mostró sus ideas de una manera super graciosa, aunque le llegó una cantidad de mierda impresionante. Pero bueno, es un esfuerzo. No hay cómo medir la meta”.
Fotos* Esteban Vargas