Ser mujer en la industria del espectáculo es un desafío gigante. El solo hecho de estar en un mundo dominado por el machismo es intrínsecamente difícil. Por otro lado, dedicarte a la música tiempo completo es un reto que pocos son capaces de tomar por lo complicado que es. ¿YA?. Imagínense combinar ambos.
Voy a hablar en plural, aunque de verdad no pretendo hablar por mis compañeras, porque en verdad quién soy para autodenominarme una vocera. Lo que van a leer son sólo pensamientos random, cosas que siento y, por qué no, aprovechar la oportunidad que me dieron las cabras de POTQ para escribir a rienda suelta lo que pasa por mi cabeza.
Bueno, dentro de mi cabeza todas las artistas, desde mi queen Ariana Grande hasta mi otra queen Raffaella Carrà, pensamos o sentimos lo mismo: Es-ta-mos can-sa-das !!!! !!!. Me faltan signos de exclamación y pondría emojis enojados y tristes. Porque cuando nos comparan, entre la una y la otra, porque cuando nos piden que cumplamos con ciertos criterios arquetípicos femeninos, porque cuando nos ningunean y nos cuestionan por subir fotos mostrando nuestro cuerpo (que sinceramente no sé qué esperan, nací con mi cuerpo, no me puedo separar de él, de mis pechugas, de mis piernas, de mi poto, mi cuerpo soy yo. No lo voy a esconder, no lo voy a tapar, no voy a censurar a mi yo), porque cuando cuestionan las acciones de una cantante y hacen oídos sordos a las mismas acciones que está haciendo un hombre cantante, TODO ESO y mucho más, nos tiene cansadas. Y la verdad es que -personalmente- agarro todo esto que me decepciona de la gente e intento hacerle frente con mi música, sin rendirme ante ese morbo de los que critican la diferencia del otro.
No puedo ni imaginar cuán difícil fue para Raffaela Carrà sobreponerse a los comentarios que la acusaban de hipersexualizarse en su perfomance y en sus letras. A nosotras nos acusan de eso hoy y han pasado más de 50 años. Tampoco me imagino el trabajo que hizo Ivy Queen para meterse en un reggaeton dominado por la cosmovisión masculina. Ellos estaban definiendo la manera de enfrentarse a la sexualidad de una generación completa desde la testosterona y, sinceramente, ¡que aburrido!. Gracias Ivy por ayudarnos a empoderarnos con nuestra sexualidad y a cantar sin tapujos de ella, like Ms Nina, La Zowi o Bad Gyal. Gracias también a Aretha por no ser blanca, flaquisima y anteponer la salud mental a su trabajo.
Lo único que las saca adelante no son los streams o hacer sold outs a donde quiera que vayan. Lo que las hace cantantes exitosas es ser rebeldes, no ceder y mantener la frente en alto mientras el mundo las critica por cada cosa que hacen/hacían.
Y es cliché, pero les doy tantas gracias a las músicas que me antecedieron y a mis contemporáneas por escribir desde el imaginario femenino. Me acuerdo que en colegio, para los controles de lectura, casi siempre repasábamos hombres cis. Cuando leí a Maria Luisa Bombal, mi acercamiento con la literatura cambió. Escribir desde el ser mujer, pensar como mujer, moverse como mujer, se palpa y se percibe en cada oración. Lo que no quiere decir que me repele todo lo que hagan los onvres. Al contrario. Mucha de mi música, libros y cine favorito se los debo a ellos.
Y ya, sorry por ser dispersa escribiendo (imaginense lo dispersa que soy hablando en mi día a día) pero todo esto que leyeron era para entrar al tema del que quería escribir: crecer escuchando pop femenino.
Yo entiendo el pop como un estandarte en la música que es anacrónico. Todos los hits, ya sean trap chileno del 2019 o shoegaze del 91’, tienen elementos pop que hacen que las canciones peguen y también perduren en el tiempo. Para mi el pop es el hilo conductor de todo y la estructura que determina las canciones que se meten en mi corazón.
Una vez dicho eso, los primeros recuerdos de mi vida son muy borrosos pero muy musicales. De hecho, me acuerdo más que sonaba Ana Torroja, Moloko y Christina Rosenvinge en el auto camino a las vacaciones en el sur, que lo que pasó en las vacaciones mismas. Y siempre la gente dice “nooo, si en mi casa siempre se escuchó buena música” y ya, voy a caer en eso. Porque algo que agradezco muchísimo de mi crianza fue que mis papás escuchaban desde las Spice Girls hasta Cocteau Twins, y ná po’, cero prejuicios musicales.
Julieta Venegas fue la primera cantante que me prendó, mi familia muy fan, letras que entendía porque estaban en español. Su romanticismo honesto se coló en mi inconsciente. Luego, ya más de grande, me tomó Rihanna y el RnB. Posteriormente, el dreampop de Cocteau Twins y el synthpop con Grimes o Chromatics. En ese momento odiaba el mainstream. Lo odiaba porque era una adolescente pretenciosa, que se validaba con cuán de culto era la música que escuchaba. Y, honestamente, qué lata esa gente que sigue siendo adolescente pretenciosa a los 30, 40, 50 años. El mainstream es bacán, ahora escucho Ariana Grande todo el día y mi yo de 16 me hubiese mirado con asco jijij.
En fin, ya habiendo hablado de (1) ser mujer en la industria musical, (2) haber crecido en el pop femenino y (3) haber demostrado mi ahora amor, antes odio, al mainstream (eran demasiado los temas de los que quería hablar) me va quedando solo cerrar y lograr hilar una conclusión entre tanto desorden (perdón de antemano, estoy en pleno lanzamiento de un single nuevo, que a propósito debería hacerle promo: “HACERTE MAL”, DISPONIBLE A PARTIR DEL VIERNES 30 DE AGOSTO).
A mis 22 años, después de unos tantos componiendo melodías sobres amor, me doy cuenta que el imaginario femenino plasmado en el pop es extremadamente honesto, y que mientras más honesto es, más lo aprecio. Con esto me refiero a que cuando mostraba ‘Convéncete’ me decían: “Oye pero que poco empoderada, te estai’ arrastrando por un hueón”. Y es como (???????). No se me hace real cantar desde ese ideal de “soy la que tiene a tod@s arrastrándose detrás mío”. No es mi historia. Y en ese sentido, me propuse a mi misma ser lo más honesta posible con mis letras. Honesta de esa manera en la que Grimes dice “I wish I could be your first love the way u were mine” o el “I’m giving it my all, but I’m not the girl you’re taking home” de Robyn. Me encantaría seguir escribiendo sobre esto y tener más tiempo para ahondar e hilar mejor mis pensamientos pero bueno, nos vemos otra vez, ojalá que aquí mismo en POTQ.