Llego a una casona blanca en Providencia. Es la sede de la productora a cargo de Prueba de Actitud, una película dirigida por Fabrizio Copano y Augusto Matte. Son las dos de la tarde y estoy esperando entrar a encontrarme con Denise Rosenthal, quien está en prueba de vestuario. Paso y veo que además está Planta Carnívora, otra de las actrices. Bikinis, vestidos, shorts y poleras, todo playero, todo veraniego. Estoy en una esquina observando y a primera vista, se nota que la cantante está acostumbrada. Y también sabe lo que quiere. Escucha a las vestuaristas, pero al mismo tiempo propone y opina. “Es que no me quiero cagar de frío”, dice riendo. Sabe lo que le queda bien.
Hoy es un día caótico. En la mañana tuvo una reunión para cerrar algo muy importante. En la tarde debe animar un evento y cantar. Vamos a estar juntas todo el día.
Después de terminar la prueba de vestuario, partimos al ensayo de los diálogos de una escena de la película, en el patio de la casona. Es en un taxi. El taxista tiene que ser intimidante, pero al mismo tiempo gracioso. Ella, mostrarse buena onda dentro del miedo que le da a cualquier mujer subirse a un taxi de noche, mientras el tipo da muestras de confianza fuera de lugar. La repiten muchas veces. Hay pizza y me ofrecen. Antes de irnos, Denise saca un pedazo. “Está rica, hace rato que no comía pizza”. “¿Hace cuántos años? Dice un hombre del equipo y se ríe”. “Ja, ja, ja, no , hace unos días no más”, responde.
Nos subimos a su auto, camino a su casa.
“Te veo ajetreada, Denise”, le digo, mientras cierro el cinturón de seguridad. “Sí, es horrible, la verdad es que estoy agotada pero igual hay días en que tengo tiempo y ahí me puedo concentrar un poco más en estudiar”, responde.
Hace un año está estudiando música, tomando clases particulares de piano y guitarra, pero con la grabación de la teleserie de TVN, meses antes, tuvo que dosificar la frecuencia de ellas. Eso sí, nunca dejó de hacerlo. “Siempre he preferido las clases particulares. Siento que son más específicas, más personalizadas. Nunca estuve muy de acuerdo con el concepto de la universidad. Creo que es muy importante estudiar música, pero no sé si estoy de acuerdo con estudiar una carrera tan larga, en la que se abarcan muchas cosas. Yo tenía muy claro qué era lo que quería hacer. Cuando una estudia sola es muy fácil no ser constante o no aprovechar bien el tiempo. Tenís muchas más distracciones. Es difícil, pero me gusta”.
El 6 de noviembre del 2013, Denise lanzó Fiesta, que para algunos es su tercer álbum de estudio, ya que también consideran dentro de la discografía los trabajos asociados a sus personajes de televisión en Corazón Rebelde, Amango y El Blog de la Feña. Para ella, este fue su debut, editado de manera independiente, con canciones pop y cantado en spanglish. Eso sí, su primer single ‘I Wanna Give My Heart To You’, ya se conocía desde finales del 2011.
Tiene 25 años, nació en 1990 y lleva al menos diez trabajando en música y televisión. “Empecé a los quince con clases de canto, antes de grabar Amango en realidad, como a los catorce. Y ahí estuve como ocho meses con un profe particular. Después de eso me puse a trabajar y ahí en el canal nos ayudaban, nos encaminaban, pero nunca de una manera tan rigurosa como cuando ya decidí, como a los diecisiete, que si quería hacer esta hueá la tenía que hacer bien y tener todas las herramientas para poder hacerlo y desarrollarme”.
“Me frustré mucho en un momento porque sentía que tenía mucho sueños y aspiraciones muy grandes, pero no tenía la posibilidad de mover las cartas que tenía sobre la mesa como yo quería. Para eso es necesario estudiar. Es necesario tener conocimiento, técnica, sobre todo para cantar porque es un instrumento muy difícil de utilizar. La gente tiende a pensar que es algo mucho más fácil. Como que se nace cantando y es así, listo. Pero no es así en la realidad. Las grandes cantantes estudian años y se cuidan mucho. Y siempre siguen estudiando. Es un trabajo muy dedicado, más encima tu cuerpo es tu instrumento, y tienes que estar muy consciente de las posibilidades que él te entrega. Se trabaja en base a sensaciones y a los cambios que vas sintiendo. Hay que entrenar músculos, es como un deporte. Además, que una va cambiando también”.
Vamos por una calle de Las Condes, escuchando ‘Thank u’ de Alanis Morrissette en la radio. Y hablamos sobre el canto, las técnicas, sobre cómo el cuerpo cambia. “Hay varias teorías que dicen que todas las experiencias que una ha tenido en la vida te afectan, porque se supone que el cuerpo es una expresión de lo que sucede interiormente, entonces, también uno va viviendo cosas que quedan ahí. Entonces, cantar cambia. Sí, yo he cambiado y mi cuerpo ha cambiado”.
“Siempre me gustó la música. Y desde siempre supe qué era lo que quería hacer. Desde antes de entrar a la tele incluso, porque entré de manera fortuita. Entré, básicamente, porque todos los veranos yo trabajaba. Cuando era chica de repente iba a castings de publicidad porque me decían que pagaban bien ahí, y nunca quedé. Yo creo que debí haber ido como a cinco y me cargaba porque me ponía nerviosa. El ambiente de la publicidad es como otra onda, es como si eres bonita o no y pucha, yo cuando era más chica aunque no lo crean, tenía la carita más redondita, los dientes separados y grandes, entonces no calzaba en los estándares que ellos tenían. Lo de Amango salió porque fui un poco obligada al casting. Mi primo es músico también, es baterista. Él hacía clases en una escuela de música y pegaron unos afiches. Me dijo que buscaban a gente que cantara, bailara y actuara. Desde que él tenía uso de razón me veía a los dos o tres años haciendo un show a cualquiera que entrara a mi casa, no se podían ir sin ver algo de mini Denise. Yo estaba obsesionada, hay fotos y me da pena no tener videos para verme ahora de grande”.
—Onda, como los videos caseros de las Destiny’s Child.
“Ja, ja, ja sí, qué bacán. Cuando una pasa por procesos más heavy y personales de la frustración, de querer ser mejor, a veces uno se pierde de la esencia, de la espontaneidad. Cuando era chica era muy de sentirlo y me daba lo mismo si salía bien o no, si a la gente que lo veía le gustaba. Nunca hice un juicio sobre lo que me gustaba a mí. Cuando empecé a enjuciarme, cuando empecé a decirme a mí misma que lo estaba haciendo mal, me empecé a obsesionar. Comencé a pensar que hacía todo mal y me volví un poco loca. Entonces me hubiese gustado ver esos videos para lograr conectarme o ver a esa Denise que era mucho más inocente. Y ese es el trabajo que estoy haciendo ahora, de volver a eso”.
—Y ¿tú crees que se puede?
“Sí, si al final una nunca deja de ser quien una es. Yo creo que nadie inconscientemente quiere no caer bien, no simpatizar o que a los demás no les guste tu trabajo, y al final vale mierda eso. Una tiene que hacer lo que una quiere no más y la gente que se interesa se quedará. Pasa por un tema de inseguridad en realidad. Yo soy bastante insegura en algunos aspectos. En mis decisiones, no. Cuando tomo una soy súper clara y la analizo. Pero conmigo misma sí, con mi propio trabajo, con las ganas de que la gente me valore como profesional y no como la niña de la tele o la niña que es linda. Es con lo que lucho día a día. Que la gente diga qué bacán la mina profesional. No quiero destacar por una hueá, como por tener bonita cara, yo quiero ser un aporte”.
—Y eso, actualmente ¿te cuesta mucho? Me imagino que es difícil salir del personaje de la tele. La tendencia en siempre etiquetar y las escenas, los géneros, los proyectos se vuelven muy estáticos.
“Es que son prejuicios. Me cuesta formar parte de algo. Por una parte no formo parte de los actores, porque estudiaron cuatro años y yo no. De los músicos, podría ser, puedo formar parte en algunos aspectos, pero igual, la música popular en este país tampoco es tan bien vista, menos si es algo como lo que yo quiero hacer. Lo que estoy tratando de hacer es un pop así como con contenido musical, ja, ja, ja. No sólo de letras, sino que tenga como una propuesta en su totalidad”.
Casa de gatitos
Llegamos a la casa de Denise y dentro está Graciela, una señora muy simpática que se encarga de las tareas domésticas. “Cómo es que no andai toda pinturrajeá”, le dice y se abrazan de saludo. “La Graciela me conoce desde que tengo siete años”, me cuenta. Después veo que salen a presentarse Maikel y Greta, sus gatos. Son hermanos. Mientras ella prepara el vestuario y maquillaje que debe llevar para su presentación de la tarde, conversamos y juego con ellos. Son cariñosos y no puedo evitar tirarles un ratón de juguete para que me lo traigan de vuelta. Yo estoy en la cama sentada jugando con ellos, Denise en el baño. “Este se ve medio cuico, pero en realidad no lo es”, me dice sobre Maikel, porque parece un siamés.
Su departamento es muy sencillo. Tiene huellas de gatos en los sillones, no podría ser de otra manera. En su escritorio hay un libro de Nicholas Sparks y tiene un ropero lleno de colores y brillos, igual de desordenado que el tuyo o el mío, probablemente. “Esto es un desastre, pero es que nunca encuentro nada”, se ríe. Denise, tan real como tú.
Seguimos conversando sobre derribar los prejuicios. “Creo que lo mejor y lo más sano es que la finalidad de hacer música no sea apuntar a eso. No puedo gastar toda mi energía en acabar con ellos, entonces tendí a dejarlo en segundo plano. No a todo el mundo le va a gustar mi trabajo”, explica.
Está todo guardado en bolsas y llega Felipe, su compañero de banda y amigo. Nos subimos al auto de nuevo, ahora en camino al Parque Padre Hurtado. Felipe se sienta a su lado, de copiloto y ve un mini desastre en el suelo.
“Ja, ja, ja, perdón es que se me dio vuelta un smoothie”—explica ella.
“¿Qué es esa hueá?”—dice Felipe.
“Un smoothie, po. Esa hueá con fruta y yogurt, con arándanos y jengibre. Le puse una raíz entera eso sí y quedó cuático” —nos cuenta. “Oye, pero sigue preguntándome no más”—grita hacia atrás, donde voy sentada.
Mientras una aplicación de GPS que muestra los problemas en la vía nos dice cuál es el mejor camino para llegar al parque, seguimos hablando de música.
¿Quién hace los arreglos? ¿De dónde vienen las canciones, las ideas, el imaginario?—pregunto. “La Tafi (Stephanie Dönicke) es la directora musical, yo me meto como en detalles o cosas que se me ocurren. De repente, hay ciertos quiebres y pienso en cómo hacerlos con el baile y se los explico al Felipe o la Tafi y ellos son la bibilioteca. Interpretan muy bien lo que imagino. Ellos hacen el trabajo teórico de anotarlos, de hacer partituras, es mucha pega”.
Tengo la sensación de que cuando te entrevistan te preguntan súper poco de música—digo.
“Sí, aunque a veces no tengo muchas respuestas a esas preguntas. Siendo muy sincera tampoco crecí con tanta cultura musical, no soy entendida de la música, entonces no puedo hablar con mucha propiedad de todo, porque te estaría mintiendo. Siempre escuché mucho pop, que es lo que más me gustaba. Mi papá escuchaba mucho jazz, me llevaba a festivales y también le gustaba mucho la música latinoamericana. Y mi abuela es de Traiguén y de ahí conocí el folclor, los boleros, la ranchera, pero tampoco me involucré mucho cuando era chica. Ahora de vieja me gustó, ahora lo valoro y es bacán. Mi mamá escuchaba Gloria Trevi, ja, ja, ja”.
“Mis hermanos escuchaban rock latino, mi hermana bailaba ballet clásico, mi hermano tocaba guitarra y el otro piano. Pero llegué tarde a la repartición de talleres, porque cuando yo quise tomar algo, mi viejos estaba viviendo una crisis económica muy fuerte y nunca pudieron costearlo. Entonces yo les decía ‘por favor, por favor quiero aprender a tocar violín’, a no sé, los ocho años y no podía”.
“Esos son mis antecedentes porque también apelo a que no quiero presumir ni presentarme como alguien que no soy. No puedo cantar música folclórica, aunque me encanta, pero no pertenezco a eso. No puedo cantar ese pop duro, porque tampoco soy eso. En el R&B, que es lo que me encanta, no voy a entrar a competir con hueones que tienen infinitas más posibilidades de producción, no sólo en términos económicos, sino también culturales, es otro lenguaje”.
“Lo que estoy haciendo es aceptar que soy esta mezcla de culturas e influencias. Somos como worldwide. Mi generación tiene mucha influencias. Yo crecí escuchando música en internet. A los ocho años ya tenía Youtube para buscar hueás de lo que yo quisiera. Igual mucha gente dice que nosotros como chilenos no tenemos identidad y que nos perdemos, pero en realidad yo siento que esa es nuestra identidad. Ese es nuestro potencial”.
“Así se ha desarrollado mi cultura, por lo menos. Crecí en un colegio en el que se enseñaba mucho inglés, en un lugar en que no me sentía tan cómoda. En mi desarrollo en general, nunca sentí que formara parte de algo. Siempre estuve como en un limbo. Quizás si hubiese estado en un colegio que desarrollara más la veta artística. Bueno, yo tampoco tenía cómo saberlo ni mi familia tampoco”, explica.
“No podís ser bonita y cantar bien”
Llegamos al parque y sacamos todos los bolsos y el atril para el teclado. Estamos en la final de una competencia de bailes de colegios, organizado por la Municipalidad de Las Condes. Está lleno de niños practicando sus pasos en el pasto y cuando la ven llegar, les cambia la cara. Dejan de bailar y cuchichean entre ellos. “¿Puedo sacarme una foto contigo?”, se repite varias veces.
Llegamos a una carpa blanca, dejamos las cosas y reciben a Denise. Empieza ahora el trabajo de maquillarse y peinarse para el evento.
D-Niss, el proyecto, es una apuesta extraña para la música en Chile. Es ambigua. Es un personaje que está en la televisión y en la música. El pop –este pop- no tiene un lugar definido como otros géneros musicales que sí tienen escenas que se componen de compañeros, lugares físicos para tocar, productores dedicados al género exclusivamente o incluso, prensa especializada que conozca este lenguaje, su código actual y pueda entregar una reflexión interesante. Más aún, una mujer solista intentando levantar esta propuesta bajo este panorama, puede ser un poco más complicado.
“Es difícil porque es como que no podís tenerlas todas. No podís ser bonita y cantar bien. Si la hueona es bonita, está ahí solo por eso. Si la hueona canta bien, dicen “ah, está ahí porque se debe haber metido con un hueón”. Entonces, al final yo siento que el hombre es mucho más respetado en todos los aspectos. Es más fácil para ellos”, me explica.
“Las mujeres promueven el machismo también. Desde chica te dicen que tienes que competir, y es básicamente, porque vivimos en una sociedad que lo incentiva. Sobresalir sólo por tu trabajo es difícil. Si querís hacer un video donde tenís ganas de mostrar un poco más, al tiro se piensa que es una estrategia de marketing, porque se supone que la mina como es rica, tiene que llamar la atención de alguna manera. Y son puras pajas al final, como que son puras estructuras muy cerradas de cómo deberían ser las cosas y la gente al final, tiene que ser libre. En otras partes del mundo, hay minas que hacen la hueá que quieren y a nadie le importa, nadie lo cuestiona”.
“La Tafi, por ejemplo, es mi baterista y directora. Una vez leímos un comentario de alguien que decía que no le gustaban las bateristas mujeres, porque no tocaban muy fuerte. Y la Tafi, hueón, le pega a la hueá. Onda, hay que decirle tranqui amiga… Es difícil, pero creo que al menos, actualmente, estamos intentando trabajar en eso, sobre todo las generaciones nuevas. Con los viejos ya no hay nada que hacer, pero los más chicos sí y los chiquillos están conscientes. Tenemos la posibilidad de criar cabros chicos que sean distintos. Como que para allá tenemos que ir, hacia que las generaciones después de nosotros sean mejores. Estamos en un proceso de transición o crecimiento, somos una sociedad relativamente joven. No somos un país que tenga una historia tan larga como la que tiene Suiza u Holanda. Somos nuevitos y es bonito tener la conciencia de esa tarea”.
Cuando uno piensa en la carrera de Denise Rosenthal y su impacto mediático, es difícil no tomar en cuenta la cantidad de viejos verdes que estaban esperando que cumpliera 18 años para sentirse menos culpables de sexualizarla a viva voz. Esto, es algo con lo que ella ha convivido desde los quince años y reconoce que a través de su música ha intentado contestar, a su manera.
“Yo creo que lo más fuerte que he hecho en relación a eso, fue una vez que saqué una foto en la que se me veía el pezón, tenía una transparencia. Mucha gente lo comentó. Y lo hice porque estaba lanzando un single que se llama ‘Revolution’ y tocaba un tema súper importante para mí. Hubo un momento en que sentí atacada mi sexualidad, en términos personales. Necesitaba estar con alguien que no solo me valorara en términos sexuales. Como que siempre sentía ese energía carnal del macho, y me sobrepasó un poco. Fue un proceso de conocer, de descubrir, qué era lo que provocaba y lo que no. Fue una catarsis de liberación. Onda, esta es mi canción, esta es mi revolución, esto es lo que me pasa adentro. No quiero tener que estar reprimiéndome porque si uso cierta ropa voy a provocar algo y al final pensé, esta hueá no puede ser así. Si estoy en esta, filo, que piensen la hueá que quieran pensar”.
—Qué apestosos los viejos verdes.
“Sí, la hueá del jumper”, dice, con un tono de asco. “Fui una niña sexualizada, al final. En ese momento me sentía incómoda, a veces, pero era una niña, entonces tampoco tenía tanta conciencia de lo que provocaba o no. No era ese mi foco. Yo estaba haciendo lo que me gustaba no más. El resto me importaba una raja. Estaba acostumbrada a que me miraran, a que de repente me gritaran hueás. Mi madre gracias a dios, siempre me decía que tenía que pasarme por la raja todo y que nadie podía pasarme a llevar. Entonces si un hueón me gritaba algo, me daba vuelta y lo puteaba. Siempre tuve harto carácter, pero eso fue gracias a ella. Es súper segura, trabajadora y tiene perso. Pero, sinceramente, no tenía conciencia de lo que generaba yo como niña, porque era una niña”.
“Igual si lo pensai, es inevitable que la sexualidad exista, está bien que exista, obvio, pero cuando sobrepasa los niveles del respeto y la otra persona se siente invadida y no quiere, está mal. Sí siento que hay mujeres que dan el espacio para provocar y eso esta bien es porque es decisión de ellas”.
Durante los últimos años se ha discutido mucho sobre la posición de poder de las mujeres en el pop mainstream. Sobre todo en las últimas temporadas, en las que hemos sido testigos de cómo son ellas las que reinan en el género y no sus pares hombres. Está abierto aquel debate: cuándo están siendo tratadas como un objeto y cuándo en realidad, son ellas las que están tomando las decisiones. Quién tiene el sartén por el mango, en resumen.
“Mi límite está súper claro. A mí nadie me dice lo que tengo que hacer. Esa hueá es así desde siempre. Y si hay algo con lo que no estoy de acuerdo, me paro y lo digo. Tengo bien claro lo que quiero hacer. Eso es lo que me frustra a veces, hay gente que piensa que porque hago pop todo lo que una hace es porque te lo dijeron. Porque se supone que tienes un equipo que está tomando decisiones y asesorando y un sin fin de personas que te están manejando la hueá. Y esa es una fantasía estúpida, porque no somos una industria que dé para eso, como en Estados Unidos, que no sé ni siquiera cómo funciona. Obvio que Beyoncé tiene a infinitos hueones ayudándola. Dicen que Jennifer López tiene un hueón en redes sociales que revisa todos los comentarios que le ponen y ella toma decisiones en base a eso. Si dicen que está gorda, entonces ella adelgaza. Son rumores igual, uno no sabe cómo funciona, ja, ja, ja”.
“Onda, ahora yo me estoy maquillando y peinando. No tengo un motor home. Esa es la magia que genera la música pop, que todo es perfecto y se ve bien. Juega con eso y a veces a la gente se le olvida que uno es persona. Cuando se idealiza alguien es como que la artista deja de ser un ser humano, no siente, no piensa, no tiene problemas. Entonces cuando la gente ataca o escribe cosas malas, lo hace desde esa visión, se olvida de la otra persona”.
—Hace unos meses, fuiste rostro de la campaña en contra del acoso callejero impulsada por el OCAC y el Injuv.
“Sí, me interesó participar porque creo que la campaña está destinada al público del que estábamos hablando antes, y porque más allá de que sea una ley importante, creo que al menos es un pequeño pasito para que otras cosas se sigan conversando, se sigan considerando. Hay mucho desconocimiento de todos los temas. Falta educación. Tiene que existir para las mujeres, informarlas, explicarles que una puede ser la encargada de que esto cambie, de pedir ayuda, de confiar”.
—Otra cosa que está en discusión ahora y es importante es el aborto ¿Qué piensas de eso?
“Creo que en términos específicos de la ley, hay mucho desconocimiento al respecto. No porque una mujer necesite ir a hacerse un aborto, es como que despertó un día y listo, decidió que va a abortar a un feto de muchos meses ya desarrollado. He visto campañas de publicidad en contra del aborto que me parecen insólitas. Nadie ha dicho que eso va a ser la ley de aborto. Estamos hablando de casos específicos, que tienen que estar aprobados. Es lo mínimo que tenemos que tener. Creo que no son temas que le competen exclusivamente a la mujer, que sí, obvio que estoy de acuerdo con eso, pero en algunos casos también le compete a las parejas. Y cada mujer y cada persona es capaz de tomar una decisión para su vida, no hay para qué juzgar tampoco”
“No te puedo decir si yo me haría un aborto, porque tampoco es una hueá que una se podría hacer todos los días. Al contrario. Es fuerte. Creo que esta ley va a permitir informarse, aprender, tomar conciencia y cuidarse. Hay que pensar a largo plazo”.
Me impacta la maestría que tiene Denise para maquillarse sola y peinarse. Cuando me delineo el párpado me siento como maquilladora profesional y ese sentimiento se va a pique cuando la observo a ella, ocupando todas esas cosas tan bonitas y que huelen tan bien. Mientras se peina y termina un pelo de sesión fotográfica, me explica que está haciendo su segundo disco. “Estoy componiendo, tratando de encontrar personas que confíen en mi proyecto. Productores, de todo un poco. Quiero desarrollar un nuevo estilo musical ja, ja, ja”.
—”Ja, ja, ja. Hola, soy Denise y y quiero inventar un nuevo género musical”—le digo, haciendo la mímica del emoji de uñas pintadas.
“Ja, ja, ja, de hecho sí, ese es mi gran objetivo”, bromea. “Siempre me dicen ya Denise, dime un referente de lo que quieres hacer, y no tengo, en realidad. No quiero ser la copia de equis o la versión latina de algo. Quiero hacer mi volá y para eso es mucho trabajo, de investigación, de compartir con diferentes músicos, de pedir ayuda porque una no puede hacerlo todo sola. No se puede hacer todo. Hay que ser lo suficientemente humilde para aceptarlo y pedir ayuda. Además, para lo que quiero hacer necesito hartas influencias de muchas partes, lo tengo muy claro en mi cabeza. Eso lo hace mejor aún”.
“Me gusta mucho lo que hace Ana Tijoux, la encuentro seca. El último disco de Bomba Estéreo está increíble, estoy rayada con ese ahora. También me gusta mucho The Weeknd, Kesha Cole, el afro peruano también me gusta. La Susana Vaca, Eva Aillón, la Omara Portuondo…”.
“Creo que igual podría ser la productora general de mi próximo trabajo porque tengo la hueá clara, pero igual quiero trabajar con alguien, obvio, tengo harto que aprender. Puedo tener muchas ideas, pero me frustro porque no llevo mucho tiempo estudiando música y a veces, tengo las canciones en mi cabeza pero no puedo sacarlas, vienen y se van. No puedo pasarlas. Digo ‘mierda, mierda, mierda quédate’. No sé definirte los acordes al toque por oído, pero eso es tiempo, llevo un año recién. No me puedo exigir tanto, si la hueá no es magia. Algún día podré”.