Bob Dylan ganando el Nobel de Literatura generó diversas reacciones. Los puristas obviamente se vieron atacados al enfrentarse a que la discografía del ganador podría mejor llamarse bibliografía. El mayor premio literario en manos de un sujeto que orgullosamente llevaba la etiqueta de músico.
Este “espanto” resulta injustificado si pensamos que poemas épicos como “Beowulf” u obras provenientes de la Antigua Grecia (como La Iliada y La Odisea) se cantaban y eran acompañados con música. Canciones que perdieron su melodía y se volvieron poemas.
Al pasar de los años, al arribo de la música popular, la literatura y la música eran dos polos opuestos. Se solían ver de un modo despectivo e inferior los escritos relacionados con música popular, sea periodismo musical o el trabajo de los compositores.
Como lo declaró Nick Cave en una entrevista en septiembre de 1990, “los músicos estamos en el nivel más bajo de la pirámide creativa, y los escritores están en lo más alto. Mucha gente cree que es inaceptable que alguien intente del nivel más bajo tratar de llegar al más alto”. A pesar de que reiteradamente se demostrara lo contrario: múltiples escritores galardonados trabajaron en revistas musicales, muchas de estas marcando tendencias (Véase Rolling Stone y el periodismo Gonzo), mientras poetas y escritores alababan incesantemente el trabajo de distintos compositores (el mismo Nicanor Parra auguró el premio para Bob Dylan hace 19 años atrás).
Dos corrientes tan parecidas que aun así rehusaban entrecruzarse. En los últimos años podemos ver como este estigma está desapareciendo. Leonard Cohen gano el “Premio Principe de Asturias” en 2011 (al igual que Dylan en el 2007), Patti Smith el “National Book Awards” en 2010.
Este Nobel significa la iniciación de un proceso de aceptación del trabajo de compositor como una obra literaria digna de estudio formal. Incluso géneros como el rap (que significa rhythm and poetry, ritmo y poesía) lentamente se toman espacios de estudios mayores, como podemos observar en cursos impartidos en universidades alrededor del mundo, basadas en el análisis de letras de Tupac, Wu Tang Clan o Kendrick Lamar.
¿Por qué no dedicamos tiempo a analizar las letras de Violeta, cuando el mismo Nicanor cree que es aún mejor poetisa que él? ¿Por qué no utilizamos clases de lenguaje para analizar las canciones de Silvio Rodríguez o Ana Tijoux? Si hay duda, solo necesitamos afinar el oído, escuchar con detención y encontrarnos con personajes realistas, historias conmovedoras, metáforas, lenguajes inventados y rimas complejas. A través de sus letras, nos dan a conocer realidades desconocidas y voces pocas veces escuchadas. Describiendo barrios donde rara vez se vio un libro.
El Nobel para Bob Dylan es una confirmación de la evolución del medio literario tradicional que, finalmente, ha aceptado abrir sus puertas y acoger a los cantautores.