Me encanta internet porque ofrece un mundo de sensaciones. En general, me agrada. Es donde trabajo, donde me conecto con otras personas interesantes, donde encuentro humor y donde puedo aprender. Otras veces es un lugar hostil, en donde te amenazan y, en mi caso, además, me avisan que me falta pico.
Pero volvamos a lo importante.
Hoy internet, como la mayoría de los días, nos entregó humor. Si el fin de semana tuvimos que reír en vez de llorar con los pacos ofreciendo cafecitos para aumentar la aprobación de la institución, o leer a Vargas Llosa defendiendo a Mauricio Rojas (el que fue ministro por un fin de semana) apoyado en este arte (fino), hoy nos toca con el pop. Unos cuicos de la Universidad de Los Andes hicieron un cover de ‘Reptilia’ de The Strokes y, para la mala suerte del pueblo chileno, fue grabado en video.
cuando eres cuico y rockero a la vez, pero sobretodo cuico pic.twitter.com/ZvigVUDziM
— felipiiin™ // cuenta oficial (@felipiiin) 3 de septiembre de 2018
Esta mañana poco importó que saliera el sol, la marraqueta sabía rancia, el saldo de emergencia de la Tarjeta Bip! no le funcionó a nadie. Allende se revolcó en su tumba. Unos cuicos se atrevieron a hacer suyo un capital cultural que, a ojos de muchos, no les correspondía.
Y así estuvimos presentes en un día en el que se hizo historia. ¿The Strokes acaso el Quelentaro del 2018? (¿The Strokes puede ser algo interesante en el 2018?) Es fuerte. Anótenlo en su agenda o compartan este link en Facebook para que se los recuerde en unos años más.
Las masas indignadas olvidaron algunos detalles importante a la hora de decidir sus sentimientos y los dejo acá para traer paz (o no) a sus corazones. En primer lugar, los cuicos que reversionaron a The Strokes en ese video, son más pobres que los mismos The Strokes. Dato importante, pues la indignación viene acompañada del cuicómetro que, muchas veces tanto tú como yo amigo/a lector/a, usamos para poder sobrevivir en base al humor en este país miserable.
Sí, el papá de Julian Casablancas es dueño de Elite Model, esa agencia enorme y multimillonaria que se dedica a fichar mujeres alrededor del mundo, con las que nos venden ropa que se nos ve fea a las que somos del montón. Y él, se conoció con Moretti y Valensi en la Dwight School, un colegio privado ubicado en el Upper West Side de Manhattan. A Albert Hammond Jr. lo conoció en un internado en Suiza y después se reencontraron en Nueva York. En resumen, nadie estudió con CAE.
Por otra parte y, acá me voy a meter en un terreno duro. ¿Escucharon cómo cantaba ese cosplay de Jaime Guzmán? Con sus pantalones Dockers y con el mismo encanto con el que José Antonio Kast habla de los martes de pololeo, aún así, con todo eso en contra, sonaba mejor que Julian Casablancas en vivo. Cómo olvidar ese concierto espantoso en el Club de la Unión, como sideshow de Lollapalooza.
Con esta cruda realidad, la Universidad de Los Andes nos dio lecciones. De este episodio sacamos moralejas: qué importante es la imagen en el pop. Puede revestir una realidad o un discurso y darla vueltas por completo. También nos confirma que por algo la derecha jamás sorprende desde la cultura, sobre todo la musical. Le falta onda, aunque sea envasada, pero le falta onda y ropa bonita.
Y tercero -con esto me retiro para esquivar sus escupos- los misteriosos caminos del pop nos llevan por terrenos desconocidos. Tan desconocidos, que muchas veces nos inventamos un universo completo alrededor de una banda y, cuando nos acercamos más -o leemos una entrevista- nos damos cuenta que son unos imbéciles y ahí queda el ídolo. No digo que The Strokes lo sean (un poco sí, pero ese no es el punto). Lo importante acá es que nosotros somos los que decidimos creer en algo. Que nos proyectamos en lo que nos gusta y, a la vez, lo utilizamos para separarnos de los otros. ¿Qué somos nosotros al final? Lo que generan las canciones en el estómago es básicamente un “siempre me traiciona la razón y me domina el corazón”. Y continuamente buscamos excusas para seguir creyendo.