MARCELO ALDUNATE: Yo estaba en Radio Tiempo, que era bien extraña. Ahora lo veo con distancia, pero entiendo la lógica que había detrás. No era una radio con vocación popular. Pretendía gustarle a harta gente, pero que fuese gente que los dueños sintieran que era gente como ellos. Siempre decían eso de “gente como uno”. Era muy de élite. Yo fui control de esa radio y programador por seis años y por diferentes circunstancias, terminé siendo director musical en ese entonces y a mí no me calzaba por qué no podíamos ser más populares. Por qué tenemos que gustarle a cinco y no a veinticinco.
Entonces luchaba contra esa directriz que venía de la gerencia. Pretendían ser C1 y me acuerdo que dentro de todo me gustaba la radio, al tratar de ser más exclusivos tocábamos música más rara, sin saber que era rara. Claramente ahí también se empezó a forjar otro gusto en mí. Por ejemplo, The Church, Stone Roses. Era entretenido, pero llegaban las encuestas y siempre estábamos en los lugares del medio.
Me tocó ser director post boom del rock latino. En ese momento, entonces, no se escuchaba nada en español porque el boom había sido tan fuerte que produjo una saturación y nadie quiso escuchar más Soda Stereo por un rato. Tímidamente puse unas canciones en español, para tratar de alguna manera crecer un poco y ser más inclusivo con la parrilla musical y eso provocó un cortocircuito entre mi gestión y el gerente comercial que, derechamente, mandó a bajar la canción al aire. Y el control recibió la instrucción por teléfono. Me enojé con el mundo, renuncié, me sentí pasado a llevar.
En ese momento, tomé la decisión de no volver nunca más a la radio y decidí estudiar. Eso fue a fines del ‘91. Se me metió en la cabeza la idea de ser chef. Empecé a averiguar y bueno, como estaba acostumbrado a tener un sueldo, me llegó el dato de que estaban buscando a alguien en una discoteque que se llamaba Scratch. Fui, hablé con el tipo, y estuve trabajando seis meses ahí. Llegué y empecé a poner las canciones que ponía en la Tiempo y no pasaba nada, nadie bailaba con esas canciones. Y empecé a cachar que en rigor, lo que mis jefes pensaban, eso de que a “ la gente como ellos” les gustaba música más rara, no era tal. Porque ponía Technotronic o 2 Unlimited y eso era lo que la gente bailaba. Empecé a pensar que una radio si pretende ser masiva, tiene que tocar los éxitos que funcionan en ese formato
y si quieres ser más cuico o más popular, eso tiene que ver con los contenidos y con la comunicación, con cómo se habla.
Llegaba como a las seis de la mañana a mi casa, me despiertan a las doce un día y me dicen que me llamaba alguien de la Cooperativa y yo como “¡nooo!”. Mi mamá les dice que llamen más rato y a la hora y media vuelven a llamar. Era Marcelo Zúñiga, director de la radio. Me dice con su voz, muy serio, “ me gustaría conversar contigo sobre un proyecto”. Fui a la entrevista para cachar no más, yo ya me veía haciendo tortas y panqueques. Me hace esperar como
dos horas y media y yo pensaba “qué se cree este” y finalmente, me hace pasar y me empieza a hablar de las cosas que yo había hecho. Sabía todo. Y me dice “me parece que eres la persona indicada para estar en este proyecto”.
Me dice que la Cooperativa tenía una señal en fm y que habían hecho muchos estudios de mercado y se habían dado cuenta que faltaba una radio juvenil que interpretara de otra forma a los jóvenes. No me dio la sensación de que iba a pasar algo. Fui a la casa de Antonio Bellet. Me dijo “¿por qué no me traes en un borrador lo que crees tú que necesitamos para hacer esta radio?”. Volví tres días después con apuntes y se los mostré. Empecé a enganchar con él. Él tenía 40 y yo 24. Empiezo a cachar que le interesaba ene lo que le explicaba, porque si bien él había sido quien dirigió el medio más importante en la dictadura desde la oposición, de lo más combativo, yo le empiezo a decir “mira, los controles necesitan trabajar así, necesitamos estas tornamesas, estos procesadores, se llama Orban, etc”. Él trabajaba
en radio am, entonces, venía de otra cosa. Y él a su vez, me empieza a contar cómo funcionaba la Cooperativa. La radio informativa es otro mundo. Hubo un interés mutuo en compartir las experiencias de cada cual y construir algo desde cero.
Empezamos a ver nombres de locutores, periodistas. Ahí me doy cuenta que una radio necesita contenido, periodistas, editor y locutor. Yo venía de una radio donde importaba más la forma que el fondo, todos hacíamos todo. Yo hacía libretos sin saber redactar un guión. Empiezo a cachar que había una forma más profesional de encarar un proyecto, que si hay que entrevistar a una artista tiene que ser un periodista, no puede ser cualquiera. Esa era la lógica de Marcelo y, claro, es obvio.
Se empieza a formar el equipo y me veo a cargo de quince personas, antes de salir al aire. Ahí se empezó a asomar gente como Iván Valenzuela y Rolando Ramos. Hice una investigación y de cada radio de la competencia traje a uno. También seleccionando música. En ese minuto, la Cooperativa estaba pasando por una situación económica muy delicada y no había plata para comprar discos, ni nada. Y yo le digo “ Marcelo, cuando yo estaba en la Tiempo y la Concierto, el promedio de compra de discos mensual era de un millón de pesos”, algo que en esa época era una millonada. La cantidad de plata que se gastaba compra1ndo música era mucha. Él me dice que no podían, entonces, la primera dificultad real fue que no había música. Y la radio partió con trescientos discos y yo venía de trabajar con, al menos, dos mil quinientos cedés. En esa época repetir una canción en el día no entraba en la cabeza de nadie, entonces tenía que haber mucha. Una canción de moda sonaba una vez al día, nada más.
SERGIO LAGOS: En ese tiempo, gente común y corriente, estudiantes de periodismo estaban haciendo programas de radio y liderando medios. Aparece Rock & Pop, que fue un gran tema porque antes las radios sólo transmitían música en inglés y con cuea Presuntos Implicados. La radio Rock & Pop fue un golpe, porque fue la primera que rompió la hegemonía de estas radios más tradicionales que tenían una mirada muy poco amplia, era bien ABC1, la onda de la fm.
MARCELO ALDUNATE: Me acuerdo que preparando la salida de la radio, Marcelo me dice “anda a la bodega porque hay mucha música que en Cooperativa no se ocupa y puede servir algo”. Y yo así como,“oh, qué lata”. Era una bodega, todo sucio, y yo estaba acostumbrado a ir a elegir discos, que mandaran la factura de dos millones y medio y llegaban las cajas con cedés. Era una época, en la que no sé, Focus en vivo, lo ponías una vez y nunca más sonaba. Al menos en la Tiempo y la Concierto. Los dueños peleaban por quién era más poderoso. Y las compañías que recién se estaban instalando en Chile, no enviaban discos. En el ‘91 y ‘92 hicimos reuniones con ellos para pedirles música. Muchas quedaban en una sola casa, no se habían separado todavía. “Bueno, sí, te vamos a mandar un material” y llegaban tres discos. Realmente, no teníamos muchas posibilidades de contar con canciones para sentirnos preparados.
Entonces, fui a la bodega del patio de la radio y empecé a encontrar cosas: The Bangles, A-ha, Los Tres —” ya, no sé que es”, decía— Los Prisioneros, “sí, también sirven”. Deben haber sido unos cien discos en buen y mal estado. Y ahí empecé a escuchar para ver qué servía y aparecían cosas insólitas que habían llegado a la Cooperativa por un intercambio con no sé quién. Cristina y Los Subterráneos, Amistades Peligrosas, La Unión, en fin. Y se empieza a armar una discoteca que tenía un alto componente de música en español, porque Cooperativa sólo tocaba música en español, entonces les llegaba eso de sus colegas de otros lados. Había música argentina, chilena, española y más cosas en inglés que daban vuelta como Michael Jackson.
Se empieza a armar una discoteca de emergencia, pero en el camino, la persona que era productor de la radio, Mariano Pérez, e Iván Valenzuela ven el disco de Los Tres y dicen “oh, esta banda es buena, toca en las universidades” y yo nunca los había escuchado, estaba en otro escenario. Me lo llevo a la casa, lo escuché, me gustó una canción y como yo era el que elegía, dije “ya, la siete”, y se llamaba “La Primera Vez”. Ni sabía que existía un single que se llamaba “He Barrido El Sol” o “Amor Violento”. No tenía idea. Nunca supe. Y así sale la radio el 1 de diciembre de 1992. Cada uno de nosotros también llevó material. Era música de todas las épocas y parte de la estrategia también era tocar música que
no tocaban los demás. Los estudié a todos, ja, ja, ja. Ya, pongamos Soda Stereo, upa!, Los Prisioneros. Entre canciones actuales salía esto otro entre medio. Si escucharas las cintas de Rock & Pop de esa época no podrías creer la parrilla. Salía Jon Secada, Sumo y después Elton John.
Y bueno, esa parrilla se sumaba al tipo de animación que se propuso, que era distinto a la formalidad de las radios de la época. Era gente que hablaba parecido a como hablaba la gente en la calle, fue una mezcla distinta, novedosa y había una velocidad en cómo iban pasando las cosas que también marcó una diferencia. Como política de programación, si alguien llamaba y pedía una canción, había que tocarla. Era una radio en donde realmente te escuchábamos y
poníamos lo que tú querías escuchar. La radio en ese momento era muy ecléctica, lo que la convertía en una propuesta entretenida en ese minuto. Después, con el correr de los meses, se fue perfilando una línea, porque ahí las compañías dicen “ahh, le está yendo bien a estos locos, ya, llevemos la nueva de Pearl Jam o Beastie Boys”. También nos pasaron discos para el programa de Rolando Ramos, La Alcantarilla Gaseosa: Rage Against The Machine y Marilyn Manson. Ahí nos quedaba gustando alguna canción y la tocábamos en el día. Justo aparece MTV y el cable, entonces ya todos conocían a Green Day y poníamos a Green Day.
Ahí se empieza a perfilar una línea musical, eso es como en el ‘94, pero el primer año era lo que botó la ola y todo nos servía. Y en eso había mucha música de Alerce también. Yo realmente salí muy dolido de la Tiempo. Estaba picado porque sentía y veía, al conocer esta nueva forma de trabajar, la constante falta de respeto que tenían con la gente que trabajaba allá, en todos los sentidos. O sea, acá había turnos, horas extra, habían móviles en la mañana y noche, había colación y desayuno. Descubrí un mundo, yo de verdad pensaba que lo otro estaba bien y acá vi que no. Había un sindicato en Cooperativa, entonces las cosas eran diferentes.
Siendo súper honesto, acá hubo una cuestión circunstancial. No había material y dentro de lo que había, había discos chilenos y música en español. Lo otro es que, como era una radio que tenía que tener contenido, porque la propuesta era música y compañía, parte del contenido era decir “estamos acá con Perico que nos va a contar de su tocata en tal lado”. Una cosa muy básica que pasa ahora en cualquier lado, pero en ese momento eso no existía, nadie entrevistaba a nadie. Las radios eran unas cosas sacras. Nadie usaba los micrófonos si no era el locutor institucional y acá chasconeamos el cuento. Eso tú no lo puedes hacer con el vocalista de Red Hot Chili Peppers, sentado media hora contigo. Tienes que hacerlo con el vocalista de los Chancho En Piedra. A lo más teníamos phoners, pero el día a día era local.
También me acuerdo que en esa época me obsesioné con una idea. La Concierto emitía programas de la BBC que eran conciertos exclusivos y empecé a investigar. Caché que la BBC generaba todo un cuento: grababa a los grupos y esos contenidos se iban a otros países. Llegabas a un acuerdo con ellos de pasar la música y te mandaban contenidos. Dije, “lo que tengo que hacer es un archivo de cosas que están pasando acá y que se vayan convirtiendo también en un documento”, porque me di cuenta también que de los años sesenta, setenta y ochenta no había ningún registro en vivo de nada. O sea, saber cómo eran las bandas de la Nueva Ola en vivo, una grabación de la época, de Los Prisioneros… no había nada. El primer disco en vivo de Los Prisioneros fue El Caset Pirata, imagínate, en el 2000. En algún momento me creí el cuento de que la radio podía ser como la BBC y tener su archivo histórico. Por ahí invitaba a Lucybell cuando lanzaba sus singles y les pedíamos un acústico. Hoy uno dice que es algo obvio, pero en ese momento no existía y tampoco le importaba mucho a la gente.
Afortunadamente, en el equipo todos querían generar contenido que fuese exclusivo. Para efectos radiales es mucho más interesante que salga la voz de Joe Vasconcellos diciendo “ hola, hoy toco en La Batuta, te invito porque voy a tocar mis canciones nuevas, voy a regalar entradas”. Es mejor que lo diga él. Ahí se empieza a generar una instancia para los músicos donde la puerta está abierta y llevan sus discos. A veces no los tocábamos porque había mucho material de la
época que no estaba a la altura técnicamente. Como yo venía de una escuela más estricta, igual me quedaba un poco de eso. Si toco esta canción y después viene la nueva de Duran Duran, le voy a hacer un flaco favor a esta canción y a mí.
WALTER ROBLERO: Hay una hueá que me dijeron muchas veces. “No podemos tocar tu disco porque suena como el hoyo”. Yo me aburrí de escuchar eso, nosotros hacíamos la hueá de ir a dejar los discos a las radios. Siempre había un hueón que te decía: “me encanta tu grupo pero yo no puedo tocarlo aquí, porque la hueá no suena con estándares radiales”, una hueá muy barsa. Pero nosotros siempre lo hicimos, siempre le íbamos a dejar los discos a los hueones.
MARCELO ALDUNATE: Se genera este espacio en Rock & Pop que mucha gente aprovechó. También son los años de la vuelta a la democracia, había un impulso creativo, ganas y energía. Y el panorama entre el ‘92 y el ‘95 cambia radicalmente respecto al ‘88 y ‘91, que no pasaba nada, directamente.
Pasaba algo que me comentó mucha gente, músicos. Ellos llegaban a la radio y hablaban de música con los que estaban ahí, que era algo que no pasaba en las otras radios. Había entrevista con Cerati, él llegaba y se ponía a hablar con Iván Valenzuela de My Bloody Valentine. Eran todos melómanos a su manera y tenían experiencia en otros medios. Debe haber sido entretenido ir para allá. Además, no es como ahora, la gente permanecía más tiempo en el lugar de traba-
jo, entonces, ibas a la Rock & Pop y los locutores llegaban tres horas antes a preparar su programa y después se quedaban una hora más redactando un especial o preparando lo del día siguiente. Y ahí igual se armaba hueveo, lo pasabas bien, tenías la música fuerte, nos estaba yendo bien, entonces teníamos un poco chipe libre en esa casa, que
era súper cómoda, en Antonio Bellet. Daba a un patio, entonces el que quería se iba a fumar afuera, hacíamos asados, llegaban los músicos y hacían unas tocatas para el 18.
Era muy familiar, cuestión que se perdió cuando pasamos al otro edificio. Pero llegando acá veníamos con esa idea de “oh, invitemos a Solar a hacer una versión distinta para que en veinte años más alguien la escuche”. Esas cosas eran las
que nos movían harto. Por eso inventamos las Raras Tocatas Nuevas.
DAVID PONCE: Es súper importante, creo, la radio Rock & Pop, que se instala como un paradigma nuevo, hay un periodista súper bueno, tan importante y representativo de trabajar al periodismo de música, que es Iván Valenzuela, que es como un sinónimo de la Rock & Pop de ese tiempo. Se convierte en un umbral con su programa Haciendo Ruido, que era un programa magazinesco, como mucha información, con el estatus de un periodista como él, que aparece en El Mercurio también con más recursos y es como la antítesis del periodista, el periodista no especializado.
No es por prenderle velas a Iván Valenzuela, pero me parece que es una cuestión, es un oficio distinto el que inauguró él en la prensa musical, porque para uno que estuvo en ese momento, con acceso a El Mercurio, o a la Rock & Pop, dos sitiales súper importantes y determinantes para fijar una manera distinta o X de trabajar.
La radio es súper importante, quizás es injusto decir que sólo él, pero en su programa hubo un cambio real, en su manera de aproximarse a la música, periodística, llevar a gente y entrevistarla, que justamente era lo que echaba de menos antes. En la Concierto no te identifican la canción, por suerte te decían un título, este loco iba más allá y tenía información sobre la canción leída de Rolling Stone, probablemente y si era más especial tenías al músico ahí, hablaba con él.
MARISOL GARCÍA: Lo virtuoso era que los periodistas jóvenes estábamos llegando sobre todo a la radio Rock & Pop, en la que yo nunca trabajé, pero que era algo evidente y los que estábamos escribiendo en El Mercurio, La Época. Me acuerdo que cuando entré a colaborar al Mercurio en el ‘97, estaba el Pato Ovando de editor, que ahora está en la radio del 13 y es un grandísimo jefe, yo lo adoro. En un minuto nos pusimos la bancada de música. ¡Éramos cinco! A las reuniones de pauta del Wikén, donde también a veces se discutían cosas del cuerpo C, llegábamos cinco de música. Esa hueá era heavy. No escribíamos los cinco todos los días, pero el editor consideraba que estaba bien tener cinco freelancers o un contratado, que era David, creo, Cristóbal Peña también estaba ahí, yo, Julio Osses un tiempo, la Paula Molina. Éramos muchos. Entonces, había un entusiasmo nuestro natural y por suerte creo que, o sea, yo escribía probablemente sobre el último disco de The Verve, porque me gustaba, pero también estábamos entusiasmados con
lo chileno. Y sobre todo con esto que te digo, haciendo la vista gorda de si nos gustaban o no los discos, nos interesaba cubrir porque lo teníamos a la mano, podíamos hacer las entrevistas. Me parece que de eso se trata.
SERGIO LAGOS: Esta radio abre y empieza a programar con mucha insistencia músicos chilenos. Lucybell, Nicole, Los Tres, todo el catálogo de EMI, Alerce, BMG e incluso de Warner. Todo el catálogo, como parte de su identidad. Y entre el ‘95 y el ‘98, hubo una explosión en la incorporación de cierto repertorio a la gente desde Arica a Punta Arenas. Porque además fue tan fuerte el salto que se pegó esta radio que bastaba con que Rock & Pop programara tres o cuatro veces a la semana a Javiera y los Imposibles y la gente se aprendía las canciones.
CAROLINA TRES ESTRELLAS: Lo chistoso con los medios de esa época es que como que nadie se atrevía aún a decir cosas, estaba todavía el temor de la dictadura, calladitos. Y nosotros no teníamos esa cultura, entonces también nos dimos la libertad de hacer y decir cosas que no se hacían. Que no era necesariamente increíble, pero que había que hacer de todos modos. Y yo creo que eso para nosotros y para la imagen que dimos en esa época fue súper importante, no dejar la zorra, pero decir cosas que nos parecían normales, pero que en Chile no lo eran tanto.
EDI PISTOLAS: Nos trajo muchos problemas, pero era parte de nuestra acción. Andábamos con la idea de hacer atentados en los medios.
Entonces, un día nos contacta Sergio Lagos para hacer algo en la Zona de Contacto del Mercurio, así que dijimos “ uy, vamos a reírnos con El Mercurio”. Entonces le contamos que teníamos un canal de televisión en Argentina que se llamaba Pervervisión y le contamos cualquier hueá, y mucho. Cristian Araya, que en ese tiempo era el director del fanzine que teníamos ‘El Sostén Alternativo’, que tuvo solo dos números, confirmó todo lo que dijimos, entonces Sergio se creyó todo. Y al fin de semana siguiente publicó una nota entera y era tan obvio que era todo mentira que quedó la cagá, nos retaron.
CAROLINA TRES ESTRELLAS: La redacción nos mandó una carta, que teníamos que disculparnos públicamente en El Mercurio, o si no nos ponían en una lista negra. Y nos preguntábamos, ¿qué era una lista negra?
EDI PISTOLAS: Y Sergio Lagos fue un enemigo nuestro por mucho tiempo después. Aún hoy no sé si nos haya perdonado, pero nosotros estábamos haciendo nuestro trabajo y éramos legítimos en todo eso.
MARCELO ALDUNATE: La radio llegó a ser número uno en seis meses. Como yo había estado antes en una radio medianamente conocida, me daba cuenta de que esta cosa era diferente. Y también me daba cuenta porque cuando celebrábamos el cumpleaños de alguien del equipo y llegábamos a un lugar y nos decían “no, no paguen nada”, entonces cachabas que estaba pasando algo distinto. También lo veíamos en la actitud de las compañías, se convirtió en un acoso permanente. La ambición se apodera al final de la gente de la Cooperativa. “Ohh, Rock & Pop, increíble, hagamos un canal, una revista”, dijeron. Y ahí se fue todo al carajo.
ARTURO FIGUEROA: Uno grababa en vhs cuando había algo interesante y de repente en el canal de Rock & Pop pasaban cosas. Yo les escribí un par de veces reclamando por datos que estaban mal entregados, a gente conocida que después supe que me terminó odiando.
SERGIO LAGOS: En el ‘96, después de escribir desde el ‘93 en adelante, me llaman para hacerme cargo de Dínamo, que era un programa de cuatro o cinco horas de música al día. Todos los días con videos, información y entrevistas. Y era un período súper interesante, porque por todos los lados tenías inputs del mundo independiente. Las culturas musicales convivían mucho más, era más normal que fueras a bares de distinto tipo de música. Independientemente de la técnica y de todo lo que haya pasado, y cómo son los artistas reconocidos hoy día o ayer, el afán de hacer música es algo que no se apaga.
RODRIGO SANTIS: Me acuerdo cuando habían esos programas como el Dínamo, llamaban a Congleador porque tenían que tener contenido todos los días, tenían no sé, cómo cuatro horas de programa y tenían que tener entrevistas, y claro, te llamaban todo el rato y nosotros no teníamos nada que decir y pensándolo ahora en no sé po, cuando hacemos estrategias de comunicación, éramos los peores artistas como para un sello, y éramos nosotros mismos los que estábamos trabajando en eso.
MARCELO ALDUNATE: Se tomaron malas decisiones, se trató de replicar el espíritu de la radio en medios de códigos diferentes. La tele es implacable, parte por la imagen. Si tienes un canal que no se ve bien, no tienes ni una posibilidad. Y el Canal 2 se veía mal técnicamente, más allá del programa que se pudiese hacer. Y fue un fracaso económico que terminó por hacer que Cooperativa vendiera Rock & Pop en una suma increíble de dinero que les salvó la vida. Por un tema de sus intereses políticos, era una radio que no podía desaparecer.
WALTER ROBLERO: No solamente creo que fue nocivo en que instalaron una hegemonía de música chilena, sino que fueron nocivos en el gusto de la gente, en mostrarles lo mismo, durante años y décadas.