Fotos por Felipe Fontecilla
El Comité Editorial de POTQ estuvo todo el fin de semana instalado en el Club Hípico, entre medio de las miles de personas que asistieron al Maquinaria, para vivir en terreno la segunda edición del festival que, en su debut del año pasado, nos dejó optimistas sobre el futuro de este tipo de eventos en Chile.
Aunque hubo constantes telefonazos, nunca nos vimos las caras en el recinto ecuestre. Cada uno de nosotros vio una faceta distinta del multitudinario encuentro musical, y cada uno de nosotros se llevó un recuerdo distinto del ambiente y de los shows, como todos los que fueron el sábado y/o domingo.
Y sí, a nosotros también nos duele el cuerpo todavía. Pero estamos convencidos de que valió la pena. Lo haríamos de nuevo mil veces.
Lo que el viento se llevó: El sonido
En las cercanías del escenario se notaba menos, pero desde un poco más lejos resultaba posible notar los problemas de volumen el primer día, sumados a la pérdida de sonido -por culpa del viento- en ambas jornadas. Maquinaria aspira a ser un evento de gran magnitud, así que necesita mejorar en este aspecto con una infraestructura acorde a sus ambiciones. Presentaciones que necesitan decibeles altos, como las de Faith No More y Down, fueron perjudicadas por las complicaciones acústicas del Club Hípico, que pudieron haber sido previstas y solucionadas con más y mejores equipos. (Andrés Panes)
Sintonía correcta: El público
Hubo desubicados que llegaron a hacer vida social y conversaron/gritaron durante conciertos enteros, y también gente empecinada en tomar (pésimas) fotos para su archivo personal, que no tuvo reparos en mantener su cámara en alto y no dejar ver a los de atrás. Por supuesto que algunos no supieron medirse, terminaron borrachos y se fueron a combo limpio (intervención de Carabineros de por medio). Pero la mala onda nunca fue generalizada, sino que se manifestó en sectores muy acotados. Incluso al pelotudo que se paró en una mesa en plena cancha de Megadeth, hacia el lado izquierdo del escenario, lo dejaron ser (en otro contexto, tamaño acto de displicencia amerita represalias físicas). El público que llegó a Maquinaria estuvo siempre en la sintonía correcta; ordenado hasta en las filas largas, respetuoso y con ganas de pasarlo bien. (Andrés Panes)
Sonic Youth: Sin llorar
La hora más mezquina de Maquinaria fue la concedida a Sonic Youth. El quinteto neoyorquino pudo haber estado al menos otros 30 minutos tocando, aunque lo acotado de su show hizo que el público cautivo del grupo sintiera la urgencia del momento. Todavía no está claro el futuro de la banda, lo que tiñó de solemnidad, tensión y morbo su segundo paso por Chile. La situación fue resuelta con clase, mediante un set que mezcló temas de “The Eternal” (2009) con imprescindibles de su cancionero como ‘Drunken Butterfly’, ‘Eric’s Trip’ o ‘Teen Age Riot’ (guardada para el exquisito y ruidoso final). Quizá fue la última vez que vienen. De ser así, serán recordados como un ejemplo de categoría, incluso para sobrellevar problemas personales. (Andrés Panes)
Sueño noventero cumplido: Alice in Chains
Aunque a muchos les genera anticuerpos que Alice in Chains se haya reformado, años después de la muerte de Layne Staley, lo cierto es que el alma de la banda siempre ha sido y será Jerry Cantrell. Así, el sábado 12 en el escenario Sony Ericsson/Claro, quedó demostrado que el grupo está vivo y bien. Con las voces a cargo de un William DuVall que, más allá de similitudes tímbricas, no trata de ser un nuevo Staley -detalle importantísimo-, el combo de Cantrell, Sean Kinney y Mike Inez fue una aplanadora que invocó clásicos como ‘Would?’, ‘Down in a Hole’, ‘Man in the Box’ y ‘Rooster’ (con Duff McKagan como invitado). Inolvidable. (Sebastián Amado)
El mínimo esfuerzo: Stone Temple Pilots
¿Quién hubiera pensado que otro de esos nombres que fueron esperados por más de quince años en Chile vendría dos veces durante la misma gira? Después de un correcto show en diciembre, era inevitable esperar un poco más de Stone Temple Pilots en esta ocasión. En cambio, el cuarteto tuvo el set más corto dentro de los headliners de Maquinaria (56 minutos). Una versión resumida de su concierto del 2010, que algo ganó en empatía y tempo como para compensar los pulmones de un Scott Weiland que vino con menos aire que once meses atrás. ¿Habrá estado enfermo? Ni idea. Lo cierto es que, sin importar que esta vez haya sonado ‘Big Bang Baby’ -y la hayan casi ultrajado en su interpretación-, el último acto “grande” de este festival fue una de sus mayores decepciones. (Sebastián Amado)
Primus: Una clase magistral
Porque esa impresión daba ver el set de Primus este domingo en el escenario Transistor. La producción bien podría haberle pasados sillas al público para sentarse y contemplar, a mitad de camino entre el respeto y el éxtasis, como Les Claypool dictaba cátedra de bajo y rock experimental. Un fenómeno de técnica y velocidad, que combinó momentos rápidos y lentos con temas más que esperados (‘Jenny Was a Race Car Driver’, ‘My Name Is Mud’) e incluso se dio el tiempo de felicitar al público por verse “completamente erecto”. Ahora sí, a diferencia del 2010, no hay motivos para reclamar. Sólo para aplaudir. (Sebastián Amado)
Mike Patton: El campeón del pueblo
Faith No More, especialmente el adorado Mike Patton, pasea por Chile como Pedro por su casa y la noche del sábado voló cabezas con la revisión completa del disco “King for a Day… Fool for a Lifetime” (1995). Su concierto (problemas de sonido aparte) fue uno de los mejores de Maquinaria, pero también tuvo pasajes humorísticos de antología. Como en un café concert, el vocalista hizo reír a la masa espectadora mofándose de todo y de todos. Dijo que ‘Evidence’ era “flaite”, habló español con acento mexicano, se rió de todos los regresos y eternas despedidas del grupo en Chile, entre otros gestos de absoluta confianza con la gente. Podrá no ser la primera vez que vienen, pero -hasta ahora- han conseguido que cada una de sus visitas resulte especial. (Andrés Panes)
El obrero de la música: Alain Johannes
A las 5 de la tarde del sábado en el escenario Lenovo, Alain Johannes se presentó por segunda vez en Maquinaria. Una vez más en un horario de sol recalcitrante, pero ahora en una instancia más pequeña e íntima. A diferencia del 2010, aquí estaban loS que querían estar, incluido él mismo. Cigarbox guitar en mano, repasó todo su primer disco e incluyó temas de Eleven y las Desert Sessions, cerrando -ahora sí- con ‘Hangin’ Tree’ ante una audiencia respetuosa y agradecida. Horas después, Johannes volvería a tocar acompañando a Chris Cornell en el escenario Transistor, con la humildad y el talento que ya son característicos de este verdadero obrero de la música. (Sebastián Amado)
Momentos desapercibidos: Los menos vistos
Maquinaria también tuvo un lado B, shows que pocos agendaron en su itinerario festivalero. El sábado no muchos llegaron a ver la desapercibida presentación de Black Rebel Motorcycle Club, y la cuota bajó para presenciar la muy rescatable perfomance de The Black Angels, quienes -a pesar de la escasa audiencia- sacaron adelante un show que mereció más expectación y urgencia. El domingo, el turno de los menos tomados en cuenta comenzó con Inspiral Carpets, que con 20 minutos de atraso dieron vida a un guiño notable a Madchester. El mismo día se vivió un alegre DJ set de James Murphy con cambios de horario y luego una siempre entrañable Alice Glass con Crystal Castles dejando la grande donde se pare. Algunos lindos recuerdos que nos llevaremos. (Felipe Arriagada)
Las grandes bandas: El lleno total
Maquinaria versión 2011 tuvo un cartel envidiable, grandes nombres y mucha historia, de eso no hay duda. El publico agotó su primer día y llegó en masa a un cita que, a ratos, fue memorable. Momentos como la primera vez en Chile de los rejuvenecidos Alice in Chains, el introspectivo show acústico de Chris Cornell con Alain Johannes de invitado, Faith No More con el mismísimo Trey Spruance en guitarra y con canción nueva incluida, o el impresionante cierre con Megadeth, son algunas de las razones para que el sábado fuese de antologia. Estaba todo dado, pero todavia hay cosas de fondo por mejorar en Maquinaria. Se estima que llegaron alrededor de 60 mil personas el día sábado, lo que puso a prueba a un festival que -al parecer- nunca imaginó tal cantidad de gente. A los ya comentados problemas de sonido, los accesos, la zona VIP, los servicios básicos, la zona de comidas y bebidas tuvieron que capear la oleada rockera que vivió el Club Hípico de Santiago, un lugar al que cada vez se le exige más y que no da la respuesta esperada. (Felipe Arriagada)