Ilustración de Patricio Otniel
Una vez más, el centro de madres venerable consejo de ancianos de POTQ abre las puertas de sus reuniones secretas. En esta ocasión, con el apéndice chileno de su primera sesión pública, es decir, su veredicto sobre qué bandas ya no tienen nada que hacer juntas, cuáles se equivocaron al volver, las disoluciones más dolorosas y un par de aleatorios bonus tracks.
¿POR QUÉ NO SE VAN?
(Bandas que deberían disolverse)
Chancho en Piedra
Tienen a su haber uno de los discos debut más atractivos y frescos que vio la música chilena en los ’90 (“Peor Es Mascar Lauchas”, 1995), un segundo trabajo que califica tranquilo como uno de los mejores de toda esa década, además de ser parte de la camada de un año increíble para nuestro país (“La Dieta del Lagarto”, 1997) y un sólido tercer álbum que los terminó de consagrar como uno de los estandartes de esa nueva generación (“Ríndanse Terrícolas”, 1998). Y quizás el problema es ése. Que después de canciones como ‘Sinfonía de Cuna’, ‘Edén’, ‘Volantín’ y ‘Discojapi’, es difícil mantener el nivel. Mientras Chancho en Piedra ha navegado por las aguas de la irregularidad durante más de una década, Pablo Ilabaca ya tiene a su haber cuatro obras memorables: los tres discos de 31 Minutos y esa joya que es el debut de su proyecto solista, Jaco Sánchez y Los Jaco. Felipe Ilabaca sigue siendo uno de los mejores bajistas de Chile. El talento está, pero hay algo que ya no hace click como antes. Ojo, no odio a los Chancho. Todo lo contrario. Pero ha quedado demostrado que esa primera trilogía fonográfica dejó la vara demasiado alta para ellos mismos, y desde entonces han combinado aciertos con decisiones (muy) poco afortunadas a diestra y siniestra. Hoy, el prospecto de nuevo material asusta. Es triste reconocerlo, pero es mejor que paren antes de que se les meta en la cabeza hacer la continuación de ‘Niño Peo’. (Sebastián Amado)
Tiro De Gracia
Cuando se anuncia un show de Tiro De Gracia, ya es algo asumido el hecho de que la persona que pisará el escenario es Juan Salazar. Desde mediados de la década pasada sólo es él quien mantiene el nombre de la agrupación en pie, una movida que le resta justicia a los aportes que, en su momento, hicieron Lenwa Dura y Zaturno. Con una discografía que lleva años en el congelador, el actual TDG es un remedo de lo que fue años atrás, una apelación a la nostalgia que se ve forzada por la ausencia obligada de una de sus aristas más importantes. Y a pesar de que Juan (ya sea como Salazar, Sativo, Chills o Pincel), su miembro más renombrado, no fracasaría con una eventual carrera en solitario –mal que mal, probablemente sea el MC más conocido de Chile-, sigue tozudamente un proyecto que cada vez más parece un medio fácil de conseguir repercusión –escasa, por lo demás- y ganancias monetarias que logros musicales. (Jean Parraguez)
Lucybell
“Fénix”, el más reciente disco de Lucybell, apareció el año pasado y de inmediato se convirtió en uno de los títulos más vendidos de Chile. Todo un logro para la banda, que por primera vez editaba en forma independiente su material. El problema es que ninguna de las canciones de ese álbum aumentó el repertorio de hits inolvidables del grupo -cuyas últimas incorporaciones fueron ‘Sálvame la vida’ y ‘Ver el fin’- sino que sólo alimentó un listado de sencillos carentes de chispa, de éxito cada vez más forzado por la fama previa del grupo. Lucybell se alejó, para mal, de la clase de proyecto que alguna vez fue. Donde hubo un grupo de perfeccionistas con notorios afanes artísticos, ahora hay un trío que imita la estética de la película “Crepúsculo” (ver el arte de “Fénix”) y que no conserva el encanto de antaño, pese a intentar disimularlo tocando más fuerte. El próximo aniversario del grupo lo verá reunirse con sus miembros históricos, todos alejados de Claudio Valenzuela en el transcurso del camino, y reconocer que su público sigue llorando cada una de las partidas que marcaron la historia de la banda, especialmente la de Francisco González (embarcado en una infumable carrera solista como cantautor). Pero de esa banda que tocaba ‘Sólo soy un adicto’, ‘Que no me vengan con paraísos’ o ‘Si no sé abrir mis manos’ (además de un puñado de buenos singles) sólo queda el recuerdo. (Andrés Panes)
SHOULD I STAY OR SHOULD I GO?
(Bandas que no deberían haber vuelto)
Los Tres
Porque sin Pancho Molina no es igual, el vacío sonoro es palpable y el que diga lo contrario se está engañando (nada contra Manuel Basualto, no es su culpa tampoco). Porque ‘Camino’ fue el single más flojo de su carrera, por lejos y sin discusiones. Porque “Hágalo Usted Mismo” es un disco que no le llega ni a las rodillas a todos sus predecesores. Porque las pocas buenas ideas (grabar un DVD junto al ballet de Santiago y otro con sus conciertos de regreso en el Movistar Arena) no justifican presenciar cómo los diarios anunciaban con bombos y platillos que Los Tres eran los orgullosos autores del nuevo jingle del CDF. Porque el mismo tipo que escribió ‘Bolsa de Mareo’ y ‘Déjate Caer’ ahora se luce con versos como “juega a la pelota / no seai pelota”. Porque su carrera hasta el año 2000 es intocable, pero nada de lo que han hecho, compuesto y grabado desde el regreso explica este mediocre presente. Que en dos discos (el ya mencionado y el más reciente, “Coliumo”) sólo haya una canción que esté a la altura (‘Cerrar y Abrir’) cuenta la historia mejor de lo que yo jamás podría. (Sebastián Amado)
Malcorazón
Más de diez personas han pasado por la alineación de Malcorazón, desde su fundación en 1989. Ese transcurso de tiempo ha parido sólo dos placas de estudio. Dos excelentes discos. Viendo el panorama de ese modo, no cabría objeción alguna para el retorno del grupo comandado por Cathy Lean. Este 2011 prometen un tercer elepé, que ya tiene un single de adelanto -‘Pásalo Bien’, que puedes escuchar en su sitio oficial-, y tocatas pactadas. Sin embargo, el escuálido equilibrio que ha presentado su historia amenaza con vislumbrar algún futuro a Malcorazón, coartando alguna chance de continuidad. Habrá que ver cuánto durará este regreso. (Jean Parraguez)
Porque auguraba mucho y no cumplió con nada más que algunos conciertos, el regreso de Santos Dumont califica como una maniobra totalmente innecesaria. La vuelta del grupo ocurrió a propósito de la atinada reedición del excelente disco “Similia Similibus”, descontinuado como muchos álbumes importantes del catálogo nacional. La banda penquista se reunió, tocó de nuevo en vivo e insinuó la posibilidad de publicar material nuevo. “Todos tenemos millones de ideas, es cosa de seguir tocando y que la magia siga fluyendo entre nosotros. Queremos seguir según la forma en que se den las cosas (…) Esto no lo hacemos porque nos sintamos obligados, sino por gusto. Es como una relación de pareja”, me dijo Julián Peña en noviembre del 2008. La promoción del relanzamiento terminó y de Santos Dumont no se supo más. (Andrés Panes)
PLEASE DON’T GO
(Bandas que no deberían haberse disuelto)
Jirafa Ardiendo
Marcelo Salas o Iván Zamorano. Tangananica o Tangananá. Coca Cola o Pepsi. Paul McCartney o John Lennon. Los Beatles o los Stones. “Persona” (2003) o “Pulmonía” (2008). Haya o no fanatismo de por medio, si se conocen estos discos, es difícil escoger uno de buenas a primeras. Y con razón: los dos últimos trabajos de Jirafa Ardiendo son extraordinarios. Cada uno a su manera, muestran a una banda como no ha habido ni habrá otra en Chile. A nivel de composición, de letras, de espíritu incluso. Se dieron el lujo de hacer la música que querían, siempre, desde sus inicios en La Serena hasta esa última e inolvidable presentación en la Sala SCD del Plaza Vespucio. Fue una decisión personal y consensuada, un final de común acuerdo cuando el quinteto decidió que era hora de dar vuelta la página y seguir otros caminos. Pero, diablos, qué lindo sería que todavía estuvieran juntos. Al menos, no debería haber discusiones respecto a que ‘Traci’ es la mejor intro de cualquier álbum grabado en nuestro país. (Sebatián Amado)
Taller Dejao
Antes de que Gepe despegara, era el baterista de Taller Dejao. Un proyecto maravilloso que formó con el bajista Javier Cruz. Un dúo que pudo mezclar cosas tan improbables como punk con ínfulas de Violeta Parra en el disco “El Brillo Que Tiene Es Lo Humano Que Le Queda” (2004), sólido en el estudio como arrollador cuando llegaba el momento de subirse al escenario. Taller Dejao fue un grupo que entregaba frescura a la escena, tomando como referencia el folklor nacional mucho antes que todos los artistas que hoy son grito y plata con el mismo modus operando. (Jean Parraguez)
Tobías Alcayota
¿Qué banda chilena se parece a Tobías Alcayota? Sólo por ser tan único, el trío santiaguino debería seguir activo. Si a eso le sumamos una discografía que comprende títulos tan adictivos como “Omi” (1999) o su obra final, “Antimateria” (2004), así como presentaciones en vivo inolvidables que no respetaban guión alguno, la impresión que deja el grupo es la de haber sido un evento único en nuestro país. Referentes del nuevo pop chileno, como Gepe y Fakuta, citan a Tobías Alcayota como una de sus influencias más profundas. Las anomalías en el sistema también pueden dejar un legado. (Andrés Panes)
MENCIONES HONROSAS
Banda que debería haber vuelto, tocado dos fechas en el Nacional, forrarse de plata y listo, nada más, nunca más: Los Prisioneros
O quizás esas dos fechas y la Teletón, para que la diatriba que se despachó Jorge González aquella noche no se perdiera en el tiempo y el espacio. Pero todo lo demás fue de lo innecesario a lo derechamente ridículo: “Manzana” nunca debería haber existido. Punto. No deberíamos haber tenido que presenciar un nuevo quiebre entre González y Narea, la conferencia de prensa aquella y esos últimos engendros con Gonzalo Yáñez como parte de la formación. ¡Gonzalo Yáñez! Si el leitmotiv era que, como dice la canción, querían dinero, con “Estadio Nacional”, “Antología” y “Ni Por la Razón Ni Por la Fuerza” debería haber bastado. ¿Para qué todo lo demás? ¿Ego? ¿Probarle algo a alguien? Tal vez, en el fondo, éste siempre haya sido un asunto de “usted y su ambición”. (Sebastián Amado)
Banda que debería haber lanzado otro disco entretenido antes de disolverse: Compiuters
Si bien la disolución nunca es un fracaso y tener una vida corta no significa ser intrascendente, el término de Compiuters llegó en muy mal momento. El humilde amague de hype, a la chilena, que operó con ahínco para destacarlos (y que fue encabezado por la Radio Concierto antes de convertirse en un engendro) no fue suficiente para mantener unido a este cuarteto, cuyo pop electrónico descarado es uno de los experimentos indie más divertidos de los que se tiene memoria en Chile. Todo un aporte en un panorama en que el sentido del humor es tan mal manejado que da pena: escasea en unos, mientras otros lo sobreexplotan (¿seré el único que piensa en Sinergia y Los Mox! al decir esto?). Justo cuando su debut homónimo del 2006 tomaba vuelo, la banda desapareció sin aviso y no volvió a tocar en vivo. Leche cortada. (Andrés Panes)
Cantante que debería replantearse toda su carrera: Nicole
Nicole es famosa por defecto, porque tuvo un disco muy famoso en los ’90 (“Esperando Nada”) y después el declive de la industria la dejó como la última estrella -entendido el término como una figura superventas- femenina de pop en Chile. Después de ese exitoso álbum, la solista sorprendió con el estupendo “Sueños en Tránsito”, producido por Gustavo Cerati, pero luego tropezó con el edulcorado “Viaje Infinito”. Errática, Nicole intentó conjugar estos elementos en “Apt.”, aunque sin la sustancia necesaria para hacerle honor a sus credenciales. Sería fácil desechar su nombre, dada su cercanía al tóxico medio televisivo y a la envidia que todavía suscitan sus éxitos pasados (ser talentosa y bonita ha sido una especie de maldición para la cantante), sin embargo, nadie en su sano juicio podría negar que, con apenas 34 años, Denisse Laval todavía tiene pasta para reivindicarse. Pero sólo si ella misma se lo propone. (Andrés Panes)