Por Jorge Muñoz
Corría el año 2002 y las cosas no marchaban nada bien para Chan Marshall. Cansada de sus propias composiciones y girando alrededor del mundo con un disco de versiones apenas terminadas, las enormes expectativas que se habían creado a su alrededor luego del prometedor Moon Pix (Matador Records, 1998) hicieron que su alcoholismo se disparara de manera descontrolada. Se hizo bastante habitual verla perdida en el escenario y retirándose en medio de cualquier presentación sin siquiera dar explicaciones a los asistentes.
Con el tiempo se invirtieron los roles y fue esta vez el público quien comenzó a abandonar la sala apenas transcurridas las primeras canciones del set luego de notar el deplorable estado en que se encontraba Chan. Sintiéndose vacía e inútil ante sus fans, cayó finalmente en una profunda depresión que la obligaría a cancelar parte de la gira de The Covers Record.
En lugar de internarse en una clínica de rehabilitación, decidió distraerse viajando y recopilando nuevas ideas para el que sería su siguiente álbum, el primero con material original en 5 años. Las sesiones de grabación junto al productor Adam Kasper (There is Nothing Left to Lose, Songs for the Deaf, Riot Act), se dieron de manera bastante esporádica. Cada par de meses, Chan volvía de algún viaje con una nueva idea para modificar lo que habían hecho durante la reunión anterior.
Finalmente You Are Free (Matador Records, 2003) vio la luz y contó con la participación de figuras como Eddie Vedder, Dave Grohl y Warren Ellis. El sonido en general era mucho más optimista que en sus trabajos anteriores, aunque ‘I Don’t Blame You’, la pista que abría el disco (curiosamente la última en ser grabada e incluida en el álbum), relataba la triste autodestrucción de un músico sobre el escenario.
En ella, Chan cuenta la historia vista desde la multitud, en donde todos comparten el mismo anhelo de sentirse parte de la vida del rockstar, de conocerlo y poseerlo por el simple hecho de haber admirar su música. Las especulaciones no tardaron y los primeros nombres en aparecer fueron los de Bill Callahan, su novio de entonces, y Elliot Smith, quien acabaría con su vida tras dos puñaladas autoinfligidas en el pecho, ocho meses después del lanzamiento de Cat Power.
Las constantes negativas a revelar la identidad del músico en cuestión hicieron crecer la teoría de que posiblemente se trataba de un relato autobiográfico, de cómo se sentía sobre el escenario durante la etapa más dura de su alcoholismo, cuando parecía que nadie estaba realmente prestando atención a su música, sino a lo decadente que se veía sobre el escenario. Esta teoría parecía tener bastante cómoda a Chan, hasta que el 2006 en una entrevista con The Guardian admitió por primera vez que la canción estaba inspirada en “Kurt Cobain haciendo volar su cabeza” ya que ella, en innumerables ocasiones, había pensado en lidiar con la fama que la aquejaba de la misma manera en que lo hizo el desaparecido líder de Nirvana.
La canción, que con el tiempo se mantuvo como una de las favoritas para Chan, se transformó finalmente en una suerte de mensaje de redención para aquella joven Cat Power de años atrás, y logró consolidarla como un ícono de la escena indie mundial. Simbólicamente, la siguiente pista del álbum llevaba por nombre ‘Free’.