Hay artistas que están empeñados en que el cine los quiera pero este, tan caprichoso, les es esquivo. Dos ejemplos recurrentes son, por un lado Michael Jackson, fascinado por el mismo, pero cuyas intervenciones más o menos directas fueron bastante intrascendentes (aunque revolucionó un arte hermano como es el del videoclip), y por otro, García Márquez, que por mucho que lo intentase, ni en sus guiones ni en la adaptación de sus novelas, pudo pasar nunca de la sensación de que sus mundos y lenguajes chocaban de manera irremediable, sin posibilidad de entendimiento.
Durante un tiempo, Prince pensó que el cine podría ser un vehículo para su expresión artística. Su carrera en lo fílmico se compone de tres películas de ficción, siendo la más famosa (de largo) su debut, “Purple Rain”. Esta es una historia más o menos autobiográfica del pequeño (sólo en estatura) genio en la que el protagonista, denominado simplemente como “El Chico” (en inglés “The Kid”), lucha por superar un entorno difícil de relaciones parternofiliales, triunfar en el mundo musical de su ciudad natal Minneapolis, y conseguir el amor de Apollonia (del proyecto Apollonia 6, trío creado por Prince en sus años de mayor creatividad). Y, por supuesto, la música como redentora de todo este infierno personal, familiar y sentimental. La película fue dirigida y escrita por el debutante Albert Magnoli, que, la verdad, tiene una carrera subsiguiente para olvidar, en la que sólo destaca en ser el director suplente tras la salida de Andrei Konchalavsky en la comedia de acción de culto en videoclubs, “Tango y Cash” protagonizada por Stallone y Kurt Rusell.
Aunque en su momento las críticas de “Purple Rain” fueron aceptablemente buenas, y la taquilla fue extraordinaria (sólo en Estados Unidos multiplicó por 9 su presupuesto), el tiempo no le ha hecho ningún favor. La estética 80’s, los subrayados melodramáticos casi paródicos, un humor añejado… vista en 2016 sólo se disfruta gracias a ese revival interminable de la década y, por supuesto, por las actuaciones de Prince, magnético, hipnótico, sexual y maravilloso, junto con una banda sonora inolvidable, una de las joyas de su discografía que ganó el Oscar a la mejor canción, dos Grammys, y bueno, que contienen varias de las mejores canciones de su autor: ‘Let’s Go Crazy’, ‘When Doves Cry’, ‘I Would Die For U’ y, claro, la titular, que fue la que recibió el Oscar. También fue candidata a dos anti-Oscar, los Razzies por la interpretación de Apollonia en la categoría de pro nueva intérprete, y la canción ‘Sex Shooter’, interpretada por Apollonia 6, a peor canción. Detalles anecdóticos. Escuchar ese disco produce una sensación de estar ante un talento tan incomprensible, de esos que hasta deprimen un poco por reunir tantas virtudes en una sola persona. Quizá no sea su mejor disco (aunque se le acerque), pero, sin duda, el más icónico.
Las dos siguientes incursiones en largometrajes de ficción por parte de Prince fueron dirigidas por él mismo en un alarde egomaníaco. Y los resultados fueron totalmente desastrosos. “Under the Cherry Moon”, estrenada un par de años más tarde que “Purple Rain”. Nos hallamos ante una película que no sabe encontrar jamás su tono. Parece un drama con golpes de humor, trata de ser sofisticado pero no lo consigue y, por alguna razón no entendible, es en blanco y negro, sin que la dramaturgia lo exija. Una desorientada Kristin Scott Thomas se pasea por la película como preguntándose “¿qué hago yo aquí?”, y nada podía hacer sospechar que se convertiría en una estrella del celuloide a partir de su participación en “The English Patient”. La película fue arrasada por la crítica, siendo candidata a ocho Razzies entre lo peor del año, ganando cinco de ellos, incluido el de peor película. Pero, de nuevo, ay, su banda sonora. Por alguna razón decidieron llamarla Parade (quizá para no relacionarla con el desastre fílmico), y en ella Prince vuelve a dar muestras de su genio, con un sonido más sintético, lleno de joyas como ‘Mountains’, ‘Anotherloverholenyohead’ y, por supuesto ‘Kiss’, una de las muestras de talento infinito y un clásico absoluto de los años ochenta. No vean la película, escuchen el disco.
Sin participar más allá de la banda sonora, Prince tuvo otra incursión muy conocida en el mundo del cine y es la de componer la banda sonora para el “Batman” de Tim Burton. Un éxito acorde con las multimillonarias recaudaciones de la película, que deja un clásico imperecedero como ‘Batdance’. pero hay mucho más. Mucho funk, algunas baladas, y mucha mucha oscuridad. Un acierto en la elección para quizá, no el mejor disco del genio de Minneapolis, pero sí para la mejor banda sonora de toda la franquicia, luego empeñada en hacer discos multiplatinos a base de acumular grandes nombres de estrellas del pop.
https://www.youtube.com/watch?v=HUmce-zeaAA
La última incursión en largometrajes de ficción para Prince fue el intento de rememorar el éxito de “Purple Rain” en una especie de secuela en la que recuperaba el personaje central The Kid. “Graffity Bridge” de 1990, es el culmen de los delirios de grandeza de Prince en el mundo del cine. No sólo se encargó de protagonizar, producir, musicalizar y dirigir la película, sino que también es el autor del guión. El desastre estaba servido y la película fue un fracaso comercial y crítico de los que hacen historia. Tanto que ni se volvió a acercar al cine más allá de lo musical. Cinco nominaciones a los Razzies (aunque no ganó ninguna ante la competencia de películas como “Los Fantasmas no Pueden Hacerlo” con Bo Derek, o “Rocky V”), una recaudación en cines minúsculas… salvado, una vez más, por una banda sonora, esta vez del mismo título, excelente. Nuevas joyas se añaden a su discografía majestuosa hasta ese instante. Canciones como la exitosa ‘Thieves in the Temple’ o ‘New Power Generation’ que daba paso a la banda que acompañaría por un tiempo a Prince a partir de su siguiente trabajo, el exitoso Diamonds and Pearls.
Aparte de esto, poco más que añadir. También dirigió en 1987 una película concierto, “Sing o’ the Times”, tan de moda en esa década para promover discos (recordemos cosas como la egomaníaca “Rattle and Hum” de U2, más o menos en la misma época). Si la película sólo tiene el aliciente de ver a Prince en sus años de esplendor, el disco al que referencia es, sin duda, una de las obras maestras más alucinante de su carrera. Un crisol de estilos que pasan de lo psicodélico, al rock, pasando por toda la historia de la música negra, sin aparente esfuerzo. Un disco para revisitar una y mil veces con cualquier excusa. Con canciones como la que lo titula y su clásico video, casi como un karaoke, o su fantasía desde el otro género ‘If I Was Your Girlfriend’. Un trabajo que aparece y aparecerá siempre en las listas de los mejores discos de los años ochenta, o de los mejores discos editados jamás. ¿Y, saben qué es lo mejor? Que ni siquiera es su mejor disco. O quizá sí ¿Qué más da si estamos hablando de alguien tan inmenso, infinito, como Prince?