Casi como estar en un festival en Chile fue el regreso del Primavera Sound al Parc del Fòrum para su segundo fin de semana. Obstáculos que para nosotros son pan de cada día, y que se creen solucionados en el primer mundo, siguen saliendo a relucir en el funcionamiento de las jornadas. La ambiciosa versión, que nos dejó con toda la emoción inicial de ver tanto nombre en tanto formato, no sólo sacó los shows del recinto principal, también los problemas logísticos. Durante toda la semana se vivieron una serie de conciertos en salas y centros culturales de la ciudad, actividades ya conocidas para la organización, que este 2022 se sintieron sobrepasadas. Una anécdota para los afortunados.
A pesar de tener un útil sitio web donde se pudo revisar en tiempo real el aforo de todos los recintos, y el resguardo de los y las asistentes para llegar con horas de anticipación a los espectáculos realizados entre lunes y miércoles, la masa sedienta por eventos en vivo fue más que la capacidad de la ciudad, tal como se sintió el primer jueves de Primavera Sound 2022.
Con el trago amargo de no poder vivir estas instancias satélite, que conforman gran parte de la experiencia que es PS, volvimos al Parc del Fórum para su fin de semana más popular. Una seguidilla de apuestas que suena tremendas en el papel pero que se empieza a complejizar a la hora de intentarlo. Ya no sólo se trata de topes de horario, agregamos la dificultad para desplazarse con rapidez. Si en el primer finde escuchamos lo incómodo que se hace llegar al ala de Primavera Bits sin el puente que unía ambas partes del evento, esta segunda fecha estuvo llena de embotellamientos, aglomeraciones peligrosas con y sin un virus dando vueltas, que retrasan considerablemente las intenciones de moverse entre artistas.
Una misión maratónica el tratar de abarcar mucho, considerando que el tiempo para básicos como el baño y la alimentación también aumentó debido a la cantidad de gente. Se hace lo que se puede y, por suerte y tragedia, el OST para salir de un escenario o entrar a un baño sigue siendo un lujo.
Interpol
Pareciera que Primavera Sound tiene pequeños portales que permiten viajes en el tiempo. Si sus carteles deslumbran por apuestas con miras al futuro, asimismo dan empujoncitos para pasear por recuerdos. Funeral de todo eso que pensamos que conocíamos y cambió de un día para otro. De traje y pantallas en blanco y negro, Interpol puede sentirse demasiado senior para quienes vivan en la nostalgia de lo que fueron, cuando la provocación templada estaba a tope. Ya decimos que nada es como conocíamos. Ahora nos encontramos frente a señores que no dejan margen de error en lo que están haciendo. ¿A veces en piloto automático? Sí que sí. Quizás la banda de Banks ya no busca remover con esa irreverencia tan seductora, es más bien un disfrute de clásicos bien ejecutados. Dos décadas que no pasan en vano en cuanto a cohesión y ejecución. Hay afianzamiento, hay voz estable, cuerdas perfectas. Un set elegante que recorre desde ‘Untitled’ hasta ‘The Rover’. Recuerdos y novedades eficaces, comprimidos con gracia y echando a piso los comentarios sobre calidad en formato en vivo que los había acompañado hace un tiempo.
Slowdive
Gente que ocupa a Slowdive para deprimirse, fumar marihuana, contemplar el vacío, meditar, cocinar, dormir. Y perrear. Es tanto lo que abarca la agrupación que ayer, en el escenario CUPRA, hasta pasitos urbanos salieron para acompañar a los músicos que más de un buen momento le ha dejado a este festival. Sonando fuertísimo -la envidia de Damon Albarn , que horas más tarde cuestionaba el volumen de la segunda presentación de Gorillaz en la edición 2022-, Rachel y compañía se transformaron en un oasis dentro del caos que se empezaba a gestar en dirección a los escenarios principales.
‘Slomo’, ‘Slowdive’, ‘Catch the Breeze’, ‘Souvlaki Space Station’, ‘Sleep’, ‘Sugar for the Pill’, ‘Alison’ y ‘When the Sun Hits’ fueron solo algunas de las 14 canciones que necesitó Slowdive para bajarnos de la euforia de estar en un evento de tal tamaño. Caos para ordenar ideas, dejar el cerebro en blanco o enredarlo tanto para que se escape de nuestras manos. Un verdadero placer trasladar la intimidad que es Slowdive a un anfiteatro -bastante más vacío que para la mayoría de los números que se viven en él- dispuesto a la catarsis colectiva, al nudo en la garganta cuando el shoegaze muestra las boletas que lo transformaron en lo que es. Hace meses confirmaron que estaban trabajando en un nuevo disco y se nota. Se les ve engrasados y con esa vibra de haber estado bajo los efectos del ensayo y el estudio. Más allá de la pretensión asociada al género, un concierto que se siente como una bocanada de aire capaz de permitir un segundo y tercer aire para seguir la noche.
Metronomy
Pareciera que Metronomy nació para ser parte de festivales. De principio a fin son un verdadero placer. Es bailar, corear, sonreír y aplaudir. Un fiestón de mediana intensidad que quedó ideal en un escenario Binance, bastante más holgado en cuanto a asistentes. Usando el pasto como pista, Joseph Mount y sus amigos nos motivaron a punta de sintetizadores y percusión para pasearnos por ya clásicos contemporáneos como ‘The Bay’, ‘Reservoir’ o ‘Everything Goes My Way’. Tal como clama el single de su último disco: ‘It’s good to be back’. Son bandas como estas las que extrañamos mientras no pudimos disfrutar de los conciertos. Impecables y cautivantes, Metronomy se transforma en esa memoria que hace olvidar filas y te pone en el aprieto del ‘me gustaría regresar’.
Dua Lipa
Bailarines sobre patines, Dua Lipa cual participante de concurso de baile televisado haciendo piruetas, guiños a Daft Punk, Modjo, Gwen Stefani, y un setlist plagado de hits como si tuviera una carrera con 10 álbumes y 2 grandes éxitos. Desde la inicial ‘Physical’ la presencia de la cantante es hipnótica. Una lástima que gran grueso tuvo que conformarse con ver la pantalla como si se tratara otra fiesta pandémica en el living de la casa. Ni hablar del sonido, inexistente para quienes no pudieron avanzar muy adelante.
El cansancio de andar girando se le nota en la voz en la misma medida que en lo confiada que se ve con su show. Si hace un par de años la audiencia apuntaba la poca gracia que tenía sobre tarima, Dua aprovechó el encierro para soltar caderas y movimientos de pelo; más importante que la gracia corporal, está la playlist perfecta que nos regaló mientras estábamos enclaustrados. Por fin llegó el turno de escuchar ‘New Rules’, ‘Love Again’, ‘Pretty Please’, ‘Break My Heart’ o ‘Be the One’.
Presentando la gira extraída de Future Nostalgia, la artista tuvo como invitada a Angèle para ‘Fever’, uno de los pocos sencillos del concierto que no pertenece a su celebrada placa. Se sostiene en este álbum delicioso que hizo y bien que le sale, entiende todos los códigos del pop más lúdico. ‘One Kiss’ y ‘Electricity’ son otros ejemplos de piezas sueltas que han moldeado la estampa actual de Dua Lipa, que entre botines púrpura estilo Prince y zapatillas galácticas, dio paso firme en lo performático.
Solo falta paciencia y trayecto para que la cantante pueda entrar sin chistar en los compilados históricos más relevantes del género. Nos encantaría poder decir lo mismo de un concierto que, para muchos, se sintió como seguir viéndola en pantallas con sonido de televisor en pleno 2020, esta vez con borrachos alrededor.