La semana pasada se cumplió una nueva etapa en la selección de artistas de la primera edición de los Premios Pulsar. El jurado convocado por la Sociedad de Derecho de Autor (SCD), eligió a sus cinco favoritos en cada categoría y a través de un sobre entregado de manera presencial en la sede de organización, vendrá el paso siguiente, que es deliberar.
Para quien aún no esté enterado de esta iniciativa, Pulsar Premios Música Chilena, es la primera experiencia organizada por la SCD que “busca reconocer lo mejor de un año en todos los géneros musicales. Premiarán, además, a otras manifestaciones artísticas vinculadas a la música, ampliando así su alcance a diferentes formas y plataformas de difusión de la música. En su concepción, desarrollo y realización, participan diferentes agentes del circuito musical local, convocados por la Sociedad Chilena del Derecho de Autor, lo que los convierte en los únicos premios de la industria de la música en Chile”, indica la información en la página web oficial del certamen, que distinguirá a los elegidos con un galvano.
Estos premios presentan 21 categorías, a las que se podía postular a través de un formulario web, entre el 5 y 27 de marzo, plazo que finalmente, se amplió hasta el 6 de abril. Para elegir a los ganadores, la entidad convocó a 92 trabajadores relacionados con la industria musical en Chile: músicos, productores, prensa, investigadores e historiadores, entre otros.
En algunas categorías, los jurados reciben un pago de cien mil pesos por votar. Varios de ellos, eligen en más de una y también se dan casos extraños, como por ejemplo, jurados que a la vez son pre nominados en otras categorías independientes a las que votan, como Manuel Maira, cuyo libro Bajen La Música, se encuentra dentro de la lista de Premio a la Mejor Publicación Musical. Al analizar también la lista de votantes y candidatos, se da cuenta de lo endogámica que es la industria local (o al menos la tendencia que marca este certamen): los electores son directores de los sellos o productores de discos que se están presentando como posibles ganadores, aunque sea participando en otras divisiones.
Al observar la lista del comité de evaluación del concurso, se aprecia que la participación de mujeres es minoritaria. De acuerdo a un simple conteo, son sólo siete, lo que se traduce en un 7,6% de presencia. ¿A qué se deberá la diferencia en la cantidad de hombres y mujeres que componen esta lista? Para Mario Rojas, Primer Vicepresidente de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor, “la conformación del jurado estuvo guiada por su idoneidad y competencia, buscando ser lo más representativa posible de la diversidad de actores de nuestra industria. Aunque parece estar cambiando, aún es bastante mayor la población masculina que trabaja en el ámbito de la música nacional”, declara.
“Muestra de ello es que del total de nuestros socios y afiliados, un 87,01% son hombres y un 12,99% son mujeres. Sin embargo, el universo total de mujeres (y hombres) que contactamos para generar el jurado, es mayor al que pudiste revisar, ya que varias no aceptaron por diversas razones”, indica Rojas.
En términos de representar una tendencia, estas cifras entregadas pueden ser discutibles. Por una parte, los afiliados a la institución son creadores de obras musicales, por lo tanto, no representan fielmente al universo al que pertenece el jurado, puesto que además de músicos y compositores, existen otros actores de la industria, como investigadores, profesores y periodistas.
Además, también es posible dudar de si esta cifra entregada por el Primer Vicepresidente marca la tendencia real, porque aunque la SCD se configura como la entidad que agrupa más músicos, sigue siendo una minoría de afiliados, en relación a la totalidad de creadores a nivel nacional. “En cuanto a la pertenencia a gremios y sindicatos, ésta se da mayormente entre los trabajadores de las artes escénicas y del audiovisual. Quienes menos se asocian en estas agrupaciones son los de música y literatura que son los que presentan condiciones de trabajo más precarias”, indica “El Escenario del Trabajador Cultural en Chile”, estudio realizado por Proyecto Trama y el Observatorio de Políticas Culturales, publicado en octubre del 2014.
La periodista Marisol García participó en la génesis del proyecto, pero no se encuentra dentro de la lista del jurado. Con ella hubiesen sido ocho. “Participé en algunas reuniones en las que se fue definiendo —en conjunto con músicos, productores y otros trabajadores de medios— el tipo de premio que debía instaurarse para reconocer anualmente a la música chilena, ahora que los Altazor ya estaban definitivamente cerrados. Se discutió sobre las categorías, jurados, nombres e incluso el trofeo que debía elegirse. Me pareció bien estar en esa discusión, pero siempre tuve claro que no quería pasar a la etapa de voto y juicio, pues no creo que sea mi función como periodista hoy activa en medios, donde eventualmente debo opinar o ponderar a solas en asuntos similares”, relata.
Al ser consultada por la diferencia abismal entre la cantidad de hombres y mujeres en esta lista, la periodista cree que “es un desequilibrio feo y no representativo de quienes trabajan hoy en torno a la música en Chile, pero probablemente fruto más del descuido que de la discriminación. Varias de las personas de la SCD que han llevado adelante esta iniciativa son mujeres”, afirma.
Este certamen se está realizando en un momento en que en los proyectos más célebres del pop mainstream a nivel mundial, son encabezados por mujeres y, particularmente en Chile, estamos frente a un grupo de talentosas profesionales como no se veía hace un buen tiempo. Tan solo algunos ejemplos:
Además de ser una buena intérprete arriba del escenario, Victoria Cordero, tiene un camino creciente en el campo de la producción trabajando como asistente de grabación en el último trabajo de Daniel Riveros, GP. Lo mismo, Valesuchi, compositora y productora, que este año debutó en el Sónar de Barcelona y fue seleccionada como alumna para Red Bull Music Academy. Por otra parte, años de experiencia como sonidista y en producción tiene Josefina Parodi, dueña del antiguo Estudio Elefante y como stage manager de Javiera Mena.
A su vez, Dadalú es una de las mejores letristas de la nueva generación de músicas: lúcida, creativa y consistente. Mariana Montenegro cuenta con estudios de musicología y compone junto a Milton Mahan en Dënver. A nivel de sellos, Pía Vargas es una periodista joven que ha aprendido a hacer el trabajo de promoción a través de su participación en Quemasucabeza y Gabriela Retamal, junto a sus socios, ha sabido construir un buen espacio para difundir el catálogo local, a través de La Tienda Nacional.
En el caso de la prensa especializada en música, ocurre algo puntual. Es un espacio muy reducido y no existe una organización de los trabajadores del sector, algo con lo que concuerda Marisol García. Además de ser un lugar limitado, la realidad es que hay muy pocas mujeres desarrollando su trabajo en el área. Dentro de los jurados Pulsar sólo hay una periodista en ejercicio dentro de la música, Muriel Riveros. Pero por supuesto, hay muchas más, como por ejemplo, Macarena Lavín (Super45), Carmen Duarte (Super45), Isidora Urzúa (La Clave), María de Los Ángeles Cerda (Rockaxis) y Laura Gamundí (Rocknvivo), entre otras.
Es necesario establecer un debate en torno a la participación de mujeres en este tipo de espacios. En primer lugar, porque el trabajo de ellas en la música siempre ha sido invisibilizado. Desde las compositoras hasta las trabajadoras de los diferentes eslabones de la industria: investigadoras, periodistas y productoras, entre otras. Todas las formas de construcción simbólica se han creado a imagen, semejanza y utilidad del sistema patriarcal y, por supuesto, el ámbito de la mujer ha sido definido siempre como el privado. Bajo esta lógica, no es difícil adivinar por qué la historia oficial ha mantenido al margen toda la producción musical de mujeres.
Otro motivo de peso es porque el compromiso con la paridad de género se está intentando materializar en otras áreas y, tal como los estudios del feminismo en la música, este trabajo ha llegado tarde. Si una de las metas de Premios Pulsar es alzarse como un certamen que premia las obras locales, debería incorporar también este concepto, como una forma de representar realmente el trabajo que hombres y mujeres realizan en la industria musical chilena actual.