Las frecuencias bajas, ese sonido tantas veces velado en grabaciones y conciertos, son los firmes cimientos de la música que hacen los suizos Klaus Johann Grobe. Sobre esa base, el cantante y tecladista Sevi Landolt y el baterista y también vocalista Daniel Bachmann construyen hacia las alturas. Lo hacen con sintetizadores, con abundantes órganos Farfisa y con textos siempre en alemán. ¿Guitarras? La verdad, no se echan mucho de menos.
La prueba es Spagat der liebe, el espléndido disco que el dúo asentado en Zürich y Basilea publicó el año pasado a través del sello Trouble in Mind. Son diez canciones, varias susceptibles al baile. Como la contagiosa ‘Rosen des abschieds’, que por más de cinco minutos sostiene un pulso dinámico matizado por suculentos teclados. O como ‘Liebe am strand’, que varía esa fórmula y se sumerge en cierta música disco con una deliciosa flauta que protagoniza casi la mitad de la composición. Hay, además, una vocación pop que brota tímidamente, como en ‘Pure fantasie’, una pieza que tiene algo de esos singles franceses de mediados de los ‘60.
A Klaus Johann Grobe, sin embargo, le han llovido otras etiquetas: sicodelia y krautrock. De la última, especialmente, Sevi Landolt y Daniel Bachmann se han defendido con particular persistencia en las entrevistas, aun cuando su evidente afición por sintetizadores y teclados analógicos no los ayuda mucho en esa tarea. Tampoco han negado que su actuación en el Liverpool Psych Fest abrió inesperadas perspectivas para su carrera. De hecho, fue luego de esa presentación que consiguieron el contrato con Trouble in Mind, una vitrina más que buena para una banda que comenzó apenas como un pasatiempo.
Ya tienen un EP, dos discos de larga duración y varias giras en el cuerpo, realizadas en Europa y Estados Unidos. Desde este lado del mundo, sus canciones se escuchan particularmente refrescantes. Y son, por cierto, otra prueba de que abrir los oídos a idiomas distintos al inglés es siempre un ejercicio afortunado.