“Ironía y melodía joven que abraza la distorsión eufórica y el movimiento imponente de los cuerpos”, dice la biografía de La Otra Cara de la Nada, la agrupación argentina donde brilla Ignacio Acevedo, más conocido como Ignacio del Pórtico. Desde el 2011, los amiguitos de secundaria de Misiones comparten el pasatiempo de juntarse a tocar, pero es en la popular celebración argentina del día del estudiante que Germán Vázquez en el bajo, Bruno Gross en la guitarra y sintetizadores, Ariel Duce en la otra guitarra, y Nicolás Peña en las percusiones y programaciones demostraron que podían armar canciones propias.
En esos tiempos, harto más jóvenes, los músicos se hicieron llamar Vampire Puppies, apodo “que nos dio algo de vergüenza” y que terminó de mutar en La Otra Cara de la Nada. Con nombre instalado, los oriundos de Posadas comenzaron a practicar y de a poco se fueron transformando en una buena opción para abrir shows de coterráneos y extranjeros. Sin un disco listo aún, los argentinos ampliaron su radar con presentaciones junto a Mi Amigo Invencible y El Mató a un Policía Motorizado, además de los extranjeros de Walter TV y The Radio Dept hace tan sólo unos meses.
“El recital en Niceto con The Radio Dept fue un sueño loquísimo cumplido. Noche tremenda, un montón de amigos y muchos recuerdos”, dicen sobre la fecha de mayo que fue el preámbulo perfecto para lo que se vino desde los meses venideros hasta hoy: el esperado debut que, por fin, trajo la fidelidad sonora que la banda tanto quería presentar y tangibilizar.
Sobre Premios y Tormentas, compuesto por nueve canciones, es el retrato de un mundo “medio tierno, satírico y punk que fuimos armando entre nosotros”, cuentan desde el otro lado de la cordillera. Una cita entre el post rock y el dream pop se siente en el paseo que significan canciones como ‘Suceso Emoción’, ‘Volver’, ‘Himno Marea’ y ‘En La Tormenta Confiamos’, que se debaten entre la calma y la alteración. Entre premios y tormentas.
Su música es el reflejo de sus vidas, de los amigos de colegio de Misiones con los que lograron hacerse espacio y llegar a pisar escenarios de Capital para salir con sobresaliente de la aventura. “El movimiento indie está mezclando sus aguas con el mainstream”, comentan entendiendo que las redes sociales y la música en tiempo real, fenómenos a los que pertenecen, hizo que el indie tomara fuerza, además de la necesidad de renovación. “La palabra se está cediendo”, y los viejos perros hoy dan espacio a los jóvenes que esperan retratar parte de la historia entre acordes, victorias, sintetizadores y derrotas.
Así es como llegan a Yolanda Discos, la casa encargada de editar el largo y proyecto integrado por dos músicos de la banda. Se conocen hace rato, comparten años de vínculo y hoy, tal como se respira acá, tratan de redefinir el mapa cultural a punta de fechas, lanzamientos y ediciones con el fin de crecer todos juntos, musical y profesionalmente. La cercanía musical que terminó por nuclear la unión dejó como resultado estas piezas que vibran en un relato claro y cercano inundado por el contenido sentimental que dejaron las cientos de miles de experiencias personales que recorren los corazones de los músicos.
Fuerza y emoción como el motor de una historia de romanticismo adolescente con tres guitarras listas para modernizar lo que su estómago sintió cuando tenían 17 y se emocionaban por el día del estudiante en Posadas. La Otra Cara de la Nada está preparada para el desafío de pulirse en vivo, seguir tocando, y transformar más tardes y paseos en canciones que llegan como historias que no deben ser olvidadas, mientras en sus reproductores y teléfonos conjugan a los Pet Shop Boys, Vilma Palma, Calamaro y Louta, tal como pretender fusionar la subversión con la cara más suave la de la vida.