Los primeros 53 segundos de Limbo, el nuevo disco de Summer Twins, podrían llevar a una primera impresión equivocada: apenas acompañada por el rasgueo de una guitarra eléctrica, Chelsea Brown canta sobre una caminata por una calle demasiado oscura por la noche, tan oscura como para no ver nada. Pero no es más que eso, una impresión errónea. En los casi 48 minutos restantes, Chelsea y su hermana Justine vuelven a construir un disco tan encantador como sus títulos anteriores: el LP Summer Twins (2012) y los EP The good things (2010) y Forget me (2013).
Desde este lado del mundo, lo de Summer Twins se ve como un mundo de fantasía: diversión bajo el sol y a bordo de tablas de skate, fotografías en colores pasteles, fiestas con una banda tocando en una piscina vacía. En Limbo también apuntan a ese imaginario y quizás su mayor diferencia con el pasado sea la mano del productor Chris Woodhouse (Ty Segall, Thee Oh Sees), quien se pasó diez días con el dúo en un estudio de Sacramento para grabar de manera análoga esta docena de canciones. Ese detalle no es casual: la escuela de Summer Twins es el pop más noble de los ’60, con evidentes referencias a los grupos de chicas de la época y con el matiz garage que el punk explotaría unos años más tarde.
Esa última veta, por cierto, hace que escuchar a Summer Twins sea algo más que chicas bonitas cantando lindas melodías. En una entrevista reciente, Chelsea habló del impacto que puede tener la música: “Queremos que todos se den cuenta que también pueden hacerlo. He visto a tantas chicas y a algunos de mis amigos diciendo ‘Oh, siempre he querido hacer tal cosa’, ‘siempre he querido andar en skate’, ‘siempre he querido tocar en una banda’, pero nos pasamos todo el tiempo diciéndonos a nosotros mismos que no podemos. Yo quiero ayudarlos para que se den cuenta que sí pueden hacerlo”.
Escucha Limbo de Summer Twins, a continuación: