“Guitarra, voces, ruiditos, teclado, estornudos, cepillo de dientes, abrir y cerrar de grifos, cerillas, teléfono móvil, toy piano, etc.”. Esos son los sonidos que es posible encontrar en Una Forma de Hablar, el debut en solitario de la ex Oniric, María Rodés.
La música de esta barcelonesa reparte caricias y abrazos por doquier. A través de una voz que recuerda a ratos a Christina Rosenvinge, entrega momentos íntimos pero cotidianos. De esos que siempre serán recordados.
El disco se compone de once temas que si bien no son prolijos, ni mucho menos matemáticos, son capaces de provocar ensoñaciones en el oyente. Probablemente las mismas que se produjeron en el minuto de construir cada canción. La simplicidad del sonido no sabe a pobreza. Todo lo contrario, enriquece, sobrecoge y deslumbra.
En una entrevista realizada a la compositora en el sitio Spinner, ella declara: “Ni tengo ni sé tocar muchos instrumentos, así que acabo utilizando todo lo que tengo por casa para conseguir el sonido que busco”. A esta revelación, sólo se le puede dar las gracias.
Definitivamente, un disco para pasar el invierno.