¿Están más cerca de los 30 que de los 15 y sienten que cuando leen el cartel del Lollapalooza sólo ven una lista de personajes que jamás en sus vidas escucharon? Si ese es el caso, tal vez, deberían usar la ignorancia a su favor.
El festival que se realiza en el Parque O’Higgins, siempre nos ha dado la oportunidad de estar frente a nuevos artistas que permiten entender de qué van ciertas ondas musicales que se nos escapan por flojera, edad, o apego a las ramas en las que se mueven, y última-y-personalmente, los dos días en la elipse se han convertido en una jornada de ejercicio para comprender a todos esos jóvenes que entienden el mundo de manera distinta a mí, tanto fuera del escenario como sobre él.
Con tan sólo 21 años, Ashley Frangipane -que llegó a muchos oídos bajo el nombre de Halsey cuando subió a Soundcloud una de sus canciones, que más tarde formó en el primer episodio de su epé Room 93– ha sabido aprovechar los beneficios de este siglo y fusionarlos con la adolescencia cruda para montar un show que va bastante más allá de sus piernas imponentes y su cabello llamativo, igual que las niñas que se pasean entre djs y bandas cuando acuden la celebración de Perry Farrell.
A diferencia tuya, que naciste en los setenta u ochentas -con todo lo que la época conlleva musicalmente- Halsey nació entre Coldplay, Alanis Morrissette y el pop.Todo ese pop estadounidense que la empapó hasta tocar sus fibras talentosas y multi-instumentistas, que hoy tienen como resultado a una de las exponentes del género más auténticas y atrevidas dentro de la lista de artistas que llegará a Santiago en unas semanas más, donde puede revivir el hype que generó cuando visitó el South By Southwest 2015 promocionando su exitoso single ‘Ghost’, que la llevó a girar por todo el país del norte como telonera de Imagine Dragons.
A la joven no le falta actitud, y logra plasmar su cálida voz pop con la prestancia grunge de una adolescente que llegó a la música por necesidad económica. Una mujer joven que comenzó este camino con el peso de la birracialidad y la bisexualidad en su espalda, que tuvieron como resultado piezas auténticas y hasta irónicas, que dejan esa sensación de hacer canciones sin importar si encajan en la fórmula por el tinte personal que cargan sus letras.
La composición honesta y llena de emotividad está presente en su único larga duración titulado Badlands, del que se extrae el track que más representa su postura como Halsey y la del público al que llega.
‘New Americana’: más de tres minutos de una declaración de principios de una estadounidense que está entendiendo la industria de manera rápida y bastante más distinta a cómo lo hará el fanático de Noel Gallagher. Un fenómeno similar a lo que nos dejó Lorde en su primera y única visita se puede repetir el próximo cuando sus fanáticos griten ese coro que le dio los méritos suficientes a Ashley para pisar nuestro país.
We are the new Americana
High on legal marijuana
Raised on Biggie and Nirvana
We are the new Americana