“Cuando tu cerebro está en llamas tras escuchar a la parte más politizada de la música chilena, Ana Tijoux, oír a Astro es como estar de vacaciones”, dice una parte del comentario del disco homónimo de la banda, en la lista de 50 mejores discos elegidos por NPR, en el 2012. Un comentario que significa un elogio al carácter escapista del trabajo del grupo y tal calificativo ha valido para establecer críticas desde la escena local.
No es ninguna noticia decir que Astro es una de las tantas bandas chilenas recientes que ha sido catalogada como apolítica, tibia, sin visión de su contexto. Sobre todo después de declaraciones como la que se pudieron leer en una entrevista a Andrés Nusser en el 2013, publicada en El País. “Es erróneo pensar que una banda tiene una responsabilidad social: su único compromiso es artístico”, explicaba. “La gente más vieja es la que vive el tema de la dictadura, a diferencia de las generaciones más jóvenes, que no lo consideramos tanto, lo que significa que es bueno porque el país se está reunificando. No somos los indicados para manifestarnos acerca de la política ni de nada, porque somos un grupo de ‘nerds’ que sólo sabe hablar de música”.
Si hay algo que se sale de la norma en el panorama local es que una banda se defina a sí misma como hedonista y -más aún- explicar directamente que no le interesa establecer un relato político con su obra. Por una parte están quienes se pronunciar de manera explícita por ciertas causas y quienes no lo hacen, pero tampoco mencionan el tema. Astro hizo esa diferencia, lo decía a través de su música y también en la prensa.
Cuando apareció la noticia del receso de la banda, a raíz de una entrevista publicada en revista Paula a Andrés Nusser, comencé a revisar las reacciones y me llamó la atención leer más comentarios agradeciendo esta disolución antes que lamentándola. “Así son las redes sociales, llenas de trolls”, alguien puede argumentar, pero al revisar de ahí hacia atrás, prensa incluida, apareció una pregunta en mi cabeza.
¿Qué es lo que molesta tanto de Astro? “Que los ven como cuicos. Nos roban todo el día así que la gente odia a los cuicos”, pensé. “Y su visión apolítica de la canción”, también me respondí de inmediato. Pero ¿por qué? Creo que la respuesta -o al menos una de ellas- se encuentra en una entrevista a Marisol García a raíz de su libro Canción Valiente. “Son apreciaciones personales, pero tengo la teoría de que la tradición de canción social chilena es la mejor de Latinoamérica. Podría ser una característica: que los versos de observación social son parte de la identidad del cancionero chileno. Si uno quiere buscar a los grandes cantautores, sin género, dentro de una lista de diez, por lo menos vas a tener una mitad de cantautores sociales”, explica la periodista.
¿Es tan fuerte la tradición de canto político en Chile como para que una banda que se contrapone a esta veta moleste tanto? Quizás. Y en la entrevista de Paula, Nusser explica que esto es parte de ese cansancio que les llama a tomar una pausa. “Siempre nos bombardearon con críticas injustas, hasta que nos cansaron. Esta pausa que vamos a hacer también tiene que ver con eso. Que nuestras letras no hablen de temas políticos, algo que siempre nos han reprochado, no significa que no nos interese que las cosas mejoren en Chile. Si enfatizo en letras sobre animales o estados de conciencia, es en busca de mejorar problemas personales que también pueden identificar a otros”.
Creo que Astro es un firme ejemplo de sus tiempos. Buenos músicos imbuidos en un proyecto que buscaba más la reflexión personal que la colectiva. Ni siquiera desde la perspectiva ambientalista existía un llamado a mirar el entorno, como sí lo hace, por ejemplo, Natalia Contesse o Vilú, chilota que hace una férrea defensa a la naturaleza y el mar. Actualmente, poca música a nivel global insta a colectivos de personas bajo un objetivo común (sin hablar en términos de marketing sino de discurso e imaginarios). Alguien podría decir “y bueno ¿acaso no lo hace Beyoncé con el feminismo?”. Y puede ser, pero que no se nos olvide jamás que lo hace desde un feminismo neoliberal, algo que en teoría es una paradoja. Volvamos a Astro.
En esa misma entrevista al vocalista de Astro, el compositor decía que actualmente todo el mundo odia a todo el mundo -un poco verdad- pero además, se preguntaba “¿qué le pasa a la gente? ¿Por qué le piden perfección al artista? ¿Por qué les piden perfección a las personas? Uno se equivoca en la calle y te llenan de bocinazos”.
Parte del público que escucha música local o la prensa ¿le pedía perfección a Astro? No lo creo. Probablemente, sí se pedían hits, que existieron en Astro (2011) y brillaron por su ausencia en Los Chicos de la Luz (2015). Y quizás, sólo quizás, la banda tuvo la mala fortuna de nacer en un país con una tradición de canto social que ni siquiera nosotros mismos notamos que está tan arraigada.
Escuchemos ‘Maestro Distorsión’ porque es súper buena: