“Yo sé lo que ves cuando te ves”. Adolescente promedio cursando su segundo-segundo medio. Teleradio Donoso aparece justo a tiempo con su ‘Pitica’, la canción que abre la historia de una distante amistad que por estos días cumple una década. Cuando Alex Anwandter se coló en mi reproductor junto a los Teleradio Donoso, nunca pensé que mi vínculo con él podría llegar tan lejos y mucho menos que sería una especie de mentor y consejero virtual, que a través de sus canciones siempre tuvo algo más para decirme. Tal vez mi búsqueda en su arte fue más allá, y adapté cada una de sus fases a las mías. Pero todos necesitamos hacerlo con alguien y de alguna manera. Las mamás lo hace con Pedro Engel.
Estar terminando el colegio junto a gente que no-conocía-tanto, tratar de enfrentar los últimos coletazos de adolescente que te llevan a odiar tu mente, cuerpo, familia, cama, casa, amigos y profesores, decidir qué iba a pasar con tu anhelado futuro. Corre el 2008 y Teleradio Donoso reafirma que, a veces, saben más de mí que mis cercanos, y juntos “no sabemos nada del mundo ni el mundo sabe de nosotros”.
Bailemos un poco, salgamos de todo
Plata no tengo, ni sueños tampoco
Salían muy caros y nada gratis.
Aquí en la fábrica de gente sola
Me siento solo
Y estoy en al cola para…
Entrar a la Universidad, apostar por algo que me hiciera más feliz, ver si de una vez por todas lograba entender las hormonas, los cambios, los llantos sin justificación o las ganas de comprar una promo de pisco. Parece que así se evadía por aquellos años de limbo. Ni tan grande, ni tan chico. Sin plata para mucho, gente sin mucho. Todos juntos, solos, esperando algo. El anhelado futuro.
Si Alex mientras trabajaba en el Bailar y Llorar no comía bien, ni dormía bien, la historia conmigo no era muy distinta. La presión de todo lo que venía y el tratar de buscarte cuando muchos buscan algo más en ti, puede hacer que los sonidos más pulcros y felices oculten más de lo que se lee en primera línea. Como cualquier joven promedio. Pero no hay procesos eternos ni sufrimientos en vano. Anwandter se sacó la máscara de la perfección del pop y se arriesgó un poco -o al menos eso sentí y eso me dispuse a hacer-.
A la mierda lo que construiste y a la mierda lo que esperan de ti. Alex tomó el control de su vida de la manera adecuada, no pensando en el camino correcto, sino que en el que lo tendría tranquilo. Mientras mi divo personal elegía terminar con el éxito de Teleradio, yo terminaba de elegir el ser periodista, esa maldita carrera sobrepoblada de ineptos y culpables de todos nuestros males. Tal vez, el ver a Alex apostando su todo a algo que a simple vista parecía más sencillo, fue decisivo para darme cuenta que no todo se puede regir por lo predeterminado o “lo mejor para ti”, que no suelen ser más que detalles que te mantienen estables en un sistema en el que debería dar vergüenza la estabilidad a costa del resto.
2010. Mi decisión estaba tomada y la de Anwandter también. De aquí en adelante la historia es mucho más brillante, algo que suele pasar cuando empiezan a encontrarte y dejas de buscarte en tus compañeros de colegio o ídolos ficticios. Pero el encontrarse también conlleva conocer la parte más dura de uno. Comenzar a entender lo que te rodea, salir de la burbuja que sea que hayas tenido, mirar con los lentes de realidad la cantidad de violencia que existe porque eres pobre, cuico, mujer, flaite, gordo, chico, negro, extranjero. Por aquellos días, los flamantes debutantes meses universitarios, se ensucian con la burocracia que no te da ganas de salir de la cama. “Miro hacia abajo, una ciudad. Nuestra casa de violencia me vuelve, me vuelve, me vuelve un poco más violento”.
De pronto soy otra víctima del siglo XX, y el cantante está ahí para decírmelo. Tengo dudas sobre qué hacer, y lo repite una y otra vez en ‘Casa Latina’. No sé que es real, tampoco sé si hay alguien que se sienta como yo. Por esos días, rodeada de desconocidos con los que pasas ocho horas al día y con la confianza de tu familia en tu buena decisión de realizarte con estudios más caros que diez mil libros, aparecen las drogas y las canciones. Siempre estuvieron allí pero de pronto son un escape responsable, no una tontera escolar. La pena contenida transformada en piscinas de ketamina y videos de la canción.
Odisea, el trabajo que puso la primera piedra. El debut en solo del artista y el compañero de muchos que nos atrevíamos a dejar a nuestros gatos hermanos de doce años. Esos mismos que más tarde nos preguntamos dónde estaban escondidos luego de tantas aventuras.
En medio del caos joven-adulto aparece el miedo del joven-adulto. ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Quiero ser como ese mentor que debería causarme admiración? Entre pruebas de actualidad y roces personales empieza a aparecer esa gente que te hace cuestionar el cómo quieres vivir, y aún más allá, ¿cómo ellos pueden vivir consigo mismo?
La segunda adolescencia, con la rebeldía más justificada llega justo a tiempo con el estreno de Rebeldes, el trabajo más introspectivo de Anwandter lleno de letras que sirvieron de consejos para los amigos que querían dejar el closet de la homosexualidad, que abrieron los ojos a tiempo para decir “yo no quiero esto”, porque quiero hacerlo a mi manera. Aunque los grandes pensaran que era pecado, uno sí se sentía en el cielo.
“Ven hacia mí, que me quiero despedir”. El tatuaje de todo lo pasado ya no es una molestia, es un recordatorio constante de lo feliz que pudiste llegar a ser un mar de confusión infantil. Una relación amorosa fallida, un quiebre familiar, malas decisiones, amigos perdidos. La época más gris queda registrada como aprendizaje porque ya no tenemos tiempo para sólo Bailar y Llorar. “Eres perfecto, pon tu mano en mi pelo, conecta el sentimiento”. Álex me lo recomendó, yo le hice caso. La pena se transformaba en banderas de lucha. La identidad está más que clara, ahora es hora de ponerla en curso.
Cinco años de aquel limbo que cada vez se hacía menos joven y se transformaba en una puerta directa a la adultez. Si Odisea se encargó de poner la primera piedra en este camino, Rebeldes puso la luz necesaria para recordarnos que estábamos pisando bien, siguiendo lo que quisimos. Entre el 2011 y la actualidad bastante pasó, y el rostro más visible de Teleradio Donoso no estaba ahí para orientarme, pero con el tiempo logré entender que a medida que te haces grande todo toma otro ritmo, la inmediatez muchas veces resulta en sumas nefastas.
“Pasan años, pasa el tiempo”. Terminé la universidad, comencé las primeras aventuras profesionales que eran lo más parecido a martillar el mismo clavo todo el tiempo. Cansada, el trabajo era eterno porque no fue lo que me prometieron, y de pronto fui entendiendo que no debo ni quiero estar en llamas porque sí. Ya no quiero prenderle fuego a mi colegio, ni a mis padres. Quiero prenderle fuego a la Iglesia y al Congreso, y Amiga está llena de pasajes que reafirmar que la burbuja explotada en Odisea sólo fue el comienzo de todo.
Los 41 minutos de duración del último largo de Alex llegaron justo a tiempo: mientras los amigos entran al sistema y se olvidan de las consignas pingüinas para conseguir una cuenta corriente, Anwandter vuelve para repetir que no podemos seguir siendo parte de este juego. Yo no quiero ver a mis amigos gays morir por amar, ni a mujeres sin ojos por la ropa que usaron, ni los diarios llenos de mentiras, ni las noticias que parecen un espacio de memes más que de información.
“Si ya la vida es difícil ¿por qué hacerla peor?” Si ya nos están matando de a poco con traiciones y aguas de guanaco ¿por qué no hacer algo al respecto? El músico lo hace a su manera y el manifiesto que entrega vuelve a marcar una etapa en esta relación de diez años. Aquí está el baile, pero ya no quiero sólo llorar mientras me muevo, porque hay cosas más importantes de las que estar pendientes que de un desamor o las drogas, porque hay gente pudriéndose en sus cubículos y canales de televisión que nos replican una y otra vez en la cara que estamos perfectos en este sistema que el cantante se atreve a disfrazar de pop, mientras le lanza cuchillos a ver si algo se desangra toda esta maquiavélica maquinaria.
Alex, me conociste hace docientos mil millones de años luz, y me siento tu Amiga, una que tomó un poco de tu Rebelde interno y lucha con la Odisea que significa vivir en esta ahogada parte del mundo, que piensa en la estabilidad económica antes que en la integridad de sus ciudadanos. Soy solamente tu amiga, una desconocida que aprovechó cada frase para tomar un poco de fuerza cuando la adolescencia venía cuesta arriba.
Hoy, el cantante se presenta como un adulto con la mente un poco más resuelta, y yo me colo en este fenómeno para tratar de ser del bando de los buenos. Gracias por tratar de entender lo que es ser mujer, o el maricón del pueblo, gracias por arriesgarte, incluso, a que te prendan fuego. En silencio y a distancia, somos muchos los que hemos usado tus manifiestos hechos cuerpo sin cuerpo para entender que lo justo no es normal, y hay que defenderse no más.