Dentro del océano de gente en el Parc del Fòrum durante el Primavera Sound se puede ver a parejas usando una chaquetilla verde flúor. Mirando desde más cerca, se ve un logo. Es el de No Callem (en castellano No Callemos), la campaña del Ayuntamiento de Barcelona contra las agresiones machistas y el acoso sexual en el ámbito del ocio nocturno. Esta iniciativa tiene un protocolo de acción, tanto para sensibilizar con la idea de que la violencia es algo que todos podemos evitar, que podemos ayudar a una víctima en el espacio público y que los responsables de eventos y salas también pueden contribuir. Estos lineamientos fueron elaborados por la Concejalía de Feminismos y LGTBI del municipio. Y esas personas vestidas con la chaquetilla recorriendo el festival, eran parte del personal itinerante, encargados de actuar en caso de ver algún tipo de agresión.
Luego, caminando por la feria discográfica, vi que No Callem también tenía un puesto, así que me acerqué a conversar con Ana y Laura, trabajadoras de la plataforma.
“Todo lo que son protocolos contra las violencias machistas, son iniciativas que surgieron hace cuatro años desde los movimientos sociales. Entonces, aparecían en las fiestas alternativas y eran grupos de feministas auto organizadas que hacían esto a nivel voluntario. Entonces, la iniciativa ha pasado un poco a la esfera institucional y desde hace ya un par de años, desde el Ayuntamiento de Barcelona, se ha ido replicando esto, pues, desde las fiestas de barrio hasta que este año ha dado el salto a lugares de ocio nocturno de gestión privada. Eso acoge a salas -se está haciendo una prueba piloto en salas de Barcelona- y en el Primavera Sound, que sería el primer festival de momento que hace la apuesta de poner en marcha un dispositivo al respecto”, explica Laura.
Efectivamente, Primavera Sound es uno de los festivales que firmó el compromiso de adhesión a esta campaña. En febrero del 2018, mediante un evento de presentación del protocolo, se informó que también hay otros, como el Sònar y Cruïlla, además de algunas salas como Apolo, Razzmatazz, Plataforma, Sidecar, Tarantos, Arena, Jamboree, Marula y Moog. Vale agregar que desde hace por lo menos tres años, Barcelona Antimasclista desarrolla campañas en contra de la violencia de género con documentación, estudios y centros de apoyo.
La encuesta de violencia machista en Cataluña del 2016, muestra que “el 55,52% de los tocamientos sexuales con violencia se dieron en el espacio público y el 29,29% de los mismos se produjeron en espacios de ocio y, en cuanto a los tocamientos sexuales sin violencia, el 31,03%”.
Para la formulación de este protocolo, no hubo más que observar la realidad. “Te fijas en el día a día, en el tipo de agresiones que se sufren ¿no? pero más allá de eso, los espacios nocturnos se han legitimado como lugares donde se puede agredir de manera más permisiva, porque está la excusa del alcohol y las drogas, la gente viste de manera distinta, y todo eso es usado mucho como una excusa. Es un espacio en el que se producen muchos tipos de agresiones, entonces, desde ahí en los movimientos feministas saltan las alarmas y toman la iniciativa”, explica Laura.
Existen diferentes medidas que se adoptan al adherir a la campaña. En primer lugar, el ayuntamiento capacita a los trabajadores de locales y eventos con herramientas para poder detectar situaciones de violencia y atender a las víctimas. Además, tanto salas como festivales se comprometen a acciones concretas como eliminar los precios diferenciados de acceso, reservar el derecho de entrar a personas con actitudes violentas y también desplegar seguridad en los rincones oscuros y zonas escondidas.
Por otra lado, Laura y Ana me cuentan qué es lo que pueden hacer ellas ahí. “Nuestra tarea dentro de lo que es el protocolo, es desde la prevención, detección y atención. La prevención es la sensibilización a las personas, principalmente grupos de mujeres, sobre la campaña y nuestro papel aquí y luego la parte de detección, que la llevan parejas de itinerantes, acá estamos en el punto fijo. Esas parejas que están en el festival, son quienes observan si hay algún tipo de dinámica abusiva o si hay violencia verbal o física. Luego, la atención consiste en ir a preguntar a la persona agredida si está bien o necesita algún tipo de apoyo, y bueno, la intervención también, dependiendo del nivel de agresión tiene límites, porque nosotras no tenemos más competencias que cualquier otra ciudadana. De hecho, lo bonito de la campaña es que fuera extensivo a la ciudadanía y que todo el mundo se corresponsabilizara sobre estas situaciones. De momento no es así, entonces se hace necesario que haya un equipo de profesionales. En este sentido, cuando se hace esa detección, nosotras enfocamos la atención en la persona agredida y no en la agresora. En el momento en que se necesita una intervención con la agresora, lo que tenemos que hacer es ponernos en contacto con cuerpos policiales”, explican.
“El ideal no es que la persona se marche del espacio, porque esa persona tiene derecho a disfrutar. El ideal es ver si esta persona que está siendo increpada por alguien, pues, poder informar de forma pedagógica a la persona que está agrediendo, que está incomodando, que lo que está haciendo entra en lo que es un tipo de agresión machista, un tipo de acoso, entonces le agradeceríamos que parara esa actitud y que dejara disfrutar a la gente del espacio, al igual que él. En otro tipo de situaciones, se ve si se tiene que coordinar con otros equipos de seguridad”.
¿Cómo se desarrolla la campaña en un contexto como el actual? El 8 de marzo en España se realizó la huelga feminista más grande de su historia y hace algunas semanas, las mujeres volvieron a salir sin descanso a la calle debido a la sentencia en primera instancia del caso de La Manada, en el que se desestimó la acusación de violación por parte una joven de 18 años (violada por cinco hombres en la fiesta de San Fermín del 2016) y se rebajaron los hechos a abuso sexual.
Laura y Ana responden. “Yo creo que estamos en un momento histórico del movimiento feminista, en el que realmente se está desestigmatizando toda la tarea que se está haciendo, hay mucho por hacer. Medir el impacto de la campaña en sí mismo es muy difícil, pero sí te das cuenta de que hay gente, sobre todo grupos de mujeres, que agradecen que existan este tipo de dispositivos y sí creo que hay gente que conoce la campaña e irá acudiendo más al servicio. Sí, ahora mismo estamos aquí, pero también hemos estado en las fiestas de algún barrio de Barcelona, y las personas identifican ya fácilmente que esto es para el tema de las violencias machistas, entonces, si les pasa algo, se sienten más amparadas de poder venir y denunciar una situación”, dice Laura.
“En las fiestas de barrios sí he notado diferencias”. La gente que va a las fiestas de los barrios, ya es un colectivo determinado y si te ven en otra dicen, ‘ya hablamos contigo, y no se qué’. Ya hemos abarcado en este colectivo a mucha gente. Saben de qué hablamos, informan a sus amigos, saben a quién pueden acudir”, detalla Ana.
“Estás haciendo sensibilización, porque ahí informas, que lo primero es preservar tu seguridad obviamente, pero luego, la de la persona que pueda estar siendo agredida. Es propagar la sororidad en un colectivo. Identificar que están agrediendo a una persona y que vayas a ayudar, esa idea es la que se va esparciendo”, reflexiona Laura.
“Es algo que me hace sentir más segura. Sé que la violencia machista no va a desaparecer de un día para otro, pero me hace sentir segura saber que puedo acudir a No Callem si algo sucede. Esto también ayuda a que todos prestemos atención a quienes tenemos a nuestro lado y ver de qué manera ayudar”, dice Cristina, de 28 años, barcelonesa y asistente al festival.
“Es importante la idea que promueven, que no hay que quedarnos callados cuando vemos violencia, debemos detenerla, podemos hacerlo”, responde Amalia, 32 años, de Madrid, mientras espera su cerveza en una de las barras del Primavera.
*Foto de portada: Ana y Laura en el stand de No Callem.