Por Andrés ‘Panda’ Panes y Seba
Hoy es el gran día. Nine Inch Nails se presenta esta noche en el Arena Santiago y nada ni nadie puede borrar la cara de felicidad de todos quienes asistirán a su encuentro. Han sido muchos años de fanatismo y espera, que han acrecentado exponencialmente las ansias por verlos en vivo. Para muchos es una fantasía hecha realidad, así que el concierto será sin duda un momento inolvidable.
Para seguir calentando el ambiente previo, les ofrecemos la cuarta y última parte de la historia de la banda, según nosotros, claro. Esta vez, nos hicimos cargo quien escribe (Andrés) y Seba. Entre los dos, reconstituiremos el fragmento más reciente de la vida del grupo, que incluye sus últimos lanzamientos en una multinacional, la “independencia” y, por supuesto, los pasos que finalmente los traen a nuestro país.
La historia oficial dice que, terminada la promoción de The Fragile y antes de comenzar a trabajar de nuevo, nuestro amigo Trent Reznor estuvo desintoxicándose de sus demonios (léase vicios). Hago la aclaración porque, según me parece, los fantasmas en la mente del músico jamás han sido ni podrán ser eliminados. Es más, me atrevería a decir que, de ser completamente erradicados, se perdería la mayor parte del magnetismo que emana la obra de Nine Inch Nails.
De todo aquel tormentoso proceso, nació With Teeth, quinto álbum de la banda, editado en el 2005. La recepción del disco, en su primera semana a la venta, no pudo haber sido mejor: número uno directo en Estados Unidos. Eso sí, inmediatamente después bajó posiciones en las listas, pero ¿qué más da? El público lo dijo claramente. Nine Inch Nails es un grupo que, además de enorme calidad musical, también puede ser un éxito comercial y eso, a estas alturas del partido, es un tremendo mérito. Sobre todo para un disco que, de una u otra forma, lidia con temas tan densos como la batalla de un ser humano contra el alcohol y las drogas.
Datos que vale la pena reflexionar son que, para With Teeth, nuestro héroe flirteaba cada vez más duro con las nuevas tecnologías. Aparte de un fortísimo marketeo viral, el disco pudo escucharse, de forma oficial, primero en MySpace. Otro detalle es que el video del excelente primer single, The Hand That Feeds, fue estrenado en la página oficial de la banda, antes que en cualquier canal de televisión. Además, Trent Reznor lanzó versiones en multitrack de todos los temas del disco, algo que nunca había hecho antes.
Mientras giraba tocando las canciones de With Teeth, comenzó el proceso creativo de lo que sería Year Zero, sexto disco y el último de la banda en el sello Interscope. El contrato del grupo se terminaba ahí, lo que hacía casi inminente la salida de Nine Inch Nails de ahí, después de diversos desencuentros de Reznor y los ejecutivos del sello, principalmente sobre el modus operandi de la empresa multinacional (imagínese usted mejor, porque si me pusiera a escribir sobre todo lo que hacen mal las discográficas, probablemente podría hacer otro sitio web exclusivamente sobre eso).
Year Zero vio la luz en abril del 2007, mostrando una visión apocalíptica sobre la sociedad norteamericana y menos líricas existenciales. El disco tuvo buenas críticas, pero no vendió lo mismo que With Teeth, por su contenido mucho menos digerible, algo de lo que se jacta Trent Reznor. Las discusiones con la gente de Interscope sobre cómo vender el álbum terminaron con la salida definitiva de NIN y el comienzo de su nueva vida como grupo “independiente”. El anuncio fue hecho el 8 de octubre de 2007, mientras el mundo esperaba la aparición de In Rainbows, e hizo subir como la espuma la efervescente discusión sobre la decadencia del modelo clásico de distribución y promoción musical.
NIN versión 2008: Ghosts I-IV / The Slip
Así pues, finalmente la asociación de Trent Reznor con Interscope Records había llegado a un (real y definitivo) término. Nine Inch Nails empezaba el 2008 anunciando que su música se distribuiría de forma independiente – y, después se supo, también sería en diversos formatos, incluyendo la vedette de los últimos doce meses: hacerlo de forma gratuita.
Siguiendo los pasos que, entre otros, había caminado Radiohead el 2007 (los mismos que siguió cuando participó muy activamente en el disco The Inevitable Rise And Liberation Of NiggyTardust, de Saul Williams, también puesto a disposición del público en varios formatos y por el que se mandó unas ya olvidadas declaraciones que por lo bajo califican como inconsecuentes), y casi sin dar aviso, lo nuevo de NIN llegó en marzo de este año. Una obra instrumental, 36 tracks sin nombre descargables desde la página web de la banda: Ghosts I-IV.
El detalle de los tracks sin nombre no es menor, y tampoco es casual. Y es que este disco fue hecho con una intención de anonimato, de ausencia de definición. Fue la forma de Trent Reznor de decir(le a quien lo oyera) que esta vez no había frase o letra para apelar a nada ni a nadie. Ésta es una obra netamente instrumental, aunque no carente de sensaciones o sentimientos. Lo que ocurre es que, esta vez, Reznor optó por dejar que se expresaran solos y se interpretaran a gusto de quien lo escuchase. Por una vez, escogió que los oyentes pusiéramos las palabras – si acaso así lo queríamos.
En parte es por eso que, oyendo este trabajo, se puede percibir mucho de catarsis y creatividad sin filtros. Es una placa compuesta de fragmentos e ideas sueltas, expresados en temas en que instrumentos, intención y duración cambian constantemente. Mal que mal, el orden no es algo muy necesario cuando uno intenta crear una banda sonora para los sueños (sus propias palabras). ¿El trabajo depurado? Lo guardó para lo que venía.
The Slip salió a la luz pública sólo un par de meses después, la primera semana de mayo de este año, y lo cierto es que suena tremendamente natural para los estándares de NIN. Es un disco que pareciera haber fluido por sí solo a la hora de grabar (eso, en alguna medida, ayudado por el hecho de ya no existir un ente al cuál responder a la hora de hacer música), y sus once tracks evocan de forma inevitable trocitos y sonidos de toda la discografía previa de este proyecto, desde Pretty Hate Machine en adelante.
Pero ojo, que eso está lejos de ser algo malo, así como The Slip está lejos de ser un mero ejercicio de repetición: el sonido de Reznor aquí se pasea a placer y con comodidad entre sus diversos extremos. Desde sus ya clásicos beats para oscuras pistas de baile hasta instrumentales progresivos (que a momentos parecen un 2.0 del mismo Ghosts I-IV), pasando por cortes de piano más lentos y por ese hitazo absoluto que es Discipline, su primer sencillo. A ratos, si se quiere, uno puede oír detalles que dan cuenta de influencias ochenteras (¿alguien dijo Depeche Mode?), pero que una vez más no hacen sino enriquecer el producto final.
The Slip, con sólo una o dos oídas en el cuerpo, ya demuestra que no es un disco rupturista ni revolucionario. No va a cambiar el mundo. Es, en las mismas palabras de Trent Reznor, un regalo de él para los (sus) oyentes. Uno que realmente vale la pena oír – tanto en sus versiones de estudio, como en vivo, este sábado, en el Arena Santiago.