Saludos, soy Cristóbal Valenzuela, me conocerán por maravillosos segmentos como Crónicas POTQ o Sub Bandas de Ayer y Hoy. En vísperas de la venida de Nine Inch Nails a Chile sacaremos en conjunto con Panda (nuestro hombre de las entrevistas) 4 artículos sobre diferentes periodos de la banda de Trent Reznor, esto como para entrar en calor para la tamaña presentación que se nos viene.
En esta ocasión tomaré la primera etapa NIN, o sea desde su primera placa, el Pretty Hate Machine (1989), hasta el EP Broken (1992).
Antes que nada me confieso: yo fui por largo periodo un gran fan de NIN, …pero la devoción me duró hasta el Fragile (1999), de ahí en adelante, con los discos que vinieron apareciendo, caí en un progresivo distanciamiento y desencanto por el proyecto. Creo que simplemente dejé de creer en Trent Reznor a medida que mutaba radicalmente de un hermético personaje que sacaba un disco cada cinco años, a un extraño físicoculturista hiper mega productivo (y medio predecible) (no se enojen) (es sólo una opinión). Además, la masiva multiplicación de sus fans de segunda generación me mataron un poco las pasiones. Aunque ahora que lo pienso bien, creo que el desvanecimiento de mi fanatismo por NIN se debió, básicamente, porque dejé de buscar angustias adolescentes en otros lados a medida que dejaba de ser un adolescente angustiado y pasaba a ser un veinteañero, también angustiado, pero con unas angustias algo más sofisticadas, por decirlo de alguna manera.
Pero volvamos a lo que nos convoca. Para entender la importancia de NIN en el rock contemporáneo tenemos que hacernos una pregunta que ya podemos responder analizando el Pretty Hate Machine dentro de su contexto musical histórico: ¿Qué fue lo que llevó a NIN a posicionarse en el mainstream dejando atrás a todas las otras emblemáticas bandas de rock industrial de mediados y finales de los 80, como Skinny Puppy, Front Line Assembly, KMFDM, Ministry, etc, etc, etc?
La respuesta es muy simple: NIN fue la banda industrial de sonidos más accesibles de su generación, en otras palabras, la más pop; Una situación que nos resulta para nada extraña si leemos en el texto que acompaña el CD del Pretty Hate Machine las bandas que Reznor cita como algunas de sus influencias directas para aquel disco, y las que llegó a samplear en el mismo: Prince, Jane´s Addiction, Public Enemy…. En el fondo, no es que NIN quisiera ser la banda más pop dentro de las expresiones industriales de su época, sino que la música que escuchaba Reznor abarcaba un espectro musical mucho más amplio y tomaba tendencias también mucho más digeribles que el clásico industrial de tomo y lomo.
En esta línea, de los mayores méritos logrados por Trent Reznor con Pretty Hate Machine, es que le dio una sufrida humanidad al rock industrial, un género que desde sus orígenes destacaba más bien por su marcada deshumanización en pos de darle prioridad a la frialdad de sucios sonidos mecánicos y electrónicos. Por el contrario de los clásicos temas industriales ochenteros, monótonos y maquinales, en el Pretty Hate Machine aparecen temas muy elaborados y muy estructurados, lleno de sutilezas y texturas, …y a ratos, con temas tan sensibleros y melodramáticos, que llegan a parecer unas suertes de baladas oscuras, rozando de paso el peligroso territorio de lo cebollero.
Fue este factor de nueva accesibilidad emocional que trajo NIN, uno de los pasos más importantes que finalmente llevaron a la enorme masificación de audiencia que gozó la música industrial en los 90 con casos como Marilyn Manson, Filter o Prodigy.
Al tiempo de su publicación, Pretty Hate Machine se transformó en un disco de culto que hoy la visión retrospectiva ha elevado en importancia, potenciado esto también, digámoslo, por el hecho de ser “el primer disco de…”. Luego de algunas giras como telonero, Reznor por problemas legales con su sello no pudo sacar material original en tres años como Nine Inch Nails, hasta 1992, cuando sacó un EP emblemático, el Broken, que reorientaría todo el camino sonoro que el proyecto de Reznor llevaba hasta la fecha.
Pretty Hate Machine es un disco ante todo electrónico, es una oda ingenieril de sintetizadores, baterías programadas, y un pulcro trabajo ya casi científico de estudio, en aquel disco de NIN las guitarras cumplen más bien el rol de apoyar texturas con participaciones muy puntuales, de tirar a ratos algún riff pegote, pero nunca siendo el foco central de las composiciones. Con el Broken las guitarras rockeras comparten tanto o más protagonismo que el trabajo electrónico que hay detrás, y que lleva a éste a ser el disco más pesado de NIN, con el muro sonoro más espeso, e intenso, de su discografía. Son 6 temas más dos tracks de bonus; corto y todo es una obra redonda, pese a la violencia tratada, el trabajo compositivo es muy maduro, y su total, en mi opinión, funciona de forma mucho más sólida que el primer LP. Si Pretty Hate Machines giraba temáticamente en los tormentos existenciales y amorosos de Reznor, en Broken la cosa revienta todavía más lejos y da la impresión que el concepto que da forma a todo el disco es: la ira. Sin duda de mis favoritos de NIN, …lo tuve en cassette ¡original! Broken es el puente a estudiar para comprender como NIN evolucionó del Pretty Hate Machine a su segundo LP, The Downwad Spirial, de 1994, por muchos su obra cúspide.
Para cerrar esta primera parte, quería agregar una idea, el éxito de NIN se explica, como ya mocioné, por una parte, por los sonidos más accesibles que logró obtener dentro de su género de rock industrial, pero por otro lado, este éxito se explica porque su cabeza, Trent Reznor, debe ser de los productores-compositores más profesionales, enfocados, influyentes y autoconcientes que ha tenido la historia del rock norteamericano de los últimos 20 años. No seré su fan N°1 que solía ser, pero fue de mis primeras escuelas musicales y aún se lleva todos mis respetos y honores, porque sin duda los merece, y espero con un indefinible sentimiento estomacal el concierto que se nos viene.
CONTINUARA.
Nine Inch Nails – Happiness In Slavery (Live @ Woodstock 1994)
Nine Inch Nails – Help Me I Am in Hell