El 11 de diciembre de 1990 el mundo conocía Bachata Rosa, el quinto disco de Juan Luis Guerra y 4.40, un trabajo que a punta de sonidos latinos como la bachata y el merengue hablaba de amor (y la falta de él), transformándose en uno de los más exitoso en la carrera del dominicano.
Ocho años más tarde, en Concepción, nació Daniela González criada con folclor de fondo, gracias a su madre, música y compositora del grupo Chilhué, que abandonó después de ser madre. Así creció la niña, durmiendo en su estuche de guitarra, mientras su mamá grababa canciones.
Dos décadas después, Daniela es adulta y sigue haciendo canciones, tal como a los trece años, pero con otras ideas, otras herramientas. De pronto, aparece ‘Súbitamente’, un adelanto de su próximo disco que muestra cómo las canciones son un trazo más de la historia y están conectadas, unas con otras, en un mapa gigante que supera incluso el geográfico.
‘Súbitamente’ es la nieta pop de ‘Bachata Rosa’. Mientras Juan Luis Guerra y los 4.40 construían ese imaginario, latino hasta la médula, con percusiones tradicionales como la güira o la tambora; Daniela le canta al amor y a los besos desde el más puro pop, con una caja de ritmos, emulando esos sonidos con los que crecimos todos, dejando una canción con un continente completo impreso por debajo.
La música nunca se acaba, solo se transforma y en quien la oye están los mapas emocionales. Solo hay que mirarlos. Y disfrutarlos.