Han pasado 15 años desde la primera visita de Korn a nuestro país. A la fecha, el amor por los de Bakersfield se ha mantenido en constante renovación, con altos y bajos, como toda relación que se aprecie de tal. En los últimos diez años, el conjunto perdió la brújula luego de la polémica salida de Brian “Head” Welsh y David Silveira, sumado a la incomprensible obsesión de Jonathan Davis por la electrónica y a una seguidilla de discos bastante discretos, el público nacional ha sabido perdonar a los hombres de ‘Falling Away From Me’.
Mi perdonazo vino de la mano de mi primera vez frente a ellos, en el Chimkowe, junto a más de 5 mil personas. Las visitas anteriores no las considero, porque pobreza. Esa vez, en la rueda de prensa que Fieldy y Ray Luzier ofrecieron un día antes del show, el bajista aseguraba que se sentía genial con el regreso de Head a la banda, y es que había pasado mucha agua bajo el puente tras la ruptura con la banda. A pesar del nerviosismo de los fans por la reaparición de Welsh, en ese momento el público compartía el mismo sentimiento que Fieldy, el de un amigo de siempre que volvía a casa con los suyos. También me sentí así, al ver materializarse dentro de mis oídos todos aquellos himnos adolescentes, de creerse rudo con las Adidas Superstar, de comprar compilados aggro en la feria. Toda la niñez y la adolescencia pasar frente a uno.
En esta ocasión, Korn regresa con un disco que lo trajo de vuelta a los sonidos más pesados y afinaciones más bajas, olvidando el romance con el dubstep y con un cambio en los titulares. La parte sudamericana del tour no contará con los clásicos slaps y erráticos pasos de baile de Fieldy, en su ausencia será Tye Trujillo quien esté a cargo de las cinco cuerdas.
Aunque no estuvo exenta de polémica la incorporación del hijo de Robert Trujillo, los primeros reportes del debut con el pequeño, dan a entrever una frescura y potencia genuina a cada interpretación junto a la banda, dejando absolutamente callados a los odiosos de siempre que pusieron el grito en el cielo al enterarse que un niño de 12 años iba a estar a cargo del bajo.
Este 27 de abril serán las Bodas de Cristal de los californianos junto a Chile y aunque no cuente con la presencia de uno de los fundadores del conjunto, el apoyo y la devoción de los fanáticos se respirarán en cada rincón del Caupolicán, porque a Korn se le perdona todo, porque no tienen que demostrarle nada a nadie y porque a pesar de los tropiezos, el lazo es y será inquebrantable.