Sentada en el tribunal, vestida con una chaqueta blanca y llorando al lado de su madre. Esa es la imagen más fuerte que hemos visto de Kesha. El llanto de la artista tiene un motivo. El viernes pasado, una jueza en Nueva York falló que Kesha debía permanecer contractualmente unida a Sony y Kemosabe, la discográfica creada y manejada por Dr. Luke, el productor al que la cantante acusa de haberla drogado y violado cuando tenía 18 años, y que luego continuó abusando de ella, a través del tiempo.
La razón del tribunal para denegar el término del contrato que la ata a Sony y Dr. Luke por seis discos más, es que prácticamente, Kesha ha sido una inversión para la empresa. Uno de los abogados de la disquera explicó a la jueza que ya habían invertido por lo menos 60 millones de dólares en su carrera (cifra publicada por The Hollywood Reporter y US$11 según un comunicado de prensa publicado el lunes), por lo tanto, es imposible terminar esta relación laboral. “Nuestro interés es su éxito y también el éxito de Dr. Luke. No son excluyentes”, declaraba también el abogado. Finalmente, estos argumentos fueron más convincentes para el sistema judicial estadounidense que el deseo de una mujer de continuar su carrera lejos de quien la violentó.
La postura de Sony de no liberar a la artista es lamentable y junto con la decisión del fallo, entrega horribles pero no tan sorprendentes conclusiones y precedentes para el futuro. En primer lugar, que no nos sorprenda que el sistema judicial y los estados modernos sigan decidiendo por las mujeres. Lo vemos en las leyes laborales, los derechos reproductivos y también en las legislaciones insuficientes frente a los femicidios. Muchos artistas han querido terminar contratos con sus disqueras, pero ninguno alegando no sentirse seguros trabajando con quien los violó. A pesar de ese detalle, la empresa insiste en que ellos saben qué es lo mejor para ella, aún cuando una mujer de 28 años les pide poder terminar con esto.
Por otra parte, es una clara demostración de lo que significan las mujeres para la industria musical. Frente a la violencia de Kesha dice haber recibido, la compañía hace caso omiso y le exige continuar trabajando al alero de su violador. Desde Sony han explicado que el fallo permite que la artista trabaje con otros productores, aún así, todos los derechos de su trabajo seguirán siendo de Dr. Luke y de su disquera. Eso es seguir estando atada a quien le ha hecho daño y no es más que otra versión de lo que conocemos como violencia económica. ¿Cómo se promocionarán esos trabajos? Es más ¿se promocionarán? Las disqueras -y Dr. Luke- tendría todo el derecho a congelar esos discos si así lo quisieran.
Además, hay otro mal precedente para todas las trabajadoras de la industria de la música, especialmente las artistas: si un compañero de trabajo te violenta, tu sello discográfico probablemente no te defienda y prefiera recuperar su inversión antes que velar por tu bienestar y seguridad.
Lo más grave de esta situación -además del sufrimiento de una mujer- es que la justicia estadounidense puso en un mismo nivel la violación de un contrato frente a la violación de una persona. Todo esto, validando un argumento tan deleznable y, tristemente, tan común para las mujeres alrededor del mundo: el tribunal y la empresa Sony saben mucho mejor qué es lo que a ella le va a beneficiar, razón suficiente para no otorgar la libertad que ella está exigiendo.
Pero por qué no denunció la violac*cachetazo*
Muchos pensarán “bueno, pero no existe ninguna denuncia por violencia sexual”. Para la opinión pública siempre será todo más fácil si existe una denuncia por violación, ¿qué demuestra esto? Que aún, en el año 2016, los testimonios de las mujeres siguen poniéndose en duda. “Se estima que por cada persona que denuncia hay a los menos cuatro que no lo hacen por vergüenza, temor a su agresor o porque sienten que el proceso judicial las obliga a revivir una situación que preferirían olvidar”, explica Gloria Requena, directora de ONG Activa.
“Nadie quiere contar una y otra vez cómo la agredieron, ni hacerse un examen sexológico, o estar en terapia sicológica durante años para superar el trauma que generó la violación, para, además, enfrentarse a un sistema en el que distintas personas le hacen preguntas del tipo: ¿Usted se prostituye? ¿Cuántas relaciones sexuales tiene al mes?”, declaraba en un reportaje Patricia Muñoz, directora de la Unidad Especializada en Delitos Sexuales y Violencia Intrafamiliar del Ministerio Público, coincidiendo con Requena.
En la misma publicación, la directora explica que incluso las violaciones que sí lograron ser denunciadas, “son difíciles de probar. Más cuando las víctimas de violaciones son mujeres adultas que tienen una vida sexual activa y algunas, embarazos previos. No siempre quedan lesiones genitales. Sin embargo, es importante entender que la verdad jurídica no es necesariamente la única verdad, porque hay violaciones que no se logran condenar y no por eso no sucedieron”.
Estos datos locales nos pueden dar de igual forma un panorama general. Las mujeres viven en un mundo en el que las violan y que no entrega las condiciones de seguridad para poder denunciar estos hechos ¿cómo puede valer tan poco el testimonio de una? En este caso, algunos han enjuiciado a Kesha por no denunciar en el momento en el que ocurrió, mientras otros, la han apoyado de forma pública.
Uno de los apoyos fue de Taylor Swift, quien le entregó 250 mil dólares a la madre de la cantante. Algo que fue criticado y que podría verse como una medida práctica. Los abogados no se pagan con abrazos y, además, sabemos que la artista lleva mucho tiempo sin poder trabajar. También ha llamado la atención que la mayoría de las mujeres músicas que han mostrado su apoyo públicamente lo han hecho a través de Twitter. ¿En serio? Lady Gaga, Lorde, Janelle Monae, Fifth Harmony, mujeres en situación de privilegio dentro de la industria, con una voz más que amplificada ¿no pueden hacer nada más que enviar un tweet con #freekesha? Un apoyo público está bien, porque ayuda a que más gente se entere de lo que está sucediendo, pero quizás, existan también otras maneras de presionar a la misma industria a la que ellas pertenecen, fuera de la comodidad de un tweet, que sólo ayuda a espectacularizar una situación horrible y a llenar más el feed de TMZ. Punto aparte es la lista de hombres músicos que han mostrado un apoyo público, lo hacemos corto: Jack Antonoff y el productor We Are Temporary. Este último publicó un remix de ‘Die Young’ de Kesha sin las contribuciones de Dr. Luke (muy bueno, por cierto).
Billboard publicó recientemente una pregunta: ¿esta reprobación en línea por parte de las estrellas de la música terminará por hacer ceder a Sony? En términos de relaciones públicas, esto debería crecer a una escala mayor para que así sucediera. Debieran salir de sus smartphones y movilizarse por ella, movilizarse por todas. A nadie le importa que nosotros, los comunes mortales, hagamos algo. En estos momentos, las mujeres de la industria tienen el poder (y también el deber, gracias a esas proclamaciones feministas que venimos viendo hace por lo menos dos años) de hacer la industria un lugar más seguro para todas.