Grant Hart ha muerto a la tempranísima edad de 56 años. Demasiado joven para uno de los nombres que, junto a su banda Hüsker Dü, definieron un sonido y una forma de hacer. Para muchos más importantes que Nirvana o los Pixies, y tan relevantes como Sonic Youth o R.E.M., bandas con las que compartieron no solo escena y generación, sino una ética musical y profesional frente al negocio que, en 2017, parece muy lejana. Pero esta historia no es sobre Hüsker Dü (no al menos de forma académica), sino sobre los procesos de acercamiento y descubrimiento de la música que pasa a formar parte de nuestras vidas.
En otros tiempos, uno accedía a la música como podía, no como quería. Y una forma tan válida como otra cualquiera era la de ir tirando del hilo -como Teseo- hasta llegar a un descubrimiento que, como el título del libro que retrataba a Hüsker Dü y otros grupos que dieron forma a la generación alternativa antes de que ‘Smells Like Teen Spirit’ cambiase todo. “Nuestra Banda Podría Ser Tu Vida” de Michael Azerra, muestra a un puñado de grupos en su punto álgido que significaron un impacto profundo en la vida de unos jóvenes allá por los años ochenta. Cualquier aficionado a la música ha sentido eso varias, muchas, veces. Que una banda, que un disco, puede ser su vida.
En ese acceso caótico las referencias, las entrevistas, un nombre descrito en una reseña por aquí, un agradecimiento en unos créditos por allá, te acababan llevando a uno de esos grupos que podrían ser tu vida. Yo era (soy) muy fan de Los Planetas desde los tiempos en que sus demos eran el secreto mejor/peor guardado de la escena indie en España. Cuando editaron su primer disco, una de las canciones que traía era la preciosa ‘Brigitte’. La historia cuenta que era una canción que J le había escrito a una novia suya, allá en Granada. Al parecer era tan guapa y se parecía tanto a Brigitte Bardot, que Florent, el guitarrista politoxicómano de la banda, la llamaba así.
Esa canción salió como sencillo del disco con una bonita portada de Javier Aramburu de unas margaritas sobre un fondo verde. Es una de esas canciones que a Los Planetas parecen salirle sin esfuerzo, en la que con palabras muy sencillas dicen todo lo que un adolescente espera escuchar sobre el amor. En la letra de la canción, el estribillo tenía algo de misterioso cuando decía eso de “si no puedo cambiar tu forma de pensar, si aún piensas igual, entonces nadie lo conseguirá”.
En una entrevista o artículo de la época, leí que era una referencia explícita a una canción de Sugar. Un grupo al que conocía de nombre pero no recordaba haber escuchado. Como era tan fan de Los Planetas y en esa época no había otra forma de escuchar algo si no era por casualidad en la radio o comprándote el disco, pensé que todo sería más rápido que confiar en la suerte, así que encargué por correo Copper Blue de Sugar. Uno de esos discos que se puede decir que, casi desde la primera escucha, pasó a ser uno de los discos de mi vida. La secuencia era demoledora, comenzando por la jarcoreta ‘The Act We Act’, siguiendo por la muy Pixies ‘A Good Idea’ (y los Pixies en ese entonces me tenían obsesionado), ‘Changes’, ‘Helpless’, la ligeramente psicodélica ‘Hoover Dam’, ‘The Slim’ y allí, casi escondida en el séptimo lugar del tracklist, ‘If I Can’t Change Your Mind’.
No hay que ser muy perspicaz para identificar la inspiración directa de “If I Can’t Change Your Mind, Then No One Will” con el “si no puedo cambiar tu forma de pensar, si aún piensas igual, entonces nadie lo conseguirá”. Y no sólo eso, sino que musicalmente se podía reconocer la inspiración de la melodía de esa canción en otra de las grandes canciones de Los Planetas, ‘Nuevas Sensaciones’. No todo el mundo sabe/puede plagiar como Los Planetas, es un gran talento.
Las diez canciones de Copper Blue son tan perfectas que cualquier disco del catálogo de Captured Tracks parece de una banda de colegio comparado a él. Compré también el EP Beaster y el disco final del grupo, File Under: Easy Listening. Pero no fue suficiente, así que llegué a Hüsker Dü. No es que desconociera al grupo, eso era casi imposible en aquella época en la que muchos de los grupos que me interesaban o copiaban a los Pixies, o copiaban a Sonic Youth o copiaban a Hüsker Dü. Pero, por alguna razón, a estos últimos no había llegado. Por suerte, en una feria discográfica, encontré el vinilo de Zen Arcade, muy barato (en aquellos años los vinilos se vendían casi al peso). Un disco árido, totalmente emocional (mucho antes del propio emo) y en el que el baterista era uno de los compositores principales y, algo poco habitual, también cantaba.
Lleno de canciones rápidas, urgentes, pletóricas de vida y de las que, me enteré después, formaban un disco conceptual sobre un joven que huye de su casa porque vive en un entorno de violencia y abusos, y en su viaje pasa por diferentes etapas de conocimiento personal, religioso y hasta ingresa en el ejército. Pasa por muchas calamidades, incluida la muerte de su amor, pero al final… bueno, como la gente es muy sensible a los SPOILERS, no diré cuál es el final. Hasta esa conclusión, hay un trabajo ambicioso, complejo y unitario (al ser conceptual decidieron no editar singles), en uno de los discos más importantes de SST, uno de los sellos con un catálogo más impresionante de los años ochenta (por sus filas pasaron nada menos que Meat Puppets, Black Flag, Dinosaur Jr, Descendents, Minutemen, Sonic Youth, Bad Brains, Screaming Trees… ¿seguimos?).
Más tarde un amigo me grabó New Day Rising, con un efecto similarmente hipnótico para mí. Durante años esperé una reunión del grupo como tantas otras que se han ido produciendo sobre todo con la llegada del nuevo siglo, pero hasta para eso Hüsker Dü actuaba de otra manera. Como tampoco parece que pueda haber una reunión de R.E.M. o Sonic Youth, ni por todo el dinero del mundo. A lo más que me acerqué a ellos es viendo a Bob Mould tocando cuatro canciones de Hüsker Dü en un concierto propio. La relación entre Bob Mould y Grant Hart había quedado muy dañada, aunque parece que, pasados los años su relación se había retomado de forma amistosa, aunque sin intenciones musicales entre ambos.
La muerte de Grant Hart hace ya imposible esa hipotética reunión que, de todas maneras, no se iba a producir. Él tuvo una vida y una carrera plena, con disco bajo su nombre o como Nova Mob, y en los últimos tiempos estaba librando una batalla junto a Mould para recuperar la propiedad de los máster de los años SST y poder reeditarlos y obtener algo de beneficio de su talento. Los primeros frutos de esta colaboración entre los dos compositores de Hüsker Dü (tampoco hay que olvidar la esencial labor al bajo de Greg Norton) es la próxima publicación de grabaciones pre SST en una fascinante edición, como suele ser la tónica, en Numero Group. Tres CD o cuatro LP con las semillas de lo que luego serían sus obras maestras. Hart ya no estará cuando, esperemos, Mould y sus herederos recuperen la propiedad de sus discos de SST, a la que siempre se la acusó de malas prácticas con sus grupos, escondidas bajo la patina de integridad hardcore. Pero su música está ahí, fijada en el tiempo y quizá, como me pasó a mí, alguien llegue a ellos porque un día leyó que eran importantes para otra persona.