Los Jorobados son considerados uno de los primeros grupos punk chilenos. Se formaron y disolvieron en 1986, sacaron su único disco —“Etapa anal”—en 1996 y se reunieron en años posteriores para hacer unas pocas presentaciones. Tocaron también el 2016 y en palabras de uno de sus integrantes, Carlos Gatica, miembro original, fue el último show de Los Jorobados. Se acaba una banda furiosa y arriesgada, que registró con ironía una época y que, por su odio a las etiquetas y su afán de jorobar, nunca tuvo una audiencia fiel.
Hace pocos meses, Los Jorobados se reunieron nuevamente. Más de 30 años después de su debut, tocaron en Matucana 100, el 20 de octubre del 2016, junto a Los Políticos Muertos, y el 28 de octubre en el Club Morgana de Valparaíso. De la quinta región se fueron con un gusto amargo. “Tocamos en un local que se resistía a este evento, que nos cortaron en su desesperación por emitir música envasada. Morir entre extraños, así fue el último suspiro de Los Jorobados”, dice Carlos Gatica, vocalista y fundador de la banda. Sin conversarlo, quedó claro para ellos que esa sería su última presentación.
Parece que Los Jorobados siempre estuvieron entre extraños. Al formar la banda, a mediados de los ochenta, Gatica tenía una ambición: “Quería hacer música que no se hubiese escuchado en ninguna parte”. Con ese objetivo se formó Pojh, en 1984, que desde 1986 se llamaría Los Jorobados, con el baterista Ismael Troncoso, el bajista Victor Argandoña (luego remplazado por Álvaro de la Barra), el guitarrista Mario Molina y Gatica en voz. Su método de composición era singular: Gatica grababa en casete melodías con tintes payasescos que hacía con la boca y luego Molina se encargaba de reproducirlos en guitarra. “Molina estaba influenciado por los grandes guitarristas, como Jimi Hendrix, así que había una lucha por deconstruir todos los estilos que ya se sabía para crear algo diferente”, recuerda Gatica.
Las letras de Los Jorobados registraban la vida en dictadura. Una de sus primeras composiciones es ‘Estado de tensión’. Sobre un ritmo acelerado y una guitarra distorsionada, suena una irónica letra de Gatica: “Quiero ser el más famoso / de los asesinos / Monedas con caca / Voy a pagarte / Dinero sucio, dinero falso / Recibe la paga / No seas huevón / De algo hay que vivir”. “Todas las imágenes de ‘Estado de Tensión’ son sacadas de mi propia biografía—explica Gatica—. A mí me tomaron preso cuando era chico, a los 12 años, en mayo de 1974. Con mi mamá, que había sido militante y todavía tenía sus actividades clandestinas. Sé lo que significa tener a hueones con pistola automática en tu cara. Esa canción tiene todos los fantasmas de la época”.
‘Mi mamá me mima’, tema que cuenta con letras de Udo Jacobsen, amigo de la banda, sigue esa línea: “Yo no me masturbo / soy un niño muy decente /no digo malas palabras / voy a misa los domingos / rezo antes de dormir / como toda mi comida / doy limosnas a los pobres /estudio lo que papá”. La canción —que para la banda representaba el ideal de la derecha de entonces (y la de hoy, podemos agregar)— incluye un par de adelantados solos experimentales de guitarra de Molina, que nada tienen que envidiar a Sonic Youth. En el caso de ‘Escribí una canción’, conocida como ‘La canción del mojón’ —más lenta que las anteriores y con humor negro—, Gatica y Jacobsen aunaron esfuerzos: “Hicimos la letra como un cadáver exquisito, al estilo de los poetas surrealistas, pero en el baño. Queríamos ser muy coherentes”.
Esas tres canciones —’Estado de tensión’, ‘Mi mamá me mima’ y ‘La canción del mojón’— tocaron Los Jorobados en su primer show, teloneando a la banda de jazz Fulano, en el local Caja Negra, en 1986. El público quedó atónito. “Tocamos y toda la gente quedó callada —recuerda Gatica—. Fulano era potente, pero nosotros llegamos con una wea muy rara. Después Fulano se demoró como 40 minutos en tocar. La banda, como el público, se quedó procesando lo que había pasado. Habíamos realmente hecho algo nuevo”.
Quienes acogieron a Los Jorobados, finalmente, no fueron los jazzeros, sino que la naciente escena punk chilena ochentera, constituida por bandas como Orgasmo, Pinochet Boys y Los Niños Mutantes. “No tenía conciencia de Los Clash ni de Los Sex Pistols —afirma, paradójicamente, Gatica— . Empecé escuchando música clásica y luego casetes de Gentle Giant, Yes y Frank Zappa. Más adelante escuché en la radio a Pere Ubú, que fue una gran influencia. Nos clasificaron en el ambiente punk porque lo que hacíamos no cabía en ninguna otra parte”.
Rock y poesía
Lo que hizo que Los Jorobados compusieran canciones para un show completo, fue el lanzamiento del libro de poemas de Tatyana Cumsille “La canción de rock chilena”, que se realizó en el Centro Cultural Mapocho en 1986. Cumsille—que los había visto y era cercana a Gatica— quería que su lanzamiento tuviera rock. Había coincidencias, además, entre el espíritu del poemario y el de Los Jorobados. Explica Cumsille sobre su libro: “Encontraba que la poesía estaba demasiado aburrida. Quería algo que tuviera que ver con un discurso más rebelde. Estaba el Canto Nuevo y sus letras llenas de tristeza y ya no queríamos esa tristeza; aunque iba a las marchas y recitaba en los mítines de las universidades”. En la presentación del libro recitó además la poeta Stella Diaz Varin — ”Ella me pidió recitar con mucha humildad y un poco entonada”, dice Cumsille— y el poeta Raúl Zurita, quien también prologó el libro: “La canción de rock chilena emerge desde un Chile de catacumbas”, escribió Zurita.
Sobre el Chile de catacumbas, precisa Cumsille: “Era una época terrible. Estábamos siempre bajo amenaza. Las colaboraciones surgieron porque éramos gregarios. Había que andar juntos, no podías andar solo. Era una manera de protegerse”. Cumsille, además de Los Jorobados, se asoció con el baterista de los Fiskales ad-hok para una presentación: “Con el baterista de los Fiskales recité la canción nacional, que me costó, porque una se la sabe cantada. La recité como arenga, gritándola y debía estar acompañada por un pulso, una batería”. “Tatyana en esa época era la poeta generacional y todos la seguíamos —agrega Gatica—. Su poesía nombraba lo que estaba sucediendo. Al oírla recitar, te das cuenta de que es rock, rock sin otros instrumentos. La forma de declamar de Tatyana era una postura de escenario rockera”.
Más punk que la escena punk chilena, parece haber sido la escena poética de fines de los años 80. En una presentación de poemas de Cumsille en la casa Central de la Universidad Católica, Pedro Lemebel tiró una botella de vidrio al escenario cuando ella se subía a recitar y junto a Gloria Camiruaga y Carmen Berenguer, le gritaron repetidamente: “¡Cristiana zuritiana!”. “Fue una hueá re loca—dice Cumsille—. De hecho, después los tipos de la Católica le exigieron a Lemebel que barriera el vidrio roto y él hizo toda una performance barriendo provocativamente, como la mejor dueña de casa”.
Futuro esplendor
Unos pocos meses duró la trayectoria de Los Jorobados. El mismo año 1986, el guitarrista Mario Molina —principal compositor—deja la banda y el país. Es en 1996, diez años después de su formación, en una visita a Chile de Molina, cuando graban su único disco, el casete Etapa Anal, financiado por amigos que lo compraron en verde. Su difusión fue escasa. “Teníamos la posibilidad de hacer el disco en CD, pero nos cagamos porque no queríamos endeudarnos. Y justo en ese momento todas las radios se estaban cambiando a digital, entonces las radios ya no querían casetes. Solo en programas muy under nos aceptaron”. El disco hoy es imposible de encontrar en casete, pero está completo en Youtube y se puede descargar gratuitamente en distintos blogs. Las letras ácidas y la radical propuesta musical, permiten que permanezca vigente.
El casete incluye dos poemas de Cumsille: ‘En esta ciudad de Smog’ e ‘Hijo de la tierra’. “En esta ciudad de smog andamos más botados que cien tarros de basura / Y la verdad es que todas las canciones de amor son solo sueños / abrázame entonces en el basural / pero sé consiente de que no es un lecho de rosas”. “No es casualidad esta mirada de la basura como un refugio. Es de alguna manera la generación en el mundo de esa época, que empezó a mirar a la basura como su próximo hogar”, dice Gatica. Cumsille fue invitada por Los Jorobados también a algunas de sus presentaciones más recientes, como el show de Matucana 100 de octubre del 2016.
El año 2000, Carlos Gatica y Mario Molina vuelven a reunirse. Sumando a Mario Ramos, nace Ley de Moraga—banda fugaz, al igual que Los Jorobados—, que dejaba las letras sobre dictadura, orientándose más a la decepción: “Pasé diez años sin poder crear, porque no tenía esa motivación. Entonces hablé justamente de eso. De ese fracaso, de cómo había caído sumergido en el sistema”, explica Gatica. Dice la canción ‘Ironía’, de Ley de Moraga: “Recién caí en la ironía / creí que el mundo se acabaría / aún existe /peor todavía”. El silencio de Gatica coincidió con el de Tatyana Cumsille, que desde “La canción de rock chilena” no volvió a publicar: “Por la tristeza. No puedo escribir cuando estoy mal. Fue por la insatisfacción”, explica. Este año, sin embargo, Cumsille piensa publicar nuevamente y está en búsqueda de una editorial independiente que acoja sus textos más recientes. Gatica, por su parte, ha vuelto a tomar la guitarra de palo, pero con la intención de crear algo distinto a lo que ya ha hecho.
En un recital que dieron Los Jorobados en 1986, Gatica —provocador—salió a escena con poncho y tocaron un tema andino. Lo que hizo explotar de ira todos los punks de la época. Algo similar ocurrió 30 años después. Aprovechando la visita de Molina, Los Jorobados se reunieron para hacer nuevamente unas pocas presentaciones. A Molina en guitarra y Gatica en voz, se suman Laura Molina, en bajo, y Luis “Pollo” Valdebenito, en batería. No tenían nuevas canciones para mostrar, pero hicieron modificaciones a las ya existentes. “En los últimos recitales de Los Jorobados el 2016, ejecutamos la canción ‘Mi mamá me mima’ en ritmo de cumbia y el público nos quería colgados —cuenta Gatica—. Una mujer incluso me retó por mi falta de compromiso con el punk. Ella, que había llegado a la tocata con su pelo de colores, su chaqueta de cuero y sus puntas. Y ahí me dije que esto se tenía que acabar de una vez por todas. No podemos convertirnos en un grupo tributo a nosotros mismos. No podemos seguir cantando canciones de hace 30 años, que además ya no me interpretan. Jorobados se murió”.