Todos, en diferentes partes del mundo, despertamos con un golpe en el estómago hoy, 11 de enero. David Bowie ha muerto. Pero vamos a hablar de él en presente, porque con cinco décadas de carrera ha logrado ser eterno. Es quizás, el músico cuyo rostro más se ha repetido en las camisetas estando vivo, aunque parezca un dato superficial, no lo es. Logró ser un ícono en vida.
Bowie es el artista que se puede permitir hacer un video de diez minutos y no mostrar más que genialidad, en tiempos en que los contenidos de internet brillan por su rapidez y evaporación, en virtud de mantener a una audiencia atenta. Nos mantuvo alerta incluso cuando ya no tocaba en vivo, siempre esperando volver a verlo, mientras que otros, aguardaban debutar como público frente a él. Es -sin quererlo- uno de los pocos artistas que le ha enseñado a las generaciones más jóvenes a valorar los discos y las canciones, más allá de los shows en vivo.
Es el que revolucionó la manera de entender el pop más allá de la música. Ella nacía de otros lugares. De imágenes, personajes, religión, literatura, poesía y hasta telas que se convertirían luego en vestuario. Visiones apocalípticas. El fin de nuestra sociedad. Y también, en sus trabajos más recientes (Reality, 2003) miraba su propia vida en retrospectiva. Jamás daba vueltas en el mismo lugar. Esto como base, sumado a que la música es quizás el artefacto artístico que mejor puede explicar las ideas, ya que está en todos lados y no se necesitan de mayores bagajes para poder entenderla y hacerla nuestra, estamos frente a una bomba. Esto, es la esencia del pop.
Bowie, es el que conocimos -algunos- varias décadas después de haber comenzado aquella revolución y que seguía sorprendiéndonos. Una y otra vez. El genio que es capaz de envejecer enseñando que es posible hacerlo, seguir rompiendo esquemas y estar muy lejos de ser una reversión de sí mismo. Bowie es un ser humano que nos ha mostrado la libertad.
¿Cómo entender el devenir de la historia de la música del siglo XX y XXI sin dedicarle capítulos completos a su obra y espíritu? Imposible. David Bowie empujó los límites más allá de lo que se conocía como rebeldía y contestación a finales de los años sesenta y así con cada década siguiente. Incluso, retó a lo que se suponía que era la modernidad y el ser humano libre: el rock.
En su obra, la sexualidad se transforma en un terreno gris. Algo que es tan superior que lo último importante en una cadena de análisis supondría definirlo, también, porque es precisamente ese límite el que el artista decidió empujar. Desde utilizar un imaginario tradicionalmente ligado a la mujer, sin miedo a hacerlo con el rock, terreno de machos. Esa misma libertad la utilizó en su coqueteo con los géneros. En Blackstar, su último gran disco publicado hace solo tres días, Bowie tiene amoríos con el jazz y resulta exquisito.
¿Qué significa Blackstar? Antes del domingo 10 de enero, este álbum para todos significaba un relato enigmático. Letras que hablan sobre abandonar lugares, sobre pronunciarse desde otro rincón. Narraciones que descansan sobre una cama de sonidos oscuros y de inflexiones sorpresivas. Un espíritu que sólo puede resultar natural desde la mano del jazz, quizás. Este trabajo, desde hoy lunes 11, se trata además de su visión sobre su propia muerte. Se trata de un regalo de despedida.
En el 2011, cuando murió Gil Scott-Heron, tuvimos una terrible conversación con un amigo, al inicio de nuestros veintitantos. “¿Te das cuenta que vamos a empezar a ver morir a todos los bacanes? Aunque no queramos ver, cerremos los ojos y nos tapemos los oídos, lo vamos a presenciar, a la fuerza”, comentamos, mientras prendíamos un cigarro y nos sentábamos en una plaza, para quedarnos en silencio ahí, uno junto al otro.
Estamos viviendo -desde ya hace un rato- ese horrible momento que eventualmente tenía que llegar. Nuestros ídolos nacidos en la industria musical, no sólo tienen accidentes o fallecimientos sorpresivos por asesinatos o drogas, las conocidas como muertes del rock. Están envejeciendo como todos los mortales y sufriendo de los males, complicaciones y enfermedades que incluye ese contrato. Lo invaluable es ver que con ello, algunos muestran la sabiduría y temple que se supone, debieran dar los años. Eso hizo Bowie también en Blackstar.
Hoy un gran porcentaje de desayunos fueron amargos alrededor de todo el mundo. Las cuentas de Spotify están reproduciendo canciones de David Bowie. La gente lo comenta en la calle. Algunos usan su camiseta. Probablemente, los coleccionistas de discos hoy revisiten ese rincón de la casa. Estamos todos pensando en él. Cualquier acción en su nombre, en el nombre de sus canciones, es un pequeño esfuerzo por mantenerlo vivo. En el plano terrenal nos es imposible, pero él ya nos demostró que sí existen otros mundos. Que hay vida en Marte. Quizás podamos visitarlo si volvemos a dormir.