Fue un 4 de abril del 2008 el día en que las cosas cambiaron. Sí, por esa época era un ingeniero civil industrial titulado promedio, ni uno tan bacán, ni uno tan malo. Trabajaba en el Metro de Santiago como Jefe de Proyectos de la Gerencia de Mantenimiento. En eso estuve tranquilo hasta que Black Rebel Motorcycle Club confirmó su primer show en Latinoamérica, específicamente en La Trastienda de Buenos Aires. No lo pensé mucho y junto a un amigo compramos pasajes, le pedí a otro bonaerense que nos comprara las entradas, y así fue. Partí a Buenos Aires a ver una de mis bandas favoritas.
La reseña del concierto la escribí para POTQ Magazine y pueden leerla con miles de faltas de ortografía y gramática aquí. Pero lo importante que quiero transmitir es que ese día en medio de la vorágine y el ruido del concierto me di cuenta que esto era lo mío, que la música era muy importante para mí. En esa época el sitio tenía pocos años y era una incipiente revista de música a nivel local, sin ningún reconocimiento y bastante artesanal. Ese día me llené de valentía y me dije: “ya se acabó, esto es lo mío, esto me gusta, quiero disfrutar de estas cosas, que mi creatividad no se agote ni se extinga, así que tengo que tomar las riendas”. Y así fue.
A la vuelta del viaje lo tenía decidido, iba a renunciar. Para no hacerlo tan obvio, dije que lo haría un martes, para que llegar e irme, pero no. Llegué el lunes, y no podía más. Tenía 25 años y demasiada energía como para quedarme aguachado ahí. Llegó la hora de almuerzo, preparé mi carta de renuncia, partí a la notoria y a la vuelta pasé donde mi jefe a contarle la historia. Él fue súper comprensivo y me deseó toda la suerte, y así estuve todo ese mes de abril entregando mi cargo a un cabro nuevo y partí.
Hoy le agradezco a esa experiencia y a la decisión que tomé. Hoy soy feliz, vivo de lo que me gusta, me cuesta, pero al fin del día estoy contento. Hoy iré a celebrar con BRMC.