La premisa era que el milagro iba a suceder en Chile. Luego de dos años de pandemia, uno de los conciertos/festivales/programas televisivos más famosos de Corea del Sur desembarcaría en nuestro país, luego de haber tenido pasos por Viña del Mar en el 2012 y en Santiago en el 2018. Este año era la revancha: el encuentro de K-pop más grande del mundo tendría lugar en nuestra capital en el Estadio Monumental.
Antes de llegar al día en cuestión repasemos qué es qué en este mapa de una de las industrias musicales más grandes y organizadas que hemos visto en las últimas décadas. Como te contábamos con el anuncio de este espectáculo, Music Bank es un espacio televisado del país asiático, donde las bandas presentan sus novedades y tienen directa relación con sus fanáticos y fanáticas. La cadena KBS está detrás de este concierto de grandes proporciones, que se ha encargado de girar por las principales ciudades del mundo acercando la música por todo el globo.
En su versión 2022, el line up estaba conformado por The Boyz, STAYC, (G)I-DLE, Ateez, NCT Dream y Tomorrow x Together. Proyectos tanto de hombres como de mujeres, que destacan por ser promesas y revelaciones de la cuarta generación del K-pop. Nombres que han conseguido fama mundial y un alcance de fans como no se veía hace tiempo en esta parte del mundo. Suena bien, ¿verdad?
Quienes llevan bastante tiempo en esta escena musical celebraron con temor este anuncio y el motivo que enunciaron en redes fue la productora detrás de organizar Music Bank Chile 2022: NoiX, destacada empresa que lleva años levantando espectáculos asiáticos -tanto japoneses como coreanos-, y que ha estado detrás de eventos inolvidables para bien y para mal.
Teniendo claro este panorama podemos volver al presente. Estamos prestándole atención a las corrientes coreanas artísticas y a este show no sólo por su masividad ni por lo que se vivió el sábado. Ha sido enormemente sorprendente para muches el introducirnos -desde lejos- en una industria que no para de crecer, y disfrutarla desde un país que se rehúsa a entender la música como un pilar clave en el desarrollo de la vida de las personas, de las sociedades, incluso de su economía.
Corea del Sur se inventó una fuente de ingresos incalculables basado en su cultura. La exportación de cremas, teleseries, comida, películas y, por supuesto, música, no sólo es la extensión de la identidad que tienen como país, también se ha transformado en sinónimo de plazas y oportunidades laborales; crecimiento de sus áreas visuales, técnicas, estéticas. Un país que no tenía mucho para exportar encontró un apoyo al PIB en sus artes musicales.
Que son explotados, que son menores, que son esclavos de agencias son ítems de largo debate. Realidades que consideramos cuestionables y con los que no estamos de acuerdo, sin embargo requieren espacio de entendimiento cultural, social y contextual porque no se trata sólo de bandas de K-pop trabajando más de la cuenta. Es sobre sociedades completas que funcionan bajo la lógica del exitismo, el esfuerzo, el mérito. Y no es algo que pase sólo en Corea, ya podrán decir los seguidores del arte japonés en sus diversas áreas. Tampoco haremos vista gorda a que lo que nos espanta del funcionamiento del K-pop no se aleja demasiado de lo que pasaba en Club Disney, incluso en Música Libre. Si no, pregúntenle a Britney sobre libertades y abusos laborales.
Así que fuimos. Porque nos interesa la música y su aporte en todos los idiomas, porque no queremos dejar de ser un espacio que registra las pasiones y gustos de quienes puedan llegar a leernos. Porque no creemos que existan géneros menos o más válidos para entusiasmarse, llorar, endeudarse, gritar y vibrar. Porque la música es música aquí, en California, en Barcelona y en Seúl.
18:10 horas.
A diferencia del gran grueso de asistentes, que empezó a acampar incluso el miércoles 9 de noviembre a las afueras del estadio, llegamos dos horas antes de que partiera el esperado recital por 50 mil asistentes. Banderas de Colombia, Brasil, Argentina, Uruguay, Costa Rica, Guatemala, Perú, Bolivia, Ecuador y varias más, flameaban ansiosas en la cancha VIP del recinto, que ocupaba casi todo el terreno-pasto del recinto.
Los ya famosos lightsticks de todas las bandas asistentes, y varias más que no eran parte del cartel, combinaban con un gris cielo que ya había anunciado su posibilidad de lluvia con días de anticipación. La misma productora prometió en Instagram que el evento no sería cancelado bajo ninguna circunstancia por la condición climática. La lluvia no se sentía como una amenaza con esa confianza.
La fatiga de quienes acamparon, aún cuando la productora repitió hasta el cansancio por redes que no lo hicieran, se camuflaba con quienes recién venían llegando de sus casas. Los pleitos previos sobre quién llegó primero, quién inventó números para armar una fila o quiénes merecían más estar en el lugar se esfumaban entre gritos que pedían música de fondo. Difícil era olvidar, eso sí, las largas horas de espera para la apertura de puertas, las filas para comer o ir al baño luego de días fuera del Estadio Monumental para quienes lo vivieron.
Con un pequeño atraso de 20 minutos, debido a que Ateez aún no aterrizaba en nuestro país, se dio vamos al espectáculo. El milagro que sucedería en Chile. Ro Woon, destacado cantante de SF9 y actor, fue el encargado de animar esta edición, acompañado por la local Princesa Alba. Un video introductorio sobre la historia del evento y su relación con nuestro país fue el puntapié inicial para dar paso a la presentación de bandas: cada grupo -menos los atrasados mencionados anteriormente- desfilaron por el gran escenario. El milagro empezó.
The Boyz
‘WHISPER’ sonó y la casa de David Arellano se vino abajo entre coreografías y las primeras tímidas gotas de lluvia. Con una coordinación que no deja de sorprender a quienes recién nos acercamos a estos fenómenos, los artistas siguieron con ‘Maverick’ para recibir al éxito ‘The Stealer’. Un intermedio lúdico para bailar cueca, que demostró el estudio previo de la danza típica, sirvió para hacer tangible el hecho de tener a esta gente, que tantas veces viste por Youtube, enfrente tuyo. ‘Thrill Ride’ cierra un paso que funcionó ideal para calentar los motores de una fiesta que recién abría los ojos.
STAYC
Urge conocer a esta banda si te gusta el pop. Tal como en occidente, los mejores sonidos del género están saliendo de agrupaciones de mujeres, y ellas ya ostentan un montón de insignias tanto en Corea como en el resto del mundo. Canciones bien pensadas, coreografías que quieres aprender, coros que son un chicle.
La fórmula perfecta del pop que se tangibiliza en ‘RUN2U’ para abrir, la épica ‘Beautiful Monster’ y la sentimental ‘So Bad’. Luego de su propio interludio lúdico que consiste en revisitar canciones ajenas y ver quién sabía los bailes, STAYC dejó caer su hit emblema: ‘ASAP’, el track responsable de elevarlas a la primera línea de la cuarta generación. El carisma que presentan, la organización en su ejecución y la estabilidad vocal aún cuando no dejan de moverse en ningún momento son cosas que pocas veces hemos visto.
21:30 horas.
La lluvia ya era una realidad y fue nuevamente The Boyz quienes tuvieron que aguantarla en un escenario compuesto por un tarima principal, una amplia pasarela que recorría casi todo el estadio hasta dar con un cuadrado lo suficientemente grande para albergar a 11 personas bailando. Siguiendo la línea del milagro y de las buenas relaciones entre LATAM y Corea, la banda de chicos realizó el cover de ‘Despacito’ -canción que, por algún motivo, el mundo se resiste a olvidar y sigue cargando sobre los hombros de Latinoamérica-, para seguir con una reversión de ‘Mi Gente’ de J. Balvin a cargo de STAYC.
(G)I‐DLE
Para estas alturas ya estábamos todas y todos prendados por el evento musical. Las gotas, cada vez más constantes, seguían siendo un factor romántico dentro de este encuentro. ‘Nxde’, su más reciente éxito y el que las tiene en el primer lugar de las plataformas de streaming coreano hace semanas, fue el encargado de abrir un show que hace pocos meses había tenido lugar en versión extendida en el Teatro Caupolicán.
El Estadio Monumental lo pierde todo para ‘Tomboy’, la revelación y statement que hacen las artistas para desmarcarse de lo que entendemos como girl group. La tormenta ya era torrencial, las capas regaladas por KBS y NoiX eran lo que mantenía protegida a la masa mientras el cielo se iluminaba con el lightstick supremo: los rayos.
‘LATATA’ comienza a sonar y el caos también. La lluvia se transformó en granizos y las intérpretes luchaban con ellos mientras seguir mirando el escenario era una misión imposible por la urgencia de proteger la vista de las rocas de hielo. Fin de la canción con la caída de una de las cantantes, quien fue bajada del escenario con asistencia de sus propias compañeras.
Debido a la fuerte lluvia y por seguridad de los artistas, vamos a pausar el espectáculo mientras limpiamos el escenario. Gracias por su comprensión y mil disculpas.
Una y otra vez por los parlantes de todo el estadio. Durante más de treinta minutos. Madres que le pedían a sus hijas retirarse por el temporal, hijas que aseguraban preferir un resfriado antes que perderse a Tomorrow x Together. Extranjeros que pasaron de presumir que esto no pasaría en su país al llanto de temer la posible cancelación, la pérdida de su dinero y tiempo invertido. Fandoms completos que prendían sus lightsticks como llamado de atención para pedir asistencia por ataques de pánico en sus sectores. El milagro comenzaba a sentirse lejano.
Debido a la fuerte lluvia y por seguridad de los artistas, vamos a pausar el espectáculo mientras limpiamos el escenario. Gracias por su comprensión y mil disculpas.
Una joven voz femenina no paró de repetir el enunciado mientras la masa ya comenzaba a enfriarse de la euforia y pasaba a desesperarse por la respuesta en loop que sonaba a maldición. Trabajadores barriendo posas de agua de toda la tarima. Miedo, caos. No poder ver a tus artistas favoritos. La ilusión de no abandonar tu puesto hasta que cualquier afirmación llegara: la inminente cancelación o los primeros segundos de un beat que hicieran recuperar el júbilo tan característico de este grueso de fans.
22:50 horas.
¡Holaaaaa! Dice una joven que sale a escena para que el Monumental se volviera a venir abajo. Vamos. No todo está perdido. Luego de agradecer la paciencia, la trabajadora, anuncia una entrevista con Tomorrow x Togegher en escena mientras el cielo se calmaba junto con nuestro susto. En cuanto los integrantes abren la boca el caos se termina de concretar.
No es la voz que suena por los altoparlantes la que lo anuncia, no es la mujer que los acompaña. Es un miembro de TXT quien tiene que cargar con la responsabilidad de desvivirse en disculpas. Viajamos muchas horas. Nos preparamos mucho para este show. Gritos de felicidad. Esperamos volver mucho más preparados la próxima vez. Gritos de duda. Sentimos mucho no poder presentarnos frente a ustedes. Y cuando la lluvia del cielo ya no existía, el agua estuvo en los ojos de miles de personas que escucharon en boca de su artista favorito que el milagro no llegaría.
Lo que vino después no merece registro contundente. Todas las bandas desfilaron por la pasarela mientras se desvivian en disculpas y reverencias, como si fueran los responsables de todo. Evidentemente afectados, cada miembro de cada agrupación -incluidos los atrasados Ateez-, pidió que llegáramos a salvo a casa, que nos cuidemos del resfrío, que volverían.
Si leíste hasta acá sabes lo que se siente vibrar con la música, con una banda. Puedes comprender lo que genera en el corazón esa canción que te salvó la vida. Sabes cómo es real ese sentimiento de admiración y cariño que se le tiene a una o un cantante que metafóricamente se transforma en tu amigo, uno que te hace sonreír cuando estás mal, que logra piezas e interpretaciones que son abrazos cuando no somos capaces de pedirlos literalmente a quienes nos acompañan al lado.
Ese sentimiento vive en nosotros, nosotras, nosotres en forma de canción durante la infancia, en tu primer romance escolar, en la ardua adolescencia, en la angustiosa adultez. Una vibra con la música en su fiesta de graduación, en la noche de tu matrimonio, en el funeral de tus amigos cuando te haces viejo. Y ese sentimiento no le pertenece más a unos que a otros.
Es la pena de comprar un ticket para ver a Metallica con tu hijo y quedar lejos del escenario por la sobreventa, es la angustia de ir de fiesta con tus amigos a Daddy Yankee y no lograr entrar por avalanchas que ocuparon tu puesto, es la desesperación de un grupo de hermanas que viajaron desde Brasil para gritar ‘Guerrilla’ de Ateez.
¿Qué pasó?, ¿quién tomó la decisiones que nos llevan hasta aquí?, ¿fue irresponsabilidad de la productora por no proteger los equipos aún con una tormenta anunciada?, ¿fue orden de la cadena televisiva por no lograr llevar a cabo un concierto con el nivel al que acostumbran?, ¿son los managers de cada artista que no quieren exponer a las bandas?, ¿es la Intendencia que no da permisos para continuar por seguridad de 50 mil personas?, ¿es el pleito tras bambalinas que termina en una abrupta cancelación?
Podemos suponer demasiadas cosas. Twitter está lleno de hilos de amigos de amigos que trabajan en tal o cual lugar. Culpa de un lado para otro mientras nadie se hace responsable. Recién ayer, lunes 14 de noviembre, la productora oficializó un comunicado lleno de lugares comunes sin mea culpas. Algo como el espectáculo iba bien pero la lluvia llegó.
¿No hay más que eso?, ¿no hay más que un debido a la fuerte lluvia y por seguridad de los artistas, vamos a pausar el espectáculo mientras limpiamos el escenario. Gracias por su comprensión y mil disculpas?
Podemos suponer demasiadas cosas pero tenemos una certeza: vivimos un magno evento que prometía ser un milagro que se transformó en un descuido de los dos únicos pilares que lo hicieron posible, artistas y fans. No sólo hablamos de derechos del consumidor, que se ve aludido con más de 3 mil denuncias al SERNAC por el show. Hablamos de entender que sin esta masa de 50 mil personas que ahorró, viajó, se organizó, arregló y emocionó, nada es posible.
Sin artistas y sin audiencia no hay milagro. Es hora de que las y los fans de todo tipo, forma, estilo, tamaño y nacionalidad sean la prioridad de cada concierto. No podemos luchar contra un temporal, pero sí podemos tomar las medidas de resguardo para no ofrecer un servicio a medias, prevenir lo anunciado. Sí podemos salir a decir que el evento no podrá seguir antes de exponer al esperado artista para que lo diga por ti. Sí podemos disculparnos por el caos en lugar de culpar a la naturaleza.
Ahora, el milagro parece ser una respuesta, una devolución, una nueva oportunidad para saldar deudas con las bandas que no pudieron salir a escena, un mayor cuidado de la productora en el futuro. El milagro se convirtió en barrial y rezamos para que productores, bookers, técnicos del mundo entiendan que los milagros no existen. Que las decisiones traen consecuencias, que las disculpas, el cuidado y el respeto por fans y artistas son más celestiales que promesas a medias.