*Por Cristóbal Galleguillos
Un 20 de julio, mismo día en que nació su amigo Chris Cornell, Chester Bennington, vocalista de Linkin Park, se suicidó en su residencia en Los Ángeles.
A solo dos meses de haberse presentado en Santiago de Chile, con un Movistar Arena repleto coreando sus más célebres canciones y parte de su nuevo material One More Light, el cantante y compositor de 41 años se quitó la vida dejando en luto a varios.
Probablemente sea la banda sonora de la adolescencia de muchos jóvenes que hoy bordean entre los 20 y 30 años. Esos jóvenes que vibraron con Hybrid Theory (2000), catalogado por muchos como el mejor disco de Linkin Park, con canciones como ‘One Step Closer’, ‘Crawling’ y su memorable ‘In The End’, que de a poco se viralizaba musicalizando videos aficionados de los animés del momento.
Entre los MP3s de tus compañeras y compañeros de curso se escuchaba la potente voz de Chester y el rap de Mike Shinoda, que tratábamos de replicar con un inglés inventado y básico. ‘Numb’, incluido en su álbum Meteora (2003), se transformó en un himno para los adolescentes de la época.
Me cuesta creer la muerte de Chester. Como fanático de su música, e incluso por su breve paso como vocalista de Stone Temple Pilots (2013-2015), le tuve un cariño especial. Me cuesta creer que se haya ido así, tan lleno de críticas y pocos elogios. Nunca recibió tantos comentarios negativos hasta este año: su colaboración con DJs como Steve Aoki, hizo que muchos (me incluyo) nos apartáramos un poco de su música.
“¿A quién le importa si una luz se apaga en un cielo de un millón de estrellas?” comienza el coro de la canción que le da título a su último trabajo, ‘One More Light’. Vaya que importa, querido Chester. Espero que tu voz única esté haciendo magia en el cielo de los talentosos, ahí junto a tu estimado amigo y colega Chris Cornell, con quien compartiste tantas veces en vivo.
Gracias.