Si tu profe de castellano también te hizo leer a Edgar Allan Poe o si te gustan los poetas malditos, Cevladé está a punto de volarte la cabeza con sus adaptaciones raperas de clásicos literarios. Esto es sincretismo cultural en su máxima expresión.
La irrupción de discos de rap, hace diez años, daba para pensar en un movimiento que acumularía seguidores y, por ende, contaría con la atención de los medios. De esa época, sólo sobrevivieron algunos nombres (Seo2, DJ Raff, Zaturno), pero el fenómeno amainó y entró en receso; al menos, ante los ojos del gran público. La búsqueda de la nueva sensación hip-hop agotó a los sellos y a las vitrinas de exposición, porque apostar por las incipientes camadas del género (o por lo derechamente underground) no parecía una alternativa viable para quienes anhelaban generar un mercado lucrativo en torno a las rimas y los beats.
Pero hay buenas noticias. El rap está vivo más vivo que nunca, afincado en una trinchera donde crear singles para la radio no es la premisa y en la que lo más importante es mantenerse fiel a los principios básicos del estilo: honestidad, amor al sampleo y rimas que causen efectos telúricos en las conciencias de los receptores. En esa línea, la obra de Wladimir Espinosa (en adelante, Cevladé) se mueve con soltura y total naturalidad. Proveniente de Maipú, el MC ha sabido darle una vuelta de tuerca al trabajo lírico y en El Gato Negro EP ha plasmado toda su ambición expresiva.
La última producción de Cevladé es una de las más ingeniosas empresas jamás iniciadas por un hiphopero nacional. Se trata de la transmutación de las palabras de Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud en canciones impregnadas de riqueza poética. Una pequeña placa conceptual, si se quiere, cuyo hilo narrativo es el legado de los trovadores malditos. Personajes con los que el santiaguino bien podría identificarse, debido a su carácter contrastante al del núcleo duro de la movida. Aunque creció escuchando a Wu-Tang Clan y Beastie Boys, el camino de este músico se ha dirigido hacia otra dirección, emparentada a propuestas como la de Cómo Asesinar A Felipes; un enfoque más cerebral y sesudo que el la mayoría de sus contemporáneos.
‘El Gato Negro’ (Edgar Allan Poe)
En este miniálbum, el maestro de ceremonias redobla sus esfuerzos por dar un paso al lado y desmarcarse del rebaño de rimadores locales. El resultado da cuenta del genio de sus inspiradores, pero también de que quien los reinterpreta es un buscador empedernido de atajos para encontrar un lenguaje propio. Los recursos no le faltan; para fortuna suya (y nuestra), Cevladé es un rapero de abundante labia e infinita sensibilidad literaria. Su épica adaptación de ‘El Gato Negro’ de Poe es un potencial objeto de culto para cualquier coleccionista de música chilena, el punto de quiebre en la trayectoria de su autor, quien –sin darse cuenta- moldeó una pieza cuya lucidez asombra y roza la genialidad.
Esta hazaña no es un hecho aislado. El Escritor Maldito, Lalala, NiñoMuerto y Demonio Maravilla son los antecesores del epé y dan cuenta de que la práctica hace al maestro. El cuerpo de trabajo del maipucino, a razón de una obra por año, es un compendio rebosante de méritos e inteligencia que ahora -a través de El Gato Negro– ve confirmado su valor. No importa si prefieres las guitarras o los grupos anglosajones, apreciar el talento arrollador de Cevladé es una tarea fácil, a menos de que los sesgos hayan corroído tu criterio. Éste es el momento de ponerte a prueba. A ver cómo te va.
‘Madrigal Triste’ – (Charles Baudeaire)