Según las últimas encuestas del Programa Mundial de Alimentos (PMA), más de mil millones de personas sufren de hambruna. En otras palabras, una de cada seis personas no tiene qué comer, ni con qué alimentar a su familia. India, China, República Democrática del Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía, son los países que lideran este conteo.
Otras estadísticas arrojan que desde la invasión de Estados Unidos a Medio Oriente, la cifra de muertos ha superado los cuatro mil soldados norteamericanos y un millón de iraquíes.
Finalmente, de acuerdo a algunas proyecciones, el temido calentamiento global aumentará la temperatura de la Tierra entre 4ºy 8º grados Celsius, lo que significaría la deforestación y desaparición de la Selva Amazónica.
Los aterradores párrafos anteriores, no son la letra de una canción apocalíptica, ni el guión de la última producción de Hollywood. Es nuestra simple y sencilla realidad. Una partitura que nunca diseñamos, pero que aún podemos atenuar.
Si quisiéramos buscar culpables para esta situación, seguramente los dardos apuntarían hacia los monopolios comerciales, la tiranía de los gobiernos autoritarios, o la superposición del dinero por sobre cualquier otra cosa.
Para intentar apalear esta agobiante sentencia de muerte, el deseo de construir un mundo más igualitario, centrado en la paz como núcleo esencial, ha sido una de las principales aristas que ha rodeado al mundo de la música en los últimos treinta años.
Si bien es cierto, sería imposible saber cuál fue la primera composición musical centrada en la reivindicación de los derechos humanos, quizás uno de los grandes ejemplos sería el Concierto por Bangladesh, el año 1971. En esta histórica jornada, que no tuvo un buen final debido a problemas legales, el mundo fue testigo de cómo George Harrison junto a Bob Dylan, Eric Clapton y Ringo Starr, entre otros músicos, instalaron a ‘My Sweet Lord’ y ‘Blowin’ in The Wind’ como verdaderos himnos de paz y espiritualidad, que llevaban a pensar en un mundo mejor.
Por otra parte, una verdadera revolución fue la que protagonizó John Lennon, a quien incluso intentaron negarle la visa estadounidense, con Imagine, Give Peace a Chance, Working Class Hero o Power to the People, canciones que se transformaron en bastiones de combate por parte de los jóvenes estadounidenses que se rehusaban a enlistarse en las filas de la masacre sin razón que significó la Guerra de Vietnam.
En la recargada década ochentera, un nuevo intento de ayuda humanitaria la constituyó el primer mega-recital, Live Aid. Organizado por Bob Geldof, este globalizado evento contó con la participación de The Who, Led Zeppelin, Judas Priest y Black Sabbath, entre otros. En esta primera versión de la trilogía LIVE, el objetivo era poder acudir en ayuda de Sudán, Etiopía y Somalia, debido a la sequía sufrida entre 1983 y 1985. Meses antes de este concierto, se había publicado la conocida canción ‘We Are The World’.
Los años cambiarían. La cortina de hierro caería, pero la paz estaría lejos de llegar. Con el correr de los últimos 19 años, hemos visto como nuevas invasiones y destrucciones medioambientales han ocasionado que cada vez más artistas se abanderen con el sueño de conseguir un mundo más igualitario y sano, sustentado en la paz y el respeto como cimientos fundamentales.
Reconocido en Live Aid como el protagonista del certamen, el vocalista de U2, Bono, pasaría a convertirse en un verdadero referente de la búsqueda de la paz mundial. Estos mensajes serían interpretados a través de las canciones ‘Sunday Bloody Sunday’, ‘New Year’s Day’ o ‘Pride (In the Name of Love)’.
Sin embargo, además de U2, bandas como R.E.M -con ‘Shinny Happy People’- o Green Day -quienes además de ser unos duros críticos con las política de su país (esto queda expresado en su canción ‘We Are The Waiting’) forman parte de los artistas aliados con Greenpeace– han dejado instalado el compromiso social que sienten frente al mundo en que vivimos.
En base a los nuevos problemas bélicos y ambientales aparecidos en este recién nacido milenio, se han realizado espectáculos asombrosos y significativos para la historia contemporánea. Live 8, Live Earth, en conjunto con algunas organizaciones benéficas como Make Yourself, por parte de Incubus, Chris Martin y su participación con la disuelta OXFAM, La Mala Rodríguez y su constante crítica al machismo mundial, e incluso los recitales organizados por el colombiano Juanes, se han encargado de aclarar que en el mundo de la música, no todo es sexo, drogas y rock and roll.
El pasado 2 de octubre, La Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia aterrizó en nuestro país. Desde ese día, además del acto contra el desarrollo armamentista el 19 de septiembre, Chile se inscribió como una nación más que sueña con un mundo libre de invasiones, sin destrucciones del planeta y desarrollos socioeconómicos desiguales, que sólo consiguen agrandar la brecha entre aquellos que podemos sentarnos frente a un computador a escribir un artículo, y otros que aún no pueden satisfacer sus necesidades mínimas de alimentación.
Sin embargo, según el SENAME, el porcentaje de niños que trabajan, aún sigue siendo muy alto. Si a esto le anexamos el desastre ecológico que está ocurriendo en el Tatio, y los constantes hechos de violencia que aparecen en las noticias, nos podremos dar cuenta de que a esta “larga y angosta faja de tierra” aún le queda mucho camino por recorrer. No obstante, como dijo Fito Páez, “¿Quién dijo que todo está perdido?”
Obviamente, ninguno de nosotros puede organizar un mega-festival, pero sí podemos llevar a cabo pequeñas acciones como respetar a la gente que nos rodea y al mundo donde vivimos, para poder demostrar que ‘El derecho de vivir en Paz’ es mucho más que una canción pasada a vino tinto, o que ‘El Festín de los Demás’ es una realidad que puede ser cambiada.
Quién sabe; a lo mejor, si todos conseguimos crear conciencia como la emitida por Harrison, Bono, Chris Martin, o la querida Violeta Parra, algún día podamos unirnos de verdad y entonar con más fuerza que nunca “Gracias a la vida, que me ha dado tanto”, y no condenarnos a convertir a ‘Do The Evolution’ en el nuevo himno de la humanidad.