¿Hicieron hora en una plaza, después del carrete, para poder tomar algún medio de transporte? ¿Se enfrentaron a algún dealer arriesgado que los citó en una avenida muy transitada? ¿Robaron alguna vez en un supermercado? Mezclen todos esos momentos de cansancio, adrenalina, y miedo, y aún así no estarán ni en los calcetines de Blade&Bear: dos iraníes obsesionados con el house aunque eso signifique ir preso o morir.
La música y la pasión por ella no saben de fronteras, y Anoosh junto a Arash se dieron cuenta de ello a la fuerza, haciendo fiestas clandestinas en el desierto para que los beats no lleguen a los oídos de la policía, visitando imprentas en horarios inimaginables para lograr obtener la portada de su prometedor disco, y debatiendo constantemente el futuro que les depara. ¿Quedarse en Irán y morir en el intento de la travesía electrónica o arriesgar todo para salir de las prohibiciones descabelladas -como aquella que no deja tener mujeres líderes de banda, que no usen su velo o no que no se muestren como simple compañía o adorno de las entregas-?.
Raving Irán es inspiradora, porque ves a dos jóvenes, como muchos de los que conoces, sufriendo por dinero para realizar alguna tocata -sólo que en Teherán se paga soborno en lugar de arriendo cuando eres un Dj-, rezando para que el Ableton no se pegue, y perdiendo amigos en el camino, esos que no están dispuestos a arriesgar la libertad por un poco de trance.
Durante la hora y veinte de la producción a cargo de Sue Meures, te sientes uno de ellos, tienes miedo de que llegue la autoridad y todos los sueños y esfuerzos se derrumben, te dan ganas de abofetear a los protagonistas cuando quieren dar un paso atrás, y la tensión no te suelta. Que muchas de sus escenas estén grabadas a pulso desde un teléfono por motivos de seguridad amplifica todo. Sientes el terror. Sientes la frustración de alguien que ama y no puede vivir ese sentimiento a concho.
Arash y Anoosh quieren darle un mordisco a la juventud, quieren salir de las políticas abusivas, quieren vivir sus mejores años y acompañarlos con los ritmos que desde tan lejos llegaron casi como una salvación. “No quiero que te quedes en Irán. Yo nunca me fui, tengo cuarenta años y sigo aquí”, dice una de las madres a través del teléfono, y logras entender la seriedad del asunto. No es llegar y comprar un equipo para darle rienda suelta a tu pasatiempo, es viajar por horas a través del desierto, es andar a la deriva con una única meta clara: convertirte en un maldito DJ.
“Tú y yo, privados del tú y del yo, sobreviviremos estando juntos” se escucha al comienzo del documental, y la idea se mantiene durante toda la película. Blade&Bear están juntos o no están, así fue como llegaron a recibir una llamada que les va a cambiar la vida para siempre. En el house, el más valiente gana, y estos dos jóvenes que tienen tanto que perder, dejan en claro que cuando necesitas algo y tienes agallas para conseguirlo, puedes lograrlo desmedida y hasta irracionalmente.
Raving Iran se presenta este viernes 9, a las 19:00 horas en el Centro Arte Alameda