En POTQ Magazine hemos tenido meses de mucha intensidad. Desde la publicación del reportaje “Cuando ella habla, escucho la revolución” han pasado hitos importantes tanto a mí, como autora de esa pieza, como al medio de comunicación.
Como he explicado en más de una oportunidad, ese reportaje fue complicado de hacer y difundir, pero a pesar de eso, nunca dudé que era lo que debía hacer. Motivos para la duda habían. Las razones eran diversas: hostigamientos de hombres mencionados en cada una de las partes y amenazas. Cuestionamientos de parte de otros periodistas tildándome de anti ética, de no saber hacer mi trabajo. Cambiándome el título de periodista a activista (como si eso fuera un insulto). Esto último me hizo pensar mucho en la calidad pobre del periodismo actual, sobre todo el especializado en música. En cómo cada vez importan menos las historias y los contextos en los que aparecen esos discos editados y el “reportero” se decanta por publicar comunicados de prensa o hacer las preguntas básicas de promoción. En lo poco que importa documentar nuestra época desde ese prisma, la música. En cómo se olvida que quienes componen esas canciones que suenan en las radios son también sujetos que dejan una historia, sea elogiable o digna de repudiar.
A pesar de todo eso, desde el momento de sentarme a escribir y luego publicar, la balanza siempre se inclinó hacia el lado de contar la historia. De documentar que, además de haber muchas bandas sacando discos, también habían muchas artistas, productoras, periodistas y trabajadoras en general en la música siendo abusadas por sus pares. Porque esos relatos también son una responsabilidad de ser contados desde el periodismo musical.
Y la balanza finalmente ganó hacia ese lado porque hasta el día de hoy, 8 de marzo del 2018 -cuatro meses después de la publicación de ese reportaje- las bandejas de entrada de mis cuentas personales se siguen llenando de mensajes de mujeres que han sido y siguen siendo abusadas por músicos, productores, organizadores de conciertos y periodistas hombres. Hay músicos que siguen tocando, hombres que viven su vida normalmente, sin sentir miedo de que eso cambie, exponiendo a mujeres a diferentes tipos de violencia: desde violaciones y golpes a enfermedades de transmisión sexual.
Entonces me parece urgente.
En los primeros días de febrero, la Corte de Apelaciones (a raíz de un recurso de protección por derecho a la honra impuesto al medio) falló en favor nuestro. Explicó claramente que los medios de comunicación no solo tienen el derecho de documentar y publicar estas historias, sino también el deber y la responsabilidad de hacerlo. Que la violencia hacia la mujer en todas sus formas es información de interés público. Ese es un precedente, un fallo histórico para el periodismo en Chile, que logró una web especializada en música, esas que se siguen mirando en menos desde los medios masivos tradicionales. Esos mismos medios a los que pertenecen los periodistas de escritorio que tanto criticaron mi ética y la de POTQ Magazine, por decidirnos a contar esta historia.
A raíz de este reportaje también sucedió algo maravilloso. Muchas mujeres, trabajadoras de la música, comenzaron a organizarse. Por fin se comenzó a aceptar de manera colectiva que las violencias a las que nos exponemos no son solamente sexismo, discriminación laboral o menosprecio por nuestros talentos. También hay violencia física, violencia sexual. Muchacha nació para juntar todos estos problemas y exigir resolverlos. Nació para trabajar juntas y sentirnos menos solas.
Hoy, en el Día de la Mujer Trabajadora, como mujer, feminista, periodista y una de las pocas directoras de medios que existen en Chile, quiero asegurarle a todas las mujeres que son parte de la industria de la música, que en POTQ Magazine vamos a seguir hablando de discos, lanzamientos y festivales. Pero también vamos a seguir contando estas otras historias que el canon tradicional y machista del periodismo musical a nivel mundial ha dicho que no deben ser contadas, que no nos corresponde. Nosotros, como equipo, creemos que sí. Abogamos por hacer periodismo en medios de comunicación sin sexismo, sin machismo. Y con esa visión seguiremos trabajando.