Si hay entes importantes en este evento, son las fotógrafas y los fotógrafos, encargadxs de dejar registro de todo lo que pasa sobre los escenarios, y a veces bajo ellos (gracias a nuestrxs gráficxs <3). En esa línea es que la artista nacional, Valentina Palavecino, llegó al festival por tercera vez, pero ahora lo hizo con pulsera especial gracias a su trabajo con Gianluca y Playa Gótica. Acceso a esos villages donde todxs queremos entrar para poder sacarnos una selfie. Luego de partir cubriendo desde el público en el 2017, lograr entrar al pit de fotógrafxs en 2018, y llegar a tomar chela gratis en esta pasada versión 2019.
“Este año andaba con pulsera de artista por mi trabajo y es, claramente, una experiencia de progreso que me dio muchas oportunidades para poder estar más cerca de los artistas que se presentaban y de la gente que admiraba”, dice Palavecino, quien durante el año pasado tuvo una idea que durante el pasado fin de semana pudo empezar a amasar con más forma.
“Me gusta mucho lo análogo, el registrar en papel y no digital, me vuela la cabeza, es muy bacán, considero que es el aura real de la fotografía. Eso, sumado a lo que amo a Andy Warhol, que llevó a esta idea”. El fin es registrar artistas en los pasillos de festivales o tocatas, “sin que salieran en el escenario y así lograr una foto más cándida. Mucho más íntima porque logramos dialogar, sea un minuto o media hora”.
“Andy hizo un libro de puras polaroids de sus amigos cuando estaban en The Factory o carreteando y yo quise tomar esa estética y llevarla a la música. Ahora en Lollapalooza fue genial, porque al tener esta oportunidad de andar en los backstage, pude ampliar mi registro.
“Todos los días me puse metas de un artista: el viernes me propuse a Jorja Smith. Eran como las 9 de la noche y ya estaba resignada, estaba rendida, ‘ya no me la encontré’, y en segundos un amigo me dice ‘Vale, Jorja está en el Artist Village, vente corriendo’, y fui, conversamos, le regalé una foto, la otra me la dejé. Fue muy cercana, muy emocionante, le hizo cumplidos a mi pelo, jajaja. El sábado se descontrola todo: me encontré con la Rosalía viendo a A.Chal, pudimos conversar, le tomé la polaroid, también se la di. El domingo fue contigo, jajaja, fue demasiado divertido ese momento, me dijiste que estaba C.Tangana y yo no tenía las pilas puestas en la cámara y es cuático porque todo pasa en cosas de segundos, y ahí una va aprendiendo que hay que andar siempre lista porque quizás son cosas que no se vuelvan a repetir jamás, o que no vas a poder lograrlas hasta mucho tiempo después, es la oportunidad. Jugar con eso, con el estar en el momento indicado, me parece super desafiante”.
“Creo que para una fotógrafa es una vitrina importante pisar de esta forma el festival, pudiendo habitar esos lugares, dejar estos registros que hablan de un contexto, de una época, de un soporte como es el polaroid que provoca un choque cultural entre todo lo digital que vivimos, con los artistas contemporáneos de hoy, y lo remonta hacia un pasado y culmina en este soporte que llega a tus manos. Poder hacerlo así, de esta forma, es muy enriquecedor, me llena mucho y lo sentí como una vitrina hacia mi trabajo. Fue hermoso”.
Te dejamos con el trabajo de Valentina Palavecino, ya estamos ansiosxs por ver el proyecto final: